(Relato creado para el concurso #MicroPuerta de la plataforma Sweek)

Estaba rodeada por una blancura que parecía no tener fin. No se distinguían paredes ni techo ni piso, sin embargo, se sentía atrapada.

No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero desde que se despertó en ese sitio extraño, no había cesado en su búsqueda: tenía que encontrar la puerta para escapar de ese lugar.

Aquel día por fin la divisó: brillaba, abierta de par en par. La alegría la embargó y con las escasas fuerzas que le quedaban corrió hacia ella, feliz; por fin volvería a ver a su mamá.

Cuando estuvo cerca, se percató de que ella no la esperaba del otro lado. Había otra cosa, no supo qué. Quiso regresar, pero fue demasiado tarde: la luz que emanaba de la abertura la envolvió y la arrastró, obligándola a cruzar hacia lo desconocido.

Junto a la cama del hospital, su madre le acaricia el cabello. Había aceptado que su pequeña ya no despertaría. Aquel día finalmente la había dejado ir.