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24 de DICIEMBRE

Casa de los Jelingold

Aquel día durante el mediodía Morela se presentó a la casa de sus suegros y Jereth para almorzar con ellos como cada año desde que había entrado a trabajar en la empresa «Sparkle». Quien la recibió había sido su novio que le regaló una sonrisa seguido de un beso en la boca que la joven correspondió entre risitas.

—¿No has traído contigo el bolso para vestirte aquí?

—No, apenas termino de comer me voy así venimos juntos a la noche.

—De acuerdo.

—Aparte creo que es demasiado tener que cambiarme en la casa de tus papás, siento que me aprovecho.

—No deberías porque mis padres sabían que posiblemente vendrías a vestirte aquí para quedarte durante todo el día y la noche.

—Ah, bueno, pero es mejor que no, por lo que ya sabes —rio y se acercó a los padres del hombre para saludarlos y luego entró a la cocina para darles un beso a Raquel y a Camila.

Dejó las bolsas de regalos debajo del árbol de Navidad y le dio un regalo a cada mujer.

Pronto se sentaron a almorzar y charlaron bastante.

—Jereth nos comentó sobre el 26 para que vayan ustedes a la degustación —le habló Cameron a Morela.

—Sí, le dije que capaz era mejor que fueran ustedes, pero me dijo que no había problema con que vaya yo con él.

—Y no lo hay —fue el turno de Kimberly—. Tranquila, es solo una degustación y a mí me vendrá bien descansar.

—Sí, algo me comentó, pero lo que menos quiero es que se enojen por ir yo cuando relativamente no me correspondería ir.

—Para nada, More —repitió la señora de la casa—. Creo que es momento para que comiences a ir con Jereth a estas citas.

—Bueno, en realidad, no lo pretendía.

—Lo sé, pero fue nuestro hijo quien lo decidió y nos parece correcto.

—Pero yo...

—Pero tú irás con él y asunto arreglado —contestó el hombre de la casa—, en serio, Morela, no pasa nada con que vayan ustedes, después de todo eres mi asistente y la única que conoce las cosas importantes de la empresa.

—Sí, eso es cierto, pero una cosa es la empresa y otra la degustación para la fiesta de fin de año.

—Para mí es lo mismo, tú te encargaste siempre de la lista de invitados, la idea del sorteo, entre otras cosas que eran necesarias. Ahora lo haces con nuestro hijo y lo vemos bien. Así que, no debes sentirte culpable o de otra manera. Nosotros no tenemos ningún inconveniente en que seas tú quien vayas con él, como dijo Kim, es momento para que vayan ustedes.

—¿Y si las cosas no funcionan? —cuestionó la chica porque sabía que podía confiar en ellos.

—¿Piensas librarte de mí? —preguntó entre risas Jereth.

—No, pero las cosas podrían no funcionar entre nosotros y sabés bien el porqué.

—Lo entiendo bien, pero te estás ahogando en un vaso de agua, Morela.

—Para vos es fácil.

Ante el rumbo que estaba teniendo la conversación, Kimberly decidió intervenir.

—Ya, no comiencen a discutir, por favor.

—Perdón —respondió la joven.

No pasó mucho tiempo en donde la argentina decidió regresar a su casa para luego volver.

La chica salió a la entrada junto con Jereth quien le habló para intentar arreglar el pequeño altercado que tuvieron.

—¿Por qué crees que lo nuestro no va a funcionar?

—Jereth yo estoy enganchada con vos, pero sé que vos no vas a quedarte acá.

—Parece que estabas haciendo otra cosa el día que te dije que regresaba antes del 6 de enero para instalarme acá, instalarme, ¿lo entiendes? No hacer seis meses en un lado y seis meses en el otro —expresó con firmeza—, no hasta que a ti no te den la visa. Cuando te la den, ya veremos.

—¿Y si nunca me la dan?

—Me dijiste una vez que la magia de la Navidad puede hacer todo, así que, creo en eso, y sé que te la darán en algún momento. No pienses más en cosas diferentes.

—Está bien, no pensaré más en eso. Nos vemos más tarde.

—Hasta dentro de unas horas —le dijo abrazándola por la cintura y besándola.

Morela se metió en el auto y emprendió el viaje a su casa.

🎄

Cena navideña en la casa de los Jelingold

La mesa estaba puesta, la mejor vajilla había sido sacada, el centro de mesa navideño era precioso, el mantel y sus servilletas de tela decían presente como cada Navidad, pero los invitados no eran siempre los mismos y aquella noche estaban sentados futuros familiares.

Las personas se encontraban por la mitad de la comida cuando Francisca tiró la pregunta que su hija quería evitar justamente en la cena.

—¿Qué pasa si a Morela no le dan la visa? ¿Lo de ustedes se rompe? Sé que no es un tema que se tiene que tocar ahora, pero sé por ella que dentro de una semana volvés a tu país y capaz que regresas antes de Reyes.

—En verdad no es un tema para hablarlo ahora.

—Yo creo que sí —acotó Kimberly—, creo que cuanto antes es mejor, para que todos estemos al tanto de todo, nadie se tiene porqué molestar con las cosas que se dirán, somos adultos como para manejar la situación como corresponde.

—Opino lo mismo —emitió la madre de la chica—. Miguel y yo necesitamos saber si esto no es solo un capricho, Jereth, es la primera vez que te conocemos, después de las cuatro anteriores veces que viniste acá, y necesitamos saber cuál es tu idea, porque me atrevo a decir que tanto tus papás como nosotros queremos lo mismo para ustedes.

—No puedo estar más de acuerdo con mi consuegra —repitió la señora de la casa.

—Hoy por la tarde le dije a Morela que trataría de regresar antes del 6 de enero para instalarme aquí, es decir, a vivir aquí hasta que a ella le entreguen la visa.

—¿Y si nunca se la dan? Porque pueden negársela, eso vos lo sabés, pueden no dársela.

—En ese caso, había pensado otra alternativa.

—¿Cuál? —Frunció el ceño la chica y lo miró.

—Casarnos.

—¿No hay otra alternativa?

—Hay otras maneras, siempre desde lo legal, pero si pido por parentesco o por amigo, es más complicado, aunque podría pedirla por trabajo.

—¿De qué manera?

—Podría pedir una visa laboral para que trabajes en la empresa que está allá, como ya trabajas en la sucursal de la sede, no creo que habría problema en pedir una visa H2B.

—Visto desde el modo laboral, sería más rápido, hijo —le respondió Cameron—, tiene una constancia de que es asistente del jefe y es más viable que la visa de prometida, porque primero debes hacer esa, tramitar la de prometida para casarte.

—Lo sé, visto y considerando, lo más probable es que te pida una visa laboral, con esa puedes quedarte durante tres años trabajando allí, con posibilidad de viajar a tu país cuando quieras.

—¿Y tengo que trabajar sí o sí allá? —El rostro de Morela cambió drásticamente ante semejante conclusión.

—Deberías trabajar allí para justificar tu residencia. Ya sé que es complicado y que la cita para la visa común te la darán de aquí a más de un año, la de prometida te la podrían dar de aquí a tres años también —la observó con atención intentando que lo que le decía no fuera una incomodidad para ella—, y la más rápida y la que tiene posibilidad de que puedas entrar sin tantos papeleos y espera, es la laboral que puedo pedir desde la empresa. Sin contar con que «Sparkle», tiene abierta la solicitud para empleados extranjeros.

—Pero tu papá se quedaría sin asistente y algo así implica no seguir viviendo con mis papás.

—Morela, ¿qué te dije antes? —Fue el turno de su madre hablar de nuevo.

—Lo sé, pero no puedo evitar pensarlo.

—No lo pensés, es así de fácil, te dije antes que tu papá y yo sabíamos que en algún momento tu jefe te iba a pedir que te fueras a Estados Unidos, lo mal que hicimos fue que nunca te insistimos para que te saques la visa —admitió Francisca—. Ahora las cosas cambiaron y me parece que lo más acertado es lo que te están diciendo padre e hijo, la visa laboral.

Miguel creyó que era tiempo de dar su opinión para que su hija dejara de pensar tanto.

—No des más vueltas, More. Ahora es el momento para esa decisión, sabés bien que soy de pocas palabras —le clavó la mirada en la suya hablándole con seriedad— y si te lo estoy diciendo es porque no hay otra forma y tampoco estoy disgustado por los cambios que vendrán. Haceme caso, acepta que te tramiten la visa laboral y el resto se verá más adelante, con esa visa vas a tener más posibilidades para que te otorguen algo más y Jereth podría tramitarte otra clase de visa, no sé, pero con intentarlo no perdés nada.

—¿Y ustedes?

—¿Nosotros qué, Morela? Ya tenemos la vida hecha, es tiempo que veas tu propia vida.

—No me estás dando muchas opciones, papá.

—No las tenés tampoco, More.

La chica se rio, pero luego intentó no llorar porque sentía que la situación la estaba superando, inspiró hondo y trató de calmarse mientras expulsaba el aire de a poco.

Fuegos artificiales se escucharon algo lejos de donde estaban marcando la medianoche del 24, para darle paso a la Navidad.

Cameron miró el reloj de su muñeca y alzó la copa.

—Feliz Navidad, familia.

Todos hicieron lo mismo y se saludaron. Morela apenas terminó de saludarse con los demás, se fue al jardín trasero donde estaba la pileta y se sentó en una de las reposeras. Necesitaba pensar todo lo que se había hablado en la cena. 


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¡Hola, pronto subiré más capítulos de la historia! Espero que les siga gustando 💜🦋🍁✨

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