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Capítulo 9: Lo que un actor no puede fingir.

Le seguía, con cautela y en completo silencio pero allí estaba, a la espalda de ese moreno que se giró una vez más atónito ante lo que veía. No bastaba con haberle seguido hasta ese parque, sino que ahora... le seguía también para ir con ese niño y la mujer. ¿Es que le seguiría al baño también?

- Lárgate de una vez – se quejó Sasuke – no sé qué haces aún a mi espalda.

- Es que... ese niño.

- ¿Qué ocurre con el niño? – preguntó Sasuke, mirando constantemente a todos lados preocupado y nervioso por si los periodistas le seguían, o habían seguido al idiota de su compañero de rodaje.

- Me... me dijiste que no tenías novia.

- No tengo novia.

- Tienes un niño, no sé qué es peor.

- Naruto, alto ahí, creo que estás sacando las cosas de contexto. No es mi hijo.

- ¿Y entonces quién es? ¿Qué está ocurriendo?

- Es mi vida privada, Naruto, así que no te metas en ella. Lárgate de aquí, no quiero tener que repetirte estas cosas.

Y sin más, Sasuke tomó rumbo de nuevo hacia la chica que jugaba con el pequeño. Él, en cambio, se quedó estático en el sitio. ¡Era idéntico a Sasuke! ¿Cómo podía no ser su hijo? ¿Le estaría mintiendo? Los actores eran famosos por saber interpretar muy bien los papeles, quizá fingía.

El teléfono vibrando en su bolsillo le sacó de aquella parálisis para poder contestar. Por unos instantes, se olvidó del asunto y miró el número en pantalla. Era su representante, así que debía ser importante. Tomó el teléfono y respondió.

- ¿Sí? – preguntó con una escueta palabra que le diera a entender al interlocutor que estaba al otro lado.

- Naruto, tienes que venir con urgencia a los estudios Nikkatsu Corporation, hay unas cosas que los productores quieren hablar con vosotros.

- ¿Nosotros? – preguntó confuso, aunque observó que Sasuke también sacaba el teléfono de su bolsillo y respondía. Seguramente sería su propio representante explicándole lo mismo que a él.

Sasuke delante de él parecía molesto. ¡Bueno ya lo estaba desde que él le había seguido! Pero ahora parecía estar aún más enfadado. Quizá porque tenía planeado estar ese rato allí con el niño y por supuesto... regresar a casa a preparar su equipaje. En dos días salía para su destino, a pasar esas ansiadas navidades en familia.

No parecía nada contento por tener que ir a los estudios a estas horas. Naruto esperó unos segundos, observando cómo se arrodillaba frente a la chica, le explicaba algo y tras despedirse del enano, volvía caminando hacia él.

- Llévame – fue su única palabra.

- Ni hablar. Primero te enfadas conmigo y ahora quieres que te lleve. ¿Qué soy? ¿Tu chófer?

- Exactamente eso. Me has estado siguiendo media tarde, así que no te hagas el inocente ahora. Además, sé que te han llamado también, no te haré dar rodeos, vamos al mismo sitio. Me lo debes – fue lo último que escuchó del moreno.

¡Odioso! El odioso Sasuke Uchiha, así es como Naruto lo llamaba. Era un chico egoísta, egocéntrico y que sólo sabía dar órdenes a todo el mundo. ¿Cómo podía tener a medio Japón a sus pies? Porque era el actor más reconocido, todos babeaban por él, sobre todo el género femenino. Suponía que era porque no conocían su auténtico carácter. ¡Arrogante! Era lo que veía Naruto.

- ¿Vas a mover el trasero o no? Quiero llegar pronto y acabar con todo esto. Tengo aún muchas cosas que hacer para el viaje.

- Sí, sí... ya voy.

No había dejado el coche muy lejos, en un parking público de la avenida principal, pero en cuanto los dos se subieron y el motor rugió, Sasuke hizo esa mueca rara que él solía colocar cuando algo le desagradaba.

- ¿Qué ocurre ahora?

- No lo has llevado al taller, ¿verdad?

- No he tenido tiempo.

- Ha pasado un mes desde que te lo dije. No creo que tengas tanto trabajo como para dejarlo unos días en el taller. Ten cuidado con esa bujía. Podría desencadenar un problema grave.

- Lo llevaré al taller. ¿Contento?

- Vale. Es tu coche.

"Es tu coche", era la frase que se le quedó marcada a Naruto, haciendo un puchero y gesticulando de una forma que pretendía ser casi un insulto, pero que a Sasuke le hizo gracia. Era casi como un niño pequeño, por lo que no hizo demasiado caso al asunto.

Al llegar a los estudios, ambos actores bajaron del vehículo y subieron a la tercera planta para hablar con los productores. Al parecer tenían algún problema con ciertas partes de los contratos y querían arreglarlo lo antes posible. Durante toda la reunión, Naruto sentía el teléfono de Sasuke vibrando en su bolsillo, pero él no parecía hacerle caso. No fue hasta que finalizó la reunión, cuando pidió permiso para ausentarse un momento.

Naruto se quedó allí esperando, terminando de firmar los últimos papeles que habían dejado sobre la mesa y entonces, se disculpó con la excusa de que necesitaba orinar con urgencia y salió de la sala. Buscó a Sasuke, era raro que se ausentase de esa forma pero no podía encontrarlo por ningún lado, hasta que su voz en aquel vacío edificio sonó desde una de las puertas del almacén. Allí guardaban parte del equipo de rodaje, así que Naruto se acercó.

La puerta estaba entornada, pero ligeramente abierta y él se ocultaba en la oscuridad. Su voz sonaba apagada y... ¡triste! No estaba seguro del motivo, pero no quiso entrar, tan sólo esperó en el pasillo escuchando el final de la conversación.

- Papá, en serio, si ése es el problema... puedo buscar un hotel – sugirió Sasuke – aún estoy a tiempo, quizá haya alguno que tenga huecos pese a ser Navidad – un silencio y Sasuke apoyó la espalda contra la pared casi resignado – S-Sí... lo entiendo – expresó con tristeza –. Da igual... no pasa nada. Supongo... sí – sonaba decaído y si su padre no era capaz de captar esa emoción, es que era idiota – sí, papá... yo... también os deseo felices fiestas. Ya hablaremos.

La conversación debió colgarse ahí, pero lo que Naruto escuchó fue un golpe seco de algo cayendo. El teléfono de Sasuke había golpeado el suelo, podría ver parte de él a través de la ranura abierta de la puerta y pocos segundos después, todo su cuerpo se desplomaba, arrastrándose por la pared hasta sentarse en el suelo. ¡Era la primera vez que veía llorar a Sasuke Uchiha!

La gente pensaría que tenía la vida perfecta. Era un actor cotizado, mucha gente lo adoraba, trabajo no le faltaba, tenía dinero, buena salud... pero Naruto estaba viendo algo que le desagradaba como nada antes lo había hecho. Ese chico estaba solo, completamente solo, su familia parecía hacerle a un lado y no sabía los motivos, jugaban con él, con sus sentimientos, lo había visto emocionarse por ir a pasar las fiestas con ellos y ahora... estaba hundido. Esas lágrimas tan desgarradoras no podían ser fingidas, era imposible. Hasta a él le dolía verle así.

Por momentos quiso entrar, quiso decirle que él estaba allí pero no habría solucionado nada. Sasuke necesitaba a su familia y le habían destrozado todos los planes. Le habían hecho cambiar vuelos, gastarse dinero en ello y todo... ¿Para qué? ¿Para cancelarle los planes al final? Se sentía engañado, traicionado y tremendamente patético. ¿Cómo podía su propia familia hacerle algo así?

Naruto dejó que su espalda también resbalase por la pared y se sentó en el suelo. Sabía que Sasuke estaba al otro lado de esa pared pero no podía entrar pese a querer hacerlo. Si lo hacía, era posible que Sasuke se sintiera aún peor por haber mostrado esa faceta delante de alguien, y encima no alguien a quien apreciase, sino de un simple compañero de rodaje. Él, que nunca había conocido lo que era una familia, en un momento así casi lo agradecía. Pasar por algo semejante, tener una familia pero que te despreciasen de esa forma tan cruel no era justo.

Esperó allí unos minutos, escuchando el lamento del moreno. Era mayor que él y eso hacía que verle llorar de esa forma fuera más duro aún. Nunca esperó que su "odioso Sasuke Uchiha" tuviera que soportar una carga así. En el fondo... le tenía cariño pese a su mal carácter. Al ver que no podría hacer nada pero que Sasuke saldría en cualquier momento cuando estuviera mejor, decidió moverse. No quería estar allí, no quería que se enfadase más con él por haberle seguido y escuchado una conversación privada.

Volvió a la sala de juntas, con el rostro medio desencajado. Ninguno de los presentes se atrevió a preguntarle pero... todos sabían que había ocurrido algo. Su representante, en cambio, se acercó a él con preocupación.

- Naruto, ¿estás bien?

- Sí, sí, es sólo... que estaba pensando en algunas cosas – sonrió para quitar la preocupación del ambiente – todo está bien.

Apenas cinco minutos después, Sasuke apareció. Sus ojos estaban algo hinchados, pero debía haberse lavado el rostro para eliminar las lágrimas. Venía serio, pero Naruto sentía la tristeza en sus ojos. Terminó de firmar uno de los últimos papeles que quedaban en la mesa y se giró hacia su representante.

- ¿Puedes llamar al chófer y que venga a recogerme? – preguntó Sasuke con un tono cortés.

- S-Sí , por supuesto – susurró el representante.

- ¿Quieres que yo te acerque? – preguntó Naruto enseguida.

- No hace falta, gracias.

No esperó ni siquiera a que alguien más dijera algo, se marchó por el pasillo en dirección a la sala de espera. ¡Estaba triste! Naruto percibía su energía negativa, así que se colocó la chaqueta con rapidez y salió tras él dispuesto a intentar convencerle de llevarle a casa. No quería dejarle solo en esos momentos, bastante tenía ya con lo que había pasado con su familia.

- Sasuke... - gritó Naruto por el pasillo, pero lo que vio fue a Sasuke pulsando el botón de la máquina expendedora para sacar una bebida caliente.

- Puedes irte a casa, Naruto. Seguro que tienes a gente esperando por ti.

- Yo... soy huérfano – dijo sin más, sorprendiendo a Sasuke – no conocí a mis padres, así que no tengo prisa por llegar a casa.

- Lo lamento. No lo sabía y... ¡he sido un bocazas! – sonrió pese a su tristeza -. ¿Quieres un chocolate caliente?

- Sí, por favor.

Sasuke metió otra moneda y pulsó el botón para sacar un segundo vaso con chocolate. Con una gran dulzura, le pasó el vaso a su compañero y ambos se sentaron junto a la gran cristalera en uno de los cómodos sofás. Las luces de la ciudad era la visión más bonita que Naruto jamás había visto. Le gustaba mucho, por eso tenía alquilado un apartamento en el centro, uno de los más altos y con buenas cristaleras. Le gustaba sentarse en las noches frente a la ventana y ver la ciudad. Sasuke era todo lo contrario a él, vivía a las afueras y adoraba la paz y tranquilidad.

- Siempre me ha gustado ver Tokio de noche – susurró Naruto en una leve confesión.

- Desde mi casa se pueden ver.

- ¿En serio?

- Bueno... no desde mi casa lo que es el edificio, pero si sales a la terraza del segundo piso, entre los árboles y a la lejanía, se ven las luces de la ciudad.

- Tu casa es increíble.

- Supongo... - dio un sorbo a su chocolate.

- Yo... no quiero que te sientas mal por haber dicho eso sobre mi familia – suspiró Naruto – de hecho, ni siquiera los conocí.

- Aun así, me he pasado.

- No podías saber que era huérfano. La verdad... es que me hice actor para poder encontrarlos. Es una idea absurda – sonrió Naruto – de niño creía... que si me hacía famoso, ellos me verían en la televisión y vendrían a buscarme. Qué estupidez, ¿no crees?

- Son las ilusiones de un niño, Naruto. Nunca son estupideces.

- Lo único que tengo ahora mismo es fama, fans, trabajo y dinero para poder buscar a mi familia, pero... no sé si algún día la encontraré. Me gustaría pensar que tuvieron que dejarme en ese orfanato por algún motivo importante.

- Estoy seguro que algún día, encontrarás una pista de ellos.

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