Capítulo LXXI
Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, lo que más necesitaba era dejar descansar mi mente de todo lo que la torturaba.
Después de que la alarma sonó y de que flojeé un poco en mi cama por fin me levanté y me dirigí hacia el baño para darme una ducha que terminara de alejar la pereza de mi cuerpo.
Como siempre las gotas de agua golpeaban mi piel desnuda haciendo que me relajara. Enjuagué mi cabello y luego de quitar el jabón de mi cuerpo lo envolví en un turbante para que se fuera secando mientras buscaba qué mierda ponerme. Y es que siempre tenía problemas con la ropa.
Terminé optando por una jardinera de jean y una musculosa negra de tiras finas junto con mis zapatillas blancas. Hoy iba sencilla, sin contar que de seguro caminaríamos un montón.
Me agaché para sacarme la toalla de la cabeza y al levantarme Yesung se hallaba en mi cuarto con una sonrisa tímida pero se podía ver que el brillo en sus ojos eran diferente.
—Hola. —Saludé tranquila y me senté frente al espejo de la cómoda para arreglar el desastre que había en mi cabeza. Ya estaba acostumbrada a que todos entraran sin permiso por lo que a esta altura me era totalmente natural.
—¿Amaneciste bien el día de hoy? —Se acercó hasta mi y me tomó de la mano para levantarme. Yesung sonrió por primera vez con picardía, me tomó de la espalda baja para acercarme más a su cuerpo y sin decir palabra alguna me besó.
Los besos de Yesung siempre eran suaves y delicados con un poco de sabor a timidez, pero esta vez su sabor era distinto. La determinación estaba presente en el movimiento de su lengua dentro de mi boca y la pasión caminaba en los dibujos que sus dedos hacían en mi espalda.
La falta de aire se hizo presente y al separarnos puse mi mano en su pecho y me sorprendió sentir lo rápido que estaba latiendo.
—¿Y esto a qué se debe? —pregunté más que sorprendida por su cambio de actitud, y es que en verdad jamás lo hubiera imaginado actuando de esta forma.
—Es solo que quiero que sepas que soy muy posesivo. —Sonrió como si nada y volvió a besarme—. Que tengas una buena mañana con las chicas. Nos vemos más tarde. —habló después de besarme y dejarme toda desorientada para luego marcharse por donde había entrado.
Por un momento quedé pensativa mirándome en el espejo. La llegada de un mensaje hizo que reaccionara y al ver que se trataba de Lena me apresuré a terminar de secar y arreglar mi cabello. No era necesario que lo leyera para saber que ya me estaban esperando para desayunar.
Corrí hasta la sala de estar con mi mochila en una mano, el celular en la boca y el casco en la otra mano, y las llaves de la casa y la moto la sostenía con el mentón presionándolas sobre mi pecho.
Los chicos se hallaban desayunando y a penas me vieron se echaron a reír los muy malditos en vez de ayudarme.
—¡Buenos días! —Me saludaron todos con expresiones más que divertidas mientras que yo quería matarlos uno por uno.
—¡Qué te diviertas! —Hee se despedía de manera irónica, luego lo mataría.
Como pude les hice señas para despedirme de ellos. Al salir el aire estaba bastante pesado, hoy haría mucho calor.
Los chicos se habían tomado, al menos, la molestia de sacar a mi bebé del garage, por lo que después de guardar todo en mi mochila y colocarme el casco partí al encuentro con las chicas. Ya iba diez minutos tarde así que de seguro como castigo tendría que comprarles algo más que el desayuno.
Cuando llegué y estacioné a mi bebé agradecí haberme puesto las zapatillas, ya que a penas bajé de la moto comencé a correr hasta dónde estaban las chicas.
—Podrías al menos haberte quitado el casco. —Mila se burlaba de mi al tiempo que yo caía rendida sobre una silla y le hacía señas a un mesero para que me trajera la carta.
—¿Así que era esto lo que me pesaba y no me dejaba ver? —Justo cuando me lo estaba sacando un mesero joven, alto y bien parecido se acercaba hasta nosotras.
—Buenos días. —saludó muy educadamente dejando ver una sonrisa amplia y brillante, si a este niño lo despiden me lo llevo para el Café, atraerá a muchas clientas—. ¿Qué desea ordenar? —Sus ojos no abandonaban mi rostro, calculo que se debía al desastre de mi cabeza.
—Un licuado grande de ananá con naranja y una porción de selva negra y una de frutilla. Y lo que las chicas quieran pedir. —Ellas ya llevaban media taza de café cada una.
Después de que las chicas ordenaron sus postres el mesero se marchó para traernos lo que habíamos pedido y en verdad esperaba que no se demorara porque moría de hambre.
—Se ve que alguien está interesado en ti. —Al parecer Mila se había levantado con el chip de molestar a Aysel.
—Deja de molestar y bebe tu café. —Señalé con mi mano y con la otra dejaba el casco en el suelo.
—¿Vas a decirme por qué mierda llegas tarde? —Lena estaba enojada y lo sabía. Mi final estaba cerca, podía olerlo. Adiós mundo cruel. Ok., estoy exagerando.
—La verdad es que me desperté temprano, me bañé y cuando me estaba arreglando Yesung apareció en mi cuarto y me dio los buenos días de una forma muy hot. —explicaba tratando de acomodar el nido de ratas que había en mi cabeza.
—¿Y ese sería...? —Al parecer todavía no recuerda sus nombres.
—Al que tu llamas tímido. —En ese instante el mesero que nos había atendido se acercaba con nuestros pedidos.
—Gracias. —contesté agradecida y en ese momento ambos tomamos el vaso por lo que su mano rozó la mía por unos segundos y él tranquilamente sonrió. Lena toció un poco y el chico rompió el contacto visual y se marchó.
—Yo creo que tuvo un flechazo contigo. —Si, Mila se haya en esos raros días en los que le gustaba molestarme.
—Y yo creo que alguien aquí necesita que le saquen a navegar la canoa. —Con mi comentario Mila se ahogó y Lena comenzó a reír como foca retrasada.
—¡Mira quién habla! Te aseguro que no soy a la única que le hace falta. —Mila parecía una niña pequeña tratando de contestarme.
—Lamento desilucionarte querida, pero yo ya he estado navengando en aguas profundas. —dije metiendo un bocado de mi tarta de selva negra a mi boca.
—¡Repite eso! —Lena estaba al borde del asiento con sus dos manos apoyadas en la mesa.
—Que yo ya estuve navegando en aguas profundas. —repetí tranquila dándole otro mordisco a la tarta, y es que estaba deliciosa.
—¿Hace cuánto? ¿Con quién? ¿La tiene grande? ¿Y si no dime que al menos la sabe mover muy bien? ¿Cuántas veces? Eres una cerda, eso es lo primero que nos tendrías que haber dicho al llegar aquí. —Lena no paraba de preguntar, incluso no estaba respirando y se notaba porque estaba completamente morada.
—¿Puedes respirar al menos? —dije riendo ante sus ocurrencias.
—Deja de perder el tiempo y comienza a hablar. —Lena no da más de las ansias por saber.
—Estoy de acuerdo con ella. —Mila me observaba de arriba a abajo divertida—. Mira cómo has cambiado traviesa. —Parecía toda una madre reprendiéndome por mis acciones.
—Fue con Donghae...
—¿Quién? —Lena en verdad quería saber todo.
—El de cabello largo. —Mila habló rápidamente—. Y calla de una vez así no se detiene. —Mila al parecer tampoco podía contener la ansiedad lo que provocó que estallara en risas.
—Bueno después de que me fui del Café llegué a casa por un baño y al salir de la habitación él también se encontraba en la casa solo que ninguno de los dos se había dado cuenta de la presencia del otro.
—Y así están de tarados. —Lena comentó pero a cambio recibió un golpe por parte de Mila en su cabeza, era la única que se atrevía a golpearla.
—Empezamos a hablar del porqué estaba en la casa y no con los chicos preparando todo para el concierto cuando se acercó me besó desde el cuello hasta el hombro. Yo claro casta y pura le decía que se detuviera. —Paré un poco para beber de mi licuado.
—¡Si claro! Tu casta y pura, no me hagas reír. —Lena se burló de mi y nuevamente Mila le dio un correctivo.
—El tema es que una cosa llevó a la otra y bueno, ya son grandes para imaginar. —Terminé mi relato, era obvio que no les iba a dar los detalles.
—¿Y cómo estas? —Mila preguntó en verdad preocupada por mis sentimientos.
—En verdad las cité aquí por un problema mayor que ese. —Las chicas me miraban desconcertadas—. Espero que se agarren bien porque aquí viene lo peor.
Y esa era la verdad. Mi gran problema en este momento era Zoran.
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