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Capítulo LXXIII

No veía la hora de llegar a casa, nunca más saldría de compras con ellas, prefería llevar a Hee o a Shinshin que a esos demonios disfrazados de mujeres.

Por fin divisé mi casa y tras pagarle al taxista bajé la cantidad de bolsas que llevaba, hoy no habría siesta para mi, tendría que arreglar el placard.

Me llamó la atención ver que no había nadie en casa, se sintió algo solitario pero no me molestaba del todo.

Abrí la puerta de mi habitación y tiré todo a un lado de la cama y sin si quiera pensarlo me tiré de cabeza en ella. Caí boca abajo y con los brazos extendidos, giré mi cuello hacia un costado y cerré los ojos por un minuto, era reconfortante tanta paz.

Me quedé en esa posición por alrededor de diez minutos cuando sentí que a lo lejos sonaba mi celular. Lo buscaba entre mi ropa pero nada, lo busqué entre las sábanas y nada hasta que me acordé que estaba en mi mochila.

Con cuidado me moví hasta un costado de la cama en donde había dejado las bolsas con la ropa, y debajo de todo, enterrada en el fondo, estaba mi adorada mochila. Era pequeña y de cuero negro adornada con tachas en la parte delantera, diez mil veces la prefería que a las carteras.

Una vez que la tuve entre mis manos la subí a la cama y la abrí para buscar mi teléfono, obviamente el que estaba llamando cortó. Al sacarlo del interior volví a acostarme pero ahora boca arriba.

Puse el patrón de desbloqueo y al encenderse, la pantalla marcaba diez llamadas perdidas y veinte mensajes de whatsapp.

Las llamadas perdidas eran de los chicos, en su mayoría de Teukie y Siwon; los mensajes de Hae, Yesung, Hyuk y Zoran. No tenía ganas de leerlos por lo que marqué el número de Teukie para saber porqué tenía tantas llamadas perdidas.

—¿Hola? —pregunté en cuanto atendió la llamada.

—Te he estado llamando toda la mañana. —reprochó, sabía que le molestaba que no le atendiera ya que tendía a pensar que algo me había pasado.

—Lo siento, estuve toda la mañana con las chicas y no me dejaron ni respirar. Recién llego a casa. No te enfades ¿si? —dije arrastrando la i como si fuera una niña pequeña.

—Esta vez te lo perdono. —Sabía que mi acto había funcionado y que él también estaba fingiendo estar enojado.

—¡Por eso eres el mejor! —Lo alabé divertida ante la situación.

—Ya para que se que estas hablando con palabras dulces. —No pude evitar reír ante su comentario—. Te estuvimos llamando con los chicos para decirte que tendrías que almorzar sola porque nos vinimos al estadio a continuar con los ensayos para el concierto. —Es cierto, ya quedaban pocos días.

—Con razón cuando llegué nadie salió a darme la bienvenida. —dije haciéndome la ofendida y tratando de aguantar la risa.

—¿Te divertiste con tus amigas? —Él siempre se preocupaba por mi y eso era algo que me encantaba y me volvía loca, nunca se le olvidaba preguntar por mi y por las cosas que hago o me interesan.

—La verdad prefiero mil veces llevar a Heechul a comprar ropa que salir con ellas. —admití mirando el techo de mi habitación.

—¿Cómo tiene que haber sido eso para que prefieras ir con él? —preguntaba entre risas. A lo lejos se oyó una voz que lo llamaba.

—Bueno, mejor colgamos ya que te están llamando. —informé al darme cuenta de que no tenía la menor intención de colgar.

—¡Espera Aysel! —Se apresuró a decir para que no cortara la llamada.

—¿Qué pasa? —Volví a colocar el móvil en mi oído.

—Te extraño. Quiero estar contigo. Te quiero. —Sus palabras fueron saliendo pausadamente y con una dulzura que jamás imaginé escuchar en un hombre.

Estaba a punto de responderle cuando se sintió la voz de Yesung y colgó la llamada, quizás no quería que supieran que estaba hablando conmigo.

Cerré los ojos y suspiré pesadamente, todo esto me estaba volviendo loca. Lo único bueno es que al menos Siwon y Heechul ya no eran un problema en cuanto a sentimientos.

Busqué entre mis contactos algún local de comida rápida y pedí el almuerzo, y mientras esperaba que llegara comencé a buscar en internet a alguien que me arreglara el ventanal de mi habitación, el verano estaba a dos o tres días de distancia y no me calcinaría con el ventilador largando aire caliente teniendo un aire acondicionado en mi habitación.

Me fui hasta la cocina para preparar todo para cuando llegara el delivery ya que estaba muriendo de hambre.

Gracias a Dios que encontré a alguien que hace y coloca vidrios a medida, por lo que le envié la dirección para que viniera a tomar las medidas que necesitara. Como estaba cerca contestó que en unos minutos vendría.

El timbre por fin sonó y justo llegaron las dos cosas que esperaba. Pagué por la comida e hice pasar al hombre que venía por el ventanal, que debo decir que se veía bastante bien a pesar de ser un hombre grande. Calculo que estaba en sus cincuenta años, pero tenía un torso y brazos bien trabajados, un cabello con algunas canas grises y una barba muy bien recortada.

No demoró mucho tomando las medidas y al acabar me afirmó que mañana en la tarde ya tendría todo arreglado por lo que lo abracé de la felicidad que me dio saber que ya no sería comida de los mosquitos.

En cuanto se fue corrí a la cocina por mi almuerzo, casi diría que parecía un cerdo devorando lo que tenía en el plato, en mi defensa diré que eran casi las cuatro de la tarde y lo único que tenía en el estómago era el desayuno que tuve con las chicas.

Comí tan rápido que me sentía llena, pero aún así tenía cosas por hacer. Me levanté y lavé el plato y los cubiertos que había usado, pasé el lampazo en la cocina y el comedor, luego tiré la basura en el contenedor que se hallaba fuera de casa.

Ahora era turno de la habitación. Junté toda la ropa sucia y la metí dentro del lavarropa junto con las sábanas de la cama. Mientras hacía todo me di cuenta de que tanto silencio en la casa me daría sueño, así que caminé hasta la cama, tomé el celular y lo conecté al parlante a todo lo que daba. Hoy tenía ganas de escuchar las canciones de kpop movidas, eran alrededor de cuatrocientas canciones en las que también estaban incluidas la de los chicos.

Ahora si, con la motivación de Big Bang me puse de pie en una silla y comencé a sacar las cortinas para cambiarlas por otras, pobres, ella también merecían un lavado.

Después de dejar las cortinas en el lavadero esperando su turno para ser lavadas me encaminé decidida hasta el ropero, hoy no se podría escapar.

Comencé a tirar los pantalones cortos hacia un lado, los largos hacia otro, las remeras mangas cortas por un lado, las mangas largas por otro, los monos formaban una pequeña montaña y a su lado los vestidos.

Los zapatos, botas y zapatillas, porque sandalia no tenía porque no me gustaban y si habían eran las que Lena me había prestado, también estaban separados en otro rincón de la casa. Los abrigos los dejé sobre la cama.

En ese preciso momento en que me disponía a comenzar a ordenar todo, sonó la canción de un nuevo grupo que me estaba volviendo loca: Ateez y la canción era "Hala Hala". El ritmo era tan adictivo que no pude evitar ponerme a bailar.

—¿Na sabía que te gustara bailar? —Hyuk apareció frente a mi haciendo que pegara el grito del siglo, estaba agradecida de que nadie vivía alrededor o todos creerían que me estaban asesinando.

—¡Por la gran mierda! ¡Hijo de tu putísima...! —Me detuve en cuanto noté que Eunhyuk no estaba comprendiendo nada de todo lo que estaba diciendo, y en cambio solo reía sin parar.

Tomé lo primero que encontré a mano, que para su mala suerte fue una zapatilla, y se la lancé dándole justo en la cabeza haciendo que perdiera el equilibrio y callera sobre la cama.

—¡Mierda! —dije cagada del susto—. ¿Estas bien? —pregunté llegando hasta él lo más rápido que pude.

—Si te quedas así por una hora creo que podré sanar por completo. —bromeó al ver que estaba sobre su pecho con mi cara muy cerca de su rostro.

—Al parecer estas bastante bien. —dije enojada porque me había asustado por nada.

—No te vayas todavía. —Me tomó de la mano haciendo que perdiera la estabilidad y cayera sobre su pecho, entonces aprovechó y me encerró en sus brazos y con sus piernas.

—¿Qué crees que estas haciendo? —Hacía fuerza para liberarme pero él solo lo aprovechó y me besó acercandoso su boca a la mía ya que no había mucho espacio para escapar.

—¿Te he dicho que me encanta cuando te enojas? —preguntaba divertido.

—Espera que salga de aquí. Yo que tu comienzo a rezar por tu vida. —Lo amenacé pero a cambio solo recibí otro beso.

—Me gustas. —confesó mirándome a los ojos y en ellos podía ver la sinceridad en sus palabras—. En verdad me gustas Aysel, me gustas mucho. —repetía ahora acariciando mi rostro.

—Yo, lo siento Hyuk. —Ahora era el momento de aclarar mis sentimientos hacia él y decirle la verdad.

—No es necesario que digas nada. Se lo que vas a decir, y se que tengo que dar un paso al costado. —Lo que decía me dejaba sorprendida al extremo de quedar muda.

—¿Y qué es lo que sabes? —Me armé de valor y pregunté, quería asegurarme de que estábamos hablando de lo mismo.

—Se que a Hae le pasan cosas contigo y que a ti también. Además se que no soy el único que se fijó en ti. —No apartaba su vista de la mía—. Pero déjame decirte algo.

—¿Qué? —La curiosidad me estaba carcomiendo por dentro.

—Antes que tuyo Donghae fue mío. —Sus palabras me dejaron completamente anonadada, ¿Acaso eso quería decir que los rumores eran ciertos? ¡Dios mío! Ahora si que me muero.

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