–¿Qué fue eso?– Kim Dong Min miró alrededor con desconfianza. Ya era de noche, todo estaba oscuro, con excepción de los alrededores de la fogata.

–Pudo ser cualquier animal– respondió Hyung Su, al ver el nerviosismo del otro muchacho.

–¿Un animal? No lo creo, no sonó como un animal– insistió el menor de todos, frotando sus brazos y dando un nuevo vistazo general.

–No hay nada por aquí– intervino con tono impaciente Byun Jae Jung, el mayor de los cuatro –Hemos contado historias de terror, es por eso que todo te va a sonar tenebroso y provocarte miedo. Fueron unas ramas, el viento... lo que sea. No va a pasarte nada aquí.

–Es verdad, Dong Min-ah. Todo va a estar bien. Este es un lugar muy seguro– dijo Chung Young, con un falso todo alegre y seguro, dejando ver sus pobres intenciones de calmarlo.

–¿A quién le toca?– preguntó Jae Jung.

–A mí– responde Dong Min. De todos, se ha mostrado como el más seguro de sí mismo, pero su expresión corporal parece indicar que no tiene muchas ganas de continuar con las leyendas.

–¿Acaso también te asustaste?– se buró Jae Jung con mala intención, mirando de reojo a Dong Min.

–Yo no estoy asustado– replicó enseguida el menor de los cuatro jóvenes, al sentirse aludido. –Sólo quería saber qué fue lo que escuchamos. parecía como si alguien se acercara.

–No creo que alguien esté por aquí– contradijo Jae Jung.

–Tampoco estoy asustado– declaró de inmediato Do Hyung Su con el ceño fruncido. –Estaba pensando en las mejores palabras para empezar.

–Bien ¡te escuchamos!– le animó Chung Young.