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Parte /19



Baudelia

—¡Mira! ahí viene el señor Juan Manuel directo a nosotras.

—¿Dónde?

—No voltees disimula.

—Señorita ¿Me permite esta pieza?

—¿Me dice a mí?

—Si, a usted, pero si no quiere, esta bien.

—Lo que pasa es que no se bailar muy bien.

—No se preocupe yo la guió.

—Bueno está bien, vamos a bailar.

Baudelia sentía que le temblaban las piernas, pero cuando Juan Manuel la tomó de la cintura y junto su cuerpo con el de ella, y sentir su aliento tan cerca de ella, sintió que se iba a desmayar, su corazón latía a mil velocidades por hora, Juan Manuel la empezó a interrogar. 

—Es nueva o ya trabajaba aquí antes de cerrar a causa de la guerra.

—No, no soy nueva, yo ya trabajaba aquí antes.

—Me imagino que has de ser buena en costura, tengo entendido que sólo les iban a hablar a las mejores.

—Bueno no sé si sea buena costurera, antes de cerrar yo era la ayudante de la señora Eva

—Pues entonces si es buena, para ser ayudante de mi hermana, que tiene un genio de los mil diablos.

—Pero ahora ya entre como costurera.

—Creo que no va a durar mucho tiempo trabajando aquí

—¡Pero! porque dice eso—¿Acaso me va a despedir?

—No, no se asuste, estoy pensando en voz alta, no me haga caso

—¿Cuál es su nombre?

—Baudelia.

En ese momento se terminó la canción Juan Manuel acompaño a Baudelia a su asiento le dio las gracias.

—Gracias fue un placer

—Gracias—contesto Baudelia en un susurro, su amiga la interrogó. 

—¿Qué tanto platicabas con don Juan Manuel.

—No platicaba, nada más le conteste lo que me preguntó.

—¿Y qué te pregunto?

—Que si era costurera antigua o nueva, que cómo me llamaba, me dijo, que no iba a durar mucho trabando aquí, yo me asuste y le pregunte que si me iba a correr, pero me dijo— me haga caso estoy pensando en voz alta—. Ay lo que si te digo es que esta re guapo, huele muy bonito, sabes con esta vez ya son tres veces que me encuentro con él.

—Ah si, ¿cuando lo viste?  yo es la primera vez que lo veo.

—¡Mira! la primera vez, fue cuando la señora Eva se casó, ella entro al templo del brazo de él hasta el altar, él la entregó a su esposo y cuando salimos yo me resbale con el arroz que estaba tirado en el piso y por poco me caigo, pero él me detuvo a tiempo, así de cerquita estuvieron nuestras caras una de la otra—. La segunda vez , fue en el teatro, Degollado.

—¿En el teatro Degollado? ¿Y qué andabas haciendo tú en el teatro?

—Yo estaba estudiando actuación y salí en una obra de teatro, se llama la dama de las camelias.

—No me digas ¿Y por qué no seguiste en el teatro?

—Porque mis papás no me dejaron—¿Te acuerdas de Micaela?

—Si, la que trabajaba aquí antes de cerrar el taller, por cierto ya no le hablaron, no ha de haber sido muy buena para la costura.

—A pues ella si siguió en el teatro la compañía se fue a México y ella también se fue y ya sale en películas y novelas y en el teatro, por eso ya no regresó al taller, mis padres no me dejaron ir a México y pues voy a seguir de costurera —ay Dios  ya es muy tarde, me tengo que ir,

—Yo también ya me voy vámonos juntas.

—Juan Manuel, cuando termino de bailar con Baudelia fue directamente con su hermana a preguntarle por la chica. 

—¿Que me puedes decir de la señorita Baudelia?

—Baudelia, ¿Qué Baudelia?

—Esa chica, la que está sentada cerca de la mesa de los bocadillos.

Eva volteó hacia dónde estaba Baudelia y haciendo un gesto de despreció le contesto a su hermano.

—A esa ¿que es lo que quieres saber?

—De donde salio, baile con ella y dice que era tu ayudante.

—No lo puedo creer que te hayas rebajado a bailar con esa india pata rajada, lo único que te puedo decir es que es buena costurera, que a mí nunca me cayó bien y que evito cruzarme con ella.

—¿Pero por qué no te cae bien?

—No sé, será su color de piel, ya sabes que me chocan las personas prietas.

—Oh claro, tu siempre tan racista, Dios te va a castigar teniendo un hijo prieto como tú dices.

—Por favor, no vamos a discutir por esa gata, sigue disfrutando la fiesta y escoge a alguien más de clase para bailar, no me avergüences. 

—No, te preocupe, ya me paso a retirar.

—¿Pero porque tan pronto?

—Porque ya encontré lo que andaba buscando.

—Sólo tú te entiendes, pero si ya te quieres ir que te vaya bien.

Y asi era, Baudelia estaba como ni mandada hacer para convertirla en su esposa, las breves palabras que cruzo con ella le bastaron para estudiarla, era joven, ingenua, no le paso desapercibido el tartamudeo  de la voz cuando contestaba sus preguntas y el temblor de su cuerpo cuando la tomo en sus brazos, eso solo quería decir una cosa, que él le gustaba  a esa chiquilla tan poca cosa, tenía que poner inmediatamente en marcha el plan que una y otra vez había forjado en su  mente.  


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