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Capítulo 21

Este es uno de mis capítulos favoritos del fic. Mis disculpas por el comportamiento de Draco.


Capítulo 21

When the night was full of terrors / And your eyes were filled with tears

When you had not touched me yet / Oh, take me back to the night we met.


Cuando la noche estaba llena de terrores / y tus ojos estaban llenos de lágrimas

Cuando aún no me habías tocado / llévame a la noche en que nos conocimos.

Lord Huron – The Night we Met


DRACO

El hecho de que Granger hubiera tomado el Libro de la Resurrección era irrelevante. Draco se había aprendido el hechizo vulnus mortis de memoria y lo guardaba en su cabeza. Solamente le faltaba reunir los ingredientes.

Era Magia Negra, nada agradable de hecho. Para conseguir el hechizo de resurrección necesitaba tres cosas: su propia sangre, la sangre de alguien a quien amara y, además, un objeto perteneciente a la persona a quien quería resucitar. Solo entonces podría producirse el intercambio: la vida de uno por el otro, traer de entre las sombras un alma muerta a cambio de una vida.

Esa era la razón por la que nadie se atrevía a llevar a cabo ese hechizo: nadie quería dar su vida a cambio de la de otra persona. Eso no era un problema para Draco, él consideraba que su vida valía bien poco si la comparaba con la de su madre. Narcissa había sido una buena mujer, siempre lo había querido. Lo habitual era que las personas desearan resucitar a alguien para poder compartir su vida con ellos... Draco solo quería que ella viviera, le daba igual lo que le pasara a él.

La mayoría de los magos recurrían a intentar apoderarse de la Piedra de la Resurrección... pero no era un método efectivo. No. La muerte no regalaba nada: para que pudiera llevarse a cabo la magia, había que darle algo a cambio. La Magia Negra era como una transacción, no una concesión.

Draco estaba decidido a hacerlo en cuanto pudiera. Utilizaría su propia sangre, sí, también la de Astoria —ya se las apañaría de algún modo para conseguirla, porque era la única persona por la que sentía algún tipo de afecto en ese nuevo mundo— y, la parte más difícil, necesitaba salir de la Residencia para conseguir un objeto que le perteneciera a su madre. Ahí es donde entraba en escena Hermione Granger: la puta sangre sucia era la única persona que impedía que él pudiera salir a la calle.

Se encontraba en un lío del que no sabía cómo salir. ¿Acaso debía fingir delante de Granger para que ella le dejara en libertad? Le gustaría hacerlo, de verdad que habría querido ser capaz... pero le era imposible. Granger le hacía perder el control de un modo que nadie más conseguía. Quizás era porque ahora, además de ser una de las personas que él más detestaba, era la guardiana de esa puerta que él quería cruzar. Le daba rabia pensar en ella, tanta rabia que...

...joder. No podía olvidar lo que había pasado en ese callejón unos días antes. Se había dejado llevar por esa furia tan profunda que lo asolaba cuando estaba con ella. Era consciente de que, si hubiera tenido su varita con él, habría atacado a Granger. Le habría lanzado algún hechizo doloroso. Pero sin magia, Draco era un jodido muggle sin recursos. Y por eso la había besado. Quizás esperando que Granger se pusiera a llorar o algo así.

Pero había sucedido justo lo contrario: le había respondido. Joder, que si le había respondido. Granger lo había devorado con las mismas ganas con las que él lo había hecho, con la misma violencia y agitación.

—Joder, cuánto la odio —gruñó Malfoy en el silencio de su habitación.

Y, entonces, como si la hubiera llamado, alguien tocó la puerta de su habitación.

Tenía que ser ella. Solo ella llamaba a su puerta.

Se levantó de la cama con un quejido y dejó a un lado el libro Historia de la Magia en Escocia que había tomado prestado de la biblioteca de la Residencia, que lo mantenía un poco distraído en esos momentos en los que su mente no sabía en qué ocuparse.

Cuando abrió la puerta la encontró ahí, parada frente a su habitación, con la misma expresión orgullosa de siempre. La detestaba. Hermione vestía un abrigo rojo y largo y se había peinado, era evidente, su cabello estaba casi liso por completo, como si hubiera utilizado un hechizo para alisarlo. Como si se hubiera molestado en arreglarse un poco ese día... y lo había conseguido. Estaba muy guapa.

—¿Qué te has hecho en el pelo? —gruñó Draco—. Estás ridícula.

Quizás la Hermione de Hogwarts se habría molestado. Habría entornado sus ojos castaños en esa tierna mueca de disgusto que ponía a veces y, sin duda, estaría enrojeciendo en esos momentos. Pero Draco solo recibió una mirada de indiferencia por parte de la Hermione Granger adulta que trabajaba en el Ministerio.

—¿Puedo pasar?

Draco sabía que no se había arreglado para él, no era estúpido. A la vez, también era consciente de que, con toda seguridad, Hermione se había preparado así para esconder el hecho de que no había dormido mucho esa semana. Unas tenues ojeras, tapadas con un hechizo corrector, revelaban que él no era el único con insomnio esos días.

—¿Acaso tengo otra opción?

Se apartó del quicio de la puerta y ella entró, en silencio. Durante unos segundos pareció inspeccionar la habitación, quizás buscando algún indicio de que él estaba haciendo algo ilegal. ¿Pero qué? Si no podía ni ir a mear sin sentir que lo vigilaban en esa mierda de sitio.

—¿Cómo has pasado la semana? —preguntó ella con su profesional voz de policía mágica.

—Encerrado. ¿Y tú?

La careta de tranquilidad de Hermione no se fracturó ni un poquito. Él se rio al pensar que Granger llevaría días planeando esa conversación, por eso se mostraba tan entera. Así que... ella estaba dispuesta a actuar como si nada hubiera pasado. Ahora lo entendía.

—He tenido una buena semana, gracias, Malfoy —contestó ella con voz estática—. He venido a informarte de que en los próximos días se te concederá tu primera salida al exterior.

El corazón de Draco comenzó a latir con fuerza. Sí, sí, ¡sí! Ni siquiera había necesitado poner en marcha su plan de manipulación. Granger le había dado lo que quería sin necesidad de arrastrarse ni fingir, sin tener que dejar de ser el mismo Draco Malfoy que la odiaba y no se molestaba en disimularlo.

—Ya era hora —bufó.

—No tientes a la suerte, Malfoy... No ha sido precisamente por tu buen comportamiento.

Tenía razón. Por una vez en su vida se quedaría callado. Hermione esperó una contestación por su parte y pareció satisfecha cuando él guardó silencio. Ella caminó unos pasos por la habitación, con aire aparentemente distraído. Él reconocía que no le gustaba tenerla allí, sentía que esa bruja invadía su propiedad, la única propiedad que había tenido en mucho tiempo... pero la noticia que ella acababa de darle merecía que él pasara por alto la desagradable experiencia de compartir unos minutos con ella.

—Podrás salir el sábado por la noche. Habrá una pequeña fiesta en el Caldero Chorreante para algunos miembros de la Residencia. El objetivo es celebrar Samhain, Hal...

—Halloween —la interrumpió él—, lo sé, Granger. Yo también soy mago, ¿recuerdas? Aunque ya no tenga una varita.

En Hogwarts siempre se celebraba una fiesta por el día de Halloween. Era una fecha muy importante en el mundo de la magia... pero, para Draco, había perdido todo su significado, al igual que cualquier otro día. Tras tres años seguidos en Azkaban, Malfoy ni siquiera había sabido qué maldito día era su cumpleaños; cada mañana, cada noche, eran exactamente iguales que las anteriores.

—Hay una condición para que puedas asistir a la fiesta.

Y supo que ahí estaba la mala noticia. El optimismo de Draco se desinfló como un globo en una fiesta de cumpleaños infantil. Tuvo que tomar aire para poder contestar.

—¿Ah, sí? —En realidad, no había sorpresa en su voz. Nada le sorprendía cuando venía del Ministerio.

—Tienes que acudir a dos horas de terapia esta semana. No podré dejarte abandonar la Residencia hasta que no hayas hablado con un terapeuta mágico que autorice tu salida.

—¿Hablar? ¿De qué?

—De ti, Malfoy. De tus sentimientos, de tu actitud ante... todo.

Draco apretó los dientes, sintiendo una vez más que ella disfrutaba haciéndole sufrir de ese modo.

Draco vulneratus nunquam titillandus... —recitó con la mandíbula apretada y el ceño fruncido.

Como esperaba, Hermione enarcó una ceja, confundida. Algo sonaba raro en esa frase y ella se dio cuenta al instante.

—¿Y se puede saber qué quieres decir con eso?

—Que dejes de tocarme los cojones si no quieres tener problemas, Granger, eso quiere decir.

La expresión de Hermione cambió de pronto. Por fin, por fin conseguía despertarla un poco. Desde el momento en el que su tutora había entrado por esa puerta, en ningún momento había dejado de actuar como un maldito cadáver sin emociones, pero ahora comenzaba a mostrarse como era de nuevo y eso le gustaba. Hermione Granger no se mordía la lengua, siempre le contestaba y eso era una de las cosas que hacían que Draco casi la respetara. Casi.

—Te comportas como un niño pequeño —siseó ella.

Y él lo tuvo muy fácil en ese momento. Podría decirle: «no parecías pensar eso mientras me tocabas la polla el otro día», pero decidió callarse. Al fin y al cabo, si algo era Malfoy —de vez en cuando—, era un caballero. Con una mueca de profundo disgusto, él se sentó sobre su cama.

—Está bien. Acudiré a la terapia.

Era lo mejor que podía hacer. A fin de cuentas, era su oportunidad para marcharse de allí cuanto antes. El sábado sería el día, entonces. Conseguiría llevar a cabo su plan, resucitaría a su madre y... y ese puto dolor de su pecho se marcharía cuando él lo hiciera. Se iría con él, dejaría de sentirlo dentro, dejaría de atormentarlo.

—Me alegro de que quieras poner un poco de tu parte —le dedicó ella y, curiosamente, sonó sincera—. Sé que es difícil, pero...

—No sabes una puta mierda —gruñó él, cortando sus palabras en seco.

Sin apartar la mirada del suelo, Draco contempló los zapatos de Hermione Granger parados frente a él un momento más. Después se alejaron de él, de su cama. El sonido de los pasos marchándose le permitió saber cuándo se fue, cerrando la puerta tras ella.

Draco se dejó caer sobre la cama, quedando tumbado en el colchón.

Era miércoles.

Eso significaba que le quedaban tres días de vida.

Y eso le pareció demasiado tiempo.


Bueno, han pasado 1000 cosas importantes. 1. YA CONOCEMOS EL PLAN DE DRACO, ¡por fin! ¿Qué os ha parecido? ¿Queréis matarme? ¿Queréis matar a Draco vosotras mismas? 2. Draco vulneratus nunquam titillandus (la frase que he dicho 387 veces, de forma disimulada, en clase de latín para que los profesores me confirmaran que está bien traducida jajaja). 3. Alguien va a tener la oportunidad de salir a una fiesta... yo creo que se va a armar.

Os cuento mis planes de maratón, aquí van: El viernes no subiré capítulo nuevo porque es Navidad, así que tendréis el capítulo 22 el sábado. (El domingo voy a actualizar La estrella más oscura). Tendremos capítulos nuevos los días 28, 29 y 30 (Lunes, martes y miércoles). Sé que no es un maratón muy largo, pero en los días festivos voy a estar un poco ocupada y me imagino que vosotras también, así que  al menos avanzamos un poco con la historia y veis qué va a suceder con Draco, Hermione, Ron y Astoria.

Mil besos y nos leemos pronto, ¡gracias por vivir este fic conmigo, me hace super feliz!

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