Capítulo XXIV
Había pasado mucho tiempo desde que no dormía tan bien y tan cómoda sin preocupaciones, tan así que me desperté completamente desorientada, y estando algo adormilada caí de la cama dándome un gran golpe en el trasero haciendo que gritara del dolor.
—¿Qué sucedió? —Yesung entró a los tropezones a mi cuarto y se llevó una sorpresa al verme en el suelo.
—Creo que me caí... —dije no muy convencida.
—¿Estas bien? Déjame ayudarte. —Estaba por ayudarme a levantar pero sin saber porqué su cara se tornó toda roja y empezó a tartamudear.
—¿Qué pasa? —pregunté tratando de entender qué era lo que estaba sucediendo cuando vi que señalaba hasta mi pecho. Bajé la mirada y la mitad de mi seno derecho estaba queriendo salir de su lugar—. ¡No mires! —grité cubriéndolo lo más rápido que pude.
—Lo siento, no fue mi intención. —dijo ayudándome a subir a la cama, y se que en verdad no lo había hecho a propósito.
—Está bien, se que no fue tu intención mirar mi seno casi descubierto. —bromeé, me gustaba verlo tímido.
—Yo... Yo... Yo mejor me voy. —Era sumamente tierno.
—¡Espera! —Lo detuve antes de que se marchara—. Tengo algo de hambre ¿será que me ayudes a llegar hasta la cocina? —Y no era chiste, dormir tanto me había dado hambre.
—Tranquila te traeré algo hasta aquí. —¿Por qué será que todos están empeñados con dejarme en la cama?
—¡Oh vamos! —dije poniendo mi mejor cara de niña pequeña—. No quiero estar todo el día en cama, hacer reposo no necesariamente implica quedarse en cama. ¡Por favor! —Junté las palmas de mi mano en forma de súplica.
—Ok. —Suspiró pesadamente pero después me dedicó una bella sonrisa, una que me gustaba ver—. Vamos, con cuidado. —dijo poniendo sus manos en mi cintura para que pudiera envolver mi brazo en su hombro para tener un mejor apoyo, ni loca compraría muletas pudiendo aprovechar sus muy bien trabajados cuerpos.
Llegamos a la cocina más rápido de lo que esperaba, no era que estuviera a cien metros de distancia pero a lo mejor nos costaría caminar juntos, pero para mi sorpresa teníamos un muy buen trabajo en equipo.
Me senté en el sillón mientras Yesung buscaba algo para comer. Encendí el televisor para ver si había algo entretenido y solo encontré películas viejas que no eran de mi estilo, yo prefería definitivamente el terror.
Comencé a cambiar los canales, me negaba rotundamente a ver películas de acción o ciencia ficción.
—Lo único que encontré fue algo de fruta. —dijo dejando en un plato frente a mi manzanas cortadas en forma de conejos, lo que me llenó de ternura.
—Nunca antes alguien había cortado las manzanas así para mi. —Mis ojos estaban llenos de ilusión.
—Quizás se deba a que aquí no las cortan de esta forma y para nosotros es común hacerlo. —Pensándolo bien tenía razón.
—Me había olvidado, es que estar viviendo con ustedes me hizo pensar que estaba viviendo en Corea. —Sonreí, y en eso mi teléfono sonó y Yesung corrió para traerlo debido a que se hallaba en mi cuarto—. Gracias. —dije tras recibirlo.
—¿Cómo estas? ¿Te acostaste con alguno? Estoy segura que fue con el de la moto, el que salió casi desnudo del baño. —Lena no me dejó contestar una vez que atendí la llamada.
—Hola, si estoy bien, no he muerto aún. —Yesung me dedicó una sonrisa al no entender lo que hablaba—. Y no, nadie me ha tocado un pelo. —Terminé por decir.
—Eso si es una lástima. —Ahora Mila era la que hablaba—. ¿Te están cuidando bien? —Era un amor de amiga.
—Salieron por todo el día para arreglar los detalles de su concierto. —expliqué mientras observaba cómo Yesung cambiaba los canales a mi lado en busca de algo entretenido que ver.
—¡¿Y estás sola?! —gritó Lena tan fuerte que Yesung se asustó.
—¡Deja de gritar! —Le reproché—. Claro que no me dejarían sola, estoy con Yesung, él se ofreció a cuidarme. —Él al escuchar su nombre volteó a mirarme y yo le hice señas para restarle importancia esperando que entendiera.
—¿Y ese cuál es? —Lena preguntó curiosa, creo que estaba más interesada en saber si él estaba interesado en acostarse conmigo que si me estaba cuidando adecuadamente.
—El más delgado de todos, el que tiene un aspecto inocente. —dije para que pudiera identificarlo.
—¡Ya sé! El tímido. Vas a morir virgen con él. —Al escucharla decir eso me dio un ataque de risa, no me importaba porque lo que más me gustaba de Yesung era su aspecto tímido y tierno que los otros no tenían.
—Bueno ahora que saben que estoy bien voy a colgar quiero comer algo. Nos vemos. —dije para terminar por colgar la llamada.
—¿Tus amigas? —preguntó tras dejar el control sobre la mesita ratona.
—Si, querían saber cómo seguía. —expliqué tomando una de las rodajas de manzana para devorarla, en verdad tenía hambre—. ¿Has encontrado algo que te guste para ver? —pensé que se había rendido y lo había dejado en una película para niñas.
—Si, esta película me gusta mucho, no solo por lo colorido y vistoso, sino también porque hay canto en ella. —dijo avergonzado.
—No me imaginé que te gustara Encantada. —El asombro no abandonaba mi cuerpo.
—Si no te gusta podemos buscar otra cosa que sea de tu agrado. —Tan lindo él, siempre tan considerado.
—Ya la he visto y me gusta bastante. —Busqué calmarlo, lo que menos quería era que se sintiera mal por mi culpa, o que sintiera que me estaba burlando de él por su gusto cinematográfico—. Por cierto ¿pedimos algo para almorzar? —pregunté tras ver la hora que era.
—Tranquila, Teuk hyung llamó para decirme que nos manda el almuerzo con nuestro mánager, ya que tiene que traerme las pistas para practicar mi canto. —Había olvidado que tenía que practicar su canto.
—Lo siento, por mi culpa te estas perdiendo el ensayo con los demás. —Estaba realmente apenada con él y con todos, me había vuelto una carga para ellos cuando se suponía que yo debería cuidar de ellos.
—No tienes que disculparte no todos los días puedes pasar el tiempo con la persona que te gusta. —Me ofreció una sonrisa de esas que expresan más de lo que uno quiere decir, y cuando estaba por hablar el timbre sonó y se levantó para atender.
En el momento menos oportuno su mánager llegó con la comida y las pistas musicales para él.
Amablemente me preguntó cómo me sentía y si necesitaba algo que con gusto él me lo compraría, después de todo, según él, me estaba haciendo cargo de siete pequeños niños traviesos, así era como él los llamaba y a mi me pareció más que tierno.
Después de hablar un rato con Yesung sobre lo que los demás estaban decidiendo se despidió de mi y se marchó.
—Espero que no nos trates como niños y olvides lo que nuestro mánager habló. —dijo totalmente avergonzado.
—Claro, tu no te preocupes que siempre serás mi niño tímido. —Me burlé de él.
—Yo no soy un niño. —No solo su respuesta me sorprendió sino también su actitud.
En un abrir y cerrar de ojos Yesung me había arrinconado en la esquina de la cocina mientras yo buscaba los platos para poder almorzar.
En sus ojos se podía ver lo decidido que estaba a demostrarme que era un hombre y no un niño.
—Ye... Yesung... —Nunca había imaginado que me pondría tan nerviosa—. Se nos enfría la comida. —Pude por fin articular.
—En este momento lo que menos me importa es la comida. —Estaba acercándose cada vez más a mi boca, por instinto cerré los ojos y cuando pude sentir el roce de sus labios sobre los míos su teléfono sonó en una llamada—. Salvada por la campana. —Se apartó para contestar.
En ese momento suspiré y aproveché la oportunidad para poner la mesa lo más rápido que pude y sentarme a esperarlo con la comida en los platos.
Al llegar y verme en esa situación solo pudo reírse mientras se sentaba a la mesa para comer.
Gracias a Dios terminamos comiendo en paz mientras mirábamos lo que restaba de la película. Era increíble ver cómo Yesung era absorbido por cada escena de la película, sobre todo por las románticas, sin contar que analizaba cada detalle del canto de los protagonistas.
Una vez que terminamos de comer con su ayuda nos pusimos en marcha para limpiar todo, para después caer rendidos en el sillón con la panza llena.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó mientras me miraba.
—Escuchar tu canto. —En verdad su voz era única.
—De acuerdo, colocaré las pistas para verificar los arreglos y tú me dirás que tal se oye todo. —dijo poniéndose de pie y conectando el pendrive en el televisor.
Después de acomodarse comenzó por las canciones movidas, las bailables, las que a todas nos gustaban porque ellos podían lucir sus muy bien trabajados cuerpos.
Luego sabía que venían las baladas, sus voz encajaba a la perfección con la de los demás.
Yesung se acomodó bien sobre el sofá en una de sus esquinas dejando suficiente espacio para que yo pudiera extender mi cuerpo y apoyar mi cabeza sobre sus piernas.
—¿Qué haces? —preguntó nervioso.
—Acomodándome para mi concierto privado. —dije sonriendo y al parecer eso lo relajó.
Suavemente comenzó a acariciar mi cabello mientras me dedicaba una sonrisa cálida, de esas que se quedan gravadas en tu corazón.
La siguiente canción fue "Hibernation" y sentí que especialmente me la estaba dedicando con sus ojos dulces y su voz susurrada solo para mi.
"...Eres tan hermosa
es tan dulce de tu parte
Quiero seguir soñando contigo
Eres tan maravillosa
Siempre pienso en ti
Déjame dormir un poco más
Sin pensarlo, solo cerré los ojos y
escuche tu respiración
Estoy agradecido con todo porque estoy contigo.
Todo esta bien..."
Y sin darme cuenta fui cayendo en un profundo sueño.
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