Parte /31
La doctora al oír a Baudelia decir que no quería que yo me quedara a su lado me dijo
—Señor como le dije anteriormente, la señora va a permanecer dormida por lo que no tiene caso que se quede puede irse a descansar a su casa y venir mañana.
Raquel me suplicó.
—Señor, si usted me permite yo me quiero quedar con ella, no importa que ella este dormida.
—Mire Raquel vamos hacer una cosa, vayamos a la casa, come, descansa y yo la traigo de regreso.
—Está bien señor, cómo usted ordene.
Cuando regresamos a la casa, le dije a Raquel.
—Venga conmigo al despacho por favor.
—Sí señor—la mujer me siguió en silencio.
—Tome asiento por favor, mire Raquel, a usted no la puedo engañar, usted sabe muy bien lo que pasó, he visto que usted le tiene mucho cariño a la señora, ¿No es verdad?
—Sí señor, en estos años que hemos convivido juntas, siento que la quiero como a una hija.
—Por lo mismo quiero pedirle un favor, yo sabré recompensárselo.
—Sí el favor que me va a pedir es por el bien de la señora, no necesito que me recompense con nada, yo lo hago con mucho gusto.
—Quiero que este al pendiente de ella, cuando empiece a recordar, evite que le cuente a la doctora lo que realmente pasó. Es por el bien de ella.
—Sí señor, no tenga cuidado, mentiremos por usted.
—Mire, en el hospital hay una ala para los familiares de los pacientes, empaque algo de ropa y sus cosas personales yo voy hablar con Octavio para que le asignen una habitación cuentan con baño y ducha, usted puede comer en el restaurante. Pero lo más importante es, que este al pendiente cuando ella empiece a recordar.
—Sí señor, descuide estaré al pendiente.
—Vayamos a comer para que descanse y a las ocho de la noche nos vamos al hospital.
Raquel
—Que rabia siento contra el señor Juan Manuel, parece la pura verdad, pero esta vez sí cruzo la línea, Dios me perdone, pero yo voy a aconsejar a la señora para que lo deje, que huya lo más lejos que pueda de él, si no la va acabar matando.
Los días pasaron lentamente, a los tres días de la operación, pasaron a la señora al ala de psiquiatría yo seguía con ella, con mi ayuda poco a poco empezó a recordar, ese día estábamos sentadas en una banca del jardín, estaba tan bonito, de pronto la señora abrió desmesuradamente los ojos y empezó a llorar y a gritar.
—No, por favor ya no me pegues, te juro que ya no me vuelvo a meter a tu cuarto sin tu permiso, pero para por favor.
Inmediatamente la abrace para acallar sus gritos, afortunadamente estamos en lugar del jardín apartado de los demás pacientes.
—Tranquila, tranquila, aquí esta a salvo, ya no la va a golpear—. Ella paseo la vista por el lugar y me preguntó extrañada.
—¿Dónde estamos?
Le cuento todo, terminé diciéndole—. Es muy importante, que diga que la atropello un coche.
—¿Juan Manuel, quiere que diga eso?
—Sí señora, si no dice eso la van a separar de su hijito.
—¡No, no me pueden separar de mi hijito, además tengo que callar la verdad y decir lo que mi marido quiere que diga, porque si no lo hago, capaz que ahora si me mata!
—Voy a buscar a la doctora para que sepa que usted ya está bien, para que pronto regrese a su casa a ver a su niño.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Aquí en este lugar con hoy son diez días, y tres que duro en el hospital, le operaron la nariz, porque se le quebró, y todavía trae las vendas en las costillas, ya no está morada del cuerpo, yo he estado con usted desde que la trajimos.
-Gracias Raquel, que haría sin ti—, y la nariz no se me quebró me la fracturo el infeliz de mi marido
—Si señora, pero recuerde que eso no lo debe saber la doctora y no se preocupe mientras Dios lo permita, yo siempre voy a estar a su lado.
Raquel.
No puedo creer que sólo por el hecho de entrar a su cuarto sin su permiso el señor Juan Manuel casi mató a mi señora—. La doctora la revisó muy bien cuando terminó de hacerlo cuestionó a la señora.
—Creo que el trauma ya pasó, ahora quiero que me contestes con toda la verdad. ¿Sí fue un carro el que te atropello?
—Si doctora fue un carro.
—Mira yo se diferenciar cuando los golpes son causados por atropellamiento y cuando son causados por maltrato familiar y tú tienes todas las señales de que eres maltratada tanto físicamente como mentalmente, es por eso que quiero que seas muy sincera conmigo, ¿tu esposo te golpea?
—No doctora, el seria incapaz de hacer eso, la verdad es que fue un coche el que me causo estos golpes.
—Dime lo que recuerdas.
—Llegamos de una reunión mi esposo y yo en la madrugada, no le sabría decir la hora, porque no lo recuerdo, cuando baje del coche, no sé de donde salió otro y me entre llevo, es todo lo que recuerdo.
—Bueno está bien, pero mira te voy a dar esta tarjeta donde viene mi nombre y los teléfonos de mi casa y de aquí. Si vuelve a pasar otro evento como este u otro, llámame inmediatamente de acuerdo.
—Si doctora, gracias por todo lo tendré en cuenta.
—Por ahora descansa mañana puedes volver a tu casa.
Doctora
Que impotencia me da, esta mujer a leguas se ve que sufre maltrato físico, pero yo no puedo hacer nada, si ellas no quieren denunciar a su verdugo, he visto a tantas mujeres llegar al hospital una y otra vez, hasta que un buen día, salen en un ataúd, pero yo que puedo hacer.
Raquel
Por la noche llegó el señor a visitar a mu mujer, le doy la buena noticia.
—Mañana sale la señora.
—¿Ya le dieron el alta?—¿no hubo ningún problema?
—Descuide señor, seguimos sus instrucciones al pie de la letra.
—Bien, mañana paso por ustedes a primera hora.
—Hola Baudelia, ¿Cómo te encuentras?
—Bien, puedes estar tranquilo, por esta vez no me mataste
—No digas eso, olvida lo que paso, te prometo que ya no va a volver a suceder.
Quiero extender las gracias a todos los lectores de la historia (Nunca me amaste), gracias a su preferencia las lecturas han llegado a los 3k y vamos por más. Saludos .
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