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Parte/45

Juan Manuel

Unos días antes de partir a la ciudad de México Paty me dijo que no era a la India a donde iban a viajar si no a Tailandia, afortunadamente la documentación era la misma, cuando tuve los documentos de Paty y Baudelia que necesitaba para tramitar las visas, salí  a la ciudad de México, en cuanto llegue le entregue la documentación a la persona que me recomendó Servando, gracias a Dios conté con la ayuda necesaria y no hubo ningún problema, a las tres de la tarde me entregó las visas.

—Aquí tiene señor las visas, el permiso médico lo tienen que enseñar al abordar el avión, para que puedan viajar sin ningún problema.

Octavio

Qué bueno que Raquel nos avisó del estado de mi comadre, si se tarda unos días más y  hubiera muerto, no tengo la menor duda, ella está respondiendo bien al tratamiento, esta despierta pero confundida necesita a su familia para que la apoyan voy hablar, con sus hijos la presencia de ellos la va a animar y eso va ayudar a su pronta recuperación. 

 Juan Ignacio

 Mi padrino me habló por teléfono quiere que Silvia Camila y yo vayamos a ver a mi madre al hospital,  yo no tengo ni las mínimas ganas de ir, pero tengo que  ir tiene razón mi padre debemos evitar las habladurías de nuestros conocidos, al hospital de mi padrino, acuden varios conocidos y no conviene que se sepa que mi madre está recluida y que sus hijos no vayan a visitarla seria todo un escandalo.

 Baudelia

Al fin se dónde me encuentro, ya reconocí el lugar, estoy en el hospital no logro recordar el motivo por el que estoy aquí, ¿será que Juan Manuel me volvió a golpear? Aunque no siento dolores en el cuerpo, no sé si fue sueño o realidad, pero me pareció ver a mis hijos y a Juan Manuel, a la que sí sé que es real es mi fiel Raquel, también he visto a mi comadre Paty. 

—¿Señora cómo se siente?

—Creo que bien, no me duele nada, ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy en el hospital.

 —Ay señora nos metió un sustito, pero gracias a Dios ya está mejor.

 —¿Pero qué me pasó?

 —Aquí llega la señora Paty, ella que le explique.

—Hola comadre, veo que ya estas mejor, ¿Cómo te sientes?

—Me siento bien comadre  gracias—¿ Me puedes decir qué me pasó?

— Si comadre te lo voy a decir, no me voy andar con rodeos, te excediste en la bebida  tuviste una recaída, gracias a los medicamentos, no has sufrido el síndrome de la abstinencia, pero estas mal comadre y tienes que ser fuerte, urge que te desintoxiques del cuerpo y alma, es por eso que si tu accedes te voy a llevar a la India, allá te van ayudar mucho, para que recobres tu salud y la tranquilidad.

— Pero de que hablas, cómo que me excedí en la bebida, si sólo tomo una copa de vez en cuando.

 —No comadre, ya tienes tiempo que estas muy mal, es por eso que te trajimos al hospital, ya perdiste la noción del tiempo.

—No comadre eso no es verdad yo estoy bien.

—No estas bien comadre y te lo voy a demostrar— ¿Contéstame en que mes estamos?

 —El día no lo se,  pero el mes si, es el mes de Junio, claro que sí,  acabo de leer la reseña de la graduación de Juan Ignacio, recuerdo que tuve una fuerte discusión con él.

 —Comadre, permíteme que te diga que estamos en el mes de noviembre, y mi ahijado se graduó hace tres años y hace unos meses contrajo matrimonio.

 —¡¡No, no comadre no estoy loca, como para no saber que mi hijo se acaba de graduar y tampoco se ha casado!!

 —Cálmate comadre no te esfuerces en recordar, pero han pasado varios eventos dolorosos en tu vida, que sólo con la ayuda adecuada los podrás afrontar.

 —¡¡Comadre ayúdame por favor!!

—¿Estás dispuesta a viajar a la India?

—Viajaría hasta el fin del mundo con tal de recobrar mi salud.

—Vas a permanecer en el hospital un corto tiempo tienes que recobrar algo de peso y poner en orden tus ideas, Juan Manuel se esta encargando de la documentación que necesitamos para viajar.

—Gracias comadre.

A Baudelia la pasaron a otra ala del hospital donde estaban los pacientes en convalecencia, Raquel se comunico con Micaela para ponerla al tanto de lo que estaba pasando con su amiga, sabía que la presencia de su querida amiga le iba a servir mucho para recuperar más rápido, esta dejo todos sus compromisos y fue a ver a su amiga al hospital.

—¡¡Mica si eres tú, no es mi imaginación!!

—Soy yo de carne y hueso—Las amigas se saludaron con un cálido abrazo.

—¿Por cuanto tiempo vienes?

—Voy a estar contigo hasta que salgas del hospital.

—¿Y tus compromisos?

—Todo puede esperar tu no te preocupes.

Esa misma tarde se presentaron al hospital doña Camilla y Eva.

—¿Cómo te encuentras querida?— Micaela respondió por ella.

  —Ya estarán satisfechas par de viejas hipócritas.

—¿Con que derecho nos insulta?

—Con todo el derecho del mundo mi hermana Baudelia no esta sola, si en verdad se preocuparan por ella la hubieran ayudado a tiempo. Ustedes junto con el infame de Juan Manuel le desgraciaron la vida, pero Dios es grande y tarde o temprano van a recibir su castigo.

—Vamonos, no debimos venir.

—Si lárguense y no vuelvan aquí no tienen nada que hacer.

Cuando las mujeres se alejaron, Micaela, Raquel y Baudelia soltaron la risa. 

Patricia

 Un mes después partimos rumbo a Tailandia mi comadre y yo, lo bueno es que Juan Manuel y sus hijos se portaron a la altura, mi comadre tiene que recuperar su identidad, y cuando esto pase regrese a cerrar círculos en su vida. Viajamos sin contratiempos, gracias a que toda la documentación estaba en orden, llegamos a Bangkok ahí nos estaba esperando un vehículo del consulado mexicano, Juan Manuel previó todo gracias a Dios. El chófer se dirigió a nosotras  en perfecto español, nos dio la bienvenida. 

 —Bienvenidas señoras, yo las voy a llevar al monasterio de Paknal ahí van a ayudar a la señora.

 Sacó un sobre y me lo entregó al mismo tiempo que me decía. 

—En este sobre viene el permiso para que la señora pueda ser admitida en el templo, las visitas son muy restringidas y más cuando se trata de extranjeros—. Gracias. 

Emprendimos el viaje, la carretera estaba muy accidentada llena de hoyancos, subidas, bajadas curvas muy cerradas, precipicios, afortunadamente el chófer era muy experimentado, sólo no deteníamos a cargar gasolina aprovechábamos para estirar las piernas, lavarnos el pelo  y nuestra parte intima, en el camino ingeríamos los alimento, mi comadre tomaba su medicina, el chófer dormía unas pocas horas, Al tercer día vimos el monasterio en lo alto de la colina, se veía majestuoso, cuando llegamos  tocamos la puerta de color rojo, por una ventanilla se asomó  la cara una mujer completamente calva el chófer habló con ella en su idioma, me pidió el sobre y se lo entrego, cuando la mujer lo leyó, abrió la puerta nos dio el paso esa vestía una túnica de color naranja , enseguida llegaron otras dos mujeres idénticas a la mujer que  nos abrió la puerta, le dijeron algo al chófer  y el a vez nos dijo. 

 —Se tienen que despedir.

Nos abrazamos mi comadre y yo, no pudimos evitar derramar algunas lágrimas yo le iba a dar  la pequeña maletita donde traía su medicina, pero con un gesto una de las  mujeres me dijo que no, era lo único que le iba a dar ya que la Nena Padilla me advirtió que las personas entran sólo con la ropa puesta y con esa misma salen, la otra mujer nos condujo a mi y al chófer hasta un lugar, donde había baños, el hombre se fue por un lado y yo por el otro, una mujer se dirigido a mi en perfecto español  

—Bienvenida al monasterio de Paknam, son pocas las personas que tienen el privilegio de conocer este lugar, y usted es una de ellas, ahí se puede bañar, me entrego una túnica blanca, Cuando salí bañada y con la túnica puesta, la mujer me invito a seguirla entramos a un comedor, en cuanto me senté me sirvieron un cuenco de madera con ensalada, otro con un caldo, unas galletas elaboradas con harina integral y una taza de té negro, la misma mujer me condujo por un largo pasillo, entramos a una pequeña celda donde había un camastro y me invito a descansar, no sé cuánto tiempo dormí, me despertaron unos murmullos de cantos como de mantras, se escucharon unos leves toquidos en la puerta, era la misma mujer, me entrego mi maleta y me dijo —ya te puedes vestir con tu ropa, aquí espero. 

Me vestí, me peine, y salí, regresamos al comedor, donde me dieron un plato de fruta fresca, yogurt, y fruta seca, cuando termine de comer, me entrego una pequeña bolsa con fruta fresca y seca, me dijo que era para el camino, me condujo hasta la puerta de salida, donde ya me esperaba el chófer con su respectiva bolsa de fruta, antes de salir la mujer me dijo, no se preocupe por su amiga, aquí la vamos a cuidar muy bien. Yo no lo dude ni tantito, se sentía tanta paz en ese lugar, que hasta a mí me dieron ganas de quedarme.

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