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Capítulo XLVIII

Después de que las chicas se fueran y de que notara de que los chicos también se habían ido tenía emociones encontradas, pensaba que era lo mejor para ellos y para mi, así ambos estaríamos más protegidos, pero por otro lado me sentía completamente sola con la casa vacía.

No había nada que hacer por lo que antes de ir a encerrarme a mi cuarto tomé la escoba y la pala para limpiar el desastre que mi amiga había hecho.

¿En qué cabeza cabe romper un ventanal con un hacha? Pues evidentemente en la cabeza loca de Lena.

Los vidrios se hallaban esparcidos por todo el suelo a pesar de que la cortina había contenido la mayor parte del impacto. Luego de levantarlos con mucho cuidado y de revisar en toda la habitación por fin pude acostarme, mañana iría a trabajar, volver a lo que era y debía seguir siendo, de nada serviría quedarme en casa de brazos cruzados.

No pude prender el aire cortesía de mi adorada amiga, al menos daba gracias a Dios que al vivir al lado de un lago en las noches refrescaba, pero eso era perfecto para los malditos chupa sangre de los mosquitos que no dejaron de devorarme en toda la noche, así que casi no dormí.

—¡Aysel arriba! Ya está el desayuno. —La voz de Heechul fue la primera que escuché, rápidamente me incorporé de la cama y corrí hasta la cocina, pero nadie estaba ahí.

—¿Pensaste que te dejaríamos sola? —La voz de Yesung detrás de mi resonó claramente, pero al voltear tampoco estaba.

—Es mejor para todos. —Me repetía en voz alta mientras me dirigía al baño para ducharme antes del trabajo.

La ducha no me relajó en absoluto, por el contrario me volvió más melancólica de lo que ya estaba.

Me vestí con lo más básico que encontré, un short de jean, una remera negra básica que dejaba al descubierto mi abdomen y las zapatillas negras, no había necesidad de arreglarme tanto.

—¿No te vas a maquillar? —La voz de Donghae se hizo escuchar.

—No. —contesté sabiendo que hablaba conmigo misma.

—Si quieres puedo intentar peinar tu cabello. —Ahora Leeteuk aparecía en mi cabeza.

—Espero que uses algo más, nadie más que yo tiene que verte así. —Eunhyuk me celaba.

Me miré al espejo y realmente entendía porque las chicas se habían asustado tanto ayer al verme. Me senté frente a la imagen que el espejo me devolvía y solo cubrí mis ojeras, tomé las llaves de la casa y mi bolsa con la documentación de mi bebé, el celular había quedado completamente destruido por lo que en la tarde tendría que ir por uno nuevo.

—No te vayas a olvidar el casco. —Un Siwon alegre aparecía frente a mi.

—Si quieres puedo llevarte. —Shindong movía las llaves del auto alegremente.

Tomé el casco, las llaves y luego de cerrar todo me puse en marcha. Conecté los auriculares inalámbricos por dentro del casco y fui escuchando música en la radio, nada de k-pop, al menos por unos días.

—¿Cómo estas preciosa? —Lena fue la primera en saludarme.

—¿Tú cómo crees? —pregunté con pocas ganas—. Aún no entiendo cómo fue que no me dijeron nada. —dije entrando hasta el locker para dejar las cosas.

—Ellos tienen que haber pensado que era lo mejor, imagina lo culpable que se tienen que haber sentido luego de lo que pasó. —Mila siempre era la mente pensante del grupo, trataba de animarme buscando la lógica en todo esto para que no saliera más lastimada.

—Mejor vamos a trabajar y olvidemos que todo esto pasó. —Quise hacerme la fuerte, pero por dentro me estaba desmoronando.

—No te preocupes por ir hasta el sótano, Mila se ofreció para trabajar esa parte, así que te tocará subir escaleras. —Lena habló mientras caminaba hasta la puerta de entrada para abrirle a los clientes.

—¡Gracias! En verdad les agradezco por todo lo que están haciendo, y lamento estar causando tantos problemas estos últimos días. —dije completamente avergonzada.

—No tienes nada que agradecer, para eso estamos las amigas. —Mila me envolvió en un cálido abrazo, tal vez porque ella era madre, fue que su abrazo se sintió diferente, y por un segundo imaginé que mi madre era quien me abrazaba.

—Vamos a trabajar. —Lena se unió brevemente al abrazo dejándome en el medio de ellas.

La mañana se pasó jugando con mis emociones, por momentos perdía la noción del tiempo y por otros solo avanzaba lentamente, de manera tortuosa.

Mila se encargaba de ir al sótano, cómo se había corrido el rumor de que los chicos habían venido hasta aquí las fans no dejaban de venir, de hecho se había formado una fila exclusiva para entrar hasta la parte del sótano, lo bueno es que nadie me había reconocido debido a que siempre me hallaba subiendo y bajando escaleras y mi cara estaba algo demacrada por lo que no me prestaban atención, y en verdad estaba agradecida de eso en ese momento.

La hora del almuerzo se hizo de rogar pero llegó junto con mi pequeño repollo que al verme comenzó a mover desesperadamente sus bracitos en mi dirección para que la sostuviera.

—¿Vamos a comprar con ella, no me quiero separar de ustedes? —La voz de Teuk volvía a retumbar en mi cabeza.

—Dile a Mila que me llevo a la pequeña conmigo a comprar la comida. —Le pedí a Lena que le avisara a Mila mientras buscaba mi bolso y con mi repollo en brazos me marché.

El aire fuera del Café era bastante caliente, hoy sería unos de esos días calurosos en los que hubiera sido bueno ir con los chicos otra vez al lago a divertirnos.

Mientras caminábamos Alai comenzó a sonreírle a un cartel que estaba pegado en uno de los locales por los que íbamos pasando, no le di demasiada importancia hasta que al pasarlo ella comenzó a llorar mientras extendía sus bracitos hasta donde estaba el cartel.

Tuve que retroceder y al levantar la vista no pude dejar de sorprenderme: el póster al que mi pequeña le hacía tanta gracia era uno de los chicos. Frente a mi se alzaba sobre el cristal de una vidriera de ropa para adolescentes, una gigantografía de los chicos anunciando su concierto.

Los siete se veían bien juntos con una gran sonrisa en sus rostros, esa foto había sido tomada minutos antes de la entrevista, y otra vez los recuerdos de ese día me golpearon con fuerza como los huevos que me largaron aquellas niñas que me daban ganas de volver a tomarlas de los pelos.

—Si pequeña, son los tíos. —Ella parecía entenderme porque me observaba atenta—. Cuando sea el concierto los veremos juntas pequeña, es una promesa. —Y tras decir eso besé sus regordetes cachetes y seguimos caminando.

La comida de hoy sería carne condimentada con papas al horno y ensalada verde. La verdad fue que elegí lo primero que me ofreció la señora, estaba haciendo mucho calor y no quería que Alai pasara mucho tiempo fuera del local, al menos allí estaba más acondicionado.

—¡Llegamos! ¡Aquí está el almuerzo! —dije en un tono alto mostrando la bolsa con los alimentos.

—Alguien te está esperando —Lena me sorprendió con su afirmación pero más me sorprendió ver a Elian frente a mi agitando su mano en forma de saludo.

—No sabía que tenías una hija. —Al escuchar su voz caí en la cuenta de que en verdad él estaba parado frente a mi.

—En realidad es mía. —Mila llegó hasta mi lado para tomar a la pequeña en brazos.

—Nosotras iremos a almorzar así que puedes aprovechar que hay pocos clientes para hablar. —Lena me guiñó un ojo a la par que tomaba la bolsa con la comida y se dirigía junto a Mila hasta la cocina.

—Intenté contactarte por teléfono pero me daba fuera de servicio. —Explicó dejando ver una perfecta dentadura tras su sonrisa.

—Eso se debe a que esta roto. —contesté de manera indiferente mientras me sentaba detrás del mostrador, y la verdad es que no sabía que esperar de él—. ¿Cómo conseguiste mi número? —pregunté desconfiada.

—Lo conseguí del mánager del grupo con el que estabas. —explicó tranquilo.

—¿Y cómo fue que terminaste aquí? —No podía confiar en él, era apuesto si, pero su ego era muy grande.

—Lo averigüé y quise saber cómo estabas después de lo que había pasado. —No podía bajar la guardia con él, aunque podía notar que no tenía malas intenciones, no me podía relajar completamente.

—Estoy bien como ves. Gracias por preocuparte, si ya no tienes nada más que decir estoy en mi hora de trabajo. —Cordialmente le enseñé la salida con mis manos.

—En realidad hay algo más. —Lo sabía, mi instinto nunca falla—. Me gustas y quiero conocerte más, se que tuvimos un mal primer encuentro pero quiero que me des la oportunidad de remediarlo. Quiero que salgamos al menos una tarde. —Su declaración me sorprendió al igual que su cambio de actitud.

—Ven por ella mañana en la tarde. —Lena contestó justo cuando estaba a punto de negarme.

—¡Perfecto! Mañana vendré por ti. —Sonrió de una forma tan natural y relajada que me sorprendió.

Genial, ahora gracias a mi querida amiga mañana tenía una cita.

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