Capítulo LXXVI
—Súeltame o te mato. —Lo amenacé con todas mis fuerzas. No podía entender cómo éste enfermo no entendía que no quería saber nada de él.
—¿Tanto te cuesta entender que eres mía? —Elian habló golpeando su asqueroso aliento sobre mi cara.
—Y tu se ve que eres bastante idiota porque no entiendes que nunca estaré contigo. —Esas palabras parecieron dolerle porque tomó mis muñecas con más fuerza y presionó mi cuerpo contra la pared subiendo mis brazos sobre mi cabeza.
—Es lo que tú piensas. —Arremetió sus labios sobre los míos con fuerza, y a pesar de que los apretaba con fuerza insistió tanto que pudo abrirlos.
En mi vida había imaginado que iba a tener que pasar por una situación como esta. Me invadían sentimientos de odio por todo mi cuerpo así que con todas mis fuerzas intenté patearle las bolas pero fallé, al parecer sabía que haría ese movimiento.
—¿Te atreves a querer golpearme? —dijo luego de darme una bofetada tan fuerte que podía sentir el gusto metálico de la sangre por dentro de mi boca, solo me generó miedo e ira a la vez—. Lo siento amor... Yo... Yo no quería... —Se disculpaba al darse cuenta de su accionar.
No lo pensé dos veces y en cuanto se descuidó y me soltó corrí para tratar de entrar al edificio. No había notado que estábamos tan lejos de la entrada, en estos momentos es en donde agradecía no llevar tacos.
—¡No corras! Nadie te va a ayudar. Ellos ni cuenta se han dado de que no estas. —gritaba sonriendo mientras me perseguía a paso firme.
—¿Aysel? —En cuanto sentí la voz de Zoran me aferré como nunca a su cuerpo—. ¿Quién eres? —preguntó a Elian que se había quedado a unos metros de nosotros, quizás se vio intimidado por el cuerpo enorme de mi amigo o simplemente no quería que lo reconocieran.
Pude ver como Elian me observaba con una sonrisa lobuna provocando que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza, sabía que no sería tan fácil la próxima vez que me lo encontrara.
—¿Aysel, qué pasó? ¿Por qué estas temblando? ¿Quién era ese sujeto? —Zoran me separó de su cuerpo para verme a la cara y en cuanto nuestros ojos se encontraron inconscientemente comencé a llorar sin decir ni una sola palabra.
Zoran se quedó petrificado al verme en ese estado, nunca me había visto indefensa y es que nunca me había sentido así hasta hoy. Mi cuerpo no paraba de temblar y las lágrimas no cesaban a pesar de que me las limpiaba con la mano.
—¿Qué te hizo ese hijo de puta para dejarte esa marca? —Tocó mi rostro en el lugar en el que había recibido la cachetada.
—¿Tengo la cara marcada? —En ese instante dejé de llorar y tomé mi bolso lo más rápido que pude para sacar un espejo y descubrir que tenía la marca de su mano en mi, maldito hijo de perra—. No puedes decirle a nadie lo de hoy, a nadie ¿me escuchaste? —amenacé mientras colocaba base y rubor sobre mi rostro para evitar que se viera su asquerosa mano a pesar de que todavía mi cuerpo no paraba de temblar.
—¿Vas a decirme qué mierda está sucediendo? ¿Qué haces aquí y quién era ese tipo? —Zoran exigía respuestas y yo sabía que las merecía pero hoy no era el mejor momento para hablar.
—Se que mereces saberlo, pero ahora no puedo hablar, la entrevista comenzará en cualquier momento y los chicos deben estar buscándome. ¿Podrías acompañarme hasta donde se grabará el programa de hoy? —No quería estar sola y no quería involucrarlos.
—De acuerdo —Zoran soltó un suspiro pesado—, pero más te vale hablar todo sin guardarte nada. Desde que te conozco nunca te había visto en ese estado, y eso, no es señal de algo bueno. —Me ayudó a ponerme de pie luego de que había terminado de arreglar mi maquillaje.
—Gracias. —agradecí desde lo más profundo de mi corazón.
El camino se hizo silencioso e incómodo. Al parecer Zoran había venido a ver a uno de sus clientes particulares al que siempre veía cuando se encontraba en la ciudad, en ese momento sin saber de quién se trataba lo amaba, ya que si no hubiera sido por él Zoran no hubiera estado aquí y solo Dios sabe qué hubiera pasado.
Insistió en no dejarme sola hasta llegar a donde se encontraban los chicos. Él también conocía al gorila de seguridad por lo que no tuvo problema para pasar.
—¡Aysel! ¿Dónde te habías metido? Te buscamos por todos lados. —Siwon fue el primero en acercarse a nosotros pero al parecer no habían notado a Zoran todavía.
—¿Qué hace él aquí? ¿Quién lo dejó pasar? —Como era de esperarse Yesung fue el primero en notarlo.
—Lo siento, tuve un pequeño percanse, cosas de mujeres. —mentí a lo que Zoran hizo un sonido con su garganta, en su lenguaje fue: "¿Eso es lo mejor que se te ocurrió?"—. Me lo crucé de casualidad y le pedí que me acompañara ya que ustedes dijeron que no debía estar sola ¿o está mal?. —Eso si era cierto.
—Pero ¿cómo dejó que el de seguridad lo dejara pasar? —Hae lo miraba con odio, aún recordaba la situación en la que nos vio la última vez y Zoran no se quedaba atrás, esos dos no se podían ver.
—Fue mi cliente. —dijo orgulloso dejando a todos confundidos.
—¿Tu cliente? —preguntaron todos al unísono.
—¿No les dije? —La verdad es que se me tuvo que haber pasado—. Zoran es famoso por ser el mejor abogado penal de la ciudad. —Estaba orgullosa de los logros de mi amigo porque sabía por todo lo que tuvo que pasar para llegar hasta donde se encontraba ahora.
—¿Acaso creían que solo me dedicaba a viajar sin plata? —Zoran sonreía con arrogancia por lo que le di un codazo para que se calmara.
—¡Estamos por salir al aire! —gritó el mánager para saber que teníamos que dirigirnos al set de grabación.
—Deberían cuidarla mejor. —dijo mientras agitaba su mano en forma de despedida.
—¿A qué se refiere? —preguntó Teuk algo desconfiado. Maldito Zoran y después no quiere que lo mate.
—A nada... ¡Vamos, vamos! —dije agitando mis manos para que comenzaran a caminar.
—Aysel tus muñecas. —Wook se acercó hasta mi para hablarme al oído, instintivamente las bajé y las cubrí con mis manos.
—¿Qué pasa? —Hee, que tiene una habilidad para leer el ambiente notó que algo estaba pasando.
—Nada estoy pensando en que si las fans que estén es el set me reconocerán. —mentí y no, ya que en parte era una preocupación real.
—No debes preocuparte con la gorra y el cubre boca que te di será suficiente. —Pero ahora que recuerdo Elian me los había quitado.
—Creo que los dejé en el baño. —Volví a mentir, pero ahora era lo único que podía hacer. No quiero ni imaginar qué sucedería si se enteraran de lo que realmente me pasó.
—No te preocupes, siempre traemos repuesto. —Hae se paró frente a mi colocando una gorra que adiviné que era suya porque la reconocí de varias fotos que se había tomado, y el cubre boca acariciando de manera sutil mi cara.
—Gracias. —dije nerviosa porque no quería que el maquillaje se corriera y porque aunque a penas me rozó el ardor todavía persistía, por lo que esperaba no haber hecho una mueca de sufrimiento sino estaba jodida.
—Estaré a tu lado, tranquila. —Me sonrió de la manera más tierna y tímida que podía existir haciendo que mi corazón se saltara un latido.
En ese instante quise llorar, me sentía abrumada por mis sentimientos y las emociones que había pasado en tan solo unas horas. No merecía que un tipo como Elian me persiguiera de esa forma pero tampoco merecía el amor de los chicos, no había hecho nada bueno ni tampoco nada malo para que estuviera pasando por todo esto. Solo he sido una simple chica viviendo su vida lo mejor que pude.
La entrevista terminó más que bien, aunque no pude evitar sentir hervir mis sangre cuando gritaban los nombres de Teuk, Hae y Yesung. No se si podría acostumbrarme a no sentir celos o a sentirme insegura sabiendo que en cualquier momento podrían conocer a alguien mejor que yo y dejarme.
Ok., estaba demasiado sensible y pensando cualquier estupidez que se me cruzara. Lo mejor que hice fue decirles que no hablaríamos hoy sino mañana, hoy temía decir algo de lo que luego me arrepentiría.
Al llegar les hice saber que no iba a cenar, y agradecí que Wook no me preguntara por las marcas en mis muñecas, algo de lo que no me había percatado hasta ese momento.
Abrí directamente el agua caliente para que la tina se fuera llenando, necesitaba zambullirme en agua y quitar de mi cuerpo cualquier rastro de Elian de él. Al recordar que me besó, al instante me sentí enferma y tuve que salir del agua para vomitar.
Nunca antes me había sentido tan asqueada por lo que después del baño me acosté a dormir esperando que el mañana, incluso, no llegara. Hoy quería desaparecer del mundo.
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