Parte /3
Después de meditar unos momentos, don Juan Manuel le respondió a su tío.
—Pues siendo así le tomó la palabra, yo de buena gana tomaba a mi familia y me iba mañana mismo, pero tengo que hablar con el director de la escuela para ver si me puede dar una carta de traslado y si no quiere, pues ni modo aunque pierda mis años de servicio para mi jubilación, pero primero esta el bienestar de mi familia.
—No creo que tengas problema con eso, el director es una buena persona y con más razón si le explicas tus motivos, mientras tu arreglas lo del trabajo yo voy viendo lo del préstamo, guarda muy bien lo que no te vas a llevar en cartones, nosotros los vamos a llevar al tapanco de la casa junto con tus muebles, pa que no malbarates nada y pa cuando regreses ya no hagas gasto en comprar muebles nuevos.
—Gracias tío, y mire todo se acomoda apenas empezaron las vacaciones largas, tenemos que salir del pueblo a más tardar el domingo en la madrugada.
—Ándale mijo ve con Dios.
Don Juan Manuel, salió de la casa de su tío y fue directamente al domicilio del director, afortunadamente lo encontró sentado bajo un frondoso árbol tomando una refrescante limonada y leyendo un libro.
—¡Pásele maestro! ¿que lo trae por su humilde casa?
—Primeramente saludarlo, y en segundo lugar, vengo a pedirle un favor muy grande, de antemano le digo que no se sienta comprometido, si se puede bueno y si no, tambien.
—¡Pero siéntese por favor tómese una agüita de limón, que el colaron esta en todo su apogeo!
Don Juan Manuel tomó asiento acepto el jarro de limonada que le ofreció el director, después del primer trago le expuso su problema a su superior, este lo escucho atentamente al final dio un largo suspiro y le contesto.
—Pues si que esta crítica la situación, y como usted dice la familia es primero, yo con mucho gusto le extiendo la carta de traslado, usted me dirá para que estado se va a ir, lo que no le garantizo es que haya una plaza para usted, ya ve que contamos con pocos maestros y los que hay, nos quedamos en el puesto hasta la jubilación y muchas veces ni así ja,ja,ja. Pero afortunadamente debido a que hay pocos maestros hay más demanda en los colegios particulares además de su carta de traslado le voy a dar otra de recomendación y me duele que se vaya usted es uno de los mejores maestros con los que cuento, no está de más decirle que su trabajo en mi escuela lo estará esperando, usted y yo más que director y profesor somos amigos y un favor a un amigo no se le niega.
Don Juan Manuel y el director pasaron parte de la tarde charlando recordando viejas anécdotas, el señor escribió las dos cartas les puso el sello de la escuela, se las entregó a don Juan Manuel y se despidieron con un fraternal abrazo. Entre su tío y él hicieron los preparativo para la huida, el domingo en la madrugada su tío los llevó al siguiente poblado a tomar el tren, de equipaje solo llevaban los efectos personales ropa de cama y sus documentos, su tío se encargaría de correr la voz de que su sobrino se había ido con su familia a los Estados Unidos para despistar a Don Leopoldo, pero en realidad se dirigieron al estado de Jalisco a la ciudad de Guadalajara, se aventuraron a ir a esa ciudad sin conocer a nadie, pero para conservar a su nieto valía el sacrificio. Cuando llegaron a la ciudad, bajaron del tren, en la estación había mucha gente que iba y venia por el anden.
—Vamonos todo juntos no hay que despegarnos para no desvalagarnos.
Con cautela salieron al exterior, un hombre los abordo.
—¿Jefecito ocupa transporte?
—Solo si usted sabe de algún lugar económico para hospedarnos.
—Pero como de que no señor, los voy a llevar al mesón de doña Covadonga, un lugar más barato no van a encontrar.
—Se lo vamos agradecer mucho señor.
—Siendo asi vamos.
—Pereme tantito ahorita vuelvo.
A los pocos minutos volvió el hombre en un carro jalado por dos caballos muy amplio y muy colorido.
—Súbanle, con cuidado señoritas esta un poquito alto.
El hombre hábilmente acomodo el equipaje en un compartimiento especial del carro, cuando estuvieron acomodados enfilaron por la avenida 16 de septiembre, los pasajero iban de asombro en asombro, primero pasaron por dos templos, al lado derecho el templo de san Francisco de Asís, a la izquierda el de Aranzazu por donde pasaban había jardines con rosas de todos colores, llegaron al centro de la ciudad, al lado derecho la plaza de armas, enseguida se erigía la majestuosa construcción de la catedral de Guadalajara, cruzando la calle, la plaza de los laureles con su fuente en medio, a los lados los portales llenos de aparadores anunciando su mercancía, cruzando la calle a la derecha la plaza de los hombres ilustres, don Juan Manuel les dijo.
—Ya que estemos acomodados, vamos a venir a conocer todo esto, si asi de pasadita, se ve todo muy bonito.
—Y esta mi amigo—Dijo el cochero—, atracito de la catedral esta el teatro degollado, esta terminando la plaza de la liberación, ahí merito esta la bandera nacional, grandota, grandota, ni se imagina usted que grandota, lo que sea de cada quién, esta ciudad esta re chula, ¡Nombre! y no se diga los alrededores, San pedro, Zapopan, Tonala, y si se va más lejitos llega hasta el lago de Chapala, pero ya no le cuento más, ahí ustedes irán conociendo de apoco poquito.
La ciudad era muchísimo más grande que su pequeño pueblo que habían dejado atrás, por fin llegaron al mesón era una construcción antigua, la entrada era amplia, el cochero entró a la propiedad con todo y carruaje, bajaron, le pagaron al chofer, una mujer salió a recibirlos.
—Doña Covadonga aquí le traigo a un pasaje.
—Muy bien Ruperto, aquí tienes tu comisión.
—Gracias señito, si Dios quiere por aquí nos vemos.
—Ve, con Dios Ruperto.
El hombre subió a su vehículo y se fue, en ese momento aparecieron don Juan Manuel y su familia doña Covadonga al ver que venían mujeres jóvenes y niños exclamo muy alterada.
—Oh señor me temo que ustedes no se pueden hospedar aquí ya se lo he advertido a Ruperto que no me traiga familias, pero por lo visto no entiende.
—¿Pero por qué no, traemos dinero para pagar el hospedaje?—Pregunto don Juan Manuel a la mujer.
—No es por el dinero señor, miré este lugar no es para niños, mucho menos para las mujeres jóvenes tan bonitas como sus hija también su mujer todavía esta de buen ver, como verá, aquí se hospedan hombres, la mayoría de ellos son salteadores, rebeldes que se aprovechan de la revolución para cometer fechoría y media y traen mujeres de dudosa reputación, sus hijas corren peligro aquí, estos hombres son capases hasta de matarse por una de ellas.
—¿Pero ahora que vamos hacer?— No conocemos la ciudad, no tenemos familiares, ni amigos, ni a ningún conocido.
—Señor no se desespere, mire tengo una casa que me acaban de desocupar si usted gusta se la rento para que pasen la noche, es lo mismo que si se quedarán aquí, sólo que allá van a estar nada más ustedes ¿Qué le parece señor?
—Se lo voy agradecer mucho—Dijo don Juan Manuel
—Siendo así vamos.
—¡Tomas, Tomas!
—Mándame doña Covadonga.
—Voy a salir un momento ay te encargo, si vez que se empiecen a pelear, corres a buscar al gendarme.
—Vaya sin pendiente, yo me encargo.
—Vamos pues.
La casa no quedaba muy lejos de allí, la señora abrió la puerta y entraron, era una casa muy espaciosa, la señora dijo.
—Mire ahorita les mando a un mozo con los petates y sus almohadas—¿Tienen cobijas o tambien les mando.
—Por eso no se preocupe—¿Nos podría prestar una escoba y un balde para barrer la casa?
—Sí cómo no, yo les mando todo con el mozo, por agua no se preocupen en el corral hay un pozo con mucha agua.
Poco después llegó el mozo con los petates, la escoba y el balde, don Juan Manuel les saco agua del pozo y las mujeres inmediatamente se pusieron a asear la casa, cuando don Juan Manuel les lleno una gran tinaja con agua se fue a explorar el lugar, vio que era un barrio popular, las personas eran muy amigables llegó hasta un gran templo se paso y vio una imagen de la virgen de santa Teresa de Jesús, después de unos breves momento salio a seguir explorando el barrio se encontró con varios comercios, entró a una tienda, compro leche y pan, el dependiente inmediatamente supo que no era de Jalisco por su acento.
—¿Usted no es de estos rumbos verdad?
—No señor, yo vengo del estado de Veracruz.
—¡Ah mire! usted es jarocho (así les dicen a las personas del estado de Veracruz)
—Sí señor a mucha honra, pero creo que ahora voy a ser Jalisquillo (Nombre que reciben a los nacidos en Jalisco)
—No pues siendo así bienvenido a mi tierra, va a ver que no se va a arrepentir aquí somos muy hospitalarios.
—¿Oiga y aquí como se llama el barrio?
—Usted se encuentra en el barrio de santa Tere, en honor a la santísima virgen de santa Teresa de Jesús.
—¿Y qué va a llevar?
—Unas piezas de pan y leche.
—Aquí tiene mi amigo y aquí le van estas piezas de pan a cuenta de la casa, pa que le den ganas de volver.
—Pues gracias señor, aquí nos vamos a seguir viendo, téngalo por seguro
Don Juan Manuel llegó con el pan y la leche, la casa lucía reluciente, las mujeres no solo barrieron si no que lavaron el piso por aquello de que hubiera algún alacrán o araña venenoso, cenaron y se dispusieron a dormir estaban muy cansados del viaje.
Al día siguiente llegó la dueña de la casa muy temprano.
—Buenos días ¿cómo durmieron?
—Muy bien señora gracias.
La mujer no pudo dejar de admirar la casa, los petates estaban recogidos, las almohadas, las cobijas dobladas, el piso muy limpio al ver eso no dudo en hacerles una proposición.
—Mire no me lo tomen a mal, pero me gustaría saber ¿si sólo van de paso o se van a quedar a vivir aquí en la ciudad?
—Pues nuestra intención es vivir aquí en la ciudad.
—Yo les pregunto porque si van a buscar dónde vivir yo les puedo rentar esta casa.
—Sí nos gustaría, pero esta casa es muy grande y pues como usted comprenderá no sabemos si podamos pagar la renta a lo mejor para el primer si alcance, pero si no consigo trabajo pronto, me atrancaría con el pago
—Mire se las voy a rentar barata, pero a cambió de eso les quiero pedir un favor.
—Díganos de que favor se trata y si la podemos ayudar, pues la ayudamos.
—Bueno mire, lo que quiero es lo siguiente, seguido me llegan familias asi como ustedes a hospedarse al mesón y las tengo que rechazar por los motivos que ustedes ya saben, lo que quiero es, que cuando lleguen familias se hospeden aquí, yo les cobro una renta simbólica a ustedes y yo les cobro el hospedaje a los huéspedes—¿Qué les parece?
—Pues me parece un trato justo—contestó don Juan Manuel.
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