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Capítulo 12 | Padres

"A veces es necesario llorar"

Me removí en la camilla estirando poco a poco mis dedos, piernas, brazos, todo. Estaba muy incomoda y adolorida, seguramente por el tiempo que llevaba recostada. Entre abrí mis ojos tratando de acostumbrarme a la iluminación de la habitación.

Una vez que me sentí menos incomoda que hace algunos minutos, me senté en la camilla aún tratando de adaptarme a la luz. No logré mantenerme en esa posición durante mucho tiempo ya que un fuerte mareo seguido de un dolor punzante en mi nuca, provocaron que me recostara de inmediato quedando en la posición inicial, con los ojos cerrados y boca arriba.

-¡Ah! Demonios Melissa...

Contuve la respiración durante unos segundos al escuchar el grito de una persona que definitivamente no se encontraba a una gran distancia de mi. Supuse que el dueño de ese grito era Leonardo así que preferí ignorar intento fallido de grito varonil.

El aroma a farmaceuticos que todo hospital tiene, comenzó a invadir mis fosas nasales, era una mezcla de olor a latez y de esa medicina transparente que te dan cuando eres chico, recordar eso solo me provocó asco y ganas de vomitar. Sentí un poco de picazon en mi cabeza pero pensé que si me rascaba mis dedos terminarían manchados de sangre. Algo exagerado, lo sé.

-¡Mamá! ¡Melissa despertó!

Callate, por favor, callate.

Es lo que pensé cuando lo escuché gritar nuevamente. Esta vez en ves de sentarme de golpe en la camilla, solo traté de relajarme y adaptarme a la dureza de la especie de colchón en el que estaba recostada.

-Mel, abre los ojos, despierta, despierta

Sentí como una mano fría sobre mi brazo derecho me movía un poco. Leonardo llegaba a ser un poco imprudente a veces.

-Leonardo...callate.

Fueron las primeras palabras que dije desde que desperté. Mi garganta había dolido un poco al pronunciarlas ya que mi garganta se encontraba un poco reseca.

-¿Leonardo? Soy Chris mensa.

Me tense inmediatamente. No creía que Leonardo fuera capaz de jugarme una bromatan pesada haciendose pasar por Chris pero aún así-para eliminar mis sospechas- abrí poco a poco mis ojos con mi vista hacia la persona que se encontraba a lado de mi.

Las palabras quedaron en ni garganta y se enredaron unas con otras en el momento en que lo vi. Sentí como mi corazón se aceleraba poco a poco y una sonrisa llena de felicidad y sorpresa se plasmaba en mi rostro. Era Chris. Mi hermano mayor por tan solo tres años.

-¿En verdad estás aquí?

Susurre más para mí misma que como una pregunta hacia a el. No lo había visto desde que se fue a vivir con mi madre después de que se graduara. También me habían ofrecido el irme con ellos e iniciar la universidad en Madrid-que es a donde mi madre y Chris se irían- pero no quise aceptar. Quise iniciar la universidad aquí, en el mismo pueblo en donde había crecido y formado lazos tan fuertes con muchas personas, tampoco había estado dispuesta a abandonar a Leonardo aquí e irme a Madrid. No me imagino una vida sin el.

-Si hermanita, aquí estoy.

Sonrió mostrando unos pequeños hoyuelos. Se le notaba más morenito que antes y gracias a la cercanía en la que nos encontrábamos, pude apreciar que en vez de la carcasa de siempre, ahora usaba lentes de contacto.

-¡Hija!

Dirigí mi vista hacia la puerta al escuchar ese grito y juro que sentí que mi corazón podría salirse de mi pecho en cual quier segundo. Mi madre entró a la habitación lo más rápido posible, hizo a un lado a Chris quién lo vio con mala cara y se situó frente a mi.

-Mamá...¿Qué hacen todos aquí? ¿Cuándo llegaron?

En vez de obtener una respuesta a mis preguntas, los brazos de mi mamá me rodearon de manera cuidadosa, antes de reaccionar escuché el llanto cerca de mi oído y sentí su cuerpo temblar un poco gracias a los sollozos.

-Perdón nena, disculpame por no haber estado aquí para protegerte...mi niña pero mira que te han hecho...-dijo separándose un poco de mi dirigiéndome una mirada de culpabilidad, tristeza y preocupación.

Mi corazón se encogió al escuchar sus palabras. Ella no tenia que disculparse, no podía estar aquí por cuestiones de trabajo y fui yo quién decidió quedarse. Me dolía verla llorar, me traía muy malos recuerdos y no quería que mi madre derramara una sola lagrima más que no fuera de felicidad. Mi madre se merece todo lo bueno como para que por mi culpa esté llorando.

-Mamita...te extrañe mucho-No pude evitar que las lagrimas que llevaba aguantando salieran a flote después de decir eso. No sabía el por qué estaba aquí ni cómo se habían enterado de mi situación pero sea a como sea lo importante es que estaban aquí, justo ahora cuando más necesitaba un abrazo de mi madre. Porque uno siempre lo necesita, uno siempre necesita el consejo, el cariño y el amor de una madre.

-¿Podemos pasar?

Observé detrás de mi madre y pude ver en el marco de la puerta a los padres de leonardo.

-Tia Gaby...-sonreí de lado al verla.

-Amiga...-mi mamá se levantó y abrazo a la mamá de Leonardo, si quizás no eran mejores amigas, se llevaban muy bien gracias a la fuerte amistad que manteniamos Leo y yo.

-¿Cómo estás Melissa? Supe lo que sucedió-dijo con una mueca de preocupación-Antes de que preguntes, Daiana ya nos contó más o menos lo sucedido pero aún falta tu testimonio...¿sabes quién te hizo esto?

Me senté nuevamente en la camilla ya sin sentir el mareo de la primera vez.

-Mentiría si le digo exactamente que sucedió, ahorita solo son recuerdos borrosos, no se bien que sucedió. Trato de recordar pero estoy segura de que si le digo algo ahorita, estaré omitiendo detalles y esos son los más importantes.

Hasta ahorita solo recordaba una pelea, gritos, miedo y al final, nada. Seguro en unas horas estando fuera de este ambiente de hospital vaya recordando mejor.

-Habrá que trabajar en eso entonces, te ayudare en todo, debo agradecerte por tomarte el riesgo de llevar ese celular a la comisaria. De no ser por ti mi hijo aún estaría en la cárcel.

Frunci el ceño notablemente confundida.

-¿Llevar el celular a la comisaría?

No recordaba eso, solo sabia de una discusión por el celular de leonardo pero en ningún momento alcancé a llegar a la comisaría y entregar el celular. Algo andaba mal.

-Si hija-escuché a mi madre mientras tomabami mano.-Gracias a que entregaste el celular se demostró la inocencia de Leonardo y pudo estar libre.

No borré mi gesto de confusión. Esto solo me estaba confundiendo aún más.

-Entonces, si hoy o ayer-dije ya que no sabia cuanto llevaba dormida- fui a entregar el celular a la comisaría, ¿en qué momento me golpearon?

Mi madre imitó mi gesto y me observó igual o más confundida que yo.

-Mel...llevas dos días dormida. No sabemos en qué momento te golpearon porque nadie estuvo contigo, nadie te vio ni nada.

Miré en shock a mi hermano que fue quién dijo eso. ¿Dos días dormida? Era demasiado.

-¿Y Daiana?

Ella podría confirmar si cuando me atacaron llevaba aún el celular de Leonardo o bien si ya lo había entregado e iba de regreso a mi departamento.

-Tuvo que regresar, sus padres no le permitieron seguir quedándose ya que su seguridad estaba en riesgo

Explicó mi madre tomando asiento junto a mi hermano.

Mi cabeza estaba iniciando a doler de nuevo. Ni siquiera se había despedido de mi, nada. Tampoco esperó a que despertara para decirme algo, solo se había ido, tal y como la primera vez.

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