Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14

En cuanto Kneisha pisó la tierra de ese mundo, pudo apreciar lo diferente que era del suyo. Lo notaba en todo lo que la rodeaba: en los árboles inmensos, en la vegetación y en las tremendas estrellas que se divisaban a duras penas entre las copas de los árboles. Pero no solo eso, también sentía la magia y la energía. No era como en su mundo, donde le costaba sentirlo. Allí estaba en todas partes, casi se podía ver en forma de destellos dorados y plateados en el aire. Se respiraba magia por todas partes. Sintió cómo, casi inconscientemente, comenzaba a absorber parte de esa energía, almacenándola en los poros de su piel. Se sentía mejor, más fuerte, más sabia. Era un mundo totalmente distinto.

Se cambiaron de ropa, ya que sus atuendos podían parecer un poco extraños en ese lugar. Habían conseguido una especie de disfraces de campesinos de la Edad Media. Kneisha se miró a sí misma y al resto; todos lucían muy curiosos vestidos así. Los chicos llevaban camisas anchas que les llegaban hasta el medio muslo y unos pantalones elásticos tipo mallas que se ajustaban a sus piernas. Las chicas llevaban vestidos hasta las rodillas y adornaban sus cuellos con bonitos pañuelos.

Luego, miró a su alrededor. Habían aparecido en medio de unos arbustos. A lo lejos se oía el ruido de una aldea. Llegaban sonidos y luces que Kneisha supuso que provenían de una feria, a pesar de que ya estaba casi anocheciendo. Se dirigieron hacia allí. Cuando pisaron la primera calle, iluminada por un sistema de antorchas en las paredes de las casas cercanas, Kneisha pudo distinguir una catedral muy alta, tan alta que su cumbre se perdía entre las nubes. Kneisha nunca había visto nada parecido, nada tan alto. Estaba construida con una madera muy peculiar que solo había visto en otro lugar: en la casa de Ángel y Sarah. Se fijó y se dio cuenta de que casi todos los edificios importantes estaban hechos de ese material. Debía de ser muy común allí.

Nuevamente, Damon hacía de guía y el resto lo seguía. Kneisha se preguntaba si iban a pasar la noche en algún lugar, ya que estaba oscureciendo muy rápido. Siguieron caminando por la calle, que parecía la principal del pueblo, mientras los mercaderes, bufones y todo tipo de personajes recogían sus trastos después de un día intenso de trabajo. Nadie les prestaba demasiada atención. Kneisha observó que algunas personas hacían magia, concentrándose y haciendo que el agua limpiara el suelo por sí sola o apartando la arena que se interponía en su camino. Finalmente, llegaron a una casa que parecía importante. Era de dos pisos y estaba un poco ladeada, como si hubieran puesto uno encima de otro sin mucho cuidado. Aunque se mantenía en pie, tenía un aspecto bastante inestable y un pequeño terreno rodeado por una valla. Damon llamó a la puerta.

—¡Hijo! —una señora pelirroja dejó caer unas bolsas al suelo mientras corría a abrazar a Damon— ¡Estás aquí! ¡Estás aquí! ¡Estás vivo! ¡Damon está en casa! —gritó, mirando hacia arriba.

Toda la familia dejó lo que sea que estaban haciendo y bajó las escaleras para ver al miembro más lejano de la familia. Damon repartió abrazos y risas, parecía muy feliz. Los otros cuatro no podían creer lo que estaba ocurriendo; ni siquiera Ángel sabía que aquel era el pueblo de Damon. La familia les dio una cálida bienvenida, entre ellos estaban los padres de Damon, así como muchos primos y tíos. Cuando vieron a Kneisha, la madre de Damon, cuyo nombre era Alecia, dijo:

—Y esta debe de ser mi nieta —y se quedó mirándola, sujetándola orgullosa entre sus brazos, probablemente no tenía más nietos que ella—. Su madre sigue sin entrar en razón, ¿verdad?

Con esa última frase, todas las sospechas de Kneisha se confirmaron. Desde que había empezado toda esa locura, le había preguntado muchas veces a Damon sobre sus padres, pero él siempre le respondía con evasivas. Ella solo quería saber si habían desaparecido por algo relacionado con todos estos mundos.. Pero nunca obtenía respuestas. Era el misterio más grande de todos. Pero ahora sabía algo: su madre estaba al tanto de todo esto. Pero, ¿en qué tenía que entrar en razón? La cara que puso Damon dio a entender que no quería hablar de eso ahora.

—Vamos, vamos, adelante. Acomodaos —dijo el que debía ser el padre de Damon. 

La familia resultó ser muy acogedora; prepararon una gran cena, lo cual les llevó mucho esfuerzo. Repartieron las tareas entre todos: a Kneisha le tocó ayudar a poner las sillas junto con algunos de los primos de Damon. Iban a cenar fuera, en el patio. Hacía mucho que no se preocupaba por cosas tan mundanas como esas, y sentaba bien; parecían unas pequeñas vacaciones de la vida real.

—Háblanos de tu mundo —le pidió uno de los primos, cuyo nombre era Nathan.

—No hay mucho que contar... —empezó Kneisha, pero luego se dio cuenta de que sí, de que para ellos todo lo relacionado con su mundo debía de ser un auténtico misterio. 

Así que les habló de su mundo: les habló de la tecnología, de las ciudades, de la música, de los libros, de los centros comerciales, de los deportes y de un sinfín de cosas que, nunca se había dado cuenta, pero que hacían que su mundo fuera lo que era. Ellos parecían fascinados por la idea de que todo el mundo se pudiera comunicar rápidamente, de que las noticias volaran; en su mundo pasaban meses hasta que todo el mundo se enteraba de algo, y eso sucedía pocas veces.

En la cena, una especie de cerveza de sabor muy dulce corría por la mesa. Fue una celebración por todo lo alto; todos reían y hacían bromas. Comieron una carne de un animal parecido al cerdo muy común en esos bosques. Kneisha se sentía como en casa. Decidió, además, aprovechar la oportunidad que le brindaba estar sentada al lado de su abuela Alecia para saber más sobre su madre:

—¿Por qué Damon nunca habla de mamá? —le preguntó, esperando que la cerveza la hiciera hablar.

Alecia la miró con seriedad, y Kneisha empezó a dudar de si iba a conseguir sus ansiadas respuestas. Pero, al final, se relajó y contestó:

—Tu madre siempre envidió el destino de Damon, yo nunca pude entender por qué. Ella era guapa, mucho, la persona más bella que he visto nunca. Y muy poderosa en cuanto a la magia, la mejor hechicera que ha existido en mucho tiempo. Y no lo digo porque fuera mi hija —Kneisha se sorprendió; no había pensado en la magia hasta hacía unos meses, y ahora resultaba que su madre era una poderosa hechicera—. Pero el tiempo la cambió y cometió muchos errores. Precipitó los hechos, cosa que Damon nunca le perdonó, porque él perdió algo muy importante en su vida por su culpa —terminó de decir, mientras unas pequeñas lágrimas asomaban a sus ojos. Y se bebió de un trago el vaso que tenía delante. Kneisha no quería entristecerla más, así que dejó de preguntar.

Después de cenar y compartir risas y recuerdos, y después de poner al día a Damon sobre todo lo que había pasado en su ausencia, todos estaban muy cansados.

—¿A qué habéis venido? Tiene que haber una razón para que hayas vuelto a casa —observó el padre, llamado Alexander, rompiendo el ambiente relajado que reinaba. Parecía saber la respuesta y parecía preocupado por acertar. Kneisha no entendía por qué. Pero Damon sí: no quería perder a su hijo, ni tampoco a Kneisha, a la cual, aunque no conocía, la valoraba por ser su nieta.

—Buscamos la Profecía —todos los presentes parecieron saber a qué se refería Damon. También lo miraron con precaución. Kneisha tuvo la sensación de que un escalofrío general se propagaba. Se preguntó por qué. Aunque, por una vez, pudo ver en la cara del resto que no era la única que no se enteraba de nada—. Ya sabéis lo que ocurrió cuando era joven. Pero no volverá a pasar —su voz mostraba un dolor con el que nunca le habían visto hablar—. Ahora soy más fuerte, estoy mejor preparado. Y les tengo a ellos. Y tenemos que hacerlo, es la mejor pista que conozco, la única que sé por propia experiencia que lleva a algún lado.

Kneisha buscó las miradas de Michael y Sarah, abrazados en una esquina, y vio una interrogación en ellas. Lo mismo ocurrió cuando miró a Ángel. Ninguno sabía de qué estaba hablando Damon.

Les dieron cobijo esa noche, y así los cuatro pudieron averiguar más sobre esa familia. Alexander era el maestro constructor de la aldea; él había construido la mayor parte de los edificios de allí, excepto la catedral diseñada por uno de sus antepasados. Alecia era la curandera del pueblo. El resto de la familia se ganaba la vida comerciando con tela. La tintaban de un rojo fuerte, como la que se traía desde lugares lejanos, pero la vendían más barata, haciendo una pequeña fortuna. Así, eran una de las familias más importantes y pertenecían a la cofradía local. Kneisha estaba maravillada; era como haber retrocedido en el tiempo. Era vivir una de esas clases de Historia que tanto la aburrían, pero esto le resultaba claramente fascinante. Y lo mejor de todo era que esa era su familia también.

A la mañana siguiente, partieron hacia el bosque. La familia de Damon se despidió con abrazos y tristeza. Kneisha empezaba a pensar que eran un poco exagerados, o prefería pensar eso. Era mejor que el hecho de que las posibilidades de que no volvieran fueran tan altas como para provocar ese estado de ánimo.

En el camino, Kneisha se colocó al lado de Damon. Tenía muchas preguntas, como siempre. Damon la miró de reojo y sacudió la cabeza al mismo tiempo que empezaba a decir:

—Os voy a contar una historia, a todos —alzó la voz para que le oyeran el resto—. Nos puede servir como lección —se quedó pensativo unos segundos—. Cuando yo era joven, más joven que vosotros, me revelaron mi destino. Mis padres me dijeron que yo era el elegido para cuidar de vosotros, los verdaderos Elegidos, y que les tendría que guiar, enseñar y proteger con mi vida si fuera necesario.

>> Y me pusieron una entrenadora. Ella me enseñó todo lo que sé hoy en día. Era una experta en los cuatro mundos, pues a pesar de ser tan solo un poco mayor que yo, había viajado por todos ellos. Era una luchadora. Se llamaba Adrianna.

>> Pasaron los años, donde me enseñó a viajar a otros mundos, vimos todo tipo de cosas y cometimos un error. Uno solo. Enamorarnos.

>> Y bajamos la guardia. Y mi hermana Elisabeth, tu madre —dijo, mirando a Kneisha—, se aprovechó de ello. Estaba celosa por el protagonismo que yo tenía: ella también quería ser importante. Me engañó, a mí y a toda mi familia, y se fugó con tu padre, Evan. Pero esa es otra historia. El caso es que, al irse, se precipitaron los hechos, porque tú ibas a nacer de sus entrañas, un sabio del bosque me lo dijo, y yo aún no sabía nada de nada de la Profecía. Por fin, Elisabeth tenía el protagonismo que deseaba: iba a ser la madre de uno de los Elegidos para salvarnos a todos, nada más y nada menos.

>> Adrianna y yo partimos por este mismo camino que hoy pisamos, hasta llegar a la Cueva Sagrada. Allí hay que pasar una dura prueba, hay que enfrentarse a un ejército de Guerreros —a Kneisha se le erizó el vello de la nuca, solo de pensar en la joven pareja enfrentándose a un ejército como ese—. Sabíamos que probablemente solo los Elegidos podrían hacerlo, pero teníamos que intentarlo. Y no me puedo arrepentir más de haberlo hecho. Eran letales, implacables. Si yo estoy aquí, vivo, es porque Adrianna los distrajo, entregando su propia vida, para que yo sobreviviera. Porque yo era más importante —dijo esto con una amargura que a todos se les pusieron los pelos de punta—. Yo tenía que estar aquí, hoy, guiándoos hacia vuestro destino.

Después de eso, permanecieron en silencio. Ahora entendía el aire melancólico que a veces tenía Damon; había perdido al amor de su vida, la misma persona que le había enseñado todas las cosas que asombraban a Kneisha, la misma persona a la que se había referido en la aldea de los hakka. Deseó haberla podido conocer. También se moría de ganas de saber más sobre sus padres. Pero sabía que eso tendría que esperar. Cuando llegara el momento, se lo contarían. Sin embargo, la sola mención de ellos en su historia la había llenado de preguntas. No recordaba a su madre envidiosa, ni tampoco hubiera pensado nunca que se había fugado de joven. No se parecía en nada a la imagen que ella recordaba: la amable y bondadosa doctora de un hospital griego. Aunque podía ser todo mentira. Sus padres le habían contado que se habían conocido en la facultad de medicina, pero por lo que veía, eso no era cierto tampoco. Últimamente, descubría tantas cosas que ya dudaba de lo que era verdad y de lo que era mentira. Todo se entremezclaba en una especie de gris que la confundía. Pero era más fácil ignorarlo y seguir con su vida. Y eso hizo, apartó todas esas ideas de su mente y se concentró en caminar, en cada paso que daba. A mediodía llegaron a la cueva. Sin más dilación, porque, ¿de qué servía esperar?, Damon dijo:

—Preparaos. Llega la hora de la lucha —había estado taciturno todo el camino. Todo tipo de recuerdos le estaban llegando a la cabeza.

Nota de la autora:

¿Qué os ha parecido este primer mundo que hemos conocido? Aún queda algún capítulo más para explorarlo... y como este finde no voy a poder publicar porque estaré de viaje, os dejo hoy capítulo doble para compensar!!

PD: a alguien más se le parte el corazón con la historia de Damon y Adriana? :(

Crispy World

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro