Capítulo 56
Mil gracias a Angela-MG por este edit hermooooooso. Creo que esa Astoria es PERFECTA para nuestra Astoria, ¿qué opináis?
Os he dejado una canción que para mí es Harry Potter total :)
Capítulo 56
There's so many wars we fought.
Hay tantas guerras en las que hemos luchado.
OneRepublic – Marchin' on
HERMIONE
Se sentía incómoda, extraña dentro de las paredes de esa enorme mansión. Para ella era impensable creer que Astoria, tan sencilla y dulce, se hubiera criado en un lugar como ese. Observó a Draco, a unos metros de distancia, situado varias filas de personas por delante de ella. Seguro que él también había tenido una infancia similar, totalmente distinta a su crianza humilde y tranquila en una pequeña casa del barrio de Kilburn, en Londres.
Draco estaba muy guapo, contemplarlo le aceleraba el corazón y el recuerdo de la noche que había pasado con él, apenas unas horas antes, agitaba su respiración. Se sentía en una nube cuando pensaba en él y verlo era...
—Menudo cambio el de Malfoy —murmuró Scholz a su lado—, parecía un cadáver cuando salió de Azkaban. ¿No?
Hermione sintió un escalofrío al escucharlo. Solamente necesitaba una confirmación, algo que le dijera con claridad que Scholz era el torturador de Draco... y le lanzaría una Imperdonable ella misma.
—No me había fijado —contestó ella, alisando una arruga invisible en su vestido largo de color azul celeste.
Tenerlo a su lado la asqueaba. Scholz se había arreglado, estaba perfecto, al menos desde el punto de vista convencional. Pero para ella no existía una comparación entre él y Malfoy. La elegante oscuridad de Draco encarnaba todo lo que podía ocupar su mente en esos momentos.
Draco no la había mirado ni una sola vez desde que habían llegado a la ceremonia. Se estaba tomando muy en serio eso de no levantar sospechas. Ella sabía que aún estaba enfadado con ella, pero pensaba demostrarle que no había motivos para estarlo. Después de ese día, ella no volvería a ver a Scholz fuera de la oficina y, si resultaba ser culpable, ella misma lo arrastraría a Azkaban y lo encerraría en la celda más oscura. Lo juraba.
Hermione se giró hacia la puerta de la mansión que conducía a la calle. Sus manos temblaban, ¿dónde demonios estaría Ron? ¿Habría entrado ya? Era posible. El plan estaba claro: Ron entraría en la mansión cuando nadie vigilara, interceptaría a Astoria y hablaría con ella una última vez. Pero la puerta parecía cerrada a cal y canto y el ruido de reporteros y curiosos llegaba hasta ellos desde el exterior. Hermione tenía un mal presentimiento. ¿Y si Ron no había podido entrar?
Una suave melodía comenzó a surgir de algún lugar en ese inmenso salón. Mil velas flotaban en el techo, iluminando de forma hermosa la estancia. Decenas de flores también volaban por el aire, combinando perfectamente con el resto de la decoración de esa boda.
Todos los invitados se giraron hacia la parte trasera del salón, donde Astoria había aparecido, del brazo de su padre. Hermione observó a su amiga, estaba preciosa... y triste. En el otro lado, junto al mago que oficiaría la ceremonia, Chay la observó con una media sonrisa. Conocía a la mayoría de los invitados a esa boda: magos y brujas famosos, ricos y de las mejores familias de toda Europa. También algunos compañeros de trabajo de Astoria, aunque Miranda Ewing no estaba allí, gracias a Merlín.
Astoria caminó hacia su prometido en silencio. Probablemente, todos allí creían que la palidez de la novia se debía a los nervios o la emoción... solo Draco y Hermione eran conscientes de todo lo que había sucedido con ella antes. De la presión bajo la que se encontraba.
La multitud parecía agolparse tras la puerta principal de esa mansión y Hermione escuchaba golpes en la madera a cada instante. El bullicio no lograba ser acallado con el ruido de la música y cada vez se convenció más de que algo iba mal con el plan de Ron. Por Dios, después de que hubiera tenido que acudir a esa boda junto a John Scholz, algo debía salir bien. ¡Algo!
—¿Te sucede algo, Hermione? —le preguntó Scholz en un susurro.
La mano del jefe de la Brigada se posó sobre las suyas y Hermione se apartó rápidamente con un gesto de incomodidad. Scholz entornó los ojos.
—No voy a hacerte nada —gruñó entre dientes.
—Estoy... tengo un poco de frío, solo es eso.
Hermione volvió a mirar a Draco pero, una vez más, él no se giró hacia ella. A su lado estaba Theodore Nott y ambos hablaban entre susurros. A Hermione le dolía que él ni siquiera quisiera mirarla. Le habría gustado, al menos, tener a Harry allí. Harry habría sido un gran apoyo moral a la hora de tener que permanecer junto a Scholz. Y él sospechaba de su jefe tanto como lo hacía ella... por desgracia, ninguno de los antiguos mortífagos había querido hablar en detalle acerca de las supuestas torturas de Azkaban y, al parecer, Scholz había prohibido el acceso de los aurores a Azkaban. Él estaba entorpeciéndolo todo, pero si era culpable no tendría escapatoria.
Astoria avanzó con lentitud hasta llegar al frente del enorme salón, donde un altar lleno de velas y flores atraía la atención de todo el mundo. Parecía tan perfectamente colocado como si el propio Chay Nott se hubiera encargado de la decoración. Chay estaba tan guapo como elegante... claro que el exterior no lo era todo.
La novia temblaba y Hermione observaba la puerta una y otra vez. ¿Dónde estaba Ron? ¿DÓNDE DEMONIOS ESTABA RON?
Un mago bicentenario se ocuparía de la ceremonia. Vestía una túnica morada con un gorro puntiagudo y brillante. El hombre hablaba despacio y con voz profunda, parecía que llevara ciento cincuenta años oficiando bodas mágicas... y quizás era así.
—Nos hemos reunido esta mañana —comenzó el mago, arrastrando todas y cada una de las palabras de un modo que parecía indicar que no terminaría nunca de pronunciarlas—, con motivo de esta hermosa boda entre... —Se detuvo unos segundos antes de volver a hablar—. Astoria Greengrass y Charles Nott.
Las piernas de Hermione temblaban tanto que parecía que fueran a echar a andar solas. Necesitaba que Ron entrara YA o, si no, Astoria iba a casarse sin escucharlo... pero no lo hizo. Los minutos pasaron, pesados, y el mago siguió oficiando esa boda al tiempo que un sinfín de gritos y golpes llegaban a ellos desde la puerta principal de la mansión.
¿Y si...?
Mierda. Hermione no había reparado hasta ese momento en que la puerta principal no se había abierto ni una sola vez desde que ella llegara allí. Ni un invitado apareciendo tarde, ni un elfo doméstico despistado, ni Rita Skeeter colándose de forma disimulada en la casa. La puerta estaba cerrada con magia. Por eso Ron no había llegado.
—Y desde los albores de los tiempos y la magia, hemos celebrado uniones de criaturas mágicas —narraba el mago con voz monótona—, desde magos y brujas, hasta elfos, hasta duendes, hasta ninfas de los bosques con...
—Señor —comentó Chay en un susurro, aunque fue suficientemente audible—, ¿podría... ya sabe, darse un poco de prisa?
—¡No, no! —exclamó Astoria—, a mí me interesa lo que está contando.
Hermione bufó. Esa boda era un auténtico despropósito.
—Una vez, una pareja de enanitos de jardín me rogaron que oficiara su boda —comentó el mago, alentado por las palabras de apreciación que Astoria acababa de hacerle—, por Merlín y su magia ancestral, eso sí que fue una buena historia para contar. Esos gnomos de cerámica son terribles... —El mago pareció apreciar en el rostro de Chay que el novio, definitivamente, no quería escucharlo. El hombre se aclaró la garganta—, pero lo haré en otra ocasión. ¿Por dónde iba?
—El sí quiero —respondió Chay en un gruñido.
—Sí, sí. Claro. He de decir, entonces, que esta unión resultará en un inmenso gozo para ambas familias y para la Sociedad Mágica —recitó el mago—, por lo tanto, si hay alguien que se oponga a este matrimonio, ahora es el momento de manifestarlo.
Hermione tragó saliva, con el corazón latiendo a toda velocidad. Sus manos sudaban y le dolía la cabeza. Ahora se sentía responsable de salvar esa situación, aunque era posible que lo arruinara todo. Si decidía hacer algo, estaría poniendo en juego su amistad con Astoria y también el modo en el que todo el mundo la percibía en la Comunidad Mágica, pero... tampoco podía quedarse callada.
—Entonces, es hora de...
—¡Espere! —dijo Hermione en voz alta.
Tal y como esperaba, todas las miradas en ese salón se dirigieron hacia ella. Hermione se alejó de Scholz, pasando por delante de un par de personas para llegar al pasillo central que quedaba libre entre los invitados.
—Hermione, ¿qué estás...? —preguntó Scholz y fue evidente que se encontraba avergonzado.
Hermione se tropezó con los altos tacones que había decidido ponerse ese día, pero consiguió mantener el equilibrio como pudo. ¿Por qué demonios se había puesto esos zapatos si ni siquiera sabía andar con ellos?
—Jovencita... —murmuró el anciano mago, frunciendo el ceño—, ¿qué quieres decir con eso?
—¡Espere un momento! Solo uno —respondió ella una vez más, caminando unos metros de forma torpe.
Todos los invitados hablaban sobre ella en ese momento. Absolutamente todos. Incluso Draco la miraba con una mezcla de humor y preocupación en sus ojos grises. Ella lo observó un momento antes de salir corriendo hacia la puerta principal de la mansión.
—Weasley, te voy a matar —gruñó para sí misma.
Cuando por fin llegó a las puertas de madera, Hermione tomó la varita de su bolso y apuntó a la cerradura con ella.
—Portam aperio.
La cerradura crujió y Hermione tiró de una de las puertas con fuerza. Pesaba, pero consiguió abrirla con dificultad. Sus ojos buscaron a su amigo de forma frenética: decenas de curiosos y de reporteros cargados con cámaras lanzaban sus flashes hacia ella, Hermione entrecerró los ojos para evitar que la dejaran ciega y, entonces, solo entonces, pudo distinguir el brillo rojizo del cabello de Ron Weasley entre la multitud. Ron se abrió paso a codazos entre la marabunta de gente y por fin consiguió entrar en la mansión. Miró a Hermione con evidente alivio.
—Creía que te habías arrepentido, Ron.
—Te debo una muy grande.
Después, ante la sorpresa de todas las personas allí presentes, Ronald Weasley corrió en dirección al altar.
Bueno, amores, ya se van cerrando poco a poco algunos de los hilos de la historia. Nos vemos el viernes en el desenlace y veremos qué va a suceder con estos dos... Ayyyy, ¡hemos pasado por tanto!
Muchas gracias por leerme. No olvidéis dejarme un review/comentario para poder hablar entre nosotras de la historia.
¡Hasta el viernes, mil besos!
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