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Capítulo 41. El misterio de X.


Después de insistir cerca de cincuenta veces me doy cuenta que Haymitch no me contestará. Me debato si llamar a Plutarch o llamar directamente a Effie. Al fina decido llamar a Effie.

Suena un par de veces y aparece la misma Effie demacrada que vi en la televisión hace unos minutos.

—¡Effie! –le digo y ella trata de darme una sonrisa pero no puede. –¿Qué tienes?
–¿Tan mal me veo? –me pregunta y yo niego.
–No. –ella me da una mirada como las que Haymitch me daba cuando no me creía. –De acuerdo para alguien que te conoce si te ves mal.
–Gracias, no esperaba menos de ti. Pero si, tienes razón no estoy bien. –y entonces se pone a llorar.
–No, Effie, no llores, dime qué pasa. –le digo mientras sigue llorando. Ella trata de calmarse y finalmente entre gimoteos me dice.
–Haymitch desapareció, un día estábamos cenando juntos y al siguiente ya no estuvo en su habitación ni en ningún lado de la mansión. Temo lo peor. –Y se suelta a llorar de nuevo.
–Oh, Effie, créeme qué te entiendo. –y ella asiente y llora más. –¿Y qué dijo Plutarch?
–Qué no hay nada de pistas de su paradero, parece como si la tierra se lo hubiese tragando. No puedo con la angustia Katniss. –La pobre mujer no deja de llorar, me siento mal por ella, sé perfectamente cómo se siente que de un día a otro te abandonen, porque estoy más que segura que Haymitch se fue con Peeta.
–Mira Effie, seguramente debe estar bien, tal vez está con Peeta. –y ella deja de llorar y me mira fijamente.
–¿Crees que se haya ido con él?
–Es lo más probable, presiento que no nos están diciendo otra vez todas las cosas. –ella empieza a secar su cara con pañuelos desechables y me mira atenta. –¿Recuerdas aquellos días donde Peeta y yo íbamos a entrar a la Arena del Vasallaje? ¿Recuerdas lo misterioso que andaba Haymitch?

Ella parece recordar y se pierde un momento en sus recuerdos.

—Tienes razón Katniss, últimamente había estado igual que aquella vez. ¿Tu crees que... –Y ella no termina su pregunta pero sé lo que quiere decir así que yo asiento con la cabeza. – ¿Pero por qué?
–No lo sé, sólo cuídate y pon atención a lo que pasa en el Capitolio. –le digo, mi bebé reclama atención y golpea mi vientre, instintivamente llevo mi mano libre hacia mi abultado vientre y lo acarició.
–Katniss, ¿dónde estás? Quiero estar contigo en estos momentos. –me dice Effie, yo niego.
–No Effie, no es seguro que salgas del Capitolio ahora. Esto en cualquier momento estallará. Solo ten cuidado.
–¿Tu estas bien?
–Estoy bien, pero me sentiré más tranquila si me dices que te cuidaras.
–Por supuesto ¿te mantendrás en contacto?
–Si, pero sólo entre nosotras, nadie más debe saberlo, ¿de acuerdo? –ella asiente. –Luego te llamo, debo ir a hacer algo.
–Cuidate, nos vemos después.

Termino la llamada y analizo la situación, es obvio que Haymitch se escabullo de la mansión y presiento que Peeta y él están juntos, y que tiene algo que ver con X. Dejo la agenda en la mesita de noche y bajo a la cocina donde está mi mamá cortando fruta en cubitos.

–Haymitch desapareció del Capitolio. –le digo a mi mamá y ella me mira.
–Por eso Effie está tan mal. –yo afirmo y ella niega con la cabeza y regresa a su tarea. –No entiendo porqué pasar de nuevo por lo mismo.

Yo me siento en la silla. Y niego con la cabeza.

–Porque Alma es igual que Corionalius. –mi madre y yo volteamos hacia la entrada de la cocina donde vemos a un hombre vestido de negro, con cabello dorado, largo que cubre la mitad de su cara, pero esos ojos lo reconocería dónde sea.
–¡Finnick! –grito y todo se vuelve negro.

Despierto y estoy en mi cama, todas las cortinas esta cerradas y la habitación se encuentra en penumbras.
–Hola Katniss. –su voz me sobresalta, veo que hay alguien en el sofá junto a la entrada. Y esa voz aunque se escucha un poco diferente la reconozco.
–¿Finnick?
–En vivo y en directo, chica en llamas. –me estiro y enciendo una de las lámparas de noche. La habitación se ilumina un poco y el hombre se levanta del sofá acercándose a mi cama. –sin duda te ves muy bien.
–Finnick, pero tú... –y no puedo acabar esa oración.
–Si, todos creímos eso, pero sólo describiría esto como un milagro, si estás apta para recordar difíciles momentos juntos puedo platicarte mi historia. –yo asiento ya que no sale nada más de mi boca. –Cuando nos sumergimos en las alcantarillas y los mutos nos alcanzaron e hiciste explotar el Holo, yo milagrosamente solo salí con heridas, pero vivo, como pude me estuve arrastrando por diferentes túneles hasta que salí a una pequeña calle vacía, ahí me quedé tirado esperando morir pero entonces apareció la comandante Paylor y me vio que estaba vivo pero muy mal herido, ella me mando a sacar de ahí con sus hombres de confianza, me sacaron del Capitolio y me llevaron al Distrito 8, ahí estuve en coma algunas semanas, me arreglaron lo mejor que pudieron, perdí un brazo y la pierna, tengo una prótesis en ambas y bueno ya no puedo vivir de mi bello rostro. –retira su cabello de la mitad de su rostro y puedo ver las cicatrices de quemaduras en el que una vez fue el hermoso rostro de Finnick Odair. –No me preocupa mucho eso, pudo haber sido peor, lo importante es que estoy vivo.

Yo me encuentro muda, aún no puedo creer que mi amigo esté vivo. Y entonces como en todo mi embarazo empiezo a llorar. Y hago lo que nunca creí hacer, me levanto y lo abrazo.

–Finnick, nunca creí –yo gimoteo– que podría –y sollozo– volver a verte. –gimoteo y sollozo. Soy un desastre de lágrimas y mocos. Él me corresponde el abrazo. –Creí que te había matado.
El da unas palmaditas en mi espalda. –Ya, chica en llamas, aquí estoy contigo para que causemos muchos problemas juntos.

Yo trato de controlar mi arrebato emocional, tomo unos pañuelos desechables de mi mesa de noche y con ellos limpio mi cara, Finnick me contempla mientras yo limpio mi cara.

–Ya, ya estoy bien, ahora puedes decirme ¿qué haces aquí y no en el 4 con tu familia? –le digo y lo miro, él desvía su mirada y mira hacia él suelo.
–No hay nada que desee más que estar con ellos, aún no conozco a mi hijo, pero ya lo amo. Me imagino que entiendes el sentimiento.–me dice y mira mi enorme barriga y pone una mano sobre ella, mi hijo golpea fuerte donde Finnick tiene su mano colocada, yo asiento. –Hay todo un pequeño guerrero ahí dentro. –deja su mano en mi panza pero vuelve a mirar el suelo. –Sin embargo no puedo ir por el momento con ellos, por lo menos no, hasta que sea seguro. –el chico nativo del distrito 4 me mira directo a los ojos. –¿Sabes lo que se avecina Katniss?
–No lo sé con exactitud, pero tengo una ligera impresión, Coin no está siendo sincera ni justa, así que supongo qe terminaremos lo que empezamos en esa asquerosa batalla en busca de un verdadero gobierno de democracia. –el chico de los ojos verdes asiente lentamente. –¿Tu eras X?
–Si y no, X es el nuevo grupo de resistencia, yo estuve a cargo de algunos envíos de primulas.
–Entonces X es un qué y no un quién ¿correcto? –El afirma una sola vez. –Así que James tenía razón.

Y decir su nombre me lo recuerda. ¿Dónde está James? ¿Dónde está mi madre?

–¿Qué hora es? ¿Dónde estan mi madre y James? –le digo a Finnick y empiezo a ponerme de pie. El me ayuda a levantarme pues hasta hacer eso, ya me cuesta trabajo.
–Cerca de las 2 de la tarde, tu madre fue a hacer su turno de voluntaria en el hospital, no quería pero le dije que yo cuidaría bien de ti y tu prometido está todavía en el Palacio de Justicia del Distrito, creo que en una junta con los hijos Flickerman.
–¿James está con los Flickerman?
–Si, dado su estatus y su parentesco con Coin ha sido de mucha ayuda desde que se unió a la causa. –me dice Finnick mientras me sostiene del brazo y yo intento meter mis pies dentro de los zapatos de piso.
–¿Qué se unió a la causa? –yo ruedo los ojos y bufo. –¿cuándo hizo eso?
–¿No lo sabias? Ups, lo siento. –lo miró mal y él tiene la amabilidad de continuar hablando. –Fue hace poco, creo que cuando Sydney empezó su Gira de la Victoria. Ya sabes ¿no? Queremos unir a todos.
–Tenía una vaga idea cuando Haymitch me dijo que tratara de acercarme a Sydney cuando visitara el distrito. Quieren que las dos seamos un frente unido para unir a los Distritos y al Capitolio contra Coin y su gobierno. ¿Cierto?
–Eres muy perspicaz chica en llamas. –me dice con su típica sonrisa cínica y yo niego.
–La guerra me hizo esto, antes no lo era. –le contesto y me empiezo a dirigir a la puerta. –Debo ir al baño.

El me toma del brazo y me ayuda a llegar a la puerta del baño, donde entro con toda prisa.

Ya en la intimidad y resguardo del baño proceso toda la información que acaba de darme Finnick. Requieren del Sinsajo de nuevo y no solo de mi símbolo, sino también harán un símbolo de Sydney, eso si la logran convencer que estamos del mismo lado. Pero ahora debo pensar muy bien las cosas, ya no solo soy yo, ahora mi hijo todavía no nacido está en juego, no puedo ya andar corriendo a derribar aerodeslizadores ni haciendo estallar bombas. No puedo ser tan egoísta ya. Termino mis necesidades, lavó mis manos y salgo del baño. Finnick me está esperando recargado en la pared amarilla de enfrente.
–Necesito comer algo, ¿sabes si Dandelion esta?
–No, fue a ver a esa familia a la que ayudan. Pero dejó comida hecha antes de irse. –me contesta el chico de ojos verdes mientras camina junto a mi de camino a la cocina.
–¿Quieres comer? –le pregunto una vez que llegamos a la cocina y me acerco a la estufa para ver qué dejó Dandelion para mí.
–Creo que puedo acompañarte a comer. –me contesta, así que yo tomo dos platos de la alacena y empiezo a servir el estofado que dejó Dan. –¿Con qué te ayudo?
–¿Puedes sacar el agua del refrigerador y poner la mesa, por favor?

El empieza a hacer lo que le pido, y yo mientras caliento tortillas, ya que en esta casa no se come pan, todas las comidas se acompañan con tortillas. Sirvo los platos y los llevo a la mesa junto con las tortillas. Los dos nos sentamos y empezamos a comer.
–¿Y qué aquí no comen pan? –me dice mientras comemos, yo solo niego con la cabeza. –Katniss, me pidió que te diera algo.
Yo fingiendo que no sé de quién habla, pregunto –¿Quién?
–Vamos, sabes que hablo de Peeta. –me dice y yo no digo nada, los dos nos quedamos en silencio comiendo.
–No lo quiero, sea lo que sea no lo quiero, pero gracias Finnick.
–Vamos Katniss, no lo dices en serio.
–Hablo en serio Finnick, puedes quedartelo o tirarlo o lo que sea, yo no lo quiero. –y termino de comer, tomo mis trastos sucios y me dirijo al fregadero para lavarlos. Él se acerca a donde estoy y me entrega sus trastos sucios para que los lave, mientras él empieza a secar los que ya he lavado.
–El está en el Distrito 4, justo ahora, entregando a Annie lo que yo les envíe a ellos, no me sentiría bien si no entrego lo que él mandó para ustedes siendo que él entregó lo que yo le dí para mi familia. –demonios, ¿por qué tenía que decir eso?
–Carajos Finnick, de acuerdo dame lo que envió. –Una sonrisa radiante se apodera de su rostro antes hermoso y mete rápidamente su mano en el bolsillo de su pantalón, saca dos sobres, uno de ellos la mitad de pequeño que el otro.
–Ten, eso es lo que envió para ustedes. No sé qué es así que no preguntes, pero supongo que el grande es una carta y el pequeño trae algo dentro pero no sé lo que sea. –los tomó y aunque tengo la curiosidad de saber qué es, no los abro porque sé que me pondrá mal.
–Gracias. –y entonces los meto dentro del cajón más cercano.
–¿No vas a abrirlos?
–No, los acepto para que te sientas libre de culpas, pero nada más, lo que pueda decir me importa muy poco, la verdad es que ni me importa. –el me mira con una mezcla en su rostro de incredulidad y confusión. –¿Vas a quedarte con nosotros? ¿O te estás escondiendo en algún lugar super secreto en el que tienes que reportarte?
–De hecho ya que lo comentas, ¿podría quedarme? Por lo menos hasta que reciba instrucciones.
–Claro, eres siempre bienvenido en mi casa.
–Gracias chica en llamas.

Y es cuando escuchamos la puerta ser abierta.

–¡Katniss, estoy en casa, ¿dónde estás?!
Salgo de la cocina y lo veo en el recibidor. –Aquí estoy, ¿cómo te fue? –James se acerca a mí y me besa en los labios.
–Todo bien. –y es cuando se percata de que hay alguien detrás de mí que en un rápido movimiento me cubre con su cuerpo y saca una pistola y apunta hacia mi amigo que ya está levantando las manos.
–No, James, baja el arma, es mi amigo, es Finnick Odair. –le digo rodeandolo y tomando sus manos que sujetan las pistola.

James me mira estupefacto y después vuelve a mirar a Finnick que incluso parece divertido mientras James baja el arma y la guarda en su estuche en su cintura.
–Pero creí que estaba muerto. –me dice y yo asiento.
–Es lo que creíamos, pero miralo está aquí, es real. Milagrosamente está aquí y va a quedarse con nosotros por un tiempo.

James mira a Finnick y empieza a caminar hacia él –¿Eres parte de X?
–Finnick afirma una sola vez y James parece más relajado. –¿Estás aquí para apoyar el enlace entre Katniss y Flickerman? –Finnick vuelve a afirmar y James se relaja aún más. –Bien, bienvenido seas, entonces.
–Gracias comandante Johnson. –le dice Finnick con una sonrisa cínica en los labios.
Yo niego y ruedo los ojos por la actitud de Finnick. –James, ¿quieres comer?
–No, cariño, comí en el Palacio de Justicia.
–Con los Flickerman. –le digo más como afirmación que como pregunta.
–¿Lo sabes? –me mira con algo de culpa.
–Si, Finnick me lo dijo. Él me ha puesto al tanto de algunos espacios en blanco que tenía.

Ellos se miran fijamente uno al otro, James con algo de molestia en los ojos. –Yo iba a decírselo. –le reclama al nativo del cuatro.
–Pensé que ya se lo habías dicho, Katniss nunca ha sido paciente y menos con los secretos, por eso creí que ya lo sabía.
–Pues conmigo es diferente, confía en mí. –le dice y Finnick parece geniunamente sorprendido. ¿Tan predecible soy? Pero James tiene razón confío en él y sé que él me dirá las cosas cuando crea que es conveniente. –Y sí, puedes ir y decirle eso a tu amigo Mellark.

OK, esta conversación ya se está volviendo peligrosa porque veo a Finnick con esa mirada fiera, de que va a atacar. –Bien, James quiero ir a ver a Bully, ¿puedes acompañarme? –le digo distrayendolo de atacar a mi amigo.
–Claro, vamos. –me dice y toma mi mano y me lleva hacia la puerta, toma las llaves que había dejado en la mesa junto a la puerta y salimos de casa, dejando a Finnick solo en ella.

Vamos hasta la camioneta, James me ayuda a entrar en el asiento del copiloto y me ajusto el cinturón mientras él rodea la camioneta y sube para ponerse detrás del volante.

Arranca la camioneta y vamos a casa de mis amigas. –Creo que fuiste algo hostil con Finnick.
–Tengo mis motivos.
–¿Puedo saber cuáles? –le digo y el presiona el volante y sus nudillos se ponen blancos.
–No está aquí solo para reforzar el enlace de ti y Sydney también está aquí en calidad de espía, quiere saber lo más que se pueda de nosotros e ir a decírselo. –me dice enojado, yo me quedo en silencio y pensando en su respuesta. ¿Son celos? ¿O es miedo? ¿O ambos?
–A mí me importa poco lo que pueda o no pueda decirle a Peeta, eso no va a cambiar en nada. –el me da una breve mirada. –De hecho me entregó unas cosas que mandó para mi, ni siquiera me interesa verlas.

Me da una mirada un poco más larga y sigue manejando por el distrito camino a casa de las Lamanzon. –¿Por qué no quieres ver las cosas que te envió?

Pienso un poco la respuesta. Porque ni para mi es muy claro el por qué lo hago. –Ambos tomamos nuestras decisiones no es justo de parte de él pretender que yo lo voy a estar esperando todo el tiempo que él quiera. Decidí continuar y me decidí por ti. –dirijo una de mis manos a la suya que se encuentra en la palanca de cambios de la camioneta. Noto como sonríe complacido por lo que acabó de decirle. –Y si Finnick quiere ir a platicarle lo que hacemos o lo que decimos no podría importarme menos lo que signifique para él. Te quiero James. –mi bebé golpea fuerte mi vientre y me hace dar un respingo. Yo frotó ese punto en mi panza y miro a James. –el bebé dice que también te quiere.

El desvía rápidamente su mirada del camino y me regala una sonrisa completa. –Y yo los amo a ustedes.

Finalmente llegamos a casa de Bully, la pequeña Lambie sale corriendo de su casa y atraviesa el corral de sus ovejas para llegar a nuestro encuentro.
–¡Katniss!
–Hola Lambie, ¿cómo estás? –le digo mientras me dejo guiar por ella al interior de su casa.
–Muy bien, Dandelion trajo el vestido que me compraste para mañana, es muy bonito.

Entramos a la casa de las Lamanzon y todas se encuentran en su pequeña sala de estar Bully se encuentra en su silla y lleva puesto el bonito vestido que compre para ella en el Capitolio.

–Te ves hermosa Bully, le digo acercándome a ella, la chica se sonroja.
–Gracias Katniss, el vestido es hermoso. –me dice dando un apretón a una de mis manos.
–Mañana se verán hermosas en esos vestidos.
–¿Están emocionadas por conocer a Sydney? –les pregunto a mis amigas, Lambie se pone a brincar.
–Si, mucho muy emocionadas, nunca habíamos podido ir a un evento así antes. –me contesta la pequeña dando brincos por toda la estancia, todos nos reímos de su reacción.
–Me alegra. Mañana vendrá Herb por ustedes temprano, las estaremos esperando en mi casa. –les digo y Lambie corre hacia mí y me abraza recargando su carita en la parte alta de mi panza.
–Gracias Katniss. –me dice la hermana mayor y yo le sonrío.

Pasamos una tarde agradable en casa de las Lamanzon, la abuela estuvo palpando mi abultado vientre y jura que mi bebé será una niña. Ya cuando ha anochecido decidimos volver a casa, antes pasamos a dejar a Dandelion a su casa, quien nos despide agitando su mano desde el marco de la puerta.

–Entonces Odair se quedará en casa. –me dice James y yo afirmó con la cabeza. –¿Cuánto tiempo?
–No me dijo, sólo dijo que se quedaría hasta que le dieran nuevas instrucciones.
–Bien. –ninguno dice más y hacemos el camino hasta la casa en silencio, yo empiezo a dar cabezadas porque el sueño empieza a apoderarse de mí.

Cuando llegamos a casa James me saca de la camioneta en brazos y me lleva hasta mi habitación, me parece ver a mi mamá y escucharla decir algo pero no entiendo qué, ya en mi habitación me quedo completamente dormida.


Despierto y es muy temprano aún, James duerme tranquilo junto a mi, como todas las mañanas mi vejiga me pide vaciarla, así que voy al baño en el pasillo, regreso a mi habitación, veo por la ventana del balcón y veo que aún falta un poco para el amanecer, instintivamente llevo mis manos a mi vientre y lo acaricio, por primera vez en varios días me permito pensar en Peeta. ¿Qué estará haciendo? ¿Qué pensará de todo esto? Entonces recuerdo lo que Finnick me dio, ¿debería ver lo que mandó?, muerdo mi uña del pulgar debatiendome internamente si ver o no lo que Peeta envió. Miro hacia la cama y veo a James profundamente dormido, él ha hecho tanto por mí en los últimos meses, corrijo, por nosotros porque se preocupa de sobremanera de mi hijo aún no nacido, acaricio mi abultado vientre y siento un fuerte golpe que me recuerda que esta aquí, que está vivo y que siente lo que yo siento, finalmente me decido por no ver lo que sea que Peeta envío y en cambio me siento en la mecedora y veo el sol salir y al cielo cambiar de color.

No sé cuánto tiempo estoy mirando por la ventana cuando siento un par de manos sobre mis hombros. –¿Pesadilla? –giro mi cuello para mirarlo y niego con la cabeza. –¿Náuseas? –yo sonrío y vuelvo a negar. –¿Ansias?.
Sonrío y me pongo de pie y envuelvo mis brazos en su tórax. –No, estoy bien. Solo desperté temprano y decidí ver el amanecer. –el enarca una ceja, yo me pongo de puntilla y le regaló un ligero beso en los labios. –De verdad estamos bien.
–De acuerdo. –me estrecha más cerca de él cuando alguien llama a la puerta. –Adelante. –dice James y da un beso en mi coronilla, la puerta se abre y entra Finnick.
–Ah, hola, buenos días, no quería interrumpir pero necesito hablar con ustedes. –nos dice el nativo del Distrito 4 mirándonos muy atento. –Puedo esperarlos abajo, si prefieren.

Yo suelto a James y le indico a mi amigo que pase. –No, ven siéntate, ¿qué pasa? –me vuelvo a sentar en la mecedora pero con la vista hacia el interior de la habitación, Finnick entra y se sienta en el mismo sofá que usó ayer junto a la puerta, James se queda de pie junto a mi silla y coloca una de sus manos sobre mi hombro.
–Adelante Odair, ¿qué pasa? –le dice James y Finnick nos mira alternadamente.
–Es sobre Sydney. ¿Qué es lo que tienen pensado para abordarla? ¿Cómo planean ganarse su confianza? –nos pregunta Finnick, yo miro a James y él a mí, él se encoje de hombros.
–Como sabrás hoy habrá un desayuno aquí, será el primer contacto que tendré con ella, obviamente no espero que me escuche a la primera, pero estaremos presentes en varios eventos de aquí del Distrito, ninguno publico, sé que será difícil que me escuche pero creo que para antes de que se vaya vea que no soy tan mala. –le digo al del 4, el frota su barba y mira a James.
–Ayer tuve un acercamiento con los hermanos, saben quién soy y con quién estoy, gracias a la entrevista que hicimos antes de dejar el Capitolio, hablé con ellos, les dije que no somos su enemigo, me escucharon y se comprometieron a hablar con su hermana para no cerrarse ante lo que tengamos que decir. Ellos han visto cosas durante lo que llevan de gira, saben que no todos los distritos están contentos con lo que les dan, obviamente ellos tampoco están contentos por lo que les están haciendo a la gente en el Capitolio. –yo miro a James en espera de más detalles, ¿qué es lo que pasa en el Capitolio? Me mira y acaricia mi mejilla –los están explotando, los obligan a trabajar largas jornadas por una mísera paga y a algunos otros los envían a los distritos a trabajar en trabajos pesados, muchos de ellos nunca han trabajado duro y están muriendo de agotamiento.

Miro a James a los ojos, sabe que estoy molesta porque no me había dicho nada de eso antes, me da una mirada de disculpa y yo asiento con la cabeza. –Haymitch solo me dijo que intentara ganarme la confianza de Sydney, no se nada más, lo demás lo deduje así que supongo que básicamente le pediré que se una a la causa y unifiquemos Panem.
–Bien, veo que lo tienen todo planeado y bastante claro. –nos dice Finnick. –¿Saben para cuándo está planeado el golpe?

Yo niego y miro a James que asiente, yo frunzo el ceño, el da un ligero apretón en mi hombro disculpándose sin palabras. –Para el día del cierre de la Gira en el Capitolio. –lo miro alarmada, el bebé está programado para esas fechas, él me mira y sabe que lo que estoy pensando es en el bebé. –Estuve tratando de hablar con las personas de X que se contactaron conmigo, explicarles que necesitamos mover la fecha, Katniss tiene fecha probable de parto para esas fechas. Pero ellos argumentan que es un golpe que se ha planeado con mucha dificultad y que no creen que haya otra oportunidad para que todos los involucrados estén reunidos en el Capitolio al mismo tiempo.

–¡¿Qué?! –dice Finnick alarmado mirando mi abultado vientre. –Creí que tenías más tiempo de embarazo Katniss, creí que te faltaban tal vez semanas. –señala mi panza y se pone de pie pasando sus manos por su cabello. –¡Estas enorme!

Curiosamente el que lo diga así me escuece así que no puedo evitar empezar a llorar, y no solo a lagrimear, realmente a llorar, con sollozos, berridos y todo el numerito completo, James se deja caer frente a mi y acaricia mi rostro. –No, cariño, tranquila, encontraremos una solución, no llores. –Pero yo solo logro empezar a sollozar más y más fuerte, tengo uno de esos momentos en los que lloro sin sentido y que lloro como si la vida se me fuera en ello, porque aunque quiera controlarme no puedo, solo he tenido un par de momentos así, este es el tercero y todos han estado de acuerdo en que verme así es realmente doloroso y algo vergonzoso, a través de mis ojos llenos de lágrimas puedo ver a Finnick con cara de susto y a James con cara de dolor. Mis sollozos se convierten en gritos y en menos de un minuto ya están entrando a mi habitación mi madre y Dandelion.

–¿Qué pasó? –pregunta mi madre y Finnick niega y James la mira, no le dice nada pero mi madre parece entender que es uno de esos momentos. Ella se acerca a mi y besa mi cabeza. –Hablame hija, ¿qué pasa?
Y de la manera más ridícula y patética salen de mi boca las palabras más absurdas que alguna vez dije y a lo que culpo tajantemente a las hormonas del embarazo. –Finnick.... –sollozo–Finnick... dijo... –berrido– que... ¡Estoy enorme! –gritos y berridos al máximo.

Todos parecen quedarse en shock, mi madre me abraza y no puede evitar empezar a reírse, el resto le sigue en una risa colectiva. Yo sigo berriando como una tonta mientras ellos se ríen de mí. –Cielo, estas enorme porque el bebé es muy grande. Tranquila, eso es bueno. –acaricia mi cabeza mientras yo sigo llorando.

Finnick se acerca a mi y trata de tocarme, yo me alejo de su toque y el retrocede un poco y pone las manos en alto. –No lo dije como un insulto chica en llamas, solo que creí que tenías más tiempo de embarazo, me sorprendiste. Eso es todo. Ni siquiera puedo creer que estés embarazada, no lo creía hasta que te vi ayer en tu cocina.

Mi ataque hormonal empieza a menguar, por lo que los sollozos disminuyen y las lágrimas dejan de fluir tanto. –Perdón. –les digo a todos –por asustarlos –todos niegan. James se acerca a mi con pañuelos desechables y me los da, yo saco varios de su caja y limpio mi cara de las lágrimas y limpio mis asquerosos mocos.

–Debes arreglarte cariño, los invitados no deben tardar en empezar a llegar. –me dice mi madre y yo asiento, dejo que me guíe hasta el baño en el pasillo y me deja en el baño para que me duche.

Media hora después estoy terminando de cepillar mi cabello y miro mi reflejo en el espejo, veo mis facciones más redondeadas, mi cabello más brilloso y largo, me pongo de pie y me miro en el espejo de cuerpo entero que está en el armario. Veo mi enorme panza, mi cuerpo completamente cambiado, más redondeado cubierto por un vaporoso vestido de tela ligera de color verde pasto y sandalias de cuero negro, un collar con cristales redondos del tamaño de pequeños limones de color negro en mi cuello y la pulsera que James me regaló en mi cumpleaños. Soy una Katniss completamente diferente a la que se ofreció como Voluntaria por su hermana en aquella cosecha. Soy una Katniss que nunca creí que vería, una Katniss que será madre en algunas semanas. Acarició mi panza y mi hijo me regala un golpe fuerte, parece nuestro modo de comunicarnos de decirnos que estamos bien y que estamos el uno para el otro. Nuevamente llega a mi mente la carta que mandó Peeta, ¿debo leerla? Sacudo mi cabeza y alejo ese pensamiento de mí, los Flickerman llegarán pronto y debo estar enfocada en lo que tenemos que hacer. Debo ganarme la confianza de Sydney.

James entra en la habitación ya vestido y aún seca su cabello con una toalla azul, me mira y se acerca a mi, veo nuestros reflejos en el espejo. –Estaremos bien, veremos el modo que el bebé esté a salvo al igual que tú. –me dice y deja un beso en mi cabeza. –Te juro por mi vida que nada les va a pasar. ¿Me crees?
–Te creo, confío en ti. –le digo mirando sus bonitos ojos a través del reflejo en el espejo. Él me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.
–Te amo Katniss, pase lo que pase voy a cuidar de ti y del bebé.
–Gracias, te queremos. –le digo y me giro para abrazarlo. Nuevamente somos interrumpidos por un golpe en la puerta. –Adelante. –le digo a quien sea que esté el otro lado de la puerta sin soltarme de James que me tiene envuelta en sus brazos y besa mi cabeza.
La puerta se abre y Finnick entra, esta rasurado y limpio en ropa negra que James le dio. –Lamento interrumpir de nuevo, pero me envía tu madre Katniss, tus amigas han llegado. –De nuevo esa mirada de suspicacia en Finnick.
–Gracias Finnick, enseguida bajó. –le digo y él asiente y sale de la habitación cerrando la puerta. –Bajaré a ver a las chicas, te esperamos a bajo, no demores. –le digo a James y unimos nuestros labios, el asiente y yo me suelto de su abrazo y salgo de mi habitación para encontrarme a Finnick en el pasillo.
–¿Te puedo acompañar? –me dice ofreciéndome su brazo el del Distrito 4, yo niego divertida pero tomo su brazo y nos dirijimos a las escaleras. –Te veo y no puedo creerlo.
–Si, yo tampoco me creo que estoy embarazada a veces. –le contesto mientras bajamos las escaleras lentamente.
–No sólo a eso, estas muy cambiada, eres menos arisca, y puedo ver que confías en Johnson como no te había visto confiar en nadie más, bueno tal vez solo en Peeta. –le dirijo una mirada dura. El finje no verla. –Demuestras tú afecto sin restricciones, eso es nuevo.

Yo me empiezo a molestar. Y recuerdo las palabras de James de que Finnick está además en calidad de espía. –Me alegra que lo hayas notado, y no olvides mencionarle nada de esto a tu amigo Peeta, para que sepa que aquí nadie lo necesita. –y diciendo eso solté mi agarre de su brazo y termino de bajar sola las escaleras hasta el salón donde están las Lamanzon.

–¡Katniss! –me abraza Lambie apenas me ve, se ve hermosa con su vestido nuevo de color amarillo, veo a Bully en su silla y me acerco a ella y le doy un beso en la frente. Lambie no suelta mi mano mientras saludo a su madre y a su abuela.
–Todas se ven hermosas. –les digo sentandome en uno de los sofás y Lambie se sienta junto a mi y como últimamente lo hace empieza a hablarle a mi panza.
–Tú te ves maravillosa. –me dice Renai.

Establecemos una conversación ligera mientras los minutos pasan y el timbre suena varias veces llegando más invitados a la casa, todos vecinos y algunos amigos de Dandelion y Herb a los que hemos conocido, como somos un grupo grande decidimos hacer el desayuno en el jardín trasero que es muy amplio, se colocaron unas carpas para dar sombra y se montaron varias mesas largas con sillas, me disculpo de las visitas para ir al jardín y verificar que todo esté en orden, contratamos a algunos chicos para ayudar a Dan y Herb, además de los hijos de estos que vinieron a ayudar a sus padres, hay pequeñas mesas alrededor en forma de U donde hay variedad de comida y fruta. Mi madre es su vestido blanco corre de
un lado a otro acomodando platos y cubiertos. –¿Necesitan ayuda con algo? –le digo y ella niega.
–Ya está todo listo cielo, los Flickerman no deben tardar en llegar. –me dice mi mamá colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja. –te ves hermosa.
–Gracias mamá. –ella besa mi frente y entramos a la casa, nos encontramos de frente a James.

Entramos a la Sala de estar para hablar con nuestros invitados cuando él timbre suena de nuevo, Dandelion acude rápidamente a abrir la puerta, James toma mi mano y le da un ligero apretón, la puerta es abierta y entran dos hombres seguidos de su hermana que va tomada de la mano de Tigris.

–Bienvenida Sydney. –le digo desde el umbral de la Sala de Estar, cuando escucha mi voz voltea enseguida a verme.

¿Ya quieren saber la reacción de Sydney? ¿Si? Pues tendrán que esperar hasta el siguiente capítulo. *inserte risa macabra aquí*
Karly 🖤
P. D. Como nos acercamos al final, ya nada más actualizaré una vez a la semana. Nos leemos en una semana. 🤗

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