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Capítulo 64

¡Hola, amores!
Mil gracias a Angela-MG por este edit de John :)


Capítulo 64

Find out / I was just a bad dream.

Comprende que solo fui un mal sueño.

Apparat - Goodbye


JOHN

Cuando abrió los ojos solo fue capaz de ver una intensa luz clavándose en él. Sus pupilas se contrajeron tan rápido que le resultó doloroso y gimió en voz baja. Se sentía como si le acabaran de pegar una paliza y... mierda, se la habían pegado, al parecer.

Escuchó un ruido y al volver la cabeza se encontró con una habitación no demasiado grande. La conocía perfectamente: era una sala de interrogatorios del Ministerio. Ese era, básicamente, el paso previo a que lo enviaran a Azkaban. Ni siquiera necesitaba un juicio aún, iban a enviarlo a Azkaban en cuanto el interrogatorio acabara. No importaba nada de lo que dijera él al respecto.

El ruido que lo sobresaltó fue la puerta de la habitación abriéndose. Un enorme cristal transparente ocupaba la mitad de la pared frente a la que se encontraba Scholz. Podía observar desde allí el exterior de la sala, sabía muy bien que ese era un mecanismo para conseguir ponerlo nervioso. En ocasiones se dejaba a los interrogados solos durante horas allí, albergando la esperanza de ver a alguien pasar frente a esa «ventana». La persona que entró en la sala de interrogatorios fue nada más y nada menos que Harry Potter.

John no sabía cuánto tiempo llevaba allí. Esa era la primera vez que se despertaba, pero le dolía la cabeza a causa de la improvisada batalla en el Albert Bridge.

—Volvemos a vernos, Potter.

Harry Potter le dirigió una sonrisa socarrona. Seguramente estaba disfrutando mucho de tenerlo allí.

Potter y sus amigos llevaban casi un mes investigándolo. John sabía que sucedería tarde o temprano, pero habría preferido que fuera más tarde, en realidad.

El joven moreno se sentó en una silla frente a él, solamente la mesa negra de madera los separaba el uno del otro. Las manos de Scholz estaban unidas por unas esposas mágicas y le zumbaban los oídos, eso quería decir que le habían aplicado varios hechizos para controlar su magia.

—Ya sabes cómo funciona esto, así que no perderé tiempo con explicaciones.

John asintió con la cabeza ante las palabras de Potter. Una expresión indolente parecía grabada a fuego en el rostro de Scholz. Como si no fuera él el acusado, sino al contrario.

—Adelante, comienza con el interrogatorio, Potter.

Harry negó con la cabeza.

—No estoy aquí para eso. Tan solo quería... —guardó silencio un instante antes de sonreír de nuevo—, verte aquí sentado. Te lo mereces.

El rostro de Scholz se endureció al instante. Si Potter no iba a interrogarlo... ¿estaba allí solo para reírse de él?

—Eso no es muy heroico por tu parte, Potter. Pensaba que tus amigos y tú no os regodearíais de esto. Tan solo os pondríais a llorar y construiríais algún memorial dedicado a los mortífagos que se han encontrado conmigo últimamente.

La expresión de Potter no se alteró un ápice, a pesar del tono burlón de Scholz.

—¿Sabes? Me pregunto cómo llegaste a ser auror en Alemania.

—Hice lo que tenía que hacer —dijo él llanamente—. Allí también son demasiado blandos. Los magos tenebrosos merecen ser castigados y erradicados.

—Los magos tenebrosos también son personas.

—No —dijo Scholz, convencido—. Son monstruos... me apena que no seáis capaces de verlo tan claramente como lo hacemos nosotros.

Harry soltó una carcajada frente a él y John frunció el ceño. ¿Se estaba burlando de él? Para su sorpresa, Harry Potter se puso en pie y se dirigió a la puerta de la habitación. Una vez allí se detuvo antes de salir y lo miró.

—Scholz, mañana serás primera plana en El Profeta. Muchas familias mágicas se han enterado ya de lo que has hecho, los Greengrass han enviado un comunicado al Ministerio pidiendo que tu pena sea el beso del dementor... —Harry se quedó en silencio un instante—. Creo, sinceramente, que las cosas no van a acabar bien para ti.

Después se fue.

Scholz golpeaba rítmicamente el suelo con el talón de su zapato. Tenía sangre seca en el rostro y su ropa olía a sudor y a humedad. Se sentía asqueroso, algo que él no toleraba en otras personas, mucho menos en sí mismo.

Pasaron varios minutos antes de que alguien apareciera de nuevo. Fueron dos figuras que él tardó un poco en reconocer como Hermione Granger y Draco Malfoy. Apretó los dientes con fuerza cuando lo vio a él, a través del cristal que lo separaba de la habitación contigua. Esa rata aún le provocaba el impulso de levantarse y tratar de matarlo, pero ni siquiera podía mover las manos ahora.

No escuchaba la conversación que esos dos estaban teniendo, pero parecían discutir por algo. El hecho de que ni siquiera hubiera podido deshacerse de Malfoy antes de que lo atraparan le resultaba una auténtica vergüenza.

John había pasado meses presionando al Tribunal para que no lo liberaran de Azkaban y en el momento en el que él había salido de la prisión, había sabido que tenía que acabar con él antes de que hablara. Ojalá lo hubiera hecho. Ojalá.

La conversación entre Granger y Malfoy siguió fuera de esa sala durante unos momentos. Finalmente, ella se dirigió hacia la puerta del cubículo y Draco Malfoy se quedó apoyado en la pared, justamente frente a él, aunque separados por el cristal que oscurecía ligeramente los rasgos de Malfoy.

—¿Tu novio está vigilando que no me abalance sobre ti? —le preguntó a Hermione, una vez que la joven se encontró a pocos metros de él.

La bruja suspiró. Por primera vez en su vida se sentía con libertad absoluta para hablar con ella con claridad, sin fingir ser otra persona. Era como si nunca antes se hubieran encontrado de verdad, hasta ese momento.

—Me imagino que quiere entrar y lanzarme una Imperdonable. ¿Le da miedo dejarme a solas contigo porque sabe que tú y yo éramos la pareja de moda en el Londres mágico? —se mofó él.

—Tú y yo nunca hemos sido pareja —siseó Hermione.

—Por supuesto que no —le escupió John—, eres una amante de los magos tenebrosos. Tú y los tuyos vais a conseguir que la Magia Negra y sus practicantes se apoderen del Mundo Mágico. Acabaréis todos con una Marca Tenebrosa en el brazo.

Ella no pareció afectada por sus comentarios. Conocía bastante bien a Hermione Granger y sabía que era capaz de fingir sus emociones de forma efectiva.

—¿Por eso te has dedicado a torturar a los prisioneros de Azkaban?

—Yo solo he hecho lo que vosotros no habéis sido capaces de llevar a cabo. Encerráis a mortífagos en Azkaban y, como a Malfoy, los liberáis al cabo de unos pocos años y dejáis que sigan campando a sus anchas. ¿Habríais hecho lo mismo con Voldemort? ¿Dejarlo en libertad después de todo lo que él os hizo?

—Todos cometemos errores. Scholz, tú no eres nadie para juzgar lo que ellos hicieron.

Debía de quererlo mucho si estaba excusando su comportamiento. John se sintió asqueado y de pronto se alegró de que, verdaderamente, Hermione y él nunca hubieran sido una pareja real. Se habría sentido sucio sabiendo que Malfoy la había tocado.

—Sois unos estúpidos —gruñó él—, y os vais a arrepentir, te lo garantizo.

Hermione enarcó una ceja castaña en un gesto ligeramente divertido.

—Me temo que no vas a poder hacer mucho desde Azkaban, Scholz —aseguró ella—, así que, si yo fuera tú, me ahorraría esas amenazas.

John le dedicó una carcajada ronca.

—¿Crees que soy el único que piensa así? —le dedicó, incorporándose en su silla y acercándose peligrosamente a ella—. ¿De veras? Somos muchos, Hermione. Podemos ver con claridad a los mortífagos, sabemos que tenemos que acabar con ellos: cortar el mal de raíz.

Hermione no se horrorizó, aunque él habría deseado que lo hiciera. Con un gesto protector e inconsciente, la bruja se giró hacia Draco Malfoy y lo observó a través del cristal durante unos segundos. John contempló la escena.

—Se nos escuchará, Hermione, te lo juro. Nuestra venganza hacia ellos está cerca.

Solo en ese momento ella pareció alterarse. Ante sus ojos, Hermione Granger palideció ligeramente al girarse de nuevo hacia él.

—¿Ven...ganza? —susurró, como si acabara de recordar algo. Después tomó aire antes de seguir hablando—. El hechizo, el hechizo que lanzaste en el puente. ¿Qué significa?

Al parecer, Hermione Granger había atado cabos. No en vano se suponía —o al menos él lo había creído hasta hacía poco tiempo— que ella era inteligente.

—Significa que nuestra hora está cerca. Acabaremos con todos los que alguna vez osaron hacer daño a la sociedad mágica.

Ella lo miraba como si fuera un loco. En realidad, John pensaba que Hermione era una auténtica idiota. Si tan solo entendiera que él formaba parte de algo mucho más grande, de un grupo con férreos ideales... La venganza estaba al caer, o eso sentía él.

La nariz de la joven se arrugó con disgusto y, ante sus ojos, Hermione alzó la cabeza de forma digna.

—Espero que te pudras en Azkaban —le escupió entre dientes.

John esbozó una sonrisa. Esa bruja no entendía nada, pero ser arrestado era lo mejor que le podría haber sucedido. John no tenía futuro como trabajador del Ministerio en ese mundo corrupto y sucio. Ahora, por fin, podría dejar de fingir delante de todo el mundo.

Hermione se dio la vuelta de nuevo, dirigiéndose a la puerta. Era como si no tuviera ya nada más que decirle. Por un instante, John Scholz se sintió mal, se sintió solo, casi... casi abandonado. No quería quedarse allí sin nadie, necesitaba hablarle, decirle cualquier cosa... Quería despertar cualquier tipo de emoción o sentimiento en ella. Ni siquiera pensó antes de hablarle una vez más.

—Si hubieras escuchado cómo gritaba —dijo de pronto—; cada vez que lo torturé... lloraba como un cobarde.

Tal y como suponía, eso provocó una reacción. Hermione se dio la vuelta hacia él de inmediato, con los ojos soltando chispas. Había agarrado su varita y, antes de que él pudiera llegar a pensar con claridad, se encontró con la madera clavada en la piel de su cuello. Hermione parecía debatirse en su interior, dudando de si debería lanzarle una maldición o no...

Como alma que lleva el diablo, Draco Malfoy abrió la puerta de la sala de interrogatorios. La tomó entre sus brazos, protegiéndola y alejándola de Scholz al mismo tiempo. La mirada plateada de Draco se clavó en John, reflejando un odio que ardía tan profundo como su propio desprecio hacia Malfoy. Se dijo una vez más que tendría que haberlo matado cuando tuvo la oportunidad. Había sido una estupidez no hacerlo...

—Vámonos —dijo Malfoy con voz firme.

La varita de Hermione se alejó unos centímetros del cuello de John y este pudo tragar saliva por fin. Tomó aire.

—Estás loco —susurró Hermione, mirándolo muy fijamente—, completamente loco, Scholz.

Él rechinó los dientes y abrió la boca para lanzarle un insulto mordaz a esa amante de los mortífagos y su novio... pero ni siquiera llegó a escuchar su propia voz. Antes de que él pudiera pronunciar una sola palabra, su boca se contrajo bajo un fuerte golpe propinado por el puño de Hermione. Draco se apresuró a agarrarla entre sus brazos con brusquedad de nuevo y Scholz sintió un hilo de sangre resbalando por su labio.

Quería segur hablando: insultarlos, conseguir enfadarlos aún más... sí, eso sería bueno. Quizás así conseguiría atraer la atención de mucha más gente; al fin y al cabo, él era un preso político en esos momentos; un mártir.

Flava vindicta —susurró.

Ese era el lema del grupo de magos que buscaba la venganza, que buscaba la verdad.

Pero, al fin y al cabo, no le servía de nada invocarlos si ni siquiera tenía su varita allí. No había nada que pudiera hacer aún.

Draco Malfoy lo observó con una fría calma que le molestó considerablemente, después, tomó a Hermione gentilmente del brazo y la condujo fuera de la habitación.

Scholz se quedó solo, solo en esa pequeña sala que, de repente, estaba en completo silencio. Solo entonces él pareció ser consciente, de repente, de su situación: iban a llevarlo a Azkaban, lo iban a juzgar y se convertiría en un ser privado de su voluntad, de su libertad. Viviría en una celda y los dementores se convertirían en sus nuevos guardiantes...

John bajó la cabeza, pensativo. Tenía demasiados sentimientos encontrados: quería llorar, gritar, romper cosas... también quería matar a esos dos, sí, borrar de sus rostros esas miradas estúpidas que se dedicaban el uno al otro...

Suspiró y cerró los ojos. Le dolía todo el cuerpo y era consciente de que ese malestar tan solo crecería con el paso del tiempo: acababa de perderlo todo.

Durante un instante, solo uno, se planteó que quizás Hermione Granger sí pudiera tener razón...

¿Y si de verdad estaba loco?


Muchas gracias a todas por leerme :) Me ha alegrado mucho que os haya gustado el último capítulo y mucho más que no os lo esperarais jajaja.

Os voy a pedir un favor para que vayáis pensando. Durante toda esta historia hay capítulos que me ENCANTAN, pero están narrados solo desde una perspectiva. ¿Os gustaría leer la otra perspectiva de alguno de los capítulos del fic? Así podréis saber qué estaba pensando Hermione o Draco cuando algo en particular sucedió. ¡¡Si es así, dejadme saber de qué capítulo en un comentario!! (Y si no os interesa, no lo haré, no pasa nada jaja).

Nos vemos el martes, ¡mil besos!

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