Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4


Capítulo 4

Elena

Dejo caer la maleta en mi nueva habitación con un pesado bufido.

Me pongo recta, llevándome las manos a la espalda, casi jadeando por arrastrar la maleta desde el autobús a la habitación. Después de hacer un recorrido por todo el instituto y el internado, además de las clases y diferentes establecimientos, estaba exhausta. El instituto es enorme, pero debo decir que también impresionante.

Hoy es miércoles, así que empezaremos el instituto mañana. Me tiro en la cama que estaba vacía, ya que la habitación era de dos personas. Observo la habitación con un pequeño resoplido. La habitación era pequeña, pero bastante bien equipada. Con dos armarios, un escritorio con dos sillas y una ventana enfrente de este, es más de lo que me esperaba.

La cama en diagonal a la mía está ocupada por unas sábanas marrones con mantas alrededor hechas de crochet. Supongo que tendré que compartir habitación con alguien.

Cierro los ojos, intentando asimilar que realmente estaba haciendo esto, que iba a tener que salir de la burbuja de confort que había creado alrededor de la soledad cuando un golpe en la puerta hace que abra los ojos con una mueca.

Me pongo de pie, preguntándome si me voy a topar con mi nueva compañera de habitación. Pero cuando lo abro la puerta, me encuentro con una cara conocida.

―¡Hola!

Dice quien ahora sabía que era Ivy, la chica que me había metido información sobre mi nuevo instituto a compresión en el cerebro después del camino en autobús. Solo que ahora no venía sola.

―Esta es Sandy, mi mejor amiga, la chica de la que te he hablado en el autobús ―lo dice con ilusión y cuando miro a su lado, casi tengo que recoger la mandíbula del suelo. Una chica de alrededor 1'70, con el pelo largo y rubio platino hasta la cintura me saludaba con la mano y una sonrisa perfecta―, te la quería presentar, para que mañana podamos ir juntas a clase, ya sabes.

Sigue Ivy con una sonrisita. Asiento ligeramente, asombrada con como toda la gente que había visto hasta ahora era tan guapa.

―Soy Elena, encantada de conocerte― asiento hacia ella.

―Ya sabes mi nombre, pero me puedes llamar San, casi todo el mundo me llama así― dice con amabilidad, alisándose la falda plisada con las manos.

Ivy da un paso atrás y señala el pasillo con la cabeza, mirándome.

―Vamos, ¿no?― cuando nota mi confusión, explica―, tienes que buscar tu uniforme y el horario, también saber cuando es la reunión para los nuevos, así que le he dicho al profesor que nos acompañaba que podíamos ir contigo, para presentarte a los demás y esas cosas.

Parpadeo un par de veces y una sonrisa aliviada se me escapa al pensar que no voy a tener que hacerlo sola.

―Bien, un momento― me doy la vuelta, cogiendo mi móvil y la sudadera que había dejado encima de la maleta y me la pongo, saliendo de nuevo, con la llave en la mano―, ya estoy.

Sandy me sonríe y empezamos a salir de las habitaciones del internado para ir a lo que es la instalación del instituto, que está a un rato andando, porque será una pasada, pero coches, motos y bicis también pueden circular por el recinto que rodea el instituto.

Ivy y Sandy me ponen entre ellas, señalándome algunos puntos por donde vamos pasando, explicándomelo todo con vehemencia. Aunque Ivy sobre todo me murmura al oído chismes y rumores de las personas a las que nos cruzamos. Cada uno es más disparatado que el anterior y me encuentro al final con las cejas en el nacimiento del pelo.

De repente Sandy se para, haciendo que trastabille al pararme en seco.

―¡Oh, oh, oh! ―tararea con emoción, dando un saltito―, los chicos están entrenando, vamos para allá ―empieza a caminar con rapidez, arrastrándome hasta lo que parecían unas pistas enormes para algún tipo de deporte.

Ivy ríe detrás de mí, siguiéndome el paso.

―Son los del equipo de rugby ―explica, encogiéndose de hombros mientras ve la emoción de Ivy―, se lleva bien con algunos de ellos, así que a veces va a los entrenamiento ―Ivy coge mi brazo y tira de mí hacia donde su amiga ya nos adelantaba ―vamos, no te quedes atrás.

Casi tenemos que correr cuando llegamos a unas gradas frente a un campo enorme con chicos que podrían romperme de un puñetazo correteando por allí.

Sandy pasa de los asientos y directamente se va a las barras que la separan de la hierba, apoyándose con una sonrisa.

―Ya están terminando ―me informa cuando llego a su lado, jadeando por la carrera, apoyándome igual que ella en la barra de metal.

Levanto la vista, entrecerrando los ojos para poder distinguir, pero tampoco es que viera demasiado.

Ivy suspira desde el otro lado de Sandy y me mira por delante de ella.

―Allá vamos.

―¡Ey, Sand, estás aquí! ―la voz grave de un chico suena acercándose. Cuando miro, me encuentro con un chico alto y con una mata de pelo pelirrojo y rizado en la parte de arriba de la cabeza. En su boca está una sonrisa de oreja a oreja, corriendo hacia Sandy, dando pequeños saltitos―. Pensaba que nunca vendrías ―dice, antes de pasarle unos brazos enormes por la espalda. Me aparto ligeramente cuando la aúpa con facilidad, antes de dejarla caer en el mismo sitios.

―Ya te he dicho que no me llames así, Tommy ―refunfuña Sandy, como si lo hubiera dicho un millón de veces. Resopla y se mira el uniforme con un puchero―. Y encima me has puesto perdida de tierra.

En defensa del chico, no parece demasiado molesta.

―¡Eh, tío! ¿Vienes? ―dice otro chico desde más lejos, mirando hacia nosotras. Este tiene el pelo oscuro y parece algo más alto que este tal "Tommy", aunque no puedo decirlo desde tan lejos.

―¡Zack, ven! ―exclama con emoción, llamándole con la mano. Este chico se queda en sus sitio, reacio―. ¡Venga, que te pesa el culo! ¡Hay una chica nueva, joder! ―grita sin ninguna vergüenza, señalándome como un perro sobreexcitado. Puede que ahora me asemeje más a un tomate que a una persona, parada en mi sitio, con toda la cara roja, mirando fijamente el dedo que me señalaba.

Sandy le chista y le baja la mano con una bofetada, lo que hace que se frote la mano con una mueca. Pero el chico se mueve, trotando hacia nosotros.

Y puedo decir que el rojo se hace más intenso, porque es fácilmente el chico u hombre más guapo que he visto nunca. Es más alto que el otro y la camisa del deporte que juegan hace que se note que realmente está en forma. Su pelo es castaño oscuro, que está largo hasta la nuca.

―Hola, soy Zack ―dice cuando se pone al lado del pelirrojo, mirándome fijamente a mí. A mí.

Y creo que de repente he perdido toda capacidad del habla y de raciocinio. Sus ojos eran verdes, ¿o azules? Pero la cuestión es que me miraban a mí y yo estaba... volando, perdida y muda.

Siento todas las miradas sobre mí, pero estoy paralizada e incapaz de hacer nada.

―Se llama Elena, es de España. Viene de interna ―me salva Ivy, riendo ligeramente con picardía, mirando entre Zack y yo―. La conocí en el autobús cuando venía, es muy agradable.

―¿ E-lena? ―dice en tono de duda el pelirrojo, mirándome―, ¿cómo? ¿Ehlena? ―intenta, frunciendo el ceño.

―Elena ―alcanzo a decir, poniendo acento español.

Él intenta de nuevo, trabándose con las palabras, murmurando para sí mismo.

Zack suspira, sonriendo ligeramente.

―Ignóralo. Él es Thomas, pero todos le llaman Tom ―dice, mirándome con una pequeña sonrisa.

―Oh ―murmuro, asintiendo ligeramente, volviendo a mirar a Tom.

―Lena ―termina diciendo después de todo un mejunje de acentos y nombres ―te quedas como Lena, porque tu nombre es español y eso ―dice, encogiéndose de hombros con despreocupación.

Sandy bufa, negando con la cabeza.

―No le puedes cambiar los nombres así como así a la gente, Tommy, es de mala educación ―dice, rodando los ojos.

―¡Oye, yo soy muy educado! No le importa ―refunfuña―. No te importa, ¿verdad?

Niego con la cabeza, a lo que sonríe, asintiendo.

―Mira, que maja eres ―tararea, dándome lo que para él sería un ligero empujoncito en el hombro, pero que a mí me hace dar un par de pasos hacia atrás.

Zack carraspea y va a decir algo, pero un grito grave lo colapsa.

―¡Dejaros las chicas e iros a cambiaros, que ya es tarde! ―grita un hombre cincuentón desde lo que parece la entrada a los vestuarios.

―Menudo tío mierda ―bufa Tom, lo que hace que Zack le de un pescozón que escocería hasta a un rinoceronte―. Bueeeno, pues nos vamos ―refunfuña, plantándole un beso sonoro en el pelo a Sandy y despidiéndose con la mano, frotándose la nuca en el camino.

―Lo último que necesitas es otro toque de atención del señor Davies, Thomas ―oigo decir a Zack mientras se van.

Mis pensamientos se quedan en blanco y van a la velocidad de la luz a la misma vez. Lo único que me saca de mis pensamientos es el codazo de Ivy, que me recibe con una sonrisa.

―Vaya, vaya. Ahora tenemos a dos enamoradas de jugadores de rugby ―dice, divertida―, me da que seré la única soltera dentro de poco.

―Por Dios, ¡calla!

Sandy, acabas de exteriorizar mis propios pensamientos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro