Parte / 7
—Mira Baudelia lo primero que tienes que aprender es no desobedecer a los mayores y mucho menos a tus padres y si ellos decidieron que lo mejor para ti es quedarte a nuestro cuidado tú no tienes nada que objetar— ¿ENTENDISTE ?
—Si, dije—en susurro de voz.
—Si madre superiora. Así debes de contestar de ahora en adelante— dijo la monja que me tenía fuertemente agarrada de la mano.
—Despídete de tus padres
Mi padre me dijo— anda hija vete con la monjita.
—Sor Amelia— rectifico la monja
Mi madre se levantó de su asiento y me abrazo me dijo, aquí te van a cuidar muy bien y enseñar muchas cosas y vas a jugar con muchas niñas como tú.
Yo me abrace de ella y le dije— yo me quiero ir contigo, no me quiero quedar aquí.
—Vete con Sor Amelia no lo hagas más difícil—me dijo mi madre con lagrimas en sus ojos.
Me solté de los brazos de mi madre y me deje arrastrar por la monja, voltee a ver a mis padres por última vez, mi madre me dijo adiós con su mano, cuando se cerró la puerta de la dirección me solté llorando la monja sacudió mi brazo.
—Cállate niña, ya no eres una bebita para que hagas estos teatros.
La monja me llevó por un largo pasillo cubierto y delimitado por arcos y pilares de estilo toscano. Sor Amelia me dijo
—Te voy a enseñar el lugar, fíjate muy bien porque va a ser la única vez que te lo voy amostrar también te voy a enseñar tus deberes.
La palabra deberes resonó en mi cabeza¿—Qué clase de deberes?
Subimos por unas escaleras, que llevaban al segundo piso, recorrimos un corredor muy largo con muchas puertas, nos paramos en la primera, tenía un letrero que decía dormitorio" A" entramos, a la derecha había diez camas, y a la izquierda otras diez en total eran veinte.
En la cabecera, había un crucifijo y un número del uno al 20, nos paramos en el número ocho, la monja me dijo.
—De ahora en adelante tu nombre va a ser "8 A"
—Pero yo me llamo Baudelia.
—Que ya no niña—repite conmigo mi nombre es "8 A"
—Mi nombre es "8 A"
Enseguida la monja distendió la cama mientras me decía
—Fíjate muy bien como tiendo la cama, porque enseguida lo vas a hacer tú y por cada equivocación que tengas te voy a dar dos varazos en cada mano.
Sin darme tiempo de replicar prosiguió—Primero sacudes muy bien la cama con la sábana así, enseguida la tiendes, metes muy bien la sábana por debajo del colchón, esta tiene que quedar muy bien estirada así, enseguida pones la colcha la doblas así, pones la almohada y la cubres con la colcha.
La cama quedo impecable, la monja la volvió a destender, ordenándome
—Ahora hazlo tú, lo tienes que hacer en diez minutos—. Vamos, vamos, que esperas tiende la cama
Temblando de pies a cabeza, fui repasando los pasos que hizo la monja y pese a que nunca había tendido una y por el miedo a que me pegara la monja, me hizo hacerlo bien, cuando termine la revisó buscando un solo error, yo esperaba expectante, por fin me dio su aprobación.
—Lo hiciste bien aprendes rápido, ven conmigo.
Salimos de la habitación y caminamos por el mismo pasillo llegamos a la última puerta—entra.
Eran los baños de un lado estaban los inodoros y enfrente las regaderas, al fondo estaban los lavamanos.
—Te tienes que bañar con tu camisón de dormir y con tus calzones puestos, no debes de ver tus partes íntimas, eso es pecado.
—Si Sor Amelia
Salimos de los baños, y regresamos por el mismo corredor, bajamos las escaleras, caminamos por otro corredor hasta llegar a un comedor muy grande.
—Este es el comedor, cada que tomes tus alimentos vas a recoger tus utensilios que ocupes, los vas a lavar, secar y ponerlos en su lugar, tienes que limpiar tu espacio de la mesa— .Sígueme
Entramos a una cocina muy grande en medio había un pretil redondo con el fogón en medio con un comal muy grande y varios metates alrededor de este.
—Aquí es donde se hacen las tortillas y se cocinan los alimentos. y en ese lavadero se lava la loza.
Salimos de la cocina por una puerta que daba a un patio techado, había varios lavaderos con su pila llena de agua.
—Aquí es donde se lava la ropa—¿Te estas fijando bien?
—Si Sor Amelia
Regresamos caminando por el largo pasillo este terminaba en una capilla, era la cúpula que vi cuando llegué a la casa, nos santiguamos y salimos, por una puerta que daba a un patio grande, alrededor había varios salones donde se impartían las clases, detrás de los salones había otros baños y una huerta con muchos árboles frutales.
—Esto es todo, te fijaste bien en donde se encuentra todo
-Si, Sor Amelia
Enseguida me llevó a un salón allí estaba una monja dormitando con un rosario en la mano.
—Perdón sor Eustolia por interrumpir su meditación con el altísimo, aquí le traigo a una nueva interna.
—No se preocupo sor Amelia, pasen.
La monja puso una silla en medio del cuarto, me puso una capa de las que se usan en las estéticas, me deshizo mis dos trenzas, me hizo una sola, la amarró bien y sin más me corto el cabello yo quede aterrada le pregunte airada.
—¿Por qué me corto el cabello?
—son las reglas del internado, por si no lo sabes en este tiempo hay infesta de piojos, con el cabello largo se anidan más, además no hay nadie que te espulgue.
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