ANA ROMINA IX
“Esos” a los que me refería, pues eran nada más y nada menos que los hijos ilegítimos de mi padre, esos hijos que tuvo con dos de sus concubinas, que aunque fue obligado a tenerlas en el palacio, el le prometió a mi madre que nunca estaría con ninguna de ellas, sin embargo los ministros de la corte no estuvieron de acuerdo y cuando su primera concubina pudo, drogo a mi padre y así fue como quedó embarazada, mi madre al enterarse, estaba dolida y no quiso verlo, sin embargo al enterarse que todo había sido un plan para que mi padre estuviera con su concubina, está lo perdono y siguieron con sus vidas.
Aunque su segunda concubina, no quiso nunca tener nada que ver con mi padre, pues era alguien que admiraba el gran amor que se tenían mis padres, y se vio obligada a ser concubina por su padre, pero los de la corte los presionaron a ambos para que tuvieran relaciones, sin embargo, como ambos se negaron, fueron encerrados en una habitación, no sin antes drogarlos y poner afrodisíacos en sus bebidas, ambos lucharon contra ese deseo pero terminaron perdiendo el control.
Elisa, que era el nombre de la segunda concubina de mi padre lloro desconsoladamente frente a mi madre, pues le pedía perdón una y otra vez, ella no quería ser vista como la primera concubina, pues si ella no llegará a ser amiga de la Reina, al menos no interferiría en la relación ni haría los deberes de una concubina. Sin embargo, ella y mi padre habían pasado la noche juntos, mi madre al enterarse la creyó igual que a la otra, pues pensaba que realmente podía llevarse bien con Elisa, incluso llegar hacer amigas, pero la termino traicionando, de igual modo mi madre se enteró de la verdad y aunque volvió con mi padre, ella ya no quería volver a pasar una noche más con él, y desde ese entonces mi padre y mi madre duermen en palacios diferentes, pues sin embargo, ambos se amaban pero para mi madre le era muy difícil volver a confiar en él, aún más, después de haberse enterado que Elisa estaba embarazada.
El tiempo paso y Elisa tuvo un niño, ambas concubinas tuvieron hijos varones, y mi madre tuvo una niña, lo que a los ministros no les pareció, exigían que su primera concubina subiera al trono de Reina y bajarán a mi madre al puesto de concubina, mi padre impuso su voluntad y dejo a mi madre en su puesto de Reina, pues el la amaba y si por el hubiera sido, no hubiese pasado la noche con aquellas mujeres.
Ahora esos hijos que mi padre juro que nunca tendrían un lugar en el palacio como yo, ahora son llamados príncipes por los nobles y son entrenados personalmente por él, a mí solo me entrenaba una vez a la semana y los demás días era entrenada por el capitán de la guardia, sin embargo, mi propio padre entrenada a esos a diario.
Pero eso muy pronto acabará, no dejaré que nadie me quite el amor de mi padre y mucho menos mi lugar como princesa heredera. Por ahora será mejor llegar rápido a la entrada del palacio, no vaya hacer que termine descontrolando me y comenta una locura contra esas mujeres.
***
El camino hasta el palacio era bastante largo, pues debía pasar la capital completa y andar por un camino donde pasan los carruajes, para llegar a la entrada de unas escaleras para subir a la puerta del palacio.
Me tocó andar por lugares llenos de gente y no podía evitar escuchar los mismo rumores, dónde decían que mi padre me cambio, que nadie sabe exactamente por qué me fui y demás tonterías, para pasar todo eso use mi poder de velocidad y llegue más rápido a la entrada.
Al llegar habían guardias custodiando la entrada, lo normal cuando se trata el palacio, pues tuve que ir con toda la calma posible para tratar de entrar, al inicio pensé en entrar con mi poder de invisibilidad, pero después opte por hacer un poco de ruido en mi llegada, así que una vez lista, caminé hasta la puerta y pedí el paso, como esperaba me pidieron una invitación y como no traía conmigo ninguna, me dijeron que me marchara, evidentemente no me iba a marchar.
“Por favor, retírese no nos obligue a usar la fuerza” – dijo uno de los guardias, sin embargo era lo que quería, que usarán su fuerza contra mi.
“Parece que es usted muda” – dijo otro acercándose.
“¡Guardias! Parece ser que alguien quiere que la acompañemos hasta la salida, así que acompañen a la señorita hasta la salida” – cuando uno de ellos estaba por tocarme el hombro, rápidamente hablé.
“No te atrevas a ponerme una mano encima, porque no me haré responsable de los daños y de que a sus familias se les entreguen solo sus cuerpos” – Ninguno había visto mi cara, así que al final sonreí con malicia para mí misma, pues desde hace tiempo quería saber la clase de caballeros que tenía mi padre en el palacio.
Solo se empezaron a reír, su capitán le hizo una seña para que me llevarán, a lo cual no podía quedarme parada sin hacer nada.
Rápidamente tome su brazo antes de que me tocará, y lo empuje con los otros, claro sin poner demasiada fuerza, pues si usaba mis poderes iban a ver sospechas.
“¡Qué rayos! ¡Guardias, vayan por ella y no eviten usar la fuerza!” – ‘Al fin empieza la diversión’
Eran seis guardias, todos sacaron sus espadas, sin embargo yo no estaba armada y no podía usar mis poderes para crear una espada, así que cuando uno quiso atacarme por el frente, tome del brazo, lo jale hacia a mi y le di un rodillazo en el estómago, después lo empuje, jalando la espada y quedándome con esta. Sin embargo ninguno de ellos se rindió por lo que prosiguieron a atacarme, pues yo tampoco me iba a dejar por unos simples guardias, el segundo también me atacó por el frente, por lo que bloqueé su ataque y cuando vi que el otro se acercaba a mi, lo patee en el estómago y bloquee el ataque del tercero, di media vuelta, tome su brazo y lo corte con la espada para después patearlo para apartarlo, el cuarto se acercaba de frente, quiso atacarme con una estocada me agache hacia atrás, para regresar a mi postura y cortar lo por la mitad, claro una simple espada no lo hubiese logrado partir, pero había puesto mi poder en ella, así que fue muy simple cortar lo. El quinto venía detrás de mí y sin que pudiera usar su espada, le di un golpe con el codo en la cara y cortándole la garganta con la espada, el último me iba atacar por la espalda, pero lo logré ver a tiempo y cuando me voltee, de un solo corte cayó al piso muerto.
Evidentemente, para cuando acabe con los seis, ya estaban en camino otros guardias, me encontraba luchando contra todos ellos, aunque no fue tan simple, pues eran un gran número y yo solo era una con una espada, pero aún así no lograron hacerme ni un solo corte. De pronto a lo lejos escuché otros pasos que venían de prisa, eran pocos como para ser mas guardias, seguí luchando, cuando sentí la presencia de aquellas personas detrás mío, justamente en la entrada del palacio. Me encontraba terminando de cortar aún guardia, quedaban pocos, cuando tomo la daga que tenía en mi pierna y la lanzo en dirección a donde se encontraban aquellas personas dejando la daga clavada a un costado de dónde se encontraba un hombre.
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