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Capítulo 54

Sorprendiendo a nadie... actualizo super tarde jaja. Perdonadme, estoy trabajando duro en mi tesis final de la carrera y creo que mi cerebro solo puede pensar en eso esta semana.

Espero que os guste el capítulo. Es muy cortito, pero creo que avanzamos en la historia y eso es importante. ¡Nos vemos abajo!


Capítulo 54

I'm just trying to rescue you / but you are drowning again.

Solo intento rescatarte / pero te hundes de nuevo.

If it makes you feel better – V.M. Cameron


HERMIONE

Se dio la vuelta, tumbada sobre esa manta en el suelo. Su cabeza reposaba sobre la única almohada de la que disponían, Draco se la había cedido.

Hermione abrió los ojos con dificultad y solo entonces se fijó en que estaba junto a él. No pudo evitar sonreír. Un rayo de sol travieso entraba por la ventana e incidía exactamente en el rostro de Draco, cuyos ojos todavía estaban cerrados. Ambos estaban desnudos, cubiertos por una manta junto a la cama del dormitorio —Draco le había dicho que él no dormía en la cama, que esa cama era de Tommy y que, por tanto, debían acostarse en el suelo—.

Era hermoso, en solo una palabra. Nunca podría entender que existiera un ser humano tan perfecto como Draco Malfoy. Parecía una obra de arte, una estatua griega tallada por un genio.

—¿Qué hora es? —preguntó él a media voz.

—Las ocho de la mañana.

Draco entreabrió sus ojos grises.

—No me lo puedo creer.

—¿El qué?

—He dormido.

Hermione ahogó una pequeña carcajada.

—Bueno, hemos hecho más que eso...

La Gryffindor se levantó del suelo y buscó por todas partes su ropa del día anterior: su camisa, su falda plisada, su chaqueta de lana... poco a poco recuperó cada una de sus prendas.

—Tengo que irme —anunció—, si tu tía me ve en esta casa hoy, me va a dar un infarto. No volveré nunca.

—Ella misma te dijo que no había problema con que te quedaras a dormir.

Hermione, abrochándose su sujetador, se giró hacia Draco.

—¿A ti no te importa lo que piense?

Y él se encogió de hombros.

—Si ya lo sabe, ¿qué más da? —contestó—, Hermione, a mí... no me gusta esconderme.

¿Era eso un dardo envenenado por la conversación que habían tenido la noche anterior? Muy probablemente.

—Nos veremos luego. La boda comienza a las once, no te olvides.

—Como si pudiera hacerlo... —dijo él en un susurro.

Hermione, completamente vestida por fin, se dejó caer de rodillas en esa improvisada cama en la que, por fin, habían pasado la noche juntos. Le dolía todo, en realidad, pues habían aprovechado más que bien la noche. La muchacha lo miró un momento.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

—Es una pregunta... sensible.

Draco no contestó, alzó una mano en señal de impaciencia. Ella entrecerró los ojos.

—¿Cuándo empezaron las torturas en Azkaban?

Draco se quedó callado. Ella supo que estaba pensando.

—No lo sé —respondió al cabo de un rato—, es imposible calcular el tiempo. Apenas hay luz, los días pasan muy rápido... o muy lento, no sé.

Esa información la estremeció. ¿En qué malditas condiciones estaban viviendo los presos en esos momentos?

—Pero sabes que estuviste allí tres años. ¿Puedes recordar algo al respecto?

Tras unos segundos, Draco habló.

—Lo recuerdo a él. El tipo que me torturaba.

—¿Cómo era?

—Nunca vi su cara. Era... un loco. Estaba obsesionado con algunos presos. Yo era uno de ellos, por desgracia.

—¿Solo con algunos? ¿Cómo sabes eso?

Hermione tenía miedo de estar presionándolo demasiado, pero necesitaba tener tantos datos como le fuera posible para corroborar tanto su teoría como la de Harry.

—Porque no escuchaba los gritos de todos. Cuando te torturan, haces mucho ruido... y algunas personas nunca hacían ruido.

—De acuerdo...

No tenía claro si eso era suficiente. Quizás, si sus amigos y ella conseguían interrogar a personas que permanecieran en Azkaban en ese momento, tendrían más éxito a la hora de perfilar a su criminal.

—Si te sirve de algo —dijo él, como si acabara de recordarlo—, creo que al principio no había torturas. Había frío, poca comida y soledad. Pero creo que no había torturas.

—Gracias, Draco. Eres muy valiente.

Él compuso una sonrisa sardónica.

—¿Eso es lo que le dices a todos los mortífagos?

Y ella borró la sonrisa con un beso suave en los labios. Acarició su cabello —ahora corto— con dulzura.

—Nos veremos luego —respondió.

Después, Hermione se esfumó con un chasquido.

***

Hermione tuvo que comprar la poción del día después en el Callejón Knockturn, de camino a su casa. Buscó una tienda donde no la conocieran —o más bien donde el tendero fingió no conocerla—, compró la poción y se la bebió de un trago al de salir del establecimiento. No tendría tiempo de hacerla ella misma si quería llegar a tiempo a la boda. Había sido una irresponsabilidad acostarse con Draco sin protección.

Llegó a su edificio casi a las nueve de la mañana; aún necesitaba ducharse y arreglarse. Subió las escaleras como un remolino y, cuando por fin llegó al descansillo donde se encontraba la puerta de su piso, distinguió que alguien la esperaba allí. Su corazón se aceleró al distinguir unos zapatos de cuero marrón y un traje oscuro. Hermione tragó saliva... Scholz no, por favor, Scholz no...

La vida pareció sonreírle por un momento cuando reparó en que esa figura no se trataba de John Scholz, que ya hubiera acudido a recogerla, sino del familiar rostro de su amigo Ron Weasley.

Ron se veía muy mal: tenía ojeras y sus ojos estaban enrojecidos.

—Ron, ¿estás bien? —preguntó Hermione a su espalda. Esa era una pregunta verdaderamente estúpida.

Él ni siquiera necesitó entrar en su casa. Antes que nada, en cuanto la escuchó hablar, Ron chasqueó sus nudillos en un tic nervioso. Después la miró con seriedad.

—Hermione, necesito tu ayuda.


Bueeeeeeno. ¿Me odiáis por subir un capítulo tan corto?

Los próximos caps van a ser muuuuy moviditos, así que no quiero mataros de un infarto de repente jaja.
Nos vemos el martes, muchísimas gracias por estar aquí conmigo!!! Os lo diré hasta el último capítulo, ¡me hacéis muy feliz!

Ahora me voy a dormir, ¡mil besos!

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