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Capítulo 28

Este capítulo me ha dado más de un dolor de cabeza por muchas razones. De todas formas, aquí va y vosotras diréis: "Virginia, no se lo puedes dedicar a todas las personas que te han leído y escrito en los últimos capítulos". Y yo contestaré: ¿Cómo que no? Hold my Dramione.

Así que capítulo dedicado a: moonssoul, angelikpotter15, SihayaGreen, Vic Black, Lectora en las Sombras, serraraesbueno, Lilianne Ethel Nott, Monzerrat Gomez, MadameNotebook, Asyri99, SirenitaElsaXIX, Alicia Maria, sofihikarichan, Wendy, Cherieblack7, nayudeljimenez, Aryvel, Gallaecia, Noraceredo, Citlalxonecuilli, Sillezcan, Samantha_benitez, CarmelitaBonilla, Promangaka, xflaviaaqx, NoralGrey, Ari319, MGonzalez_95, Angela-MG, Theo90, DannaAguilar, MissHollande, Anneskimo, Puercomar, jaedjawi, YaglodAral, Nail09_g, Paulina Alvarez (¿te he mencionado dos veces?) y futuraMalfoy_19. (¡Perdonad si me he dejado a alguien!)

No sabéis cuánto estoy apreciando teneros aquí compartiendo el fic conmigo.


Capítulo 28

Holdin' my head up high but it's not workin', / Making you sad makes me feel like a bad person.

Levanto la cabeza, pero no funciona. Ponerte triste me hace sentir una mala persona.

NF, Mikayla Sippel – Chasing_(Demo)



HERMIONE

La mera presencia de Draco Malfoy ya se le hacía insufrible. ¿Por qué demonios había ido justamente a buscarla, a hablar con ella? Bastante tenía con ser su tutora en el PRASRO, la realidad era que no quería tener que hablar con él o verle más de lo necesario.

—Voy a buscar a Astoria. Necesito asegurarme de que está bien.

—¿Ahora eres su cuidadora? —se mofó él.

Hermione caminó hacia los baños del Caldero chorreante. Para su desgracia, Malfoy la siguió.

—¿Puedes dejarme en paz? —pidió ella—. ¿Por qué no te vas con tus amigos?

—Me gusta más joderte.

Hermione se congeló un instante, reparando en el doble sentido que tenían esas palabras. Decidió hacer caso omiso y pronto dejaron la sala principal de la fiesta, llegando a una serie de habitaciones cerradas o vacías. Los baños se encontraban al final del pasillo.

—Déjalos, estarán follando, o algo.

Y esta vez, Hermione sí que se giró hacia él, confundida.

—¿De quién hablas?

—De Astoria y de Ron Weasley, ¿de quién hablas tú?

—¿Ron? —preguntó Hermione, confundida. No sabía que Draco también fuera consciente de los sentimientos de Greengrass hacia el pelirrojo.

—Astoria ha dicho que se iba al baño en el mismo momento en el que lo ha visto a él irse —explicó Draco—. Lleva desde cuarto año enamorada de esa comadreja, nunca entenderé qué coño veis en él.

Y, con esas palabras, él consiguió que se sonrojara. Ella tan solo había tenido un par de besos con Ron cuando eran adolescentes, pero eso ya no era importante, a veces incluso se reían al recordarlo. Por eso le molestaba que él, que no tenía ni idea de cómo había sido su historia con Ron, se atreviera a hablar de eso... y también la sorprendía que él supiera algo al respecto. No creía que Draco le hubiera prestado atención a su vida amorosa.

De todas formas, a Hermione la sorprendió percatarse de que los sentimientos de Astoria por su amigo venían de muy atrás, de hacía muchos años. ¿De verdad ella nunca se había dado cuenta de eso? Hasta donde Hermione sabía, Astoria y Ron a duras penas habían intercambiado un par de frases en toda su vida, al menos fuera de la Residencia.

La puerta del baño de mujeres estaba abierta y no había nadie en su interior. El baño de hombres, por el contrario, estaba cerrado y la puerta parecía bloqueada. Hermione golpeó la madera un par de veces.

—¿Ron? —preguntó.

Tras ella, Draco se burló.

—No me digas que eres la clase de personas que disfruta jodiéndole un polvo a los demás.

Escucharlo le encendió la sangre a Hermione, que se giró hacia él hecha una furia.

—¿Puedes dejar de hablar de sexo? —gruñó—. Son mis amigos, los dos, ¿vale? Y Astoria está borracha. Solo quiero asegurarme de que no va a hacer algo de lo que luego se avergüence.

—¿Algo como qué?

Hermione se alejó de la puerta unos metros. No quería que, en caso de que ellos dos se encontraran dentro de ese baño, pudieran escuchar la conversación que ella estaba teniendo con Malfoy. Eso podría ser de lo más contraproducente.

Con furia contenida, Hermione entró a una de las habitaciones vacías que se encontraban en ese pasillo y Draco la siguió. Cerró la puerta tras él.

—¡No quiero que Astoria le confiese sus sentimientos estando borracha y Ron la rechace! —explicó ella, molesta—. ¿Lo entiendes? No me gustaría que ninguno de los dos sufriera... pero, ¿qué vas a saber tú de estas cosas?

—Santa Granger, casi me había olvidado...

Ella apretó los puños.

—Eres un cerdo sarcástico, Malfoy.

—Eso me dicen mucho últimamente.

¿Qué demonios pretendía? Le había dejado libre, tenía esa noche para hacer lo que le diera la gana, para disfrutar la fiesta tanto como quisiera. ¿Por qué Draco Malfoy estaba intentando con todas sus fuerzas molestarla? La seguía a todas partes como un mosquito sediento de sangre ajena.

—¿Se puede saber qué te pasa hoy conmigo? ¿Por qué no me dejas en paz?

Draco paseó por la habitación. Era un lugar muy simple, solamente contaba con una cama con sábanas baratas, una mesa amplia de madera y un par de sillas. No era grande, pero servía para pasar una noche en Londres en caso de ser necesario.

—No entiendo por qué no dejas en paz a los demás, Granger. ¿Que Astoria se pone hasta arriba de whisky de fuego y decide ir a llorarle a Weasley para ver si él la acepta? Pues dé-ja-la. —Separó mucho las sílabas de la palabra, como si así fuera a quedarle más claro el mensaje—. Y si Weasley quiere pasar de ella y mandarla a tomar por culo, no es tu puto problema. ¿Por qué siempre tienes que meterte en la vida de los demás?

Hermione se ofendió al instante. ¿Quién se creía ese estúpido para tratarla así? Draco Malfoy, era cierto. Por supuesto que él era lo suficientemente imbécil como para ignorar el hecho de que, sin ella, él volvería a dar con su culo aristocrático y sangre pura en Azkaban. Se vio tentada a repetírselo, pero no quería ser redundante con algo que, sin ninguna duda, Draco Malfoy conocía muy bien.

—Son mis amigos.

—¿Y qué hacen ellos por solucionar tu vida de mierda? Apuesto a que nada.

Hermione se acercó a él, furiosa. Se llevó la mano a la varita automáticamente, una vez más. Si se le ocurría lanzarle un hechizo allí, en el Caldero Chorreante, todo el mundo se enteraría al instante. Todo el mundo sabría que Hermione Granger, miembro de la Brigada de aplicación de la Ley Mágica y antigua auror, no sabía controlarse a sí misma. Pero seguro que merecía la pena hacerlo, aunque solo fuera por cerrarle la boca a Malfoy una vez.

—¿Acaso quieres que te lance un hechizo?

—Una Imperdonable, por favor —susurró él—, hace mucho que no me lanzan un cruciatus, casi un mes. No sabes cuántas ganas... —Draco se acercó a ella unos pasos, obligándola a pegarse contra la pared—. Tengo de volver... —Se acercó aún más, violando todas las leyes de la cortesía y la educación que existían—... a sentirlo.

La respiración de Hermione se entrecortó. Volvían a estar así una vez más. Cerca, demasiado cerca, tanto que su mente se nublaba y volvía a olvidar, una vez más, que eso estaba mal. Que no podía tocarlo... ni dejar que la tocara. Pero el cielo era testigo de que quería hacerlo.

El aroma de Malfoy se colaba en cada uno de los poros de Hermione. Olía a limpio, a jabón y a zumo de calabaza. Sus labios se entreabrieron involuntariamente y él la observó sin decir nada. Eso no podía suceder, de verdad. Estaba mal.

—No vuelvas... a besarme —susurró ella.

Era la primera vez que lo mencionaba en voz alta. Ni siquiera se lo había dicho a sí misma, que Draco Malfoy la había besado. No, no quería asumirlo... pero había sucedido.

—Ajá... —dijo él.

Y, entonces, posó sus labios fríos sobre el cuello de Hermione. Ella se estremeció al instante y apretó los labios para no gemir. Draco paseó su lengua por su cuello sin ninguna prisa, mordisqueó el lóbulo de su oreja y sopló con suavidad sobre su propia saliva, provocándole un intenso escalofrío a Hermione. Ella jadeó, sin poder controlarse y él volvió a besarla ahí, justo donde su pulso palpitaba. Mordisqueó su cuello sin delicadeza, notando cómo la piel sensible se enrojecía.

Draco se estaba excitando. Ella lo sentía en el calor que desprendía su cuerpo, en el modo en el que la respiración del joven se había vuelto irregular.

Las manos de Draco desabrocharon los botones del vestido negro de lana que cubría a Hermione y ella no hizo nada por evitarlo. Sus dedos se enredaron en el cabello rubio cuando la boca de Malfoy bajó por su escote y mordió la piel blanca de uno de sus pechos.

Se iba a derretir. Draco Malfoy iba a derretirla de un momento a otro y, lo peor, era que ella no iba a hacer nada por resistirse. Era una basura como tutora, una basura como miembro de la Brigada y una basura de auror. Pero le daba igual, porque Draco Malfoy estaba haciéndole cosas que no debería en ese instante, y eso le encantaba.

Él mismo condujo la mano pequeña de Hermione a su creciente erección, como si le estuviera mostrando, sin ningún tipo de duda ya, que eso que estaban haciendo era sexual y era oscuro. Draco gruñó cuando la mano de Hermione se cerró sobre su pene, por encima de la tela. Consiguió desabrochar el sujetador de la bruja y liberó sus pechos. Draco los contempló un instante, lo hizo con una mirada tan oscura y peligrosa que la piel de Hermione se puso de gallina en todo su cuerpo. Él se inclinó hacia ella con un movimiento elegante e introdujo uno de sus pechos en su boca, saboreándolo. Siguió la línea alrededor del pezón rosado con la punta de la lengua y las piernas de Hermione temblaron al notar un profundo escalofrío.

Ninguno de los dos se atrevía a hablar, si lo hacían, podrían despertar a la conciencia del otro y no querían arriesgarse a algo así.

Draco se apartó de ella, clavando sus ojos grises en los castaños y cálidos de Hermione. Después, con solo un movimiento, le indicó que se tumbara en la cama.

Quizás estaba bajo un maldito imperius, o al menos eso se dijo ella misma cuando se descubrió caminando hasta la cama sin dudarlo ni un instante. Se tendió en ella, sabiendo que sus pechos estaban expuestos y que su expresión estaba cegada por el deseo.

Malfoy la siguió y se acercó a su rostro, como si estuviera a punto de besarla, pero se arrepintió en el último instante y no lo hizo. Hermione se maldijo a sí misma por haberle pedido que no lo hiciera. Era ridículo; quería que la besara, lo necesitaba.

Con los labios presionando sobre su cuello, Malfoy condujo su mano izquierda hasta la parte inferior del vestido negro, subiéndolo por encima de sus caderas en solo un movimiento. Llevaba unas bragas oscuras, pequeñas. Él se quedó observando esa parte de ella con una expresión sombría que provocó un torrente de humedad bajando por Hermione, empapándola. Sin siquiera pensarlo mucho, la bruja condujo sus dedos ágiles al pantalón de Draco y desabrochó el cinturón. Draco estaba en un estado físico mucho mejor ahora que tres semanas antes y, gracias a la comida de la Residencia, había recuperado un peso parecido al que tenía cuando estaban en Hogwarts.

Hermione bajó su pantalón y dejó a la vista unos boxers negros, muy acordes a la imagen monocromática de Malfoy. Al instante, tuvo entre sus manos su miembro. Era alargado y estaba duro, Draco jadeó en cuanto sintió el contacto de su mano con su piel y Hermione lo acarició con suavidad. Se maravillaba al verlo así, tan excitado que, como ella, había perdido la consciencia de qué demonios estaban haciendo. Lo acarició durante unos segundos muy lentamente, observando el rostro de Draco: sus ojos cerrados, su ceño fruncido... y, contra todo pronóstico, se vio tentada a lamer la punta rosada y suave de su miembro. Solo para ver su reacción, tan solo para escucharlo gemir una vez más. Porque oírlo gruñir hacía que su sangre ardiera de excitación.

Fue Draco quien, al adivinar sus intenciones, la apartó de su miembro, negando con la cabeza. Hermione se sintió confundida, no entendía bien qué pasaba, por qué él no quería que lo hiciera, pero no tuvo ocasión de pensarlo durante mucho más tiempo. Draco Malfoy tomó posesión de sus pechos entre sus labios, al tiempo que apartaba sus braguitas a un lado y comenzaba a tocarla ahí. La boca de Hermione se abrió cuando él lo hizo y dejó escapar un pequeño grito de sorpresa. Acto seguido llegó el placer. Malfoy la acariciaba rítmicamente y, cuando se aventuró a enterrar un dedo en ella, Hermione se tensó. Había hecho algunas cosas antes, pero nunca había tenido algo dentro, esa era la primera vez.

Draco movió su dedo con suavidad en el interior de Hermione y un nuevo jadeo escapó de entre sus labios. El ritmo se intensificó, con la bruja moviendo las caderas del mismo modo que él la penetraba suavemente, sin dejar de acariciarla ahí, justo en el punto que necesitaba. Un nuevo dedo en su interior y Hermione sintió que perdería la conciencia de un momento a otro. Sentía sus labios posados en su piel, Draco lamía cada pequeño rincón de su cuello y eso, combinado con los dedos que la acariciaban, fue suficiente para construir un calor en su interior que ya no podía controlarse más.

Explotó de pronto, sintiendo que podía volar, que él la hacía volar. Trató de ahogar entre sus manos los gritos que escapaban de su boca para que nadie más pudiera oírla.

Los dedos de Draco la abandonaron tan pronto como el orgasmo remitió. Hermione sentía su respiración tan acelerada como su pulso; algo en ella no terminaba de procesar lo que acababa de suceder, lo que él le había hecho.

Ante sus ojos, Malfoy se puso en pie y se abrochó el cinturón de su pantalón, escondiendo una clara erección que no había quedado satisfecha. Después recolocó con un solo movimiento su cabello rubio platino y largo. Esos ojos grises habían recuperado, de nuevo, su frialdad habitual.

Ella no sabía qué hacer. Se sentía en una nube, nunca había tenido un orgasmo tan fuerte, nunca había experimentado algo como eso. Y había sido con Draco Malfoy. Sus piernas temblaban y algo palpitaba en su interior, como si Hermione sintiera que aún no habían terminado, que faltaba mucho para hacerlo.

En silencio, las manos de Hermione se dirigieron a su vestido y abrocharon los botones con prontitud. Draco, que había llegado hasta la puerta de la habitación, parecía debatirse entre qué decisión tomar a continuación. Como si no supiera si debía quedarse ahí o marcharse, huir de nuevo.

Hermione se incorporó en la cama y lo observó, callada. Entonces él pareció tomar la decisión de golpe.

—Eres bastante patética, Granger —le dedicó cruelmente—. Será mejor que vuelva a la Residencia, me has matado de aburrimiento... ni siquiera sirves para esto.

Después, salió de esa habitación, dando un portazo.


Es un capítulo lleeeeeeeno de emociones. ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado su primer acercamiento serio? Parece que la química entre estos dos no se va a resolver con solo un par de insultos y amenazas, ¿no?
¿Qué pasa con Draco? Se ha comportado como un hijo de asbkasjgs pero... ¿qué opináis de él?

Espero vuestras opiniones y, mientras tanto, voy a hacerme unas tortitas, que se me llevan antojando desde hace días. ¡No olvidéis darle amor a la página de FB (La estrella más oscura. Dramione) donde contesto los mensajes mil años tarde, pero los contesto jaja)

¡Mil besos!

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