Capítulo 16
¡Amores! Oficialmente he terminado de escribir este fanfic. Estoy super feliz, así que ya solo me queda compartirlo con vosotras.
Muchas gracias por leerme.
Capítulo 16
If all is fair in love and war / I can't do this anymore.
Si todo vale en el amor y en la guerra, / yo ya no puedo seguir con esto.
Yellow Claw - Love and war
HERMIONE
Llamó a la puerta tres veces.
—Malfoy.
Nadie contestó. Menudo imbécil, ya estaba otra vez ignorándola, como la última vez. Hermione tocó la madera con su puño un par de veces más, en esta ocasión de un modo más agresivo. Por supuesto que no respondía.
—Me vas a obligar a entrar —advirtió.
Y cuando Malfoy tampoco dijo nada en ese momento, ella suspiró.
—Alohomora.
Se sorprendió cuando no lo encontró ahí. La puerta del baño estaba abierta y ambas salas estaban vacías. Sabía que no podía andar muy lejos, Draco Malfoy no podría haberse escapado, como había hecho la última vez, pues Astoria acababa de decirle que se encontraba en su habitación.
La cama estaba hecha, perfectamente hecha. Todo estaba ordenado al milímetro. No es que lo hubiera pensado muchas veces, pero siempre que lo había hecho, así era como había imaginado el cuarto de Draco Malfoy. Bueno, no como una habitación cutre en la Residencia, por supuesto, pero sí como un lugar tan ordenado que diera la impresión de no pertenecerle a nadie. ¿Cómo se sentiría el propio Draco Malfoy, viviendo en un lugar que no parecía un hogar?
Tomando aire, y a pesar de saber que estaba mal hacer eso, Hermione se acercó a la cama. Bajo la almohada, distinguió el brillo rojo de ese libro que Draco Malfoy había escondido. El mismo libro que él había leído en la Librería Berrycloth la misma noche en que lo habían liberado de Azkaban.
Lo tomó entre sus dedos, frunciendo el ceño y fue entonces cuando Hermione Granger se quedó paralizada al leer el título:
Completa guía de hechizos prácticos en la Magia Oscura.
Tomo número 7:
Libro de Resurrección
El libro se le cayó de las manos tan pronto como leyó la última palabra. ¿Qué demonios pretendía Draco Malfoy?
Cuando se agachó para recogerlo de nuevo, escuchó la puerta cerrarse con tanta fuerza como si alguien hubiera estampado un pedazo de metal contra la madera. Al instante, el libro se escapó de sus manos con fuerza y, cuando Hermione levantó la cabeza y vio a Draco ahí parado, supo que él acababa de hacer magia sin su varita, más bien como una explosión de energía que salía de su cuerpo sin ningún orden. Hacía años que ella no veía algo así, quizás desde que era una niña, como cuando tenía nueve años y se había salvado de caerse de un columpio al volar durante un par de metros. No había entendido ese tipo de sucesos hasta que recibió la carta de Hogwarts el día que cumplió once años.
El libro se golpeó contra la pared y quedó tirado en el suelo. Draco Malfoy avanzó hasta ella con la respiración acelerada y la empujó con fuerza, tendiéndola sobre la cama violentamente. Él quedó sobre ella, con una mano en su garganta, aunque sin apretar... aún.
—¿Qué coño haces? —preguntó él.
Ella no dudó un instante. Sabía que, si mostraba miedo, eso sería peor. Los mortífagos disfrutaban viendo el temor en los ojos de sus víctimas.
—Suéltame —ordenó.
—¿Qué coño estabas haciendo, Granger? —exigió saber él.
Lo tenía tan cerca, tanto que no podía respirar. El olor limpio y fresco del jabón barato de la Residencia lo envolvía todo y los ojos grises de Malfoy se clavaban en ella. No podía moverse ni un centímetro.
—¿Te parece ético rebuscar entre mis cosas? Pensaba que los aurores os jactabais de respetar a todo el mundo, incluso a los mortífagos.
—Malfoy... —trató de decir ella.
Su cuerpo estaba en todas partes. En todas. Y sus rostros estaban tan cerca que Hermione no terminaba de entender qué estaba sucediendo. Sentía el calor de Malfoy sobre su piel y una parte de su mente se sentía atrapada, incapaz de librarse de él, pero la otra parte... sentía que eso estaba bien, que era lo correcto.
¿Qué significaba eso? Por el amor de Merlín, ¿cómo podía estar bien que Draco Malfoy estuviera cerca de asfixiarla?
Hermione entreabrió los labios y notó cómo los ojos de Malfoy se dirigían a su boca. Su aliento le hizo cosquillas en los labios y el cuerpo de Hermione la traicionó cuando tomó aire, respirando una vez más el aroma de Malfoy. Olía bien, era masculino, era... Hermione centró sus ojos en la boca de Malfoy y supo que él estaba pensando lo mismo que ella. Era... casi embarazoso. Como si los dos hubieran comprendido que esa postura era mucho más sexual que amenazante, como si hubieran llegado a la conclusión de que, si se acercaran un poco más, podrían besarse sin esfuerzo. No sería un beso hermoso, no, nada de amor. Sería, más bien, un modo de conocer qué estaba pasando por la mente del otro. De explorarse sin tapujos.
No. ¡¿En qué estaba pensando ella para llegar a esa conclusión?!
Con dificultad, Hermione consiguió liberar su mano de debajo del cuerpo del chico, alcanzó su varita y la alzó, apuntando a la garganta de Malfoy.
—Suél-ta-me —susurró, separando las sílabas tal y como él hacía a veces.
Draco lo hizo con lentitud, porque comprendió que ya no tenía sentido seguir así, ella tenía el control ahora. De todos modos, enarcó una ceja y compuso una extraña sonrisa sarcástica.
—¿Vas a matarme, Granger?
—Si es necesario...
—Hazlo, por favor —se burló él—, mátame. No, espera, tortúrame primero, como hacen tus amigos, y luego mátame.
Draco se puso en pie, dejando de tocarla por completo. Se apartó de ella hasta quedar de espaldas a la pared. Hermione también se levantó, sin dejar de apuntarlo con su varita.
—No tienes idea de lo difícil que es soportarte, Malfoy.
—Y tú no tienes idea de cuánto te odio, Granger —respondió él con violencia—. Ojalá te hubieran matado en la puta guerra.
Curiosamente, esas palabras no la afectaron. No lo hicieron porque en solo tres minutos había comprendido muchísimo más a Draco Malfoy que en toda la última semana. Ahora, más que nunca, sentía que ella era quien tenía el control y que él solo intentaba distraerla.
—¿A quién quieres resucitar? —le ladró.
Él respondió con una burla, por supuesto que sí.
—A nadie, me estoy documentando para un trabajo del colegio.
Hermione agitó la varita, acercándose a él de forma más amenazadora.
—¿Es a Voldemort? —exigió saber.
Los ojos grises de Draco se centraron en los suyos de un modo tan profundo que ella se sintió completamente desnuda frente a él. Como si, de pronto, Malfoy pudiera verlo todo. Trató de no amedrentarse.
—¿Sabes? Para ser la bruja más inteligente de tu edad... eres una de las personas más tontas que conozco, Granger.
Ella encajó bien el insulto. Tenía que preguntarlo, era su obligación trabajando para el Ministerio. En realidad, no creía que él quisiera resucitar a Voldemort, ¿por qué querría hacer eso? La guerra solo le había traído problemas y más problemas a Draco Malfoy; le había hundido la vida.
—¿A tu madre? —susurró.
Él se adelantó un paso. La varita de Hermione se le clavó en la garganta, pero no retrocedió ni un milímetro.
—No te atrevas a mencionarla, Granger. No te atrevas.
Bingo. Había dado con su punto débil. Le había costado varios días, pero ahí estaba: Draco Malfoy. Vulnerable de verdad. Abierto y asustado. Y pretendía hacer Magia Negra cuando, solo hacía una semana, aún se encontraba recluido en Azkaban. Menudo kamikaze.
—No puedes hacerlo —le recordó—, es imposible que...
—¡Deja de hablar de ella! —estalló Draco una vez más.
La puerta blanca del cuarto de baño se cerró con violencia sin que ninguno de los dos la tocara. Las luces de la habitación temblaron, apagándose un par de segundos y encendiéndose después. Hermione se apartó de él y, con tanta elegancia y tranquilidad como consiguió fingir, a pesar de ser consciente de que él debía de estar muy agitado para poder hacer magia sin ningún instrumento. La castaña guardó su varita dentro de su bolsillo. Después se agachó y recogió del suelo el tomo número 7 de la Completa guía de hechizos prácticos en la Magia Oscura. Draco no se movió.
—Malfoy, hazte un favor y deja de intentar joderte la vida... —suspiró—, aún más de lo que ya lo has hecho. Te dejaré unos días para que pienses en qué quieres hacer.
Después le dio la espalda y se dirigió a la puerta. Hermione tenía miedo, no podía negarlo. Temía que él se abalanzara sobre ella, que le robara su varita y que le lanzara una imperdonable... pero creyó que merecía la pena arriesgarse en esa ocasión. Malfoy podía intentarlo, sí, pero si no lo hacía, eso significa que aún podría tener una oportunidad en ese mundo.
Comprobó, aliviada, que él no se movía ni un centímetro de la pared en la que aún permanecía apoyado.
Hermione salió de esa habitación, con el Libro de Resurrección en sus manos.
¡Se desató el Dramione! Creo que este es el punto que yo tenía tanta prisa por alcanzar. Ahora mismo ya conocemos las intenciones de Draco, sabemos que todo esto tiene que ver con Narcissa y, además, la química entre Draco y Hermione parece crecer más y más... ¿hasta dónde llegará?
Nos vemos el viernes, gracias por leer y comentar conmigo este maratón. ¡Ha sido genial!
Mil besos.
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