Faltando pocos minutos para que regresaran los hermanos con Yui, y Valeria había despertado ya.

—¡Dios mío! —reaccionó en un murmuro, al ver la hora—. Ya casi es hora de les llame... ¿Dónde demonios está mi estúpida pantufla?

Tratando de no chocar contra algo, Valeria salió de su habitación lo más rápido posible, evitando así que Celeste se diera cuenta de su ausencia.

Bajando de dos en dos los escalones, se dirigió hacia el pasillo principal, que daba hacia el gran salón, donde se encontraba el único teléfono de esa mansión.

—Gran casa y mucho dinero... Sí, claro... ¡Pareciera como si no tuvieran para un teléfono más! —se quejaba Valeria mientras caminaba hacia el teléfono.

El teléfono estaba a unos cuantos metros frente a ella cuando la puerta se abrió, provocando que cerrara los ojos en forma de molestia.

¨¡Pudieron haber llegado unos minutos después!¨ les gritó en su mente. ¨¿Cómo quieren que haga la sorpresa, sino me dejan hacer nada?¨

Con sigilo, Valeria se dirigió de puntillas hacia las escaleras, tratando de evitar a todos los hermanos y a Yui.

—Casi se dan cuenta... —suspiró mientras se dejaba caer en un diván que se encontraba en planta alta de la casa.

Suspiró nuevamente, esta vez con más cansancio.

Había pasado todas esas horas tratando de dormir profundamente, pero simplemente no podía. El crujir de la madera; las respiraciones pesadas de Celeste; las ramas de los árboles chocando contra la ventana... ¡Todo lograba despertarla!

—Mínimo evité las preguntas... —pensó en voz alta antes de soltar una pequeña risa—. ¡Quién sabe lo que les habría respondido!

Cuando iba de regreso a su habitación, minutos después, una voz a sus espaldas hizo que diera un respingo.

—¡Dios mío! —Gritó antes de golpear al chico—. Nunca vuelvas hacer eso, gran idiota. Me diste un susto.

Subaru sonrió.

—Va.

—Va.

***

Momentos más tarde, ambos integrantes de la pareja se dirigieron hacia la cocina; pues, con permiso de Reiji, habían decidido hacer una tarta.

¿Por qué? Porque la chica quería.

¿Él por qué aceptó? Porque ella se ponía insoportable cuando no se hacía lo que quería.

—¡Hey! —Replicó la castaña—. ¡Te he dicho que el glaseado era por la derecha, y lo hiciste a la izquierda!

Subaru chasqueó la lengua.

—¿Qué tiene de malo que lo hiciera así? —quiso saber.

Valeria pensó un rato, y luego un rato más..., y luego otro.

Subaru se burló en su interior.

La chica refunfuñó antes de volver hacia los pequeños adornos que estaba haciendo para la cubierta del postre que estaban preparando.

—Solamente no manches mucho, luego tendremos que recoger todo... —agregó para guardar silencio.

Subaru había aprovechado aquél momento para observarla detenidamente. Su ceño estaba fruncido por no poder poner bien un adorno, provocando que él rodase los ojos.

¨No quiero saber cuando tenga hijos... Pobres niños¨ Al pensar aquello, Subaru no pudo contener el sonroso de sus mejillas, a causa de la vergüenza.

¿Pero en qué estaba pensando en ése momento?

—Idiota... —murmuró para sí mismo.

—¡Qué lindo cumplido! —Valeria sonríe a un lado suyo con la charola de adornos en sus manos.

—No, no. No lo decía hacia a ti...

—Lo sé —se sentó en un lugar junto a él antes de iniciar a colocar los pequeños dulces.

—¿Para qué es la tarta? —Subaru dijo.

—Para comer, ¿tú qué creías?

El albino no dijo nada, solamente la miró.

—Por nada en especial —ríe la chica—. Solamente quería hacer algo... ¿Por qué?

Subaru suspiró.

—Por nada —el inmortal sonrió un momento antes de observar el pastel.

—Mañana es tu cumpleaños, ¿no es así?

Subaru asintió con la cabeza. Odiaba su cumpleaños.

—Yui me lo ha dicho —Valeria vio la tarta completa—. Y ya te tengo un regalo... Bueno, no es uno comprado; pues nunca salimos de aquí —rió, nerviosa—, pero Celeste me ayudó a hacerlo.

El albino volvió a asentir con la cabeza.

—¡PERO QUE BIEN HUELE! —Se oyó suspirar a Celeste mientras entraba a la cocina junto con Yui—. ¡Sabía que eras tú la que estaba haciendo algo!... ¡Huele delicioso!

Yui hizo un puchero con la cara.

—También pudo ser Yui, pero ella estaba conmigo... —agregó la chica de cabello rizado, provocando que Valeria riera. 

—Estaba aburrida.

Con ayuda del inmortal, llevó consigo los platos y tazones que utilizaron para la preparación del postre.

—¿Podemos agarrar un pedazo? ¿Sí? ¡Muy bien! —Celeste cogió el platillo antes de jalar a su amiga de la mangar—. ¡Corre, Yui, corre!

Subaru abrió la boca para decir algo.

—En un momento regresan, tranquilo —Val suspiró—. ¿Puedes poner el tazón en su lugar? Ya lo he lavado... Gracias.

Valeria había intentado actuar normal toda la mañana junto a Subaru, pero seguía teniendo el temor de que él la encontrase en algún momento, y pensará que lo estaba traicionando. Con solamente pensar eso, el corazón de la muchacha daba un ligero vuelco dentro de sí... ¡Qué mala suerte tendría en aquél momento!

¨Todos somos monstruos en el interior, ¿no?¨ recordó ¨En dado caso, yo también soy un monstruo, ¿no lo crees?¨

—¿Estás bien? —Subaru le llamó.

—¿Qué? Oh, sí... Estoy muy bien, ¿por qué? —siguió lavando los platos.

—Tenías la mirada perdida...

—Oh, nada importante... Sólo pensaba —la joven desvió la mirada al instante—. Guarda estos platos también, ¿va? Necesito un poco de aire.

Con el ceño fruncido por la confusión, Subaru hizo lo que Valeria le había dicho.

¨¿Le pasará algo?¨ Se cuestionó el albino una vez hecha su labor.