26 de DICIEMBRE
Hotel Four Seasons
Al entrar al lobby del hotel y acercarse a la recepción para avisarles de la cita que tenían con el jefe de cocina para el evento del 28, se metieron en el ascensor y subieron al piso correspondiente.
—Hoy no estás como una pollita mojada como ayer —sonrió girando su cabeza para mirarla.
—No y vos tampoco —rio también.
—¿Estoy más presentable?
—Bastante más —volvió a reírse.
Las puertas se abrieron y caminaron hacia el restaurante. Un encargado los recibió dándoles la bienvenida.
—El jefe los atenderá enseguida.
—Gracias —le dijeron ambos.
Un hombre de mediana edad se acercó a ellos para estrechar sus manos y conducirlos hacia una mesa en un cuarto separado del resto de comensales.
Se sentaron donde les dijo y esperaron a ser atendidos luego de que el jefe de cocineros les explicara cómo iba a ser el procedimiento de la degustación de los platos para el evento de fin de año.
De a poco fueron apareciendo aperitivos, entradas, platos salados, platos dulces, tortas, postres en copas, cócteles sin alcohol y con alcohol, los cuales mojaron los labios para sentir sus sabores e infinidad de más alimentos.
—¿Qué te gusta? —le preguntó a Jereth.
—Todo, todo lo que probé me pareció rico, ¿y a ti?
—Me gustó también. Pero de todo esto que probamos, tenemos que decidir qué se servirá.
—¿No puede ser todo?
—Habrá un par de tandas de baile y el sorteo de las habitaciones.
—Eso se podría hacer mientras cenan, ¿no te parece?
—Podría ser, el año pasado solo se sirvieron bebidas cuando fue el turno del sorteo.
—Ahora no estaría mal que aparte de las bebidas, les sirvan, aunque fuese uno o dos aperitivos —le dio su opinión—, con eso ya estarías implementando dos alimentos en un momento clave del evento.
—Bueno, en ese caso, hay que avisarle al jefe para que le expliquemos lo que querés.
—Me parece bien.
El responsable de los cocineros se reunió con ellos enseguida y comenzaron a decidir todo.
—Antes que nada, le dejo la lista de invitados, de ciento cincuenta personas, solo veinte no asistirán.
—Muy bien —respondió tomando el papel de la lista de invitados en sus manos—. Ahora, soy todo oídos —los miró.
—El señor Jelingold quisiera que todo lo que probamos se agregue en el evento, ¿puede ser posible?
—Se pueden agregar, el tema es, ¿en cuáles momentos y qué quisiera?
—Dos aperitivos junto con bebidas con y sin alcohol se sirvan en el sorteo, el resto se lo dejo a su parecer puesto que no sé mucho de estas cosas.
—Bien, ¿cuáles aperitivos y cuáles bebidas? —preguntó el jefe.
Jereth miró la carta del menú y le señaló dos platos y dos tipos de bebidas, una con alcohol y la otra sin este.
—Perfecto —comentó el jefe de cocineros y anotó en su agenda—. Durante el día realizaré un itinerario y se los enviaré por correo para que digan si les parece correcto o les gustaría cambiar algo.
—De acuerdo —le dijo el americano.
—Con su permiso, me retiro, les agradecemos como siempre por elegirnos cada año, pueden quedarse el tiempo que quieran, los dejaré con mi segundo al mando si necesitan algo más —les comunicó estrechando una vez más las manos.
—A usted como siempre —le dijo Morela con una sonrisa.
—Creo que ya sé dónde realizaremos la boda cuando nos casemos —Jereth alzó una ceja y clavó la vista en la chica.
—¿Casarnos? —Levantó las cejas quedándose incrédula.
—¿No te gustaría casarte en algún momento?
—Eh... —abrió más los ojos—, sí, en algún momento, no ahora. No tengo ni la visa laboral y ya me querés meter tu apellido —rio con nervios.
—Soy rápido cuando quiero —le guiñó un ojo.
—No me daba cuenta —se burló—. Ahora que estamos solos, me quedó algo que le dijiste al jefe de cocineros que no terminé de entender, ¿cómo que no sabés de qué poner en cada ocasión para que coman los invitados?
—Yo no me suelo encargar de eso, tenía a alguien bastante responsable para que me reemplazara en esas cosas. Por eso te pregunté quién iba a la degustación porque estaba creído que ibas tú.
—No, esas cosas se deben encargar los dueños de la compañía, no una asistente.
—Entiendo, bueno, ahora me tocó a mí, que, si bien no soy el dueño, soy el hijo de este.
—Chocolate por la noticia —le dijo y él frunció el ceño sin entenderla del todo—, es una expresión que usamos cuando alguien dice lo obvio, es como cuando alguien recalca lo que ya se sabe.
—Ah, comprendo.
La pareja se quedó un rato más charlando y luego se retiraron del hotel para caminar por las calles porteñas agarrados de la mano.
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¡Hola, pronto subiré más capítulos de la historia! Espero que les siga gustando 💜🦋🍁✨
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