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Capítulo 1: Byun Jae Jung y el origen del Kuminho

A pesar de ser una de las criaturas más populares de la mitología coreana, no existen muchos documentos que permitan hacer una buena investigación sobre cuál es su origen o que tan antigua es la leyenda, pero se conoce que es una variante de una historia china. El es un zorro milenario de nueve colas.

Maligno por naturaleza, tiene muchas habilidades, pero la más interesante es su capacidad de disfrazarse de humano. Se convierte en la más hermosa mujer, de piel blanca y tersa, con un cuerpo armonioso. Sus rasgos no pierden su atractivo a pesar de ser alargados, como los de un verdadero zorro. Puede ocultar sus nueve colas bajo su hermoso y siempre se distinguirá por su mirada astuta y sus elaboradas mentiras.

Enamora al hombre más inteligente, más poderoso, más hermoso por largo tiempo, ocultándole su verdadera forma y, cuando lo logra, lo lleva hasta la habitación donde se consumará la noche de bodas y espera hasta que esté desnudo e indefenso. Entonces, se convierte en un zorro de nueve colas y se come su hígado.

Fue en la dinastía de cuando un gran zorro de nueve colas, después de haber acumulado por tres siglos energía y sabiduría, se cansó de viajar por toda Asía y decidió instalarse en la península.

Una mañana, el mejor del todo el ejército nacional; excelente jinete, el mejor conocedor de los libros clásicos y por su puesto, el mejor arquero, caminaba en el bosque en dirección a su pueblo natal.

Tenía licencia para visitar a su madre enferma, así que se vistió de civil y no fue a caballo, sino a pie desde . Le tomaría un día llegar, pero el camino era agradable y conocía lugares donde descansar y comer. Saludaría a sus padres, se encararía de todo lo que necesitaran y regresaría para estudiar hasta ser llamado nuevamente por sus superiores. Sus méritos le habían permitido ascender en las duras y estrictas jerarquías del ejército.

Su maestro principal le había aconsejado que buscara una esposa. No se veía bien que un hombre tan talentoso no estuviera comprometido. Buscaría preferentemente a una muchacha de una casa noble caída en desgracia y le ofrecería a su padre una oferta que no pudiera rechazar. Con la unión todos saldrían beneficiados, él podría acceder a mejores puestos gracias a su esposa noble y la casa recobraría el favor del rey al desposar una de sus hijas a un soldado destacado.

El soldado avanzaba a paso firme, con las manos entrelazadas, apoyadas en la parte baja de su espalda. Estaba feliz, había consultado al mismísimo astrólogo de la corte, su rango se lo permitía. Las estrellas no se equivocaban nunca, estaba destinado a llegar muy lejos, algún día, podría tener su propia casa, con sirvientes, y podría dedicarse a lo que más amaba: estudiar

Como con la cercanía de la primavera, los días empezaban a durar más, aprovecharía la luz para llegar siquiera al siguiente pueblo donde podría comer y dormir. Si llegaba antes del anochecer, podría buscar a un amigo suyo, dueño de una tienda. El soldado tenía la costumbre de visitar su casa y dormir ahí cuando emprendía un viaje a su pueblo natal.

Cuando le faltaba poco para que el sendero que cruzaba el bosque llegara a su fin, cuando el valiente soldado escuchó un sospechoso ruido entre las ramas. Con rapidez, se apresuró a meterse entre las hojas y descubrió a la persona que se escondía.

Era la más hermosa mujer que el joven soldado hubiese visto jamás. Tenía la piel blanquísima y tersa. Su cabello, largo, negro y cuidadosamente trenzado, tenía como adorno una flor, típico detalle de las mujeres de alta sociedad. El delicado hanbok de telas brillantes, blancas y rosadas la envolvían confiriéndole la perfecta imagen de noble.

–¿Está usted perdida?– preguntó con delicadeza el soldado, en el tono más respetuoso posible.

–Sí– respondió la jovencita y se echó a llorar, desconsolada.

Hipnotizado por la belleza, las vestimentas y la delicadeza de la hermosa jovencita, el soldado no lo pensó dos veces y se ofreció como escolta. A pesar de la buena voluntad del hombre, la joven le informó que no podía acompañarla, porque estaba huyendo. Debido a su edad, tenía que casarse y su familia quería convertirla en la cuarta concubina de un hombre muy rico, pero muy viejo. Ella se había negado y, como no había ninguna persona interesada en salvarla, la indignación del repudiado hombre poderoso había puesto su vida en riesgo.

El soldado vio la situación como un mensaje de los dioses. Debía desposar a la joven cuanto antes. Se había enamorado de ella inmediatamente por su belleza y porte. También él tenía algo que ofrecer: como era un soldado de buen rango, la salvaría de convertirse en una triste concubina y podría ser la primera esposa de un respetado militar y, si sus planes tenían éxito, de un funcionario civil prestigioso.

La preciosa doncella aceptó sin pensarlo y él la guió hasta el siguiente pueblo. Estaba anocheciendo, y debían encontrar un lugar para comer y dormir. Mientras más pronto salieran al día siguiente, más pronto podrían llegar al lugar donde ella había escapado y conversar con su familia. Era una misión prácticamente suicida para el soldado, pero en ese momento ya nada le importaba.

El soldado fue engañado con mucha facilidad. Caminaron juntos hasta llegar al pequeño pueblo donde buscaron al amigo que siempre lo recibía en sus viajes. Para evitar sospechas de cualquier tipo, el joven mintió y dijo que un mes atrás había contraído matrimonio con la hermosa jovencita. El conocido del soldado se emocionó y lo felicitó. Enseguida, ordenó a su familia que acomodaran a la flamante pareja en una habitación más grande y más cómoda de lo habitual.

Brindaron con licor por la buena nueva, sin saber que era una mentira, y el dueño de casa pidió a la servidumbre que preparara un asado con carne de res, un platillo muy costoso, para homenajear a los supuestos recién casados. A medida que pasaba el tiempo, el soldado advirtió que su acompañante se sentía incómoda y solicitó que se diera fin a la pequeña e improvisada fiesta, ya que debían partir muy temprano para llegar a su destino. Después de expresar muchos agradecimientos, la joven pareja se dirigió a la habitación que habían preparado para ellos.

El soldado permitió que su nueva novia entrara primero y esperó a que ella lo llamara. Cuando lo hizo, ya estaba envuelta en el . Cansado por el viaje y la celebración, el joven militar se propuso a dormir también.

–Tienes un gran corazón– susurró la muchacha en medio de la oscuridad.

Al día siguiente, el dueño de casa envió a su esposa a la habitación de sus invitados. Habían anunciado que se retirarían pronto para seguir su camino, pero había amanecido hace un tiempo ya, y ellos todavía no salían de su habitación.

La mujer caminó hasta la parte de atrás de la casa, levantando la tela de su largo vestido para caminar menos dificultad. Antes de llegar, detuvo de repente su caminata, porque unas huellas extrañas eran visibles en el sendero que conducía al bosque. Con terror, la mujer empezó a llamar a su marido, mientras se acercaba con graves sospechas y mucho temor al cuarto donde la pareja había dormido.

Los gritos de la mujer alertaron a todos en la casa. El amigo del soldado fue quien descubrió su cuerpo, muerto sobre el , con una sola herida. El pobre soldado tenía una horrible sonrisa en su rostro y su corazón había sido arrancado de su cuerpo. Las pisadas de un zorro, habían dejado sangrientas huellas a lo largo de su camino, hasta perderse entre los árboles aledaños.

–Un – susurró el dueño de casa, llevándose a su familia lejos de la terrorífica escena. 

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