2 de DICIEMBRE
Aeropuerto Internacional Ezeiza
Morela hacía dos horas que se había levantado por miedo a que se quedara dormida a pesar de que había puesto la alarma en su celular. Estaba en el aeropuerto desde hacía media hora atrás y vio en el panel digital que el vuelo estaba previsto para la hora estipulada.
Se pidió un capuchino y esperó para que saliera de la aduana. Cuando terminó se dirigió a la puerta de arribos y sacó el cartel con el nombre y el apellido del hijo de su jefe. El calor no estaba apretando en esos días y lo agradecía porque si algo tenía Buenos Aires era que cuando comenzaba el verdadero verano, era el fuego mismo. El aeropuerto como siempre estaba lleno de gente y el aire acondicionado ayudaba a climatizar el ambiente para que el lugar fuese agradable para todos.
Miró su reloj de pulsera y la aguja mayor se inclinó hacia la derecha, tocando en punto. En cualquier momento ya debía estar dirigiéndose a la puerta de arribos y ella con su mejor sonrisa y los lentes de sol en la cabeza lo esperaba con el cartel en las manos.
En el tumulto de gente apareció una cabeza con pelo negro que destacaba entre los pasajeros, por su altura más que nada y a medida que las personas se dispersaban el hombre se acercaba a ella.
Morela entreabrió los labios al quedarse sorprendida por su estatura y su camisa remangada mostrando unos brazos bastante trabajados por el gimnasio.
«¿Por qué el jefe tenía que pedirme que fuera a buscar a su hijo?»
—¿Eres la chofer?
—¿La chofer? —Unió las cejas—. No, soy la asistente principal de la empresa de tu papá. Me pidió que te viniera a buscar —le dijo ofreciéndole la mano como saludo—, soy Morela, un gusto.
—Jereth —miró la mano, pero no se la estrechó.
«Me dejó como una ridícula.»
—Me sorprende lo blanca que eres —afirmó con seriedad.
—¿C-cómo esperabas que sea? —quiso saber por simple curiosidad.
—Como todos los de tu nacionalidad.
La argentina no iba a entrar en su juego de nacionalidades y razas, y prefirió ignorar su comentario.
—¿Ya podemos irnos o necesitas comprar algo acá?
—No, no necesito comprar nada que me interese aquí.
—Bueno, entonces vamos.
Los dos caminaron hacia la salida y continuaron hacia el auto de la chica. Morela desactivó la alarma y levantó el baúl para que metiera la valija.
—Podés sentarte adelante —le respondió cuando vio que él ponía la maleta y un bolso y ella bajaba la puerta.
—No, prefiero usar el asiento trasero.
—Como quieras —no le dio importancia porque no pensaba volver a entrar a su juego de superioridad.
Los dos entraron, se pusieron el cinturón de seguridad y la joven manejó hasta la casa de los Jelingold en Palermo Chico.
Desde Ezeiza hasta la zona residencial les tomó casi dos horas, no solo por la distancia sino por el tráfico que había por ser horario pico ya que las personas iban a sus trabajos.
🎄
Palermo Chico
Cuando llegaron alrededor de las nueve y cuarto de la mañana, se bajaron del auto, Jereth fue recibido por sus padres quienes le dieron un fuerte abrazo, pero fue su madre quien lloró al verlo de nuevo y Morela quedó a un lado para no molestarlos.
—Te he extrañado mucho, querido —le acarició las mejillas regalándole una sonrisa.
—Yo también los extrañé a ustedes —le expresó dándole otro beso en la mejilla.
—Hola, querida —le contestó el jefe.
—Hola, señor Jelingold. Tardamos un poco por el tráfico.
—No te preocupes, el horario de 7 a 8 siempre es un lío.
—Cierto —rio un poco.
—¿Te quedas a desayunar con nosotros, More? —le preguntó la señora con una amable sonrisa.
—Tendría que estar yendo al trabajo.
—Te he dicho que podías tomarte el día. Desayuna con nosotros y luego te vas a la empresa.
—Bueno, está bien.
Aunque los padres del americano no se percataron del gesto, sí lo hizo Morela quien lo vio cómo revoleaba los ojos.
Todos entraron, pero con ayuda de la señora que tenían en la cocina y la joven pusieron la mesa mientras que Kimberly se sentaba con cuidado y con la ayuda de su bastón.
—Hoy te tocará sentarte al lado mío, querida —le pronunció la mujer.
—No pasa nada, tranquila. Es lógico.
Jereth alzó una ceja cuando escuchó con atención el pequeño diálogo que ambas mantenían, estaban hablando en español, pero no dijo nada al respecto de que él entendía y muy bien lo que se estaban diciendo. Ya tendría tiempo y momento para decirle a su padre que pusiera a raya a la empleada que se tomaba atribuciones que no le correspondían en lo absoluto. Y para ponerle más picante a la situación, decidió hablar en inglés, creyendo que Morela no estaría a la altura del idioma, por lo que preguntó sobre el tiempo que hacía en que trabajaba en la empresa.
«Te vas a comer los mocos, gringo.»
—I've been working at Sparkle for five years, since the company opened its doors, so I met your father on an interview and then I met your mother when I had to took her at the doctor for her rheumathism and that was five years ago too. So, company and parents were at the same time. (He estado trabajando en Sparkle durante cinco años, desde que la compañía abrió sus puertas, así que conocí a tu papá en una entrevista y luego a tu mamá cuando tuve que llevarla al médico por su reumatismo y eso fue hace cinco años atrás también. Por lo tanto, empresa y padres fueron al mismo tiempo.)
—Creo que te quedó claro que entiende inglés, ¿no Jereth? —Fue su madre quien se lo dijo.
—Muy claro.
El hombre la miró con atención, pero no dijo más nada, no iba a hablar de cosas personales delante de una extraña a la que sus padres le abrieron las puertas sin antes conocerla, pero sí volvió a meter la cuchara en el asunto de la mudanza.
—¿Cuándo piensan instalarse de nuevo en USA?
—Nunca. Ya te lo dijimos antes, no tenemos intenciones de volver a mudarnos, aquí estamos muy bien, el barrio es muy tranquilo y hacemos lo que queremos, tu madre tiene un jardín que disfruta y yo descanso cuando quiero y sin tener que estar pendiente por el trabajo, me tomo los días que quiero y los demás hacen lo mismo.
—¿Quién está a cargo cuando tú te ausentas? —Alzó una ceja sabiendo el nombre, pero sin querer mirarla.
—Morela, mi asistente principal, ella se encarga de todo y si surge algo me llama para pedirme permiso con lo que decida hacer.
—El país no tiene los recursos que tiene Estados Unidos y mi madre necesita un buen médico para que le trate su reuma.
—Te equivocas, tu madre tiene un buen tratamiento que lo está siguiendo con la supervisión del médico que teníamos en Estados Unidos, ambos médicos están en contacto permanente por el tratamiento del reuma.
—¿Crees que en Argentina no hay buenos médicos para mi problema? —cuestionó su madre—, estás hablando sin saber nada. El reuma nunca se me va a ir, está conmigo y el tratamiento está funcionando, no avanza o por lo menos lo están controlando.
—Jereth, no quiero discutir contigo de nuevo —comentó su padre—, esto lo hemos hablado miles de veces por videollamada, no nos vas a cambiar de opinión, no nos vamos a mudar, estamos muy bien aquí, no podemos viajar seguido por tu antojo y menos para que nos instalemos de nuevo en donde estábamos. Por eso, es mejor que te la pases bien hasta cuando decidas volver —Cameron le habló muy directo y sin vueltas.
El señor de la setentena no iba a hacer lo que su hijo le estaba pidiendo, no quería y no tenía motivos para regresar a su país, era una cuestión de vivir tranquilos, con calma y disfrutar.
Morela por su parte, terminó de desayunar y decidió llevar sus cosas a la cocina para lavarlas y retirarse de allí, por el simple hecho de que olía algo que no le gustaba, iba a presenciar una posible discusión que sabía bien no le correspondía ver y escuchar.
—Yo me voy a la empresa, gracias por el desayuno. —Saludó a ambos con un beso en la mejilla y Jereth frunció demasiado el ceño ante la osadía de la chica—. Hasta pronto, me alegró verla de nuevo señora.
—A mí también, tu linda carita siempre es una alegría verla.
—Gracias —se despidió con una sonrisa.
Cuando el hijo escuchó el motor del coche, le dijo unas cuantas cosas a su padre.
—¿No te parece que le estás dando demasiados atributos a una simple empleada?
—No es una simple empleada, es mi asistente principal y no tengo porqué darte explicaciones sobre lo que hago yo o tu madre con la chica. Es una muy buena persona y ayudó mucho a tu madre durante estos cinco años, ¿por qué? Porque de alguna manera se distrae con ella cuando no te ve a ti que vienes solamente una vez al año —se lo echó en cara con seriedad.
—Es raro que no me estés insistiendo de nuevo para quedarme a vivir en este país.
—No, querido, no te insistiré más, eres demasiado grande y tienes pelos en la zona íntima como para que te diga una vez más en que te instales aquí también. Tú ya sabes muy bien lo que tienes que hacer. Y, así como yo no voy a pedirte eso, tú tampoco nos pedirás que nos mudemos. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, después de Navidad o incluso puedes irte antes, ya no voy a decirte algo más al respecto —le contestó ya con mal humor y prefirió no hablarle más en el desayuno.
—Pienso quedarme hasta el 2 de enero, el 3 me regreso —les anunció y su padre solamente asintió con la cabeza, pero no pronunció palabra alguna.
—De acuerdo, cariño —le respondió su madre.
Los tres continuaron desayunando y una vez que terminaron, la cocinera levantó la vajilla y cada uno se retiró a su cuarto, no sin antes Jereth ayudó a su madre para que se recostara. Este se acostó en la cama y revisó su móvil usando el chip con la línea argentina que todavía tenía activada. Se fijó en el Instagram de la sucursal «Sparkle» y fue una vez más al perfil personal de Morela, no era la primera vez que la conocía, sí en persona, pero no por foto y decidió enviarle un mensaje de texto al número del trabajo ya que no tenía el personal para el público.
«Voy a pasar mañana por la empresa»
«De acuerdo, ¿y por qué me lo decís a mí?»
«Qué rápido has respondido, ¿estás trabajando o estás holgazaneando?»
«No voy a responderte. No voy a caer en tu juego. Por favor, si necesitas hablar con tu papá, mandale un mensaje a él y no a mí. Chau»
Jereth entrecerró los ojos cuando leyó lo último que le había escrito, iba a dejar la conversación hasta ahí, mañana cuando se verían de nuevo, no creía que fuese a querer perder el trabajo ante lo que tenía pensado hacerle.
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¡Hola, pronto habrá más de la historia!
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