Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo VII

—¿Llegaste bien? —Fue lo primero que dijo Leeteuk a penas crucé la puerta de entrada.

—Si gracias. —No estaba acostumbrada a los recibimientos y menos en mi propia casa por lo que era algo torpe al contestar.

—Dame cinco minutos y comemos. —Shindong dijo mientras terminaba de agregar algunos condimentos a lo que fuera que estuviera cocinando en la olla.

—Claro. —Sonreí, no tenía apuro de todos modos—. ¿Y los demás? —pregunté algo inquieta al darme cuenta de que faltaban algunos, por no decir los más ruidos.

—Tommy y Jerry fueron a dar una vuelta alrededor junto con Siwon. —Heechul apareció de la nada con los platos para la mesa—. A mi me tocó ayudar con los platos junto con Teuk y Donghae debe estar atrás buscando inspiración para las letras de las canciones. —Sonrió de forma agradable mientras colocaba los platos y los vasos sobre la mesa.

—Si se sienten incómodos con los cubiertos, debajo del segundo cajón que está al lado de la mesada hay palillos. —Recordé que los había comprado por internet porque me gustaron por el solo hecho de que eran verdes, no imaginé que los iba a usar en un momento como este.

—Gracias. —Leeteuk se movió con pasos ligeros hasta allí para conseguirlos.

—Voy un rato a mi cuarto, ¿me avisan cuando esté todo listo? —Los miré como si fuera un perrito mojado a lo que Shindong estalló en risa.

—¡Eres muy tierna! —Al oírlo decir eso me sonrojé y tan rápido como pude me metí al cuarto.

Me recosté sobre la cama con los brazos extendidos y los pies tocando el suelo, trataba de regularizar mi respiración mientras recordaba todo lo que había pasado esta mañana.

Rodé hasta la esquina derecha de la cama, donde se hallaba uno de mis parlantes y lo encendí, busqué en el reproductor de mi celular una de las pistas que había creado como pasatiempo y la puse.

Volví al estado inicial en el que había quedado cuando me acosté y la sonrisa tierna junto con la mirada dulce de Donghae aparecieron sin previo aviso. Sin notarlo el calor subió por todo mi cuerpo y la frustración por estar pensando en algo que jamás sucedería hicieron que quisiera gritar de la bronca que sentía.

Me levanté velozmente de mi cama, caminé hasta el ventanal de mi cuarto y al abrir el vidrio me apoyé sobre la baranda que allí había y con los ojos cerrados grité lo más fuerte que mis pulmones me lo permitieron.

La puerta de mi cuarto se abrió de una manera abrupta dejando entrar a tres personas por ella, mientras que delante de mi, fuera de mi ventana habían tres personas completamente agitadas y uno con terror en su rostro.

—¿Qué sucedió? —Siwon saltó la baranda de la ventana y entrando a mi cuarto me tomó por los brazos mirándome por todas partes—. ¿Estas bien? —Y fue con esa pregunta que caí en la cuenta de que había olvidado de que ya no vivía sola.

—Necesito estar sola. —dije corriendo mientras me encerraba en el baño, de la vergüenza que tenía, me quería morir.

Me senté sobre el suelo de cerámico gris perlado y juntando mis piernas escondí mi cabeza en ellas. ¿Qué iba a decirles? ¿Con qué cara iba a mirarlos a todos en el almuerzo? La expresión de preocupación en sus rostros no dejaba de aparecer ante mi.

—¿Aysel estás bien? —Yesung preguntó de una forma dulce tras dar unos suaves golpecitos en la puerta para hacerme saber que estaba detrás de ella.

—Si, necesito un poco de tiempo. —mentí, quería un pozo para enterrarme y no volver a salir.

—Sal nadie te dirá nada. —Eunhyuk hablaba ahora.

—La comida te hará sentir mejor. —Shindong era muy dulce.

Después de un rato nadie más habló, y supuse que si no salía tampoco comerían y no sería justo para ninguno de ellos. Es por eso que siempre me gustó estar sola, mi estupidez siempre terminaba arruinando las cosas.

Lentamente salí de mi encierro y me acerqué hasta el comedor, y tal como lo había predicho nadie estaba comiendo, por el contrario todos estaban sentados alrededor de la mesa con unos rostros serios, unos que no hubiera querido conocer nunca.

—Lo siento. —Me disculpé tratando de calmar mis nervios y las ganas de llorar. Al escucharme todos levantaron la cabeza en mi dirección.

—¿Estas bien? —Donghae se veía más preocupado que todos.

—Si, lo siento. —Volví a disculparme

—No es necesario que te disculpes, siéntate. —Shindong me tomó por la parte baja de mi cintura y me acercó hasta la silla que estaba esperando por mi—. Debes estar hambrienta ya que has estado trabajando desde temprano. —Me sonrió con una ternura indescriptible—. ¡Heechul ven y ayúdame a servir! —ordenó al mayor que evitaba el contacto visual.

—¿Yo? ¡¿Por qué yo?! —Se quejaba mientras se ponía de pie—. ¡Yo quiero consolar a Aysel! —Se quejaba como si fuera un niño.

—Justamente por eso. —Se acercó hasta él y le extendió uno de los tantos platos que había preparado.

La comida estaba deliciosa, tanto Leeteuk como él eran excelentes cocineros, debía aprender de ellos.

—Yo lavaré los platos. —Me apresuré a decir antes de que alguno me dijera algo.

—Tarde ya comencé a lavarlos. —Eunhyuk habló desde la cocina con las manos en los platos sucios.

—Tienes que ir a seguir trabajando, si no quieres que tus amigas se preocupen por ti. —Yesung me recordó gentilmente mis obligaciones—. Además no quiero que esa chica aparezca por acá, da demasiado miedo. —Y al recordarla sacudió su cuerpo como si estuviera teniendo un escalofrío.

—De acuerdo, vuelvo a la noche. —Sonreí resignada ya que no me dejarían hacer nada—. Eso si, traeré la cena. —Tomé mi bolso junto con mi casco y las llaves de mi moto y salí antes de que pudieran poner algún pero.

—¿Puedes avisar cuando llegues? Para estar más tranquilos. —Leeteuk preguntó, de seguro todavía estaba preocupado por lo de hace un rato.

—Claro. —afirmé al momento que encendía la moto.

De camino al trabajo traté de volver a mis sentidos pensando en lo que me dirían las chicas debido a que siempre almorzaba con ellas en el trabajo, tenía que inventar una buena excusa si no quería que me descubrieran y los descubrieran.

—¡Por fin llegas! —Mila me recibió en la entrada con un pedido en sus manos—. El lugar se ha vuelto loco de gente hoy, pero no quisimos molestarte. —Después de decir eso se dirigió hacia la mesa que esperaba su pedido.

—Lo siento, enseguida te ayudaré. —Y prácticamente corrí hasta el cambiador.

—¿Te decidiste por volver? —Mi dulce amiga siempre siendo tan ácida.

—No necesito preocuparme porque te tengo para mi. —respondí desde el cambiador.

—No siempre estaré para ti. —Sabía que tenía razón, sabía de las aspiraciones de ella, pero por ahora solo me quedaba confiar en que el día en que decidiera partir todavía era algo lejano.

—Por ahora estas y es lo que importa. —Terminé de cambiarme y comencé a atender a los clientes que no dejaban de llegar.

Lo que quedó del día hasta el anochecer fue una locura, nunca antes habíamos tenido a tantas personas, pero gracias a eso podría aumentarles un poco el sueldo.

Al ser la noche perfecta la terraza fue el lugar más solicitado y quién no lo pediría si la luna acompañaba con un aire repleto de romanticismo. Me encargué de subir y bajar escaleras tanto que me dolían las piernas, pero no podía permitir que Mila se alejara tanto en caso de que nuestra pequeña la necesitara y Lena muriera de un colapso mental por no saber que hacer.

Al fin el último cliente se marchó y pudimos descansar por un breve minuto. Tomamos un poco de agua y como era costumbre comenzamos a limpiar y dejar todo listo para mañana.

—¿Quiénes eran los clientes de esta mañana? —Pensé que Lena se había olvidado de ello pero me había equivocado.

—Solo eran unos clientes. —Traté de no seguirle el juego y me dediqué a terminar de limpiar lo que faltaba.

—Pues te aseguro que todos te miraban como más que clientes, aunque uno llamó más mi atención. —¡Dios! Si seguía hablando estaba perdida.

—¡Aysel! Tu celular no deja de sonar. —En ese preciso instante recordé que no había avisado como había prometido por lo que corrí hasta mi mochila.

Efectivamente, tenía alrededor de veinte llamadas perdidas, de distintos números desconocidos, y entre ellos el de Leeteuk. Me fijé que además tenía un mensaje de texto. Pensé en llamarlos, pero si Lena me escuchaba hablando nuevamente en coreano no habría forma de librarme de ella.

Número desconocido: Aysel estamos preocupados, no contestas el teléfono, si lees este mensaje al menos responde. Soy Eunhyuk.

Era muy tierno que se preocuparan por mi. Al ver la hora imaginé que estarían muriendo de hambre por lo que me apresuré en contestar para salir a comprar la cena.

Yo: Estoy bien, es solo que llegué y había un mundo de gente. Enseguida voy con la cena. Gracias por preocuparse. 😉

—Bueno chicas nos vemos mañana. Lena te encargas de cerrar. Adiós mi pequeña Alai. —dije tomando mis cosas y tras darle un beso a la bebé me fui como un rayo.

Mientras andaba sobre la moto buscando un lugar con buena comida pasé por una tienda de electrónica y en mi cabeza solo estuvo la idea de lo aburrido que debían estar los chicos. Simplemente entré y les compré algo para que pasaran el tiempo.

—¡He llegado! —grité para sorprenderlos pero resulta que los siete estaban sentados frente a la puerta—. Ok, creo que ya no es una sorpresa.

—Déjame ayudarte. —Yesung se apresuró a tomar las bolsas de comida.

—Por cierto. —Los miré con intriga por saber su reacción—. Se que pueden aburrirse estando tanto tiempo aquí por lo que les traje un regalo. —Extendí mi mano con la bolsa hacia ellos.

—No debiste molestarte, ya te estamos causando demasiados problemas. —Siwon fue el primero en decir algo.

—No es una molestia, aunque creo que Shindong y Heechul lo van a disfrutar más. —Me rasqué la cabeza de los nervios pero la expresión de ellos al ver la consola de juegos me calmó por completo.

—¡Oh si! —gritó Heechul y con eso me bastó, sabía que le darían un buen uso.

—Voy al cuarto por mi ropa de mendiga. —aclaré mientras me encaminaba hacia allá.

—¿Ropa de mendiga? —Shindong preguntó algo confundido.

—Es mi ropa de casa, así le llamo yo. —sonreí y me metí al cuarto para cambiarme.

Generalmente mi ropa de mendiga constaba de un short y una camiseta sin mangas y debajo de ella la libertad, nada de corpiño, pero como ahora no estaba sola opté por los deportivos y una camiseta holgada que tapaba incluso el short que tenía.

Gracias a Dios el día por fin estaba llegando a su fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro