Parte / 2
Iba a sacar la ropa de la maleta, pero mi esposo me cuestiono.
—¿Qué vas a hacer?
—Voy a acomodar la ropa en el ropero.
—No se llama ropero, es un closet y tu no tienes que hacerlo, ese es trabajo de las empleadas del hotel.
Diciendo eso se metió a bañar, mientras, yo saqué rápidamente mi ropa interior eso era muy intimo para que una desconocida lo hiciera por mí las acomode en el closet, afortunadamente tenía cajones. En ese cuarto de hotel había varias cosas que yo veía por primera vez. La regadera para ducharse, y una tina grande donde cabes de cuerpo entero, para darte un baño de tina, según Juan Manuel. El toilette, que tiene la forma de una taza grande, el bidet otra taza igual de grande, pero esa es exclusivamente para que las mujeres nos laváramos nuestra intimidad, esas fueron las palabras que mi esposo uso cuando me explicó el uso de los mismos, el migitorio ese es para que los hombres orinen y lo que me impacto fue un rollo de papel muy suave que estaba a un lado de la taza del baño, Juan Manuel me dijo que era papel sanitario, intuí que era para limpiar el trasero cuando hiciera mis necesidades, Juan Manuel dice que es un producto importado. No se que quiere decir esa palabra "IMPORTADO", mi marido dice muchas palabras que no se que quieren decir.
Todo era nuevo para mi, yo solo conocía letrinas para defecar, papel de estraza para limpiar el trasero, solo conocía las tinas redondas, ni regaderas, nos bañamos a jicarazos, Juan Manuel, me saco de mis cavilaciones, salió del baño correctamente vestido, la habitación se lleno de un olor a perfume riquísimo, me dijo.
—Voy a salir, te alistas, en media hora vengo por ti para ir a cenar.
—Si, — En esos momentos tocaron la puerta, Juan Manuel abrió, era una sonriente empleada del hotel.
—Buenas noches señor ¿Pidió servicio de planchado?
—Si señorita, llévese la ropa que esta en las maletas, me urge un vestido y, dirigiéndose a mí me preguntó.
—¿Qué vestido vas a usar para que te lo tengan listo?
Yo no sabía que decir al ver mi indecisión se exaspero, vio mis vestidos, eligió uno, este está bien para la ocasión, dirigiendose a la empleada le dijo— la señora se va a bañar lo plancha y se lo pone en la cama por favor—, le ordeno a la camarista.
—Si señor, con permiso, salió la mujer con la ropa de Juan Manuel y mía, para plancharla, rápidamente me metí a la regadera y me di un baño, salí enfundada en la elegante bata de baño con las letras ELLA, mi vestido ya estaba en la cama impecablemente planchado.
Me vestí rápidamente, me puse crema S de pond's en todo el cuerpo, me puse mis medias de nailon teniendo mucho cuidado de que la raya quedara perfectamente y no chueca, me peine el pelo a la moda de esos años con dos roles a cada lado, el pelo que sobro cayo en mi espalda ondulado saque un tubo de labios rojo granate, me los pinte, puse un poco en las mejillas.
Por último, me puse un toque de perfume en las partes dónde Micaela me dijo, atrás de las orejas, en el cuello, en los brazos donde está el dobles del codo y en las muñecas, me mire en el espejo y quede satisfecha con la imagen que el mismo me devolvió, en esos momento llego Juan Manuel yo estaba de espalda me preguntó.
—¿Estas lista?—Si—, respondí.
Cuando el hombre me vio quedo perplejo, yo en mi interior me dije para mí misma lo impacte y efectivamente lo impacte, pero no del modo que yo creía, con furia me preguntó.
—¿Pero qué es esto?—¿Acaso no te viste en el espejo?
—¿Pero que tengo?—Le pregunté con voz trémula.
Tomando mi cabeza por el pelo que había dejado suelto me llevó enfrente del espejo.
—¿Qué, que tienes?— ¡Mírate! pareces un payaso— ¿Qué acaso nadie te enseño a lucir como una dama? —más que señora, pareces una bailarina o mujer de la calle.
—Enseguida tomó un pedazo de papel higiénico, con furia me limpio los labios, dejándome toda la cara embarrada, por primera vez vi en esa mirada que tanto me cautivo, coraje, no, eso no era coraje, si no odio, odio puro, junto con repulsión.
—Me soltó me gritó—lávate la cara rápido, si no llegamos al restaurante pronto, le pasan la mesa a otras personas.
—Si ahorita vengo— le dije con las lágrimas a punto de salir de mis ojos.
Me lave la cara rápidamente, me puse crema y me acomode el pelo ya que él me lo había desarreglado cuando me despinto los labios.
Afortunadamente no me dijo nada de mi vestimenta, sería muy malo que yo siendo modista no supiera vestir de acuerdo a la ocasión, gracias a las clientas que les confeccionaba sus vestidos aprendí que vestidos usar para cada ocasión, mis vestidos no son de telas importadas de Francia, pero si tuve cuidado en comprar telas de lo mejorcito que hay en nuestro país.
Cuando estuve lista de cara lavada, él se comportó caballerosamente bien, como si nunca me hubiese ofendido yo estaba muy desconcertada y me hice la siguiente pregunta.
— ¿Con quién me casé?
Salimos del hotel, Juan Manuel me dijo—. Vamos a ir caminando, el restaurante queda aquí cerca
Llegamos a un restaurant no muy grande, pero si muy elegante, me fije en el nombre" BRISTOL, mosaico Condesa".
—Cuando entramos al restaurante un mesero nos saludo educadamente y nos invito a pasar.
—Buenas noches, pasen, por aquí por favor
Nos condujo hasta una mesa, apartada de las demás, junto a una ventana, yo estaba boquiabierta el lugar era muy elegante.
El mesero nos dio la carta, yo me estremecí de pavor los nombres del menú estaban en otro idioma, ¿Cómo saber que ordenar?—el mesero al ver mi azoro, salió en mi auxilio y educadamente me recomendó
—Le sugiero la especialidad de la casa, "Cassoulet"
—Me parece bien, gracias.
—¿Y para usted caballero?
—Para mí me trae unas escalopes de ternera a la cordón blue.
—El mesero se retiró por el pedido de comida.
Juan Manuel
Que desilusión sentí al ver a Baudelia con ese ridículo color de labios, pero ¿es que no conoce ni lo más mínimo de decencia esta mujer? si yo se que la elegí precisamente por eso, por ser decente, estoy seguro que su amigucha, la actricilla la mal aconsejo, pero yo me voy a encargar de que no la vuelva a ver
A este restaurante, venía en compañía de mi adorada Judith, que diferencia Baudelia, cree que no me di cuenta que ni siquiera supo escoger su platillo, no quise ponerla en ridículo, pero me urge poner a una persona que la eduque si no me va a ridiculizar, casi estoy oyendo a Eva decir.
—Te lo dije, como te pusiste a casar con esa casi, casi, analfabeta—, como ya me lo dijo una vez y no le quitó razón, pero que más podía hacer.
Baudelia
Mientras esperamos la comida, le pido a Dios, que la comida que me van a traer la aguante mi paladar, yo no sé nada de comida internacional, aunque he escuchado decir que la comida francesa es muy sabrosa, ¿Acaso este restaurante será francés. Por fin llega el mesero, deja los platos, antes de retirarse nos dijo.
Aquí tiene señorita, Caballero, provecho.
Me fijo en todo lo que hace Juan Manuel, no quiero que pase pena conmigo, toma la servilleta de tela y se la pone en las piernas , yo hago lo mismo. Cuando nos disponemos a comer el mesero llego con una botella de vino tinto, nos sirvió una copa a cada uno y se retira.
—Buen provecho—Me dice Juan Manuel y se dispone a comer su comida.
Veo mi plato de comida, es carne de res, con chorizo y otras cosas que no supe que era pero, lo que si pude ver claramente fueron las alubias en el plato, frijoles blancos, el plato iba acompañado con arroz blanco adornado con una flor de perejil chino lo probé y estaba delicioso, y pensé —si así nos hubieran cocinado los frijoles las monjas otra cosa hubiera sido.
Juan Manuel tomo un panecillo y yo hice lo mismo y empezamos a degustar la cena. Yo seguí haciendo todo lo que Juan Manuel hacía, cuando llegó la hora de tomar la copa de vino, casi la regrese, era la primera vez que tomaba vino tinto, salvo un día que tome un traguito de vino de consagrar de mi tío el señor cura incitada por mi prima Renata
Vi que Juan Manuel, lo disfruto y yo fingí que también lo disfrutaba, cenamos apaciblemente, sin incidentes ya para terminar el mesero nos trajo un rico postre, afortunadamente se comer perfectamente, sor Amelia con su inseparable regla se encargó de que usáramos correctamente los cubiertos aunque lo que más usamos fue la cuchara, cuando alguna niña comía con la boca abierta llegaba el reglazo en la boca siempre nos decía.
"PROHIBIDO COMER CON LA BOCA ABIERTA, NI SE HABLA CON COMIDA EN LA BOCA".
Juan Manuel pidió la cuenta, pago y dejo una generosa propina, cuando salíamos del lugar una mujer, de mediana edad salió al encuentro de nosotros, diciendo con los brazos extendidos hacia Juan Manuel.
—¡¡Pero mira nada más que grata sorpresa—, ella hablaba con un ligero acento, como hablan los gringos el español—, se fundieron en un caluroso abrazo!!
Bonjour Madam, (que gusto verla)Ella me miró con una cálida sonrisa. Juan Manuel me presento.
—Permítame preséntale a mi esposa.
—Mucho gusto señora, le dije sonriendo extendiendo mi mano hacia ella.
—El gusto es mío Madam, me contesto, saludándome con la punta de los dedos.
No me paso desapercibido un gesto de asombro y desilusión en su rostro, pero no dejo de sonreír, se retiraron un poco y empezaron a hablar en otro idioma, en ese momento paso el mesero le hablé.
—Disculpe señor.
—Si, señorita en que le puedo servir.
—Solo quiero saber que idioma están hablando los señores.
—Los señores están hablando francés—Gracias señor—para servirle.
Disimuladamente puse mucha atención a lo que hablaban, pero lo único que entendí fue un nombre de mujer que mencionaron "Judith"
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