Ú N I C O
Cepillaba sus dientes sin nada de delicadeza mientras estaba bajo el chorro de la ducha, al tener la boca abierta la espuma rebalsaba, bajando lentamente por su barbilla, ardiendo en las lastimaduras que tenía.
Sinceramente eso era lo que menos le importaba en ese momento, su mente estaba perdida, en otro lugar, imaginando un escenario mejor que ese, un escenario con él.
La espuma bajaba lentamente por su cuerpo, recién se dio cuenta de lo fuerte que se estaba cepillando cuando vio los hilos de sangre en esta, dio un paso hacia atrás y se dejó estar completamente bajo el agua. Tiro su cabeza para atrás para llenar su boca de agua, limpiando los restos de pasta dental.
Tenía cada recuerdo grabado en su mente, cada segundo, lo recordaba perfectamente. Era algo tan inocente, no entendía porque todos se asqueaban.
Camino y tomo el bote de shampoo, dándole vuelta para que cayera el contenido en su mano mientras apretaba un poco de más. Vio la gran cantidad del líquido cayendo de su palma y ensuciando el piso, pero le dio igual, simplemente aplasto su mano en su cabeza comenzando a masajear ahora con ambas, relajándose.
Volvió a recordarlo, sentía ese conocido dolor en su pecho siempre que lo hacía, pero simplemente lo ignoro y siguió masajeando. Debía quedar lo más limpio posible, hoy sería una noche importante y no podía estar con cualquier pinta.
Sonrió al recordar la noche de hoy, en verdad sería importante, al menos para él lo seria, la estuvo esperando mucho tiempo con ansias.
Esa noche vendría él... Él y su prometida. Sonrió aún más grande, siguió masajeando su cabello con lentitud manteniendo sus ojos cerrados, sintiendo como la gran cantidad de espuma que este tenía bajaba por entre el puente de su nariz.
Volvió a posicionarse bajo el agua y soltó un suspiro, comenzó a recordar, sonriendo mientras alcanzaba una esponja para comenzar a tallar su cuerpo.
Estaba nervioso, él siempre lo ponía nervioso, no podía evitarlo, no controlaba su corazón cuando estaba cerca suyo.
Ambos estaban acostados en su cama, él estaba leyendo en su celular sobre algo que no le importaba, lo único que le realmente le importaba era ver su hermoso tan concentrado en el texto. Tenía tantas ganas de acercársele aún más, por más que estaban casi pegados sentía que no era suficiente.
Acerco su rostro lentamente al de él, haciendo que sus labios chocasen rápidamente, viendo como él se quedaba quieto y con los ojos muy abiertos.
Soltó una pequeña risa y volvió a su posición de antes mientras sonreía, estaba mal, lo sabía, pero no podía evitar el calor en su pecho cada que lo hacía.
No entendía, si estaba tan mal como ellos decían, ¿Por qué se sentía tan correcto?
Sonrió aun debajo de la ducha, alcanzo la botella de acondicionador, vertiendo una gran cantidad en su cabeza, volviendo a masajear.
Seguía sin entenderlo, si estaba mal debía sentirse mal, ¿no? Como robar o matar, nunca lo había hecho, pero, ¿eso también se sentía igual de bien que besarlo a él? Quizás la gente que lo hacía se sentía igual, sin entender por qué se sentía tan bien y volviendo a hacerlo para ver si se sentía igual, si en algún momento esa sensación tan satisfactoria abandonaba su cuerpo y por fin llegaba ese malestar del que tanto hablaban.
Pánico. Eso era lo único que sentía en ese momento, pánico. Pánico de todas esas miradas posadas sobre los dos, pánico de todos esos pares de ojos que los habían descubierto, pánico.
Abrió los ojos desmesuradamente cuando sintió como era empujado por él, viendo cómo se alejaba mientras negaba.
- ¿¡Que crees que estás haciendo!? ¡Aléjate!
No podía creerlo, ¿Qué le pasaba? ¿Por qué se alejaba así? ¿Acaso ya no lo quería como siempre lo había dicho?
- ¡Eso es lo que te ganas por juntarte con una marica, seguro que ahora tú también estas contagiado! - Escucho el grito de una de las chicas que los habían descubierto.
- ¡Yo no soy marica! - Otra vez él gritando.
No entendía, intento acercarse de nuevo y sintió como una palma impactaba contra su mejilla, tirándolo al piso gracias al shock del momento, viendo como él volvía a alejársele.
- ¡Que te alejes! ¡No me toques!
Sentía las lágrimas bajar por sus mejillas, tenía la cabeza gacha aun en el piso, estaba tan confundido, su pecho dolía, solo quería tirarse a los brazos de él y que lo abrazara, pero eso ya no era posible, lo estaba alejando, lo estaba rechazando.
- S-seok-.
- ¡Cállate! ¡No me hables! ¡No quiero volver a verte!
Para ese momento la presión en su pecho era insoportable, escucho las risas de las niñas que los habían descubierto, sentía como él corría y salía del lugar, como todos se iban y lo dejaban ahí, solo, roto.
No aguanto más y rompió en llanto mientras abrazaba sus piernas, dolía, él se había ido, lo había dejado.
Volvió a recordar ese momento, eso sí que se había sentido mal, pero lo único que se había sentido mal era lo que debería sentirse bien, ¿Acaso vivía en una realidad distinta donde todo era al revés? Él se estaba alejando, debería sentirse bien.
Él sabía lo que era bueno y lo que era malo, él se había salvado, él en este momento estaba bien, feliz, con su novia, él había hecho lo correcto, pero no podía evitar el dolor al sentir el recuerdo tan vivido.
Cerro el chorro del agua y salió de la ducha, secando su rostro con una de las toallas que había preparado.
Se miro al espejo y sonrió, las grandes orejas decoraban su rostro en contraste con sus ojos rojos, estaba pálido, más de lo normal, sus labios ya no tenían color. Las gotas de agua caían sobre sus hombros, sacudió la cabeza y encendió la canilla para que la bañera empezara a llenarse, volviendo frente al espejo para peinar su cabello aun mojado.
Cuando creyó que estaba lo suficientemente guapo para esa noche se metió en la bañera, cerrando la canilla y acostándose, relajando su cuerpo con el agua caliente.
Cerro los ojos, comenzando a recordar otra vez, recordaba los mensajes que recibió después de eso, los gritos de su madre y los golpes que recibió de parte de su padre. Recordó cómo fue verlo con esa chica, tomados de la mano y besándose, tal como lo hacía con él, solo que con la diferencia de que con ella podía hacerlo a plena luz del día y nadie diría nada, con él debía estar encerrado, con miedo a que alguien se entere. Sonrió, algo forzado, pero sonrió.
Estiro su mano y alcanzo el pequeño pedazo de metal de entre todo lo que había traído, acercándolo a sí.
Si lo había dejado ahora él también tenía derecho de hacerlo, ¿no? Movió el pedazo de metal en su mano, viendo como reflejaba el foco de luz. Alzo su otra mano, dejando al descubierto su muñeca.
No quería dejarlo, por más que él lo había hecho antes, lo seguía amando, por más que estuviera mal, él era dueño de su corazón y no podía evitarlo.
Paso la cuchilla por su muñeca, justo donde estaba su vena. Sonrió y suspiro, mierda, se sentía tan bien dejar ir todo el dolor que no lo pensó otra vez, volviendo a pasar el metal, haciendo un nuevo corte.
Repitió ese proceso varias veces, sus manos temblaban mientras veía el líquido carmesí bajar por su brazo y teñir el agua antes transparente.
Su vista empezó a nublarse, todo a su alrededor empezó a ser confuso, sentía golpes cada vez más fuertes en la puerta del baño, pero parecía que todo ruido empezaba a ser sordo para sus odios, sus párpados habían comenzado a pesar y ya no tuvo fuerza para seguir pasando la cuchilla, sus brazos cayendo a sus costados, salpicando un poco el agua roja.
Sus ojos terminaron de cerrarse cuando ya no tuvo más fuerza, volviendo a recordarlo por última vez.
Su último pensamiento fue para él.
💔
¡Hola! ¿Cómo están?
Mientras escribía esto comencé a discutir con mi esposa sobre si era acondicionador o enjuague, me trató de loca y me di cuenta que toda mi vida viví engañada, ¿Alguien más le dice así?
En fin, espero que les haya gustado y perdón por los errores que pueda llegar a tener.
Besos virtuales.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro