Juan Manuel, llegó al elegante edificio de especialidades donde Octavio tenia su consultorio, la secretaria lo anuncio.

─Doctor, el señor Juan Manuel desea hablar con usted.

─¡Por Dios Elenita!—Mi hermano no necesita ser anunciado,  hágalo pasar inmediatamente, no lo deje esperando.

—Pasé señor, el doctor lo espera.

─Hola, hermano, que milagro, pasa ya te instalaste en la ciudad.

─En eso ando.

¿Qué pasa te veo preocupado?

─Es Judith...

Juan Manuel ya no pudo seguir hablando, un copioso llanto se lo impidió, Octavio temiendo lo peor abrazo a su amigo.

─¿Qué pasa con Judith? ¿Acaso ella...?

─No, no ella esta bien de salud, al menos eso quiero creer.

—¿Entonces cuál es el problema? ¡habla por dios, me tienes en ascuas!

—Desapareció, es como si se la hubiera tragado la tierra no está por ningún lado.

Octavio abrió desmesuradamente los ojos, no podía creer lo que estaba escuchando, Judith desaparecida, le pregunto a Juan Manuel lleno de expectación.

─¿Pero qué pasó, para que tomara esa decisión?

—Fue mi madre, tu tenías razón cuando me advertiste que ella no iba a aceptar mi relación con Judith, yo de estúpido le confesé nuestra relación.

—¡Se lo dijiste! ¿y cómo lo tomó?

—Pues, aparentemente bien, eso me hizo creer, pero en la primera oportunidad que tuvo fue hablar con ella.

—Mi nana no pudo haber hecho eso, es cierto que no le iba a agradar mucho tu unión con Judith, pero de eso a ir hablar con ella, pero que pudo haberle dicho para que tu mujer huyera de tu lado. 

Juan Manuel le extendió la carta que le había dejado Judith—entérate  por ti mismo.  

Octavio leyó la carta, después de leerla exclamo lleno de asombro.

—¡¿Pero de donde saco mi nana que te vas a casar!?

—De donde, de su torcida imaginación estoy seguro que Eva tuvo mucho que ver en esto—, imagina mi cara, cuando llegue a la que creía mi casa, me encontré con inquilinos nuevos,  yo esperando ver a mis hijas a Judith, que siempre me reciben con los brazos abiertos, en su lugar me recibió una mujer con cara de pocos amigos.

—¿Fuiste con Bertha, ella es la mejor amiga de Judith?

—Fue con la primera que fui, , ya recorrí la casa de todos nuestros amigos, fui hasta Oaxaca a casa de mis suegros, ellos siguen en sabe Dios donde, nadie sabe de Judith, fui a la embajada de Grecia ahí estaban sus padres hasta hace poco, pero ya se movieron de ese país. 

- ¿Y ahora qué vas a ser?

—No se, te dije que los directivos del banco me ponen como condición para darme el puesto de director general del banco que tengo que ser casado, y por supuesto vivir aquí.

—Desafortunadamente vivimos en una sociedad muy conservadora, creo mi hermano que vas a perder esta oportunidad de ascender en el banco.

—¡De ninguna manera! —Sabes cuanto tiempo he esperado esta oportunidad, no la voy a perder por una estúpida regla,.

—¡Claro que lo se! pero, si Judith no aparece!

—Ya  lo tengo resuelto me voy a casar con otra mujer y cuando encuentre a Judith vivir cómo hemos vivido hasta ahora.

—!Pero caso te has vuelto loco! ¿Crees que tu esposa y Judith en dado caso que apareciera lo van a permitir?

—Lo que piense mi nueva esposa  me importa un comino, aquí la que interesa es Judith, ella me ama y va a comprender la situación. 

—Creo que no estás pensando con la mente clara, porque no meditas un tiempo y luego piensas claramente lo que tienes que hacer.

—¡No entiendes que tiempo es lo que no tengo!, voy a ocupar el puesto inmediatamente, porque les dije a los directivos que estoy por casarme, debo de estar casado en tres meses, máximo cuatro.

—Yo no estoy de acuerdo en lo que piensas hacer, pero como mi hermano que eres te apoyo, si me permites un consejo.

—Claro hermano, te escuchó.

—Si yo estuviera en tu lugar, dejaría pasar esta oportunidad de trabajo, eres joven, ya vendrá otra. 

—No, no soy joven, tengo treinta y un año.

—Bien si ya decidiste lo que vas a hacer, no me queda más que apoyarte, pero la verdad tarde o temprano siempre aparece.

—Lo mío con Judith nunca se supo, de no ser por mi estupidez de decírselo a Camilla, jamás se hubiera sabido nada.

—Cálmate no olvides que Camilla es tu madre, te vuelvo a repetir, que creo que no estás pensando bien, supongamos que te casas y encuentras a Judith—¿Qué vas a hacer con tu esposa?

—Si, Judith no acepta la situación, inmediatamente me divorcio y me caso con ella. 

—Pero, perderías tu trabajo.

—Ya tengo previsto eso, voy a trabajar por mi cuenta, el puesto en el banco es para ganar futuros clientes.

—Hay otro inconveniente.

—¿Cuál inconveniente si se puede saber?

—Qué te enamores de tu esposa.

—Pero serás idiota, claro que no, mi corazón pertenece integro a Judith, aún si nunca la encuentro, no hay cabida para nadie más.

—Eso dices ahora, pero el destino no da muchas sorpresas, cuando le comunique a mi padre que iba a contraer matrimonio me preguntó.

—¿Estás realmente enamorado de la mujer que escogiste para que sea tu compañera de toda tu vida?

—Claro que estoy enamorado, quiero a Patricia con toda el alma.

—Entonces, si estás seguro adelante.

—¿Pero a qué se debe tu pregunta? Le pregunte intrigado.

—Te voy a contar lo que me pasó—Cuando tenía nueve años, llego a trabajar a la casa un mayordomo don Enrique, recientemente había perdido a su mujer, el llego a la casa con su pequeña hija Alina de seis años, desde que la vi sentí una atracción hacia ella, mis padres eran muy especiales, eran amables con los empleados, pero mi hermana y yo teníamos que guardar nuestra distancia con ellos, mi padre decía, que cada quién, con su cada cual.

También el padre de Alina le tenía prohibido que me hablara,  mucho menos que jugara conmigo, pero pese a las prohibiciones nosotros siempre nos veíamos a escondidas y jugábamos  conforme fuimos creciendo nació un amor entre nosotros un amor de adolescentes pero era muy fuerte. Yo empecé a ahorrar todo el dinero que me daba mi padre con la firme idea de escapar con ella irnos lejos a disfrutar del amor que se nos prohibía.

Cuando cumplí 16 años ya tenía una cantidad de dinero considerable, fui a comprar dos pasajes de tren para irnos a la ciudad de México, Alina tenía trece  años, pero ya estaba dispuesta a irse conmigo, eramos unos niños, pero si no nos hubiesen prohibido nuestra amistad, no hubiéramos pensado en esa solución tan drástica, hicimos nuestra maleta y quedamos de escapar al siguiente día cuando fuéramos a la escuela.

Pero esa misma noche mi padre descubrió la maleta y los dos boletos de tren, me golpeo  hasta que le dije la verdad, me dijo lleno de cólera.

—¡Te quieres ir de la casa verdad!  pues te voy a dar gusto, esa misma noche viajamos hacia la ciudad de Londres Inglaterra. Estuve en un internado hasta que me gradué, regrese cuando tenía 24 años

Yo le escribí varias cartas a Alina, pero nunca me contesto ninguna, su tío se encargo de que nunca las recibiera, nunca se las entrego, yo perdí la esperanza, pensé que me había olvidado, lo mismo pensó ella. Cuando regrese, ella se había convertido en una espléndida y hermosa mujer.

Ella trabajaba en una de las empresas de mi padre, yo creía que la había olvidado, pero en cuanto nos vimos el amor renació con más fuerza, basto un simple apretón de manos para que nuestro amor volviera a renacer.

 Continuara