4.
Namjoon
—Oh my, my, oh my. Oh my god! —canta Chaeyoung al micrófono, una compañera de mi trabajo y casi amiga, se podría decir.
—Intentemos una vez más. Trata de acortar los primeros dos my y agrégaselo al tercero. Que el último oh my suene muy junto y el god que vaya hacia abajo. Pero lo inicias de más alto que las demás entonces la diferencia de bajos entre las palabras no sea muy —hice señas con las manos.
La rubia sonríe asintiendo, levanta ambos pulgares y hace exactamente lo que le pido. Chaeyoung Kim es la vocalista principal de uno de los pocos grupos de kpop que queda en el momento. Su debut fue unos años después que el mío.
—Buen trabajo Chaeyoung —elogio honestamente.
Pertenece al grupo de chicas kuronabi. Se hizo popular porque cada miembro es de un país diferente. Eso le trajo variedad en sonidos, experiencias, letras. Son de los pocos artistas que aún se manejan por un sistema más tradicional y apegado a lo que solía ser. Tienen posiciones como cantante principal, visual, bailarina, centro, entre otros. Otros grupos han sido botados como basura, pero kuronabi sigue teniendo el mismo éxito que hace unos años.
—Toma un descanso, hacemos las armonías en un rato.
Sale de la cabina con su par de pantalones para ejercicio, blusa entallada y tenis cómodos. La forma en que camina te hace pensar que poco le preocupa en esta vida. Recoge su cabello con una pinza y se acomoda en una de las sillas al lado mío.
Tiene una mente creativa y talentosa con la que me suelo identificar. Es discreta y siempre va al grano con su trabajo. Le pedí que me ayudar a grabar este demo porque su voz tiene un tono bubblebgum que se adecua bien a la canción. No será una colaboración oficial, solo será parte de la producción y el gancho inicial del coro. Que la verdad es la parte que espero que todo mundo se aprenda primero.
—¿Ya casi acabas el álbum? —Se siente más cómoda hablando en inglés y aunque ha vivido en corea la mitad de su vida, tiene el acento más australiano que mis oídos alguna vez hayan escuchado.
—No, estoy muy atrasado —le respondo en coreano.
Falta casi un año para que el plazo venza, pero con 10 meses de anticipación deberíamos tener ya la canción principal y por los menos los esqueletos de las doce canciones que lleva el álbum. Ya hice sesiones para las fotos conceptuales y se tiene las ideas para los videos musicales. Pero aún faltan títulos, letras, melodías. Que estrés.
—Ya veo por qué me marcaste a las tres de la mañana para grabar esto —Chaeyoung se estira en su lugar y se acurruca mejor en la silla cerrando los ojos.
Yo vuelvo a lo mío.
El rostro de Nora se asoma a mi mente.
Cuando llegué a mi casa me sentí avergonzado por todo lo que esa desconocida tuvo que decirme. Me dejó pensando y llegué a la conclusión de que no quiero perder mi amor por la música. Quiero sentir esa pasión cada que compongo. Trabajar en esta canción es un paso muy largo para mí. No me siento del todo cómodo. Por ejemplo, no he entrado a la cabina de grabación, por eso tengo a Chaeyoung en el edificio a las cuatro con cinco de la mañana. Solo tengo la mitad del coro, parte el estribillo y una idea abstracta de como quiero que el primer verso sea estructurado. No me he atrevido a escribir más sobre ella.
Tomo mis audífonos, me ayuda a pulir la pista mejor. Además de que Chaeyoung está claramente cansada, no quiero molestarla con tanto ruido si puedo evitarlo.
Someto "Oh My!" (título provisional, el signo de exclamación es obligatorio) a algunos ajustes mientras experimento con los sonidos. Decido añadir la voz de Chaeyoung a un sintetizador y toco acordes al azar en busca de la nota perfecta. La canción está bien. Como dije ya he pasado por sonidos similares, pero creo que, aun así, puedo agregarle algo más personal y hacerla resaltar, aunque sea un poco.
Tarareo melodías y encajo palabras al azar. "Vuelo en el cielo" Regreso la canción y repito varias ocasiones hasta que la frase queda donde la quiero. Tengo un micrófono al lado, no es nada elegante y no me servirá para usarla en la pista final, pero sí para no perder donde voy y no olvidarme de mis ideas. Avión, aves, alas, ángeles, Icarus... Tomo un plumón y comienzo a escribir en unas hojas sueltas de color rosa que estaban sobre mi escritorio. ¿Debería agregar un puente? Quizá una parte de rap o un solo de guitarra. Será muy dramático, tal vez un dance break, pero no para el sencillo de la radio, para la versión de video o del álbum, quizá así pueda presentarla en vivo. Puedo usar un traje blanco, fuegos artificiales. Me emociona esa idea. ¿Pero qué letras puedo usar? Debe ser feliz. Mi diario está abierto con la foto de Hyunjae y mis notas expuestas. Busco formas de decir lo que le dije ese día. Imagino que el tiempo no pasó y me encuentro ahí, frente a ella mientras ríe. Todo lo que pensé, todo lo que sentí, las promesas que quiero cumplir. Lo enamorado que estoy de ella, el cómo quiero ser una mejor persona para ella, porque se merece mi mejor versión. Las mariposas que vuelan en mi estómago cada que me abraza por la espalda y me dice que todo va a estar bien. Cuando besa mis labios y yo la acerco a mi pecho porque quiero que sienta como mi corazón late por ella.
Sonrío con tristeza. Podría volar al sol y derretir mis alas sí sé que voy a estar con ella.
Escucho como la puerta se abre y es Min Yoongi, uno de los productores de la empresa. Me iba a reunir con él hoy. Me sorprende que haya venido a esta hora de la madrugada, por lo general llega más tarde, cuando el sol ya está brillando.
—¿Qué hacen aquí? —el hombre de rostro pálido tiene ojeras bajo sus ojos y la irritación de quien fue despertado en contra de su voluntad. Si no lo conociera pensaría que está molesto de que estemos aquí.
Volteo un poco más a la izquierda y por la pequeña rejilla que hay en la ventana, noto que el sol ya está brillando. Observo el reloj en mi computador, son las ocho de la mañana. Me mantengo en mi silla confundido. Chaeyoung está dormida en el sofá, no sentí que se cambiara de lugar. Está profundamente dormida.
—Trabajo —Mi pena emergente me limitó a decir.
Le dije a Chaeyoung que esto no tardaría más de una hora y probablemente tiene una agenda que empieza pronto.
Me doy la vuelta como si no me importara. Pero mi corazón late mientras escucho la melodía en la que he trabajado. Yoongi se sienta al lado mío. Observa a Chaeyoung quien ahora cubre sus ojos con su antebrazo y el atisbo de una risa parece mostrarse en él.
—Muéstrame lo que tienes.
Le paso un par de auriculares, y le enseño la pista con la voz de la rubia ya procesada. Comienza a mover su cabeza al ritmo. Tiene un rostro serio que no dice lo que piensa. Llega el final, quita sus audífonos y me da unas palmadas en la espalda.
—Se te extrañaba, Kim. ¿Ya tienes letras?
—Solo ideas y aún quiero agregarle algo de guitarra, algo tranquilo. No acústica.
Toma la guitarra, desconecta los audífonos, ajusta el volumen y gira hacia donde está Chaeyoung.
—Despertémosla con un poco de rock.
Toca un riff de música surf y Chaeyoung sale disparada de su asiento.
—¡Miyeon lo hizo!
Min Yoongi suelta una carcajada y yo niego con la cabeza. Chaeyoung se da cuenta del culpable y lo mira con los ojos entrecerrados. Se acerca a él de forma dramática y violenta, como un oso apunto a atacar.
—Me lo debías—Yoongi pone un brazo de distancia para detenerla—. Por lo del pastel.
Chaeyoung se detiene y se pone roja. Veo como Yoongi sonríe victorioso. No estoy del todo seguro que se traen, pero está claro que hay una complicidad entre ellos. Chaeyoung voltea los ojos y se sienta de nuevo en el sofá.
—Ah, —mira su reloj—, ¿tan tarde es ya? —dice para sí misma—. ¿Hay algo más que necesites, Kim? Tengo que estar con las chicas a las 10.
—Si —dice Yoongi por mi—. Entra a la cabina y haz un complemento vocal para esto —Toca los acordes que había tocado con anterioridad en un rango más bajo y suave, ya ni siquiera parecía surf rock.
Fue claro porque quería darle a Chaeyoung la oportunidad de experimentar. Es algo que distingue a Yoongi, sabe que dos cabezas (en este caso tres) piensan mejor que una.
La mujer, acostumbrada a las mañas del pálido, nos observa con un puchero que buscaba en su mente lo que la de Yoongi visualizaba.
—Estoy lista —dijo Chaeyoung y el productor reprodujo a la música. La cantante hizo algo muy simple, una escalera musical con la vocal a y el gancho de la canción.
—Precioso. Ahora metete tú —me dijo y yo me negué.
—Aún no tengo nada.
—Vi tus notas —Me paralizo un instante al pensar que quizá leyó mi diario, pero señala las hojas rosa pastel donde escribía las canciones anteriormente y puede respirar. Me señalo el estudio de grabación donde estaba nuestra cantante, pero no quiero entrar.
—Estoy resfriado, quizá luego.
No me creyó, estoy seguro. Pero tampoco me dijo nada.
Chaeyoung graba unas cosas más, aunque la mayoría eran cosas que Yoongi pensaba nos podrían servir a futuro y unas cuantas para molestarla. Después de un rato, la rubia se tiene que ir, afirma que su mánager no sabía dónde estaba y según sus palabras, lo encontraba divertido. Se despide de mí y de Yoongi y le agradezco por su colaboración y ayuda.
—Vete por la sombra —le dice Yoongi cuando se aleja, y Chaeyoung se ríe como si no hubiese escuchado lo mismo de la boca de Yoongi cada que se despide de ella.
Yoongi y yo comenzamos a hablar de la posible letra. No soy muy explícito con la historia, pero le cuento las ideas que tengo. Él parece entender a lo que me refiero.
—Esa persona llega y tu reacción inicial es "oh my god". Aunque no creas en ningún dios porque solo la existencia del mismo podría justificar que ella exista. Como si llegara y...
—Como si su presencia iluminara toda la habitación. —dice y yo asiento—. Usualmente escriben de personas que nacen con ese carisma, pero tú sabes que, para ti, esa persona es... como lo único que resalta mientras todo lo demás está en desenfoque. Y aunque para el resto lo que ilumine sea ella con su belleza..., el aspecto físico, vaya, para ti lo que ilumina es su personalidad, los pucheros, las risas —Yoongi contabiliza con sus dedos mientras habla—. Las cosas pequeñas que la hacen ser ella, sus secretos y aspiraciones, sus miedos, lo que verdaderamente la vuelve un ser. Algo que no es tan obvio cuando conoces a alguien por primera vez, por ejemplo, pero que resalta en su aura. Lo que sabes que no se acabará con el tiempo como la belleza de la juventud.., sino más bien,.. su alma.
Escucho sus palabras y un par de ojos café se aparecen como un flash en mi cabeza en mi cabeza.
—Su insistencia para que seas mejor, aunque tú no sepas si eres capaz de mejorar.
—Exacto. Creo que esa es la chica de la canción.
Hyunjae era esa mujer. Creo que si pasara por mi puerta aún lo sería. Suspiro por lo bajo, y Min Yoongi se da cuenta. Él siempre se da cuenta.
—¿Por qué no escribimos un poco más sobre ella?
Estamos solos él y yo. Acerca el plumón sin dejar de ver al frente, pero hay calidez en su supuesta en diferencia. Dudo en tomarlo. Doy golpecitos al escritorio con mi dedo índice. No puedo dejar de pensar en ella, inunda mi cabeza como si las compuertas fueran recién abiertas. No puedo escribir nada, no ahora. No me siento capaz.
—Paso. Otro día.
—Namjoon —me mira y entre cierra los ojos, está por decir algo, pero en su lugar se detiene. Asiente con la cabeza y regresa al ordenador frente a él—. Deberías tomarte un descanso. Yo puedo seguir trabajando en la canción.
—Voy atrasado.
Quiere decir algo, probablemente "entonces ponte a trabajar", pero dice otra cosa en su lugar.
—No, vas bien. Hiciste mucho avance hoy —dice sin quitar la vista de la pantalla —. Vete a desayunar o algo, has estado desde muy temprano.
En realidad, nunca me fui. He estado aquí desde ayer. Debería ir a casa a bañarme o a dormir un poco.
La ropa que traigo puesta me molesta. Podría "robarme" mercancía de la tienda de regalos que está en el primer piso y bañarme en las duchas del gimnasio, no sería la primera vez que lo hiciera. (Aunque la mayoría haya sido por básicamente emergencias).
Mejor iré a casa. Lo siguiente en mi horario es hasta las tres de la tarde, me da tiempo de bañarme comer algo y quizá hasta dormir una siesta.
Le pido al chofer que me lleve a mi casa. A la vuelta de mi calle veo personas, parece un grupo de turistas o fanáticos tomando fotos a los alrededores. Por instinto, me agacho en mi asiento cubriendo mi rostro con la visera de mi gorra. No sé si están ahí porque vieron mi dirección en algún sitio dudoso de internet o en esos videos de YouTube que hacen recorridos por supuestas casas de famosos. La mayoría son falsos, solo casas bonitas que se encuentran, pero de todas formas he llegado a encontrar mi fachada en ellos. Cabe la posibilidad de que solo sean visitantes de provincia, o del extranjero, pero no me fío.
Entramos a mi cochera y uno de los guardias nos hace reverencia. Hasta que se cierran los portones, puedo salir del auto. Entro directo sin hacer mucho contacto con las personas a mi alrededor. Estoy tan acostumbrado a ellos que a veces es como si no existieran, pero están ahí, como una mancha en la visión que no puedo quitar. No son malos, se portan bien, solo hacen su trabajo, pero quisiera que no tuvieran que estar aquí.
Salgo de la ducha con solo la toalla puesta en mi cintura. Me miro en mi espejo de cuerpo completo y es imposible no examinarme de arriba abajo. Tal vez debería bajar algo de peso, la mandíbula se me marcaría más. Debo decirle a mi manager que haga citas para esta semana para faciales, necesito mantener mi tono uniforme, quizá debería inyectar ácido hialurónico en mis ojeras, la edad se comienza a notar. Me embarro todos los tónicos, sueros y cremas que mi esteticista me recomendó, uso el rodillo de jade violentamente como si eso fuera a matar mis líneas de expresión. Sonrío frente al espejo, más bien hago muecas, y noto como mi nariz parece ir hacia abajo cuando sonrío, un punto de bótox lo solucionaría, la mantendría bien recta, en mis comisuras tampoco me vendría mal. No me gusta ese cabello, necesito un retoque ya, oscurecerlo un tono o dos, la decoloración se ha puesto rara y se ve maltratado. Tengo que hacer más ejercicio, me vería mejor si estuviera más definido, pero sin subir de peso. Me pido a mí mismo detenerme. De otra forma me voy a pasar todo mi tiempo juzgando el espejo que nada me hizo. La báscula ni siquiera la volteo a ver. Está claro lo que me hace daño y no apuntaré el arma cargada a mi cabeza. Solo me acuesto en mis sábanas color índigo y trato de relajarme.
Cierro los ojos en busca de dormir, pero una melodía se cuela en mi cabeza. No es rosa, es naranja. No dejo de pensar en ella, aunque quiera pensar en algo más. Estoy cansado, pero no quiero que se me escape. Si me duermo no estoy seguro de que la recuerde al despertar. Bufo molesto y busco mi celular en el baño, en una nota de voz tarareo (muy desafinado) lo que está en mi cabeza, incluso agrego palabras al azar que podían quedar. Es una bomba de color naranja y verde con un tinte de azul. Me recuerda a alguien.
Y su recuerdo logra suplantar esa melodía persistente. No, la hace más fuerte. El sueño se me ha quitado. Tomo la guitarra eléctrica, una Gibson 350t que compré hace unos años en un guitar center en una de mis giras, ¿o la conseguí de otra forma? No recuerdo muy bien. Pero da igual. La conecto a un amplificador que estaba guardado en el closet, me aseguro de que esté afinada y comienzo a tocar.
Estoy sentado en el piso, con solo la toalla aún y mi cabello húmedo. El sonido vintage de la guitarra inunda la habitación. Resuena como el eco de un sueño vívido. Mis pensamientos que se solidifican en lo abstracto de la música.
Canto un poco, más que nada tarareo. Pienso en el verde intenso de esta canción y como se mezcla con el naranja cuando hago los cambios de notas. Puse la cámara de mi celular frente a mí (con cuidado de evitar cualquier accidente o filtración), no quiero olvidar una sola nota. Experimento con el posible tono, canto haciendo melodías que podrían quedar. Es lenta, es tranquila, pero tiene algo y no puedo evitar seguirla, tocarla, inundarme y perderme en ella. Quizá es el azul que la rodea cuando canto.
Estoy cuarenta minutos tocando, mis dedos y mi muñeca lo resienten, así como mi espalda encorvada. Decido detenerme y paro el video. No es mi obra magna, pero tiene potencial y a mí me gusta. No lo enviaré a nadie, quizá en un futuro pueda usarlo, pero por el momento es mío.
Solo mío.
Aún tengo unas cuantas horas libres, pero ya no puedo dormir. No tengo sueño. Debería hacer algo para aprovechar el poco tiempo que tengo en vez de gastarlo. Solo estoy aquí mientras se me escapa de las manos.
Tomo mi celular mientras bajo en mi lista de contactos, debe haber alguien en el mundo con quien quiera pasar mis horas. Le marco a Minhyung esperando que esté libre, no me contesta la primera vez, pero luego de unos minutos me regresa la llamada.
—Hey, Namjoon —suena agitado al teléfono, como si estuviera haciendo ejercicio.
—¿Interrumpo algo?
—¿Eh? No, no —Lo escucho exhalar fuerte—. Estoy en el trabajo, ¿qué pasó?
—Quería saber si estabas libre para comer juntos o algo.
—Uhm —hace una breve pausa—. Sí, sí. Podemos comer juntos. Te veo en mi casa en cuarenta minutos, ya salgo.
Él siempre ha sido muy puntual así que le pido a mi chofer que me lleve tan pronto como termino de cambiarme a un par de jeans, una playera blanca y los tenis más básicos de mi armario.
En mi celular hay una llamada perdida de mi mánager, pero decido ignorarlo. Y para evitar cualquier interrupción, pongo mi teléfono en modo avión con la opción de no molestar.
Curiosamente, duermo todo el camino al departamento de mi amigo. Se sienten como horas, pero solo fueron treinta minutos. Le pido al conductor que regrese por mí a las 2:30 y le doy libre las horas que estaré aquí.
Saludo al portero con la cabeza y subo hacia el cuarto piso, estando frente a la puerta doy golpecitos. Traigo en mi otra mano una botella de vino y me pregunto si alguna vez he venido a esta casa sin alcohol.
Los candados de la puerta son abiertos, suenan como tres y se me hace extraño que Minhyung los haya puesto todos si según mis cálculos tiene como 10 minutos desde que llegó.
—Qué bueno que llegaste antes porque me muero de... hambre.
—Nora.
—Namjoon —Su sonrisa desaparece y reaparece más grande cuando dice mi nombre—. Hola, pensé era Minhyung.
—Uh, no. Vine a comer con él, me dijo que lo viniera esta hora, ¿puedo?
—Oh, claro, perdón, adelante.
Me abre paso y se disculpa una vez más. Quito mis zapatos en la entrada y pongo la botella sobre la mesa y miro alrededor. Todo parece igual, excepto por una libreta de dibujo y un estuche de pinturas de viaje en el buró de la sala al lado de un libro que no reconozco. No me había percatado del aroma que inundaba la cocina. Era una mezcla de cerdo agridulce y granada. Algo poco común en la casa de Minhyung pues su dieta suele consistir de ramen y comida de afuera. Veo confundido hacia la pelirroja que me ve con un ceño similar. Usa un delantal color naranja quemado y una blusa blanca pegada de tirantes gruesos con un par de calcetas que no combinan.
Quería preguntar, pero no sabía cuál era la pregunta correcta o que respuestas quería saber.
—¿Está Minhyung? —Terminé por decir.
—No, me habló hace como veinte minutos, dijo que llegaría un poco más tarde porque... algo de su trabajo —dijo lo último en inglés con algo de duda mientras se acercaba a la estufa.
—Qué raro que no me habló a mi —Saco mi teléfono solo para darme cuenta de que tanto el no molestar como el modo avión están activados, y al apagarlos, me entran las notificaciones de las dos llamadas perdidas de Minhyung y un mensaje de texto.
MINHYUNG
Algo salió en el trabajo, llego más tarde. Espérame.
NAMJOON
Ya me voy.
MINHYUNG
¿?
Su mensaje llega muy rápido para alguien que está ocupado con el trabajo. Yo le contesto así de rápido.
NAMJOON
Estoy con Nora. Ya me voy
MINHYUNG
Hazle compañía, ya casi llego.
NAMJOON
No quiero hablar con ella.
¿Están viviendo juntos?
MINHYUNG
Pregúntale por el libro que está leyendo y ella acarreará toda la plática.
O métete al baño y di que tienes diarrea.
Envía emojis de un baño, un gas y un párrafo entero de caquitas, suficiente para apagar mi teléfono. Estoy por decirle a Nora que mejor llego otro día, pero su voz hablándome me quita la intención.
—¿Cómo has estado Namjoon? Ya no tuve oportunidad de hablar más contigo esa noche.
Obviamente se refiere a la noche de la fiesta hace unos días. Recuerdo de lo que hablamos. Mirando atrás, creo fue por la noche o el alcohol que me sentí tan valiente para abrirme de esa manera. Pero ahora, a plena luz del día y sin una gota de alcohol en mi sistema, esa valentía es inexistente.
Me limito a decirle que he estado bien, ocupado. No es una mentira.
Se quita el delantal y lo deja a un lado. Me siento en el taburete de la pequeña barra frente a Nora. La luz del sol entra fuerte por la ventana a mi derecha. Puedo tener una mejor vista de rostro a diferencia de esa noche.
Miro alrededor y pongo mi atención en el caballete de la esquina, no es muy grande, pero tampoco muy pequeño. Hay un par de lienzos nuevos en el suelo, pero no veo pinturas, pinceles o algún otro material para ellos alrededor.
Nora no comenta nada a pesar de que se da cuenta. Algo me dice que está avergonzada. No sé si es por cómo me evita la mirada, por cómo lleva todo el rato fingiendo que acomoda los alimentos en un contenedor. Parece alguien que está presente pero finge no estarlo.
—¿Estarás viviendo con Minhyung? —pregunto directamente.
Pienso que no tiene nada de malo que un par de amigos, hombre y mujer, vivan juntos, pero no dejaría de sorprenderme. No estoy del todo seguro si eso se puede lograr y mantenerse amigos. Además, ambos están solteros, ¿eso no daría más espacio para el romance y ese tipo de cosas? Ahí ya sería raro, no está bien vivir con tu pareja tan pronto en la relación, se le tiene que dar tiempo. No es algo sencillo. Y no está bien visto. Y, sobre todo, ¿no sería lo más raro del mundo que Minhyung me haya presentado a esta chica con el propósito de que yo saliera con ella y que terminaran juntos? No me molestaría, claro que no, incluso daría el discurso en su boda si él me lo pidiera y omitiría por completo esta parte porque haría el ambiente incómodo. Pero si hablaría de cómo no dejaba de preguntar de donde se habían conocido o porque eran tan amigos o una cosa así, y creo que cualquier cosa sobre esa fiesta sería omitida por completo.
Nora se da la vuelta.
—¿Qué te da esa impresión? —pregunta en vez de responder.
Me encojo de hombros: —Los libros, las pinturas... la comida.
—¿Quieres? Es cerdo. Tu presencia aquí explica por qué Min me preguntó si había hecho comida extra.
Por alguna razón busca molestarme. Me doy cuenta por su tono de voz y la sonrisilla. Una que no me doy cuenta que se me contagia.
Me levanto y me acerco a ella. Ella está de frente y yo ahora me estoy apoyando en la barra a un lado de su cuerpo. Me recargo un poco más hacia atrás para poder verla mejor.
—¿Por qué no respondes, señorita directa?
—Aprendí que te gusta hacer muchas preguntas sobre Minhyung y yo. Danos privacidad, por favor —dijo poniendo sus manos en su pecho.
La miro directamente, entrecierro los ojos pero Nora no se inmuta, no se intimida por mí. O eso creo, porque da un golpecito en mi pecho y toma los cubiertos que están en la barra. Se regresa a la estufa y encima de una cama de arroz, sirve una porción de cerdo y la salsa espesa. La pone frente a mí, le digo que no tengo hambre, pero mi estómago ruge como si fuera un león buscando asustar a su oponente en pelea.
Nora me mira desde abajo, toma el plato frente a mí y sirve más cerdo, más arroz y más ensalada de espinaca encima.
—Toma mi plato, si quieres también. No me gustaría que el animal que vive en tu estómago se escapara.
—Que tonta.
Salta una carcajada y se hace la ofendida casi inmediatamente después.
—Ya déjame en paz, chismoso.
—Yo no soy chismoso —me defiendo.
—Eres lo que le sigue. Seguro eres de los señores que escuchan un ruido afuera y se salen a barrer la calle.
Rio porque, aunque no soy así (todavía, por lo menos). Mi papá si era de esos señores. Estoy seguro de que todavía lo es. Jamás hacia quehaceres en el hogar, particularmente barrer era algo que consideraba cansado y no era nada bueno en ello, terminaba dejando caminos de polvo por donde pasaba la escoba. Él solía encargarse de otras cosas como arreglar tuberías, mantener la casa en buen estado, cambiar tejados. Cualquier trabajo manual era su especialidad. Sacar la basura tampoco le gustaba, aunque destapar baños no le daba asco, la basura era un terreno prohibido para él. A menos, claro, que los vecinos del 22B estuvieran discutiendo. En ese caso, él era un barrendero profesional y un esposo que saca toda la basura de la casa. Recuerdo que nos hablaba para que nosotros la recogiéramos por él y se la dejáramos en el pasillo de la casa y así el poder y venir por cada bolsa y tener más tiempo para escuchar el alboroto. Cuando mamá o mis hermanos le decían que no fuera entrometido, se hacía el ofendido y decía que solo intentaba ser un esposo ejemplar haciendo las tareas del hogar, era un discurso que preferíamos no escuchar así que solo hacíamos lo que nos pedía.
Extraño a mis papás.
Realmente extraño la familia que solíamos ser.
A veces me pregunto si lo arruiné todo.
—Prueba el cerdo —Me dice Nora sacándome del pasado. Le hago caso. Pruebo un bocado, está ligeramente salado. Pero es muy rico. Demasiado rico. Tomó otro trozo y no quiero dejar de comer —¿Qué le pusiste a esto?
Nora sonríe. Saca la sal de un gabinete y le pone más a su platillo. Seguido lo prueba.
—Me quedó bien. Genial —se auto aprueba y deja el plato en la mesa—. Solo tiene gochujang, miel y unas cuantas especies que me encontré por ahí y el cebollín. Ah, y granada. No fue tan difícil encontrarla como pensé.
—¿Cómo aprendiste a cocinar?
—Uhm... —se encoge de hombros y sonríe—. Creo que es algo que todos deberíamos saber.
—Pero no a todos se les da. Es como cualquier arte, todos podemos intentarlo, hacer manualidades para la familia y lo que sea, pero no todos podemos hacerlo bien.
—Creo que cocinar y hacer arte son cosas diferentes —dice.
—¿Lo es?
—Bueno, lo digo porque hay quienes consideran la cocina más como una ciencia que como un arte.
—¿Lo es?
—En cierto modo sí. Tienes materias primas que combinas para finalizar con un producto, que en la mayoría, por no decir en todas las ocasiones, es completamente diferente al original. Y en muchos si cambias la técnica puedes usar los mismos ingredientes pero haces otra cosa. Eso es ciencia para mí.
—Pero este cerdo, ¿utilizaste una receta escrita siguiéndola al pie de la letra, haciendo las mediciones exactas?
—Pues..., para casi todo, sí.
—Entonces no es ciencia. No fue algo exacto. Utilizaste tu instinto y tus sentidos hasta quedar satisfecha con el resultado. Es lo mismo que yo hago con la música y es lo mismo que tú seguro haces con la pintura.
Me mira, tiene un brillo en sus ojos, pero no se ve convencida por mí. Me sorprende, porque Nora es una artista, de acuerdo a lo que sé de ella, entonces, ¿no debería estar de acuerdo con ese argumento?
—Pero, eso no es más que experimentar, Kyle —sonríe al decir mi seudónimo y yo al escucharlo—. Y si no me equivoco, es el quinto... o cuarto... paso del método científico.
No puse suficiente atención en la secundaria para saber si es el cuarto o el quinto.
Solo se que quiero hablar, pero no sé qué decirle y ella continúa.
—Creo que la cocina es una ciencia... eso si la queremos definir. Pero no creo que haya necesidad de hacerlo. El arte y la ciencia siempre van de la mano.
Comienza a decir que las pinturas que ella utiliza tienen componentes químicos que las hacen tener la consistencia y que ella misma hace una especie de ciencia cuando está cambiando los diluyentes, por ejemplo, para tener un efecto específico, o que tiene que hacer cálculos cuando hace pinturas a escala. Apoyo mis brazos sobre la mesa y la veo andar de un lado a otro mientras explica, muy metida dentro de si lo que quiere decir.
Finalmente pone frente a mi y llega a su conclusión: —Creo ciencia es un medio para la creación. O no sé —se encoge de hombros.
Sonrió y se lo doy. Entonces le preguntó si aún cree que la cocina no tiene mucho que ver con el arte. Su opinión ahora ha cambiado.
—¿Entonces llegamos a un punto medio entre lo que ambos creíamos? —me pregunta.
—Creo que sí.
Lo siguiente que hago es preguntarle sobre el libro que está leyendo y es como si su cara estuvieran siendo iluminada por un farol industrial.
Minhyung tuvo razón, acarrea toda la conversación. Habla de lo que le gusta con pasión, incluso de las cosas que parecen pequeñas. Habla como solía yo hablar de la música, igual que yo solía emocionarme.
Nos pasamos al sofá donde ella estaba remetida en la esquina, con sus brazos cruzados. Nora es divertida. Noto como comienza a reírse con más facilidad cada que le hago un gesto o mueca. Por cada risa, cubre su mentón y labios con el cuello de su camisa. Yo solo la miro.
Nunca me había sentido tan tranquilo con una desconocida. Nuestras risas hacen eco en el departamento de mi amigo. Puedo escuchar mi corazón latir en mis oídos,
No quiero irme de aquí. Pero tengo que.
Me despido de ella. Nora asiente y creo que quiere decir algo que se guarda. Me acompaña a la puerta y me dice adiós con su mano. Camino por las escaleras y todo está quieto.
Tengo una sensación de incomodidad. Pero no sé porqué.
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