Capítulo tres: Do Hyun Su y el pacto con los dioses
Hay muchas leyendas que cuentan el origen, la historia y los poderes relacionados con el mito del . Las historias más famosas incluyen siempre detalles sobre sus transformaciones en hermosas doncellas en peligro o divinas novias que, a la primera oportunidad, se transforman en un zorro de nueve colas que se come el corazón o el hígado de sus víctimas. Hay poemas en China, Corea y Japón, sobre todos los encuentros que los humanos han tenido con este legendario ser.
En las culturas de China y Japón, las leyendas equivalentes a las del varían sobre sus poderes y apariciones, pero a diferencia de esos dos países, en la mitología coreana, el jamás abandona su maldad esencial, y su necesidad de carne humana. No se sabe por qué no hay una versión "bondadosa" en Corea, a pesar de la existencia de manuscritos que hablan sobre este ser ayudando a personas necesitadas.
Cuenta la leyenda que un tenía dos posibilidades de convertirse en ser humano: comer mil hígados en mil años o que un ser humano conociera su verdadera identidad y guardara el secreto por diez años. Pero los hombres no son confiables, más de un demonio había sido traicionado por la incapacidad humana de guardar un secreto.
Hace mucho, muchísimo tiempo, un se encontró con un dios en apuros. Se había enamorado de una humana que no correspondía a sus sentimientos. Estaba desconsolado, porque la mujer estaba por casarse con un noble. El astuto zorro encontró entonces la gran oportunidad de conseguir un favor por parte de una deidad. Le prometió a la divinidad que se disfrazaría de una hermosa mujer, se comería el corazón del noble y su esposa quedaría tan desconsolada, que se enamoraría de cualquiera que lograra curar su dolor.
El dios consideró la propuesta. No podía intervenir directamente en la vida de los humanos, pero si su amada pasaba por un momento tan trágico, él estaba en perfectas condiciones de ofrecerle una vida llena de felicidad, ya que un horrible monstruo le había arrebatado a su marido. Parecía una buena idea... pero ¿qué quería a cambio el zorro calculador?
"Algo no muy complicado para un dios tan poderoso". Con estas palabras, el demonio zorro consiguió un trato. Necesitaba cien corazones y cien hígados para poder convertirse en un ser humano, pero de esas víctimas tenía que conseguir cinco más. Cada una de esas víctimas iba a representar una extremidad: la cabeza, dos piernas y dos brazos. En cuanto hubiera conseguido a esos cinco hombres, formaría con ellos el cuerpo humano que acogiera su espíritu sin perder ni una pizca de su sabiduría y su astucia.
***
Después de la Segunda Guerra Mundial, los conflictos en Corea no se habían terminado, en realidad empezaban a empeorar. La vida no era fácil para nadie, menos aún para un zorro milenario, que tenía que esconderse y alimentarse, mientras evitaba ser descubierto. En julio de 1953 se declaró en la península un "empate militar" entre los bandos en disputa y el paralelo 38 marca desde entonces la línea que separa en dos a un pueblo que durante siglos habían sido uno solo. Esa decisión no sólo crearía dos Coreas, también separaría familias para siempre, causaría muchos conflictos y miles de muertes. El límite se convirtió en una línea de terror. Cruzar de un lado al otro era lo más peligroso que se podía hacer. Le costaba la vida al valiente que lo intentara.
Durante el conflicto, un pobre joven fue separado de su prometida. En medio de uno de los enfrentamientos, toda su familia y la de su novia fueron para el sur para evitar una muerte segura; lamentablemente él no tuvo oportunidad de seguirles el paso y, durante su huída, descubrió que se había creado una nueva frontera. El precio para llegar al otro lado era la vida.
Fueron meses de desesperación y de fallidos intentos de encontrar una forma de reencontrarse con su familia. Las situación era terrible: Corea se había separado en dos, los del norte no dejaban salir ni entrar a nadie y los políticos del sur no estaban dispuestos a acoger a toda la población que lo solicitara ni luchar por sus derechos. Los que querían era movilizarse a un lado o a otro estaban atrapados. Para algunos, no para todos, fue como una lotería quedarse en un bando o en otro.
Cuando el invierno llegó, fue un nuevo golpe para el desdichado joven. Tenía que trabajar en lo que podía, no conocía a muchas personas y la violencia hacía que todos los lugares fueran peligrosos, No había manera de enviar una carta para comunicar a sus padres o a su prometida que estaba bien. Probablemente pensaban que estaba muerto.
El frío hinchaba sus manos y enrojecía su rostro. Sus ropas no eran lo suficientemente abrigadas y el hambre provocaba que su estómago sonara con escándalo. Sus frecuentes mareos era una prueba de que necesitaba alimentarse con urgencia. Un día, de modo repentino, un fuerte estornudo lo hizo detenerse y, antes de continuar, mientras se frotaba la nariz, vio la silueta de una muchacha.
Estaba en el suelo, apoyada contra una cada vieja. Apenas si llevaba ropas encima y parecía dormida. ¿Estaría muerta? Un fuerte impulso llevó al joven a acercarse hasta donde la desdichada se encontraba. Su corazón se detuvo por un momento. ¡Era su amada! Su prometida estaba ahí, con unos trapos encima, probablemente congelándose hasta la muerte.
Una mezcla de emoción, preocupación e impresión evitaron que reaccionara tan rápido como le hubiera gustado. Sin pensarlo, se despojó de lo poco que él mismo traía puesto y la cubrió, intentando despertarla. Se veía tan débil e indefensa, que supo que tenía que sacarla de ahí lo antes posible. Sintió mucha preocupación cuando, al cargarla en sus brazos, sintió que apenas si pesaba.
Una gran cantidad de preguntas lo agobiaron, mientras se dedicaba a buscar un lugar seguro para los dos. ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Por qué estaba sola? ¿Cómo cruzó la frontera? ¿Fue secuestrada? ¿Tenía reales posibilidades de vivir después de estar expuesta al frío de esa forma?
Cuando llegaron al cuartucho donde él se había instalado hace quién sabe cuánto tiempo ya, la acomodó sobre un viejo y muy delgado. Cualquier cosa era mejor que estar afuera, en medio de aquel terrible temporal. Con delicadeza, frotó las manos y el rostro de la joven intentando reanimarla. En sus intentos, un extraño bulto detrás de su falda llamó la atención del chico, porque no lo había visto antes. Intentó averiguar de qué se trataba, parecía la cola de un animal, pero su mano fue apartada rápidamente. Al volverse, se encontró con los furiosos ojos de animal que lo miraban de modo amenazador.
Los gritos de dos mujeres que compartían la habitación contigua alertaron a todas las personas que habían logrado alojarse en el decrépito edificio. El cuerpo inerte del desafortunado joven estaba ensangrentado en medio del pasillo. Esbozaba una horrorosa sonrisa, mientras yacía ahí, con el pecho abierto, con las costillas rotas y separadas que mostraban, sin lugar a dudas, la siniestra causa de su muerte: le habían arrancado el corazón.
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