Capítulo 27
¡HE VUELTO! Traigo saludos para: Guatemala, A Coruña (y España en general jaja), México (¡sois un montón de mexicanas en mi fic, por cierto!), Paraguay, Francia y Nicaragua. :)
Ahora vamos a lo que nos atañe... ¿Alguien ha pedido una ración de Rostoria?
Capítulo 27
You don't have to drink right now / But you can dip your feet.
No tienes que beber ahora / pero puedes mojarte un poco los pies.
The Killers – When you were young
ASTORIA
Contempló a Ron Weasley desde la distancia unos segundos antes de acercarse a él. Sabía que aún estaba a tiempo de largarse de ahí, quizás marcharse a su casa hasta que se le bajara la borrachera... pero, ¿cuántas oportunidades más tendría de hablar con él de un modo tan directo? Probablemente, ninguna.
—Weasley —lo llamó.
Ron esperaba fuera del baño de hombres. Probablemente, alguien estaba utilizando el aseo en ese momento. Pareció sorprendido de verla ahí y enarcó una ceja.
—Greengrass.
Ella no dijo nada durante unos segundos y eso, en realidad, pareció poner más nervioso a Weasley. El pelirrojo habló de nuevo.
—Bonita fiesta —comentó con un tono que no era el más agradable, pero al menos tampoco parecía cruel. No importaba, en realidad, Astoria tenía muy claro qué quería decir.
—¿Por qué me odias? —soltó a bocajarro.
Y el rostro del Gryffindor se tornó estupefacto. Ella sabía la razón, es decir, sabía la explicación más lógica: era por su hermano. Pero, ¿había algo más allí? Astoria llevaba años haciendo todo lo posible por demostrar que ella no era como su familia, que no merecía ser juzgada como el resto de los Greengrass. Y Ron Weasley era la única persona que seguía tratándola como si ella fuera un mortífago sin máscara.
—¿Estás borracha? —preguntó el pelirrojo.
Astoria alzó su dedo índice, a punto de rebatirle esa idea. Pero se percató de que no podía hacerlo, tenía bastante razón. En realidad era como un ciclo: ella estaba borracha porque quería hablar con él y solo se atrevía a hablar porque estaba borracha.
—He bebido, no puedo negarlo —contestó—, pero estoy lúcida, más de lo que he estado nunca.
—Ya veo —contestó él con una sonrisa socarrona.
¿Se estaba riendo de ella? Sí, debía de ser eso.
—¿Te parezco graciosa?
—¿Ahora mismo en particular? —preguntó Ron—, ¿o tú misma en general?
Y Astoria chasqueó la lengua, molesta.
—¿Ves? Eres un gilipollas.
Si Ron estaba molesto por eso, no lo demostró. En ese mismo momento, un mago anciano salió del baño de hombres. Trabajaba en el Ministerio y los saludó a ambos, sin detenerse demasiado tiempo en preguntarse por qué Astoria Greengrass y Ronald Weasley se insultaban frente al baño en el Caldero Chorreante.
—Piérdete, Greengrass —gruñó Ron.
Caminó un par de pasos y entró al baño. Ella lo siguió, ¿cómo no?
—¿Se puede saber qué quieres? —preguntó él, exasperado—. Si me buscas para insultarme, puedes ahorrártelo. No quiero escucharte.
Astoria cerró la puerta del baño a su espalda. El aseo era pequeño, a duras penas cabía una persona allí... dos era, con toda seguridad, el límite. La joven rubia alzó su dedo índice y apuntó a Ron, posándolo en su pecho. Nunca lo había tocado deliberadamente, nunca.
—Sabes que yo no soy mi hermano, ¿no? No soy responsable de sus actos, de su vida... de nada. Yo solo intento hacer las cosas bien... pero para ti no es suficiente. Me miras como si fuera basura.
Y escuchar estas palabras sí que hizo que Ron apretara los labios. Como si jamás hubiera pensado que, en realidad, eso pudiera afectar a Astoria de algún modo. Como si hubiera asumido que ellos eran enemigos y ya, que no había nada más que comentar al respecto.
—No es mi intención hacerlo —contestó él, al cabo de un momento. Parecía sincero, pero su rostro aún era duro.
La respiración de Astoria se aceleró. Estaba claro que no podía sacar nada más de Ron Weasley, que eso era lo más parecido a una disculpa que obtendría. O a un gesto positivo. Bufó, menudo imbécil. No lo soportaba, de verdad, a veces... lo odiaba. Lo odiaba porque pasaba de ella, no le hacía ningún tipo de caso... ni se lo haría nunca.
¿Cómo podía captar su atención de verdad?
Astoria, dejándose llevar por el whisky de fuego que corría por sus venas, posó una de sus manos en el cuello de Ron Weasley y lo forzó a agacharse. Después lo besó, lo besó de golpe, sin previo aviso. Estampó sus labios contra los de él casi con un golpe y Ron se apartó de ella, como si lo hubiera quemado.
—¿Qué haces? —preguntó él, asustado—. ¿Tú no vas a casarte?
Astoria pareció recuperar sus sentidos de un momento a otro. Un profundo rubor se extendió por sus mejillas. ¿Qué demonios acababa de hacer? ¿Había besado a Weasley? Ay, Merlín. Tenía que salir de ahí como fuera.
—Perdón. Perdón. Perdón —se disculpó profusamente—. Sí, voy a casarme, pero es que yo... la verdad es que yo...
Alguien golpeó la puerta de ese baño con fuerza desde fuera.
—¿Ron? —dijo la voz de Hermione Granger desde el pasillo.
Ambos se congelaron. Como si la idea de que Hermione Granger los descubriera, juntos, dentro de ese diminuto aseo, fuera la peor de las noticias. Se quedaron callados, tan solo escuchando la respiración del otro. Ella alzó la vista y miró una vez más a Ronald Weasley. Su corazón se aceleró y supo que el alcohol ya no tenía nada que ver con eso. Había una especie de corriente eléctrica paseando entre ellos, algo que Astoria nunca había experimentado con nadie. La joven suspiró.
—Será mejor que me vaya —dijo.
Tomó el pomo de la puerta entre sus dedos, pero Ron la detuvo, posando su mano sobre la de ella.
—No. Hermione seguirá ahí aún, es muy terca cuando se preocupa. Espera.
Cuando Astoria se giró de nuevo hacia él, lo encontró tan cerca que ya no sabía qué pensar. ¿Ron Weasley la aceptaba o la rechazaba? ¿Qué demonios le pasaba a ese mago? El pelirrojo se inclinó hacia ella, quedando a pocos centímetros de su rostro.
—¿Entonces te vas a casar o no? —Notó su respiración calmada sobre su piel y se estremeció. Se estremeció porque él estaba tan cerca como lo estaba en sus sueños la mayoría de las noches.
—Me voy a casar... si no hago algo para impedirlo —contestó.
Y cuando Ron la besó, por fin, lo hizo con lentitud, como si tampoco él estuviera seguro de qué demonios tenía que hacer, de qué estaba pasando en ese pequeño cubículo. Astoria alzó sus brazos hasta enredarlos alrededor del cuello de Ron y gimió cuando el pelirrojo la levantó por encima del suelo, apoyándola con un golpe en le puerta. Acarició los labios de él como tantas veces había querido hacerlo y también enterró sus manos en el cabello rojo como el fuego.
—Esto no puede suceder nunca más —dijo él—, solo hoy. Y nadie puede enterarse.
Astoria asintió con la cabeza. Aceptaba igual que aceptaría a cualquier cosa que él le pidiera en ese momento. Después, relajada, por fin, se entregó a los besos de Ron Weasley.
Adoro este capítulo. ¿Qué os ha parecido? ¡Contadme todo lo que queráis para que podamos comentarlo!
Además, esto no es nada comparado con las cosas que se vienen dentro de poco jaja. Nos vemos el viernes, ¡espero que os traigan muchas cosas los Reyes Magos mañana! (A mí, con un poco de suerte, me traerán a Leonardo DiCaprio).
Nos vemos el viernes. ¡Mil besos!
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