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Capítulo 27

—¡No puedo creer que me forzarán a ponerme este traje! —Se quejó Valeria, haciendo una mueca con los ojos cerrados.

—No se te ve tan mal, Val... —Celeste trataba de aguantar las risas, detrás de la palma de su mano que le cubría la boca—. Te ves... Igual a Subaru... O algo así.

—¡Pero no es justo! —Replicó una vez más—. ¿Por qué tengo que disfrazarme de vampira con una peluca albina?

—Porque tu cabello es un completo desorden, M Neko-chan —aseguró Kou, cepillando la peluca de la joven.

—Pero pudieron haberme conseguido un disfraz estilo victoriano... —Murmuró.

—¿Y gastar más dinero? Tuvimos que comprar más de diez trajes. Deja de quejarte, Bitch-chan 2.

—¿De qué te quejas, Val? No se ve tan feo... —sonrió Celeste, la cual portaba un disfraz de chica lobo—. Mínimo no estás como Azusa, que le compraron un traje de momia.

—Pero si eso ya parecía con las serpentinas de hace rato... —Valeria suspiró.

—¡Oh, vamos! Deja de quejarte por hoy; hazlo por Yui.

—¿Ella qué tendrá de disfraz? —Preguntó Valeria, girándose a ver a Kou, el cual la vio con el ceño fruncido.

—No te muevas mientras te acomoda la peluca, ¿sí? Luego se verá poco creíble —Kou giró la cabeza de la muchacha a la fuerza—. Ella tendrá el disfraz de Alicia.

—¿Alicia? —Dijeron a la vez ambas chicas.

—Sí, ya saben... Alicia en el país de las maravillas y todo eso —Laito se encogió de hombros—. Ya estás lista, Bitch-chan 3.

—¡Bravo! —Sonrió—. ¿Dónde hay un espejo? Quiero ver el traje completo... Gracias, Laito. —Dijo cuando el vampiro le mostró el lugar donde se encontraba un espejo— ¡Qué lindo!

—¿Verdad? Logré hacer que las orejas falsas se cubrieran un poco con tu cabello real, provocando verlas creíbles... ¡Ahora sí pareces una Bitch-chan!

—¡Laito! —Celeste se quejó, con una mueca.

—¿Ves a lo que me refiero, Celeste? A veces cansan los apodos... —Valeria dijo.

—No lo digo por eso... —Negó—. Lo digo por la forma en la que lo dijo.

—¿Qué? Es verdad... Si no fuera porque sales con mi hermano ahora yo ya hubiera...

—¡Laito! —Dijeron a la vez las otras tres personas.

—¿¡Qué!?

—¡Deja de ser un pervertido! —Valeria le lanzó un cepillo.

—¡Hey! Cálmate, Bitch-chan 2. Solo bromeaba...

—Deberías de controlarte si sabes cómo se pone —Kou rió—. ¡Ya estás lista, M Neko-chan!

—Gracias, supongo... —Murmuró Valeria.

—¿¡Y con él no te enojas!?

—Él es un Mukami, Laito —Celeste se burló antes de salir de la habitación con su amiga.

—Eso es crueldad... —murmura el joven castaño, acomodándose el traje de policía.

—No te quejes, luego las invocas. —Kou rodó los ojos; su traje de gato lo hacía ver tierno ante los ojos de cualquier chica.

Ambas amigas fueron bajan los escalones para llegar a la planta baja, donde sería la fiesta. Una iba más alegre que la otra, saltando de dos en dos los escalones; su sonrisa no quería borrársele de la cara.

—¿Por qué estás tan sonriente?

—¡Yui hoy cumple los dieciocho! Eso quiere decir que será mayor... Así no me sentiré extraña por juntarme con menores. Al menos Ayato ya ha cumplido esa edad...

—Pensé que tenía diecisiete —Valeria dijo, confusa.

—¿Cómo crees? —Celeste rodó los ojos—. Los ha cumplido en marzo.

—Oh... Todavía no llegábamos, ¿cierto?

—¡Sí! Ahora faltas tú de cumplir los dieciocho.

—Por lo menos tengo la misma edad que mi novio ahora... —Ríe nerviosa—. Me sentía extraña siendo la mayor...

La cara de felicidad de Celeste se esfumó en ese instante.

—¿Pasa algo, Celeste? —Quiso saber Valeria, casi al instante.

—¿Qué pasará después de esto, Val? —Preguntó la joven, preocupada—. Hemos venido con el propósito de llevarnos a Yui y festejar su último cumpleaños aquí... ¿Ahora qué?

—¿A qué te refieres?

—Llevamos muy poco tiempo aquí, y hemos terminado saliendo con dos de los hermanos Sakamaki —Celeste explicó—. ¿Qué haremos ahora? ¿Nos iremos y haremos como si no hubiese pasado nada? No podemos dejar esto así.

Valeria tragó saliva por la expresión que hizo su amiga. Se veía completamente afligida, realmente preocupada y triste... Ella tenía razón, no podían dejar eso así. Podían irse y no volver, olvidarse de los problemas que tuvieron... Pero, la única verdad era que se encariñaron con esos problemas, con esos errores que cometieron. Se enamoraron de cierto chico cada una, y no podía acabar solo porque sí.

Los pensamientos egoístas seguían queriendo nublar la cabeza de Valeria; cubriéndola de sombras, al querer alejar a sus amigas de las tinieblas que cubrían a esos vampiros... Dolería si se alejaban como si nada, pero no podía permitir correr un riesgo.

¨La realización de riesgos se le conoce como locura también, ¿sabes?¨ Recordó las palabras de Elizabeth, una monja del convento donde había estado la mayor parte de su vida ¨Deberías dejar de preocuparte tanto por los demás, y preocúpate por ti, ¿sí? Comete la mayor locura que nunca imaginaste¨.

Ella no quería alejarse de Subaru, y estaba segura de que Celeste de Ayato tampoco. Crearon una historia, juntos. Una historia llena de embrollos y estupideces cometidos por todos. Nuevos sentimientos recorrieron los corazones de las cuatro personas.

¨Comete la mayor locura que nunca imaginaste¨

—¿Quieres saber qué haremos después de esto? —Valeria sonrió, orgullosa.

Celeste asintió con la cabeza, no del todo segura.

—Nos quedaremos aquí. Con ellos.

—¿¡En serio!? No creo que Reiji lo apruebe...

—Yo me haré cargo de eso, tú tranquila.

¿Y se hizo cargo? ¡Claro que lo hizo! Pero esa es otra historia que después se contará.

—¿Entonces estás de acuerdo que me quede con Ayato?

—Lo odio con todo mi corazón —Valeria admitió—. Es molesto, engreído, arrogante, egoísta, egocéntrico, narcisista... Pero, si a ti te hace feliz estar con él, no puedo hacer nada.

—¡Gracias! —Abrazó a su amiga—. Nunca se sabe qué reacción harás en estas situaciones, Val. Te pareces a Kanato...

Con una mueca de disgusto, Valeria agradeció antes de separarse de ella.

—Harás que se me caiga la peluca, Celeste —la joven siguió bajando los escalones uno por uno.

Acompañada por una gran sonrisa, Celeste dio un brinco en su lugar antes de seguir a su amiga.

—¿Tendremos que convertirnos en vampiros después de esto? —Preguntó la chica de cabello rizado.

—Yo qué sé, ya veremos qué hace Yui. Confiaré en ella esta vez.

***

El timbre de la mansión Mukami se oyó.

—¡Yo abro, yo abro! —Dijo Valeria, corriendo a la puerta—. ¡Quítate, Ayato!

—¡Hey! —Reclamó el vampiro, una vez ya en el suelo.

Sin hacerle caso, Valeria acudió a abrir la puerta.

—¡Chicas! —Sonrió la joven.

—¡Val! —Gritó una joven.

Llamada tras llamada, carta tras carta, Valeria logró convencer a sus amigas que vinieran para festejar el cumpleaños de Yui.

—Así que esta era la gran sorpresa, Teddy... —Dijo Kanato, frunciendo el ceño—. Más novias.

—¡No, idiota! —Replicó Val—. Ellas son amigas del convento, vienen a festejar a Yui... Como ven, ya tienen sus disfraces.

Reiji se acomodó las gafas, molesto.

—¿Me dirás en dónde meteremos a tanta chica?

—Oh, tranquilo —la joven se burla—. Los Mukami nos han dicho que pueden quedarse aquí, ¿no es así, Ruki?

Sonriendo de forma descuidada, el vampiro asintió hacia la chica.

—¿Lo ves?

—¿Estos son los vampiros que dijiste? —Murmuró Mei, una de las chicas.

—¡Sí que son guapos! —Admitió otra joven.

—¡Niñas! —Gritó Celeste, corriendo desde la cocina.

—¡Celeste!

Valeria logró apartarse de la multitud antes de que la pisotearan.

—Vaya cuidado ponen... —Murmuró la joven.

—Aquí estabas —Subaru la tomó de los hombros, provocando que soltará un respingo a causa del susto.

—¡Dios mío! Te dije que no hicieras eso otra vez, maldito vampiro de cuarta —se quejó.

—¿Cómo me dijiste? —Subaru alzó una ceja, sonriendo de forma malvada.

—Uy... —Murmuró Valeria. El traje de demonio que traía en ése momento lo hacía ver intimidante—. ¿Debería correr ahora?

Subaru asintió.

¨Mierda, mierda, mierda¨.

***

Faltaban pocos minutos para que Yui, Shu y Yuma regresaran a la mansión.

—¡Recojan ese cartel! —Gritó Celeste—. Mei, deja de hablar con Laito y ayuda... ¡Por Dios, Haruka! Deja de comerte con la mirada a Reiji... ¡Ni siquiera tiene trasero!

—¿Estás segura de que vienen de un convento? —Murmuró Subaru, en el oído de Valeria.

—Están locas. ¿Qué querías? ¿A alguien normal como yo? No, querido. Eso no es posible.

-Lo que no es posible es que tú seas normal... —Dijo riendo.

-Gracias. Es un bello cumplido... Ahora, ¿ya me dejas ir? —Desde que Subaru logró atrapar a la joven, la había dejado encerrada entre sus brazos.

Subaru negó.

—¡Oh, vamos! Necesito ayudar.

—¿Y?

—Que, si no te quitas, te haré comer ajo.

—Eso no mata o espanta a los vampiros y lo sabes...

—Pero a ti no te gusta el ajo —se burló antes de lograr salir de ahí—. Adiós, adiós.

Llegando al lado de su amiga, Valeria ayudó a dar las órdenes.

—¡Ayato, pon ese platillo sobre la otra mesa! ¡Todo debe estar perfecto! —Dijo.

—¡Ya vienen! —Gritó Kou, el cual estaba cerca de la ventana.

-¡Quítate de la maldita ventana, Kou! —Gritó Valeria—. ¡Reiji, Ruki, apaguen las luces!

Como dijo Kou, Yui con los otros dos vampiros ya habían llegado, y no tardaron en aparecer frente a la puerta.

—Ugh... —Fue lo primero que lograron oír los invitados, que estaban ya escondidos—. ¿Por qué está todo tan oscuro?

Se oyeron ciertas palabras provenientes de Shu, el cual estaba molesto. Yuma encendió la luz, dejando ver toda la preparación.

—¡SORPRESA! —Gritaron unos.

—¡FELICIDADES, YUI! —Gritaron otros.

—¡YA ERES MAYOR, BITCH-CHAN! —Gritó Laito—. ¡YA PUEDO HACER ALGO!

—¡Laito! —Gritaron a la vez las chicas.

¨Y lo tuvo que echar a perder... ¨Pensó Yuma.

—¿Cómo? —Fue lo único que logró pronunciar Yui.

—¿Qué te pareció, Yui? —Dijo Celeste, saltando a un lado de ella.

—¿Cómo lograron hacer esto? —Fue su respuesta.

—Con un poco de ayuda por parte de todos los hermanos... —Valeria sonrió, provocando que Yui la viese raro—. Lo sé, yo tampoco imaginé haber dicho eso...

—¡Ya eres mayor, Yui! —Mei la abrazó por detrás.

—¡Chicas!

—¡Yui!

—¿Siempre... se... saludan... así... las... humanas? —Preguntó Azusa a Valeria, la cual se encogió de hombros.

—Supongo que sí... ¿Cómo hacen ustedes los chicos? —Dijo.

Azusa hizo una mueca, parecida a una sonrisa.

—Hola...

—Hola. —Rió la joven. 

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