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Capítulo 7| Olores

"Quien olvida la historia está condenado a repetirla"

—Jorge Santayana

Llevábamos aproximadamente 4 horas buscando en toda la casa el origen de ese olor tan nauseabundo.

Toda la casa olía a podrido y gracias a eso, Leonardo se levantó en la madrugada sin importarle andar en calzoncillos–argumentando que somos técnicamente hermanos y que no debería haber problema–para buscar si algún animal se había muerto o si la basura no había sido sacada el día correspondiente.

—Meli...creo que te podriste

Intercambiamos miradas por unos cuantos segundos hasta que ambos rompimos en una sonora carcajada, por comentarios tan estúpidos como ese, sabia que Leonardo no era cualquier chico y que había tenido la buena suerte de haberlo conocido.

—Ya hablando enserio...¿que huele tan mal?

Diablos, mientras los minutos pasaban, el olor se sentia cada vez más fuerte–En verdad pareciese que alguien se había podrido– y por más que buscábamos no dábamos con algo en si.

—Mira esto

Caminó hacia su habitación y regresó con unos zapatos puestos, no dijo nada y entró a mi habitación.
Lo seguí y observé que su mirada se mantenia fija en el armario. Sentí un poco de nervios ya que allí había encontrado la carta de ayer en la noche.

—Viene de aquí...¿tienes comida podrida adentro?

—No, no soy como tu que guardo comida hasta en los zapatos–Le dije dándole un leve empujón en su hombro. Lo estaba provocando.

Su mirada se dirigió a su hombro en donde segundos antes había estado mi mano y luego sonrió–dejando ver su lado arrogante–para darme el mismo leve empujón en el hombro que yo.

—Me empujaste–Dijo Leo poniéndose recto frente a mi.
Sabía lo que venía, nuestras típicas peleas de actuación.

—Te empuje, harás algo al respecto o te quedarás ahí aparentando ser una pared por lo plano que estas....y no Leonardo, no es un halago a tu abdomen.

—¿¡Que si haré algo!? Pero por supuesto que lo haré, estoy harto de que en esta relación siempre seas tu la que manda, yo soy un macho sensible y solo te aprovechas de eso.

Me mordi el labio inferior para no soltar una carcajada y arruinar su perfecta–en realidad pésima–actuacion de un novio maltratado.

—¿¡Estas terminando conmigo!? Tantos años juntos...yo te amo Leonardo...por favor...¡hazlo por nuestro hijo!

Dramatice colocando una de mis manos sobre mi pecho haciendo indicio de que iba a soltarme a llorar

—No Melissa...estoy viendo a otra persona, ella me ama y me prepara el desayuno, no como tu que te despiertas al rededor de las dos de la tarde.—Dijo Leonardo en tono de reproche

—¡De acuerdo! ¡Vete! ¡Olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta!

Nos miramos por unos segundos, ambos aun en nuestro papel; no faltó mucho para que ambos comenzaramos a reír por nuestras ocurrencias. Ambos nos entendíamos tan bien que la mayoría de veces no necesitábamos palabras ya que una simple mirada era suficiente.

—¿Con que macho sensible eh?–Dije relajando un poco mi respiración para hablar bien. Vi como Leonardo trato de excusarse pero no sirvió de nada ya que volvió a soltar otra carcajada. Su rostro estaba completamente rojo–ya que era algo blanquito–al igual que sus orejas.

—Ya ya–Dijo recargando una de sus manos en la puerta del armario y soltando un suspiro de cansancio por tanto reír.—Me alegra oír que no haz pedido tu gran dote en la actuación mi querida Meli.

—Lo mismo digo "Macho pecho peludo depilado con cera"—dije citando una de las típicas frases que decia cuando aún estudiábamos juntos. Debo decir que aún extrañaba esos días, en los que la preocupación era entrehar los trabajos a tiempo y no saber quién es el próximo muerto.

—Yo jamás pierdo nada—le guiñe un ojo tirando mi cabello hacia atrás con intención de mostrar una apariencia arrogante y déspota.

—La dignidad si—dijo con una leve risilla cruzando sus brazos—La perdiste cuando le dijiste a Fernando que te gustaba y el te contesto que eras su mejor amiga.

—Uy perdón, ¿lo dice el que regreso con la misma chica como 7 veces?

—Oye...eso es otra cosa—dijo en un mal intento de excusa. Según el, la chica iba a cambiar–en mi opinión no creo que una chica que ya te engaño una vez y tiene historial de chicos sea alguien que cambia–y solo por eso le dio tantas oportunidades.

Leonardo era tan lindo con ella que a veces me daban ganas de ir con esa chica y goloearla en la cabeza para que reaccionara y valorara al buen chico que tenia frente a ella. Pero claro, al chico de buen corazón le toca la chica más regalada del salón.

—Cierto, lo mio fue un acto de valentía...el tuyo fue un acto de ingenuidad y estupidez.

—Cabe aclarar...que si, que tienes razón—Sonrio inocentemente

—¡Hasta tu hermano mayor la odiaba! No puedo creer que esa fea mujer daño el corazoncito de mi niño—Dije mientras me limpiaba una lágrima imaginaria

—¡Ya lo se! ¡Pero estaba bonita!—alce una ceja y negué lentamente a manera de desacuerdo. Este chico ya no hallaba la manera de seguir justificándose a él y la actitud de la chica.

—Ya, mejor ayúdame a checar que es lo que huele tan mal y que según tu, viene de mi armario

—No es "Según yo"–dijo haciendo comillas con sus dedos y abrió el armario.—¿Sabes? No me sorprendería encontrar a un elefante aquí, ¡tienes todo hecho un chiquero!–Comenzo a revolver toda la ropa buscando el origen del olor.

—Tu no me ayudas a limpiar así que no digas nada–Observo como saca una playera manchada de sangre seguido de unos calcetines y pantalones al igual manchados.—¿Pero que rayos es eso? Dios santo...huele demasiado fuerte.

—Eso te lo debo preguntar yo, Melissa, ¿Por qué hay prendas tuyas de ropa empapadas de sangre? ¿Pasó algo que no me hayas contado?

Dios mio, supongo que el se estaba imaginando lo peor con esa cara de asco y pánico, no era nada común encontrar prendas bañadas en sangre en el armario de tu mejor amiga.

Y como siempre supe. Era claro que no tardaría mucho en descubrir que le ocultaba algo, nos conocemos lo suficiente como para intentar hacerlo.

—Deja eso allí, primero te–¡Leonardo mira!—Grite escandalizada por lo que estaba viendo. Una par de ojos sobresalían del montón de ropa que aún estaba en el armario–tambien ensangrentada–me apresure y metí mis manos allí para retirar la ropa manchada para observar mejor lo que había debajo de ella.

—¡Melissa! ¡No veas eso!

Se acercó rápidamente a mi y me tapó los ojos, pero por lastima, no había sido lo suficientemente rápido. La imagen había quedado grabada en mi mente.

A pesar de que había pasado mas de un año sin ver a Marco, era claro que era el. El mismo lunar sobre la ceja izquierda y la misma cicatriz sobre la quijada. Mis lágrimas de miedo y escepticismo no tardaron en salir, mojando las manos de Leonardo que aún se encontraban sobre mis ojos.

—Piensa en otra cosa, en todo menos en esto Melissa, tranquila hermanita, yo te cuidaré, aquí estoy—le dio la vuelta a mi cuerpo, fundiendonos en un abrazo.

Trataba. Enserio trataba de no pensar en lo que vi, trataba de no recordar como estaba tendida entre la ropa la cabeza de Marco de la cual la sangre escurría, su lengua se encontraba fuera y tenia una tonalidad morada. Sus ojos daban una mirada pérdida y su piel estaba demasiado fría. Como la de un muerto. Sobre la frente tenia un papel pegado que decia.

"Siempre pude cumplir con matarlo, mejor tarde que nunca"

—H-Hay que llamar a la policia—Dije aun sollozando y pegandome más a él buscando refugio en sus brazos. Solo lo tenia a él en este momento y no necesitaba a nadie mas.

—Primero necesito que te tranquilices, yo los llamaré, ven vamos

Me cargo y me llevo a la habitación en donde siempre se quedaba para después dejarme acostada en su cama.

—Descansa, yo llamaré a la policia, pedire que no te hagan preguntas ni nada por el estilo, lo importante ahorita es que tu estés bien, más tarde hablaremos sobre lo que me ocultas.

Se dio la vuelta dispuesto a irse, pero la verdad era que quería que se quedara, no me quería sentir vilnerable nuevamente al estar sola.

—Quedate...llama a la policia desde aquí, por favor no te vayas...

—Yo...de acuerdo, llamaré desde aquí.

Se sentó en la orilla de la cama tecleando el numero de la tarjeta que nos había dado el oficial cuando estuve en el hospital.

Aún estaba resignada a la realidad. No podía creer que la cabeza de una persona que conocía, estuviera en mi armario como si fuera algo de todos los días. La imagen de eso era tan perturbadora que ya había sido sumada a la lista de cosas que no me dejan dormir.

—Melissa estas temblando

Mire mis manos y efectivamente, estaba temblando del miedo. Sentía como si estuviera en otra dimensión y lo que está pasando es solo producto se mi imaginación y unas cuantas gotas de alcohol.

—Tengo miedo

Admiti por primera vez en voz alta. Necesitaba que alguien me dijera que todo estaba bien, que las cosas no habían sucedido y que todo había sido solo una simple pesadilla.
Pero la realidad era otra. La muerte del chico era real, la muerte de la chica del cafe también era real y la cabeza de Marco en mi armario también era real. Todo era real, las muertes, la sangre, la carta, las llamadas, él era real.

—¿Por que a mi? ¿No pudo fijarse en alguien más? Hay tantas personas y justo a mí me toco vivir este infierno.

—Tranquila, superaremos esto juntos, somos un equipo ¿Recuerdas? Los mejores amigos están en las buenas y en las malas. —se recostó a mi lado y me sonrio para darme a entender que estaba conmigo.

Sonreí sintiendo mi cuerpo relajarse al escuchar sus palabras. No estaba sola, lo tenia a él.

—Lo encontraremos Melissa, encontraremos a ese idiota y lo haremos pagar por cada cosa que nos hizo. Porque si, lo que te hace a ti, también me lo hace a mi. Él es el que se tendrá que cuidar.

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