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Capítulo XXXIV

La verdad es que me hacía bien trabajar, subir y bajar escaleras, corriendo de un lado a otro con los pedidos, me mantenía con la cabeza ocupada por lo que estaba bastante agradecida de que mi tobillo por fin estuviera de vuelta... A ver, tampoco es que se haya ido a algún lugar, pero para mi era como si lo hubiera hecho el muy maldito.

—¡Aysel mesa cuatro en la terraza! —Lena gritó para que viniera por el pedido, le había rogado a Mila que se ocupara ella del sótano, entrar ahí solo haría que los recordara más.

—Aysel tu celular no deja de sonar. —Mila apareció del interior de la cocina con un pedido listo.

—No importa, estoy segura que son ellos. Esta mañana me fui sin desayunar y sin decir adiós. —expliqué mientras entraba en la cocina para buscar mi pedido.

—¿No has desayunado? —Lena me observó muy preocupada—. ¿Acaso quieres volver a desmayarte? —En el tono de voz se notaba la preocupación.

—Solo iré a trabajar. —Di media vuelta con mi pedido pero Mila me bloqueó el paso.

—Puedo llegar a entender que estés confundida y todo, pero de ahí a que no te alimentes sabiendo el desgaste que sufres en el trabajo, ah no señorita... —Mila me dedicó una mirada de enojo, una de las pocas que se le podían ver a ella—. Te sientas aquí y te comes esto —dijo sacando un pedazo de tarta de frutilla con chocolate— y tomas otra taza de café. —Colocó sobre la mesa una taza de café humeante.

—Cuando termines recién sigues trabajando, Mila puede cubrirte por ahora. —Lena habló apoyada en la puerta de entrada de la cocina, la que separaba el mostrador del interior del lugar.

Ambas siguieron con su trabajo mientras yo comía letárgicamente. Tomé mi teléfono y pude ver que tenía llamadas perdidas de Leeteuk, Donghae, Shindong, como también mensajes de Siwon y Eunhyuk y otros de números que no tenía agendados pero supuse que eran del resto de los miembros.

Solo abrí los mensajes pero no los leí, no me sentía con ánimos y todavía tenía la cabeza muy confusa, en eso una llamada de Ryeowook entró y contesté por equivocación, yo quería bloquear no aceptar, estúpido teléfono que estaba en mi contra.

—¿Aysel estás bien? Los chicos están muy preocupados porque dicen que te despertaste algo rara y no contestas ni sus mensajes ni llamadas. —No respiraba por hablar tan rápido, debe haber tenido miedo de que le cortara la llamada.

—Hola Ryeowook, no les contesto porque no me siento bien el día de hoy, necesito tiempo para aclarar mis ideas, así que si no te molesta voy a colgar. —Tenía la vista fija en la porción de tarta que quedaba, pero la observaba sin apetito alguno.

—Si necesitas hablar ya sabes que puedes hacerlo conmigo, tendré el celular prendido todo el día por lo que no importa la hora que sea te escucharé. —Al escucharlo decir eso me llené de ternura, era un gesto muy dulce de su parte.

—Gracias. —Fue lo único que articulé antes de colgar la llamada.

Me quedé observando por un rato el celular al cual le seguían entrando mensajes, respiré hondo y lo apagué. Comí el último bocado de la tarta, guardé el teléfono en mi mochila, dejé  las cosas para lavarlas luego y me fui a seguir trabajando.

—¿Terminaste? —Fue lo primero que preguntó Lena al verme aparecer por la puerta.

—Si, así que no tardes y dime a dónde va el próximo pedido. —dije imitando la mueca de una sonrisa que se dibujó sin tinte en mi rostro.

—Mesa siete en el segundo piso. —Leí el papel que contenía el pedido y fui hasta la cocina para armarlo e ir a dejarlo.

La mañana continuó bastante lenta, pero eso no hizo que disminuyera la cantidad de clientes, por el contrario durante la mañana se llenó bastante y estaba muy agradecida por aquello, no por el hecho de que ingresaba más dinero sino porque me mantenía enfocada en otra cosa.

—Lena me voy a retirar te lo encargo, en la noche vendré a terminar de arreglar todo. —dije viendo en el reloj que faltaba poco menos de una hora para el almuerzo.

—Todavía no es hora de que vayas por el almuerzo. —respondió moviéndose hasta donde me encontraba.

—Lo se, hoy tendrán que pedir que les traigan la comida, dejo mi tarjeta para que paguen. —Dejé en sus manos mi tarjeta para que pudieran comprar lo que quisieran comer.

—Espera un momento, ¿a qué se debe todo esto? —Me sostuvo de la mano impidiendo que avanzara.

—Tengo el celular apagado, los chicos no dejan de llamar y mandar mensajes y como no les contesto estoy segura de que vendrán a buscarme aquí. —expliqué mientras con cuidado retiraba su mano de la mía.

—¿Cómo esperas que me pueda comunicar con ellos si llegan hasta aquí si de suerte hablo castellano? —Se veía bastante preocupada por no poder hablar con ellos.

—Ya lo tengo todo resuelto. —Sonreí calmada—. Te he descargado una aplicación que traduce a tu idioma cuando hablas, lo único que tienes que hacer es ponerle el micrófono cerca cuando alguno hable y te lo va a traducir, es muy confiable. —Avancé unos pasos pero volvió a detenerme.

—Si no quieres volver a tu casa sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras en la mía. —No podía amarla más.

—Gracias amiga, pero pienso volver a casa esta noche, solo que cuando ellos duerman, mañana volveré a ser la de siempre, es solo que hoy necesito algo de espacio o mi mente y mi corazón van a colapsar. —Sonreí y agité mi mano en forma de despedida.

Coloqué el casco presionando bien su seguro, tampoco quería matarme por ahí por andar de depresiva. Encendí a mi bebé y comencé a deambular sin rumbo fijo.

Las calles estaban repletas de tráfico, estaba en la hora pico y aquí en la ciudad la gente salía desesperada del trabajo para volver a casa con sus familias a almorzar.

Al pensar en aquello fue inevitable que mis pensamientos no viajaran hasta ellos una vez más. Los siete eran personas preciadas para mi pero el destino quiso que al conocerlos se volvieran aún más importantes. Tracé reglas, siendo la número diez la más importante para evitar enamorarme y aquí estoy: hecha una pendeja enamorada.

Decidí buscar una ruta lejos de la ciudad donde la furia de la muchedumbre y los automóviles fuera reemplazada por la paz inquebrantable del aire y la soledad.

Habré conducido alrededor de una hora por una ruta desconocida hasta que llegué a una gasolinera para cargarle combustible a mi bebé, ella también merecía algo de comer. Estando allí pregunté por algún lugar tranquilo para almorzar y recibí las indicaciones de un puesto de comida no muy lejos de donde me encontraba.

Luego de darle las gracias y pagar me dirigí hacia allí, realmente no fue tan difícil encontrarlo por lo que me sentí aliviada.

La comida fue sabrosa pero el gusto a tristeza no dejaba que saboreara la comida. Me quedé por algunos minutos pensando en si ellos habían comido, de seguro a esta hora Shindong ya tenía hambre, también pensé en qué les diría cuando volviera a casa porque se merecían una explicación pero aún no estaba segura de confiarle mis sentimientos.

La cocinera me indicó que a unos poco kilómetros se hallaba un pequeño hospedaje para viajeros por si quería descansar ahí, me había dicho que la tristeza de mi alma estaba arruinando mi bello rostro lo que claramente me dio gracia ya que no me consideraba una persona bella.

Me envolvió algo de comida afirmando que estaba muy pálida y que tenía miedo de que me desmayara en medio de la carretera, era un amor de mujer. El lugar era muy tranquilo así que pensé en traer a los chicos aquí.

La pensión era bastante rústica, todo hecho de madera y rocas, y lo que lo hacía ver mágico era que justo detrás se hallaba un pequeño lago.

Una vez en mi habitación me despojé de mi ropa quedando solo en ropa interior, encendí el aire acondicionado y enchufé mi celular para prenderlo. Automáticamente los mensajes y llamadas perdidas comenzaron a llover.

Deslicé mi dedo en la pantalla hasta que vi un mensaje de Lena que decía que los chicos habían ido a buscarme, que estaban preocupados y que esperaban diera señales de vida. Supuse que la app funcionó bien, al menos pudo entenderles.

Otro mensaje de ella llegó para decirme que no fuera esta noche a arreglar todo ya que ella y Mila lo harían sin contar de que era muy probable de que fueran a buscarme, pero que a cambio les mandara un mensaje para tranquilizarlos.

Busqué el número de Leeteuk entré tantos mensajes para abrir el buzón y enviarles un texto.

Aysel: Estoy bien, no hace falta de que vayan a buscarme al trabajo solo se expondrán ustedes. Nos vemos mañana.

Escribí y al ver las dos tildes azules supe que lo estaba leyendo, sabiendo que ya les había llegado volví a apagar el teléfono. Ahora dormiría un rato, ya pensaría más tarde que les diría.

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