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Capítulo XXXVI

La cabeza me dolía horrores, las personas pensarían que me puse bien borracha, pero no, todo se debía a que después del abrazo de Donghae solté las lágrimas que guardaba creo que desde el momento en que nací.

Mi teléfono comenzó a sonar y pensé que era la alarma pero me sorprendió ver que era una llamada entrante de Ryeowook.

—¿Hola? —Mi voz todavía sonaba adormilada.

—¿Aysel, te desperté? —preguntó dulcemente.

—En realidad no, acabo de despertar. —dije volteando hacia un costado mientras me estiraba con cuidado.

—¿Ya te sientes mejor? En verdad nos preocupaste a todos. —La preocupación en el tono de su voz me decía que era genuina.

—La verdad es que no del todo, pero tampoco podía desaparecer de mi casa y además... —Estaba algo avergonzada de decirlo—, no quería estar lejos de los chicos por mucho tiempo. Es solo que me vi sobrepasada por la situación y las emociones. —Terminé por admitir.

—Espera un momento, voy a cambiar a videollamada. —Y tras decir aquello cortó la llamada y al instante mi teléfono volvió a sonar haciéndome saber que era él—. ¿Se ve bien? —preguntó enfocando la cámara de su celular. —Ryeowook estaba en su habitación con lo que imagino era parte de su pijama que consistía en una remera negra de mangas cortas.

—¿Estas acostado? —pregunté aguantando la risa de verlo con el pelo todo desaliñado.

—Estoy por hacerlo, pero por qué siento de que quieres reírte. —Hizo una mueca graciosa y no me pude seguir aguantando por lo que estallé en una carcajada.

—Lo siento, es que te ves muy gracioso en ese atuendo y con el cabello de esa forma. —A penas me escuchó se sonrojó y comenzó a acomodarse cada hebra de cabello—. No tiene sentido que lo hagas si te vas a ir a la cama después de la llamada. —Volví a reír.

—Tú también te ves bastante graciosa cuando recién te despiertas. —dijo tratando de burlarse de mi.

—Lo se, hace años me resigné a que jamás sería la bella durmiente. Mis cabellos tienen absoluta libertad de expresión. —admití indiferente al tema, ahora era él quien reía.

—Bueno... —dijo tratándose de poner serio—, me dirás al menos a mí ¿qué fue lo te sucedió? Estoy casi seguro de que los hyungs hicieron algo sin considerar cómo te sentías. —¿Será que nos estaba espiando? ¿Era muy obvio lo qué pasaba?

—No pasó nada grave. —Todavía me debatía en si le decía o no, no quería que fuera corriendo a contarle a los otros y que todo de repente se volviera incómodo.

—No le diré a nadie, los únicos que no pueden guardar secretos son Kangin y Leeteuk. —aclaró riendo con picardía, por otro lado yo seguí debatiéndome si contarle o no.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Me animé a preguntar.

—Adelante,para eso estamos los amigos. —Listo con esa frase ya se había ganado mi corazón.

—¿Cuál piensas que de los miembros no es serio cuando se habla de mujeres? —Quería comenzar a descartar, mejor dicho a confirmar mis hipótesis.

—Mmmm... —Se quedó pensativo mirando un punto fijo en la cámara.

—¿Estás bien o te dio parálisis? —Me burlé de él.

—No te burles, estaba pensando en lo que preguntaste, y la verdad es que me sacaste algo de eje. —Su expresión se volvió algo seria.

—Eso quiere decir que no tienes ni idea de lo que te acabo de preguntar. —No iba a mentir, estaba algo decepcionada, esperaba que su respuesta pudiera ayudarme.

—Por el contrario, creo que si alguno de los hyung mencionó que le gusta alguien son muy serios al respecto. —Sus ojos se centraron en mi como si no quisieran que me desvaneciera.

—¿Incluso Heechul? —Podía creerlo de la mayoría pero estaba lo bastante segura de que él nunca había sido serio en su vida sobre relaciones amorosas.

—A lo mejor pienses que no lo sea debido a su personalidad juguetona y a su excesivo amor por las bandas de chicas, pero aún así es muy serio cuando dice que alguien realmente le gusta. —Se quedó por un breve segundo callado como si estuviera atando cabos—. ¿No me digas que alguno se te ha declarado? —Su cara se asomó demasiado a la cámara al punto de que casi podía ver solo sus ojos exageradamente abiertos.

—La verdad es que... —Iba a contarle sobre los chicos pero me vi interrumpida por alguien llamando a mi puerta—. Luego te cuento, alguien golpea la puerta.

—¡Oye espera! No vayas a dejarme... —No lo dejé terminar y corté la videollamada y lentamente caminé hasta la puerta para ver quién era.

—¿Si? —dije abriendo la puerta mientras me encontraba con Eunhyuk detrás de ella mostrando una gran sonrisa en su rostro.

—Buenos días. —saludó y avanzó hacia el interior.

Eunhyuk cerró la puerta con cuidado de no hacer demasiado ruido, me miró detenidamente y se movió como una fiera cazando a su presa.

Me tomó entre sus brazos subiéndome sobre su cintura mientras devoraba salvajemente mis labios. Me vi envuelta en una oleada de pasión que no esperaba recibir esta mañana.

Cortó el beso para recuperar algo de aliento, aún manteniéndome levantada mientras me sostenía del trasero, me observó por unos breves segundos a los ojos y volvió a arremeter contra mis labios. Caminó unos pasos hasta que topamos con mi cama y sin cortar el beso me dejó sobre ella mientras él mantenía su cuerpo sobre el mío.

—Eunhyuk detente. —Pude articular mientras sus manos subían sin descaro por debajo de mi remera.

—¿Sabes acaso el miedo que tuve de perderte ayer? Ahora debo ser compensado por la angustia recibida. —Y sin más volvió a lo suyo, pero ahora sus manos abandonaron mi cuerpo y se dirigieron al suyo para quitarse la remera que traía puesta dejando al descubierto su muy bien trabajado torso. Para qué negarlo, me veía muy tentada a posar mis manos en su abdomen.

—Espera... —Un momento de cordura volvía a mi para tratar de salvarme de no hacer algo de lo que después me pudiera arrepentir.

—No hay nada que esperar. —La lujuria se abría paso en la lengua de Huyk, algo que no me esperaba conocer de su parte, ese lado posesivo y sexual que tenía.

Hyuk estaba desabrochándose los jeans cuando alguien tocó nuevamente a la puerta, salvada de pecar.

Caminé nuevamente hasta la puerta tratando de recuperar algo de aliento y tratando de que no se notaran mis nervios.

—¿Si? —pregunté pegada a la puerta para evitar que quiera entrar sin invitación.

—Soy Yesung ¿puedo pasar? —Su pregunta solo me alteró más, volteé para ver dónde estaba Eunhyuk y el muy infeliz sonreía divertido sobre mi cama.

—Dame un momento. —dije para pensar que hacía con Hyuk.

Corrí como pude hasta el ventanal, lo abrí y a la fuerza logré sacarlo de la cama para enviarlo fuera de la habitación, como era obvio se resistía y antes de que terminara por echarlo me besó apasionadamente una vez más.

Luego de cerrar el ventanal y arreglar un poco mi aspecto me dirigí a abrirle la puerta.

—Perdón pero todavía estaba algo dormida. —Me excusé torpemente con Yesung mientras lo dejaba pasar a mi cuarto.

—Quería saber cómo habías amanecido el día hoy. —¿Cómo podía ser tan tierno? Que gran contraste hacía con Eunhyuk.

—Puedes sentarte. —Le indiqué al ver que seguía de pie mientras yo por poco no me desplomaba en la cama.

—Gracias. —agradeció tomando asiento en el pequeño sillón que tenía al lado de mi cama.

—La verdad es que amanecí con un poco de dolor de cabeza. —No alcancé a terminar de explicar que ya lo tenía sobre mi midiendo mi temperatura.

Yesung posaba sus labios suavemente sobre mi frente, ese gesto me llenó de ternura el corazón, ni mi madre me tomaba la temperatura de esa forma.

—Creo que tienes algo de temperatura. —dijo separándose de mi, y cómo no tener calor después de lo de Hyuk y ahora con su gesto, estaba decidido iba a morir de emociones fuertes.

—Debe ser porque hace algo de calor. —mentí, bueno en realidad no, si hacía calor pero esa no era la razón del elevamiento de mi temperatura corporal.

—¿Y esa playera? ¿No es de Monkey? —Preguntó fijando su vista en el suelo y cuando me giré para ver me golpeé mentalmente, no me había dado cuenta de que se había quedado su camiseta aquí. Nota mental: matar a Hyuk.

—Si, pero me la regaló porque dijo que ya no la iba a usar y como a mi me había gustado. —Voy a ir derechito al infierno por no parar de mentir, lo siento San Pedro pero te veo desde abajo.

—¿Y por qué está en el suelo? —¡Dios! ¿No se le iba a pasar una?

—Porque está para lavar, más tarde iba a juntar la ropa sucia para lavarla, así que si tienes ropa para lavar me la das. —Ahí te voy cornudo, espérame con el fuego listo.

—Esta bien iré a buscarla y a decirle a los demás, cuando esté el desayuno vendré por ti y traeré algo de medicamentos, tampoco queremos que tengas una recaída. —dijo colocándose de pie y dirigiéndose a la puerta.

—Genial, mientras tanto me daré una ducha para que se me vaya el calor. —Iba a cerrar la puerta pero un segundo antes de hacerlo Yesung se acercó y suavemente y de una forma muy delicada unió nuestros labios, después de unos segundos sin moverse se marchó sin decir nada.

¡Hay Santa Marta! Creo que ya valí.

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