Capítulo 38. La Coronación
Estoy recostada sobre el césped verde viendo las caprichosas formas de las nubes.
–¿Estás bien? –me dice Johnson a mi lado.
–Sí, solo dame un momento para asimilar lo que acaba de pasar. –le contesto y cierro los ojos donde revivo las imágenes de las últimas horas. –¿Qué hice? –pronuncio en voz alta estas dos palabras.
– Solo hiciste lo que te ordenaron. –me dice James y yo niego.
– No, yo quise hacerlo. Me ofrecieron la oportunidad y la tome pensando que me sentiría mejor por la muerte de mi hermana, pero solo me siento peor, sucia y cruel. –Sigo sin abrir los ojos y una lagrima escapa de mi control y rueda por el costado de mi cara. –¿Cómo pude hacerle eso a esos niños? Y ni siquiera quiero saber qué le hizo Johanna a Kaitlyn.
– Trata de calmarte, no le hace bien al bebé y a ti tampoco. Piensa en que era eso o la aniquilación total de todos los Capitolinos. –me quedo callada –No digo que estuviera bien que niños se mataran entre ellos, pero ¿qué otra opción quedaba?
– Solo tengo que sobrevivir a la próxima semana y podremos irnos y nunca más saber de esto. –Me trato de tranquilizar yo sola, porque las palabras de James lejos de ayudarme me están atormentando más.
– Podemos con esta semana, no te dejaré sola. Estaré contigo en todo momento. –me tranquiliza un poco que no estaré sola, aunque ya antes alguien me había prometido algo similar y ahora nadie sabe dónde está o si sigue con vida.
– Gracias James. –le digo por fin abriendo los ojos, limpio la rebelde lágrima y me siento, es cuando veo que una figura delgada enfundada en un traje a la medida de color azul celeste se acerca a nosotros. –Viene Effie hacia nosotros.
– Seguramente Abernathy la envió. –dice James y algo en el tono en que lo dijo me molesta, pero no le digo nada.
Veo a Effie acercarse más a donde nos encontramos Johnson y yo.
– ¡Katniss! ¡Por fin te encuentro! – me dice la mujer nativa del Capitolio –Eh estado buscándote cerca de media hora, ¿podemos hablar?
Miro a James y el me da una mirada de que no se moverá de donde está.
– Estamos hablando. –le contesto y ella hace una mueca que hacía cuando Peeta y yo no mostrábamos buenos modales. –Continúa.
– Preferiría que nuestra conversación fuese privada. –insiste la desquiciante mujer
–No, lo siento, lo que tengas que decirme James puede escucharlo. –le digo a manera retadora.
– Siempre eres tan terca, pero bueno como quieras. – da un suspiro y alisa su ya lacio cabello castaño. –Haymitch quería hablar contigo, pero como Plutarch lo ha enviado a cuidar de Sydney me pidió que lo hiciera por él.
Miro a James y me da una mirada de “te lo dije”.
– Necesitamos hablar de Peeta y el bebé. –me dice Effie y me temía que fuese algo así.
– ¿Qué sobre eso? –le pregunto despreocupada.
– ¿Cómo que qué hay sobre eso? Peeta lo sabe, se fue del 4, para buscarte. No has pensado en que tú bebé necesitará de su padre.
– No, mi hijo no necesitará de Peeta, me tiene a mí, a mi madre y a James. –le contesto enojada.
– Con que ese es tu plan, negar al bebé como hijo de Peeta, y decir que es del comandante Johnson. –me dice molesta Effie. –Peeta se ha perdido en medio de Panem buscándolos, ¿no crees que estas siendo injusta con él?
– Él fue quien se marchó sin siquiera despedirse, así que esa fue su decisión no mía. Ahora yo tengo que tomar mis propias decisiones. Y esa ya está tomada. – me pongo en pie molesta – Me importa poco lo que Peeta quiera o no, así como a él le importó poco lo que yo quería o no quería. Y no pienso seguir discutiendo este tema contigo o con Haymitch. Él también se deslindó de mí poco antes de que yo me fuera. Por si no lo recuerda, dile que haga memoria de lo que me dijo en el comando el día en que propuso un romance entre Percival y Krystal.
La mujer del Capitolio, parece en shock por mis últimas palabras y boquea un par de veces, al final se queda sin decir más y se aleja de nosotros.
Nos quedamos en silencio, y agradezco internamente que James no me diga nada, porque si no terminaré descargando mi furia en él.
– ¿Puedo preguntarte algo? –me pregunta James y me rio un poco.
– Ya estas preguntando algo –le contesto y él sonríe también –pero sí, puedes preguntar algo más sino tiene nada que ver con la discusión de ahorita.
– No, no es sobre lo que acaba de pasar, es sobre algo que comentaste hace rato en el comando. ¿De verdad le propusiste a Mellark el suicidio doble para desafiar a Los Vigilantes?
– Sí, por ese entonces no me cruzaba por la cabeza la idea de hacer algo por amor, salvo el ofrecerme como Tributo por mi hermana, yo solo quería que Los Vigilantes nos dejaran vivir a los dos o que los castigaran por no tener ningún vencedor.
– Pero ¿por qué querías que los dos vivieran? –me pregunta y yo doy un suspiro.
– Porque estaba siendo egoísta, sabía que no podía matar a Peeta y volver al Distrito como si nada hubiera pasado, no podía vivir sabiendo que yo estoy viva gracias a él, que si él no me hubiese salvado la vida cuando tenía 11 años no habría nadie quien lo hubiese matado en la Arena. Lo hacía por mí, no por él o por las razones amorosas que nos hicieron hacerle creer a los Distritos.
– ¿Cuándo te diste cuenta que lo amabas? –me pregunta y yo cierro los ojos.
– Creí que habías dicho que una pregunta, llevamos como cuatro. –le digo y los dos reímos.
– En realidad llevo tres, pero si no quieres responder, no importa.
– No, está bien, en algún momento tendríamos que haber hablado de esto, mejor ahora. – abro de nuevo los ojos y me permito sumergirme en esos dolorosos recuerdos. –lo note en el mismo momento que Snow, cuando Peeta chocó con el campo de fuerza en el Vasallaje y lo creí muerto, note que nunca me podría recuperar de su muerte, pero no por las mismas razones egoístas de mis primeros juegos, sino porque Peeta me importaba realmente en esos momentos, que lo necesitaba como necesitaba en ese momento el agua. Note que quedaría devastada y vacía sin él. Ahí fue cuando lo descubrí, descubrí lo que sintió mi madre al perder a mi padre. Supe que eso era amar, supe que ahora amaba a alguien más aparte de Prim.
Después de un buen momento en silencio, James se atreve a plantear la misma pregunta que me ha rondado por la mente en algunos momentos.
– ¿Lo sigues amando? – me tomo mi tiempo para pensar una respuesta que no sea una verdadera mentira, pero tampoco sea del todo una mentira. ¿Existe si quiera esa respuesta?
– No estoy segura del todo. Cuando se fue y me dejó sola aquí, juré que nunca más sería dependiente de alguien, que lo olvidaría como él me olvidó, pero entonces me dijeron que un niño crece dentro de mí, entonces creo que inevitablemente siempre estaré unida a él, ahora existe la posibilidad de que haya muerto, así que no sé exactamente como sentirme con eso, no me preocupa o me altera como lo hizo cuando su corazón se detuvo en el vasallaje o cuando Snow lo secuestró, sentí una pequeña pizca de angustia, pero no sentí ese dolor de antes, así que eso me hace pensar que tal vez ya no lo amo, pero y si ya no lo amo, significa que ¿jamás amaré a este niño? O tal vez ya amo a este niño y por eso ya no amo a Peeta, no lo sé, son sentimientos con los que nunca antes había lidiado y me cuesta mucho trabajo entenderlos y hablar de ellos.
– Todas esas dudas son normales, como dices nunca antes habías lidiado con sentimientos así, y no eres una mala persona al tenerlos, ni mucho menos. Creo que tú lidias con ellos como puedes, yo tampoco conozco mucho del tema, la única que me amó alguna vez murió hace mucho y desde ese momento yo descubrí que nadie más me amaba. No sé qué es exactamente lo que sientes por mí y no quiero presionarte con eso, pero lo que me dijiste que sentiste al descubrir que amabas a Mellark es lo que yo siento ahora por ti. Katniss te amo y amo al bebé que crece en ti, no me importa que Mellark sea el padre, si tú has decidido que yo sea eso para tu hijo, lo seré, seré el padre de ese niño como si fuera de mi sangre.
Me acerco y abrazo a James porque lo entiendo, entiendo lo que sintió al sentirse rechazado y no amado por su familia, la única que siempre me amo fue Prim y ahora ya no está.
– Aún no sé si te amo o no, pero sin duda me importas y te agradezco que quieras ser el padre de mi hijo. –me acerco y lo beso en los labios. –Y ahora como padre responsable, necesitas alimentarnos porque tenemos hambre. —le digo riéndome y el ríe conmigo.
–Bien, vayamos a conseguir comida para ustedes, me levanta en brazos y camina hacia el interior de la Mansión.
– Puedo caminar –le digo divertida.
– Lo sé, pero me gusta cargarte, tenerte entre mis brazos. – me dice y yo acarició su mejilla.
– Bueno a partir de hoy me tendrás entre tus brazos todas las noches.
– ¿De verdad? ¿Quieres que durmamos juntos?
– Sí, solo dormir. –y me rio y el me compaña.
– Será lo que tú quieras.
Paso la siguiente semana metida en mi habitación con James viendo programación basura en la televisión, mi madre nos visita en momentos y se asegura que tome mis vitaminas como debe ser, hemos visto algunos comerciales donde anuncian la programación obligatoria de la coronación de Flickerman.
Estoy en mi habitación comiendo uvas recostada en el regazo de Johnson cuando llaman a la puerta, él levanta mi cabeza de su regazo y se dirige a abrir, yo no miro a quien llego desde mi posición sobre la cama, pero James no tarda en volver con una hoja blanca entre las manos.
– Es para ti. –me dice estirando la mano para alcanzarme la hoja doblada, leo mi nombre en la hoja y la tomo sentándome sobre el colchón.
Desdoblo la hoja y leo la pulcra letra de Plutarch.
– Nos quieren en el Edificio de Tributos hoy a las cinco de la tarde. –le comento a James y el asiente.
– Así que ya por fin se recuperó Flickerman. – dice James – Según supe no estaba cooperando en su recuperación, tuvieron que hacerlo por la fuerza.
– Me recuerda a mí, yo intente escapar en más de una ocasión, tenían que tenerme sedada. –le comento a James, el hablar de mis juegos siempre es difícil, pero con James es un poco más llevadero, no me entiende del todo, solo un Vencedor podría entender eso, pero no hace más preguntas cuando hablo de ellos, así que no es tan doloroso recordarlos.
– Bueno tal vez todos los Vencedores fuesen así, o tal vez sea esa tenacidad y voluntad es lo que las hizo sobrevivir. –contesta a mi declaración el ojiverde. –Bueno pues será mejor que no nos retrasemos, ya mi tía está muy estresada como para darle motivos para no dejarnos ir, el día acordado.
– Tienes razón, mientras más pronto termine esto más pronto podremos irnos. – me recuesto sobre el colchón de nuevo. –Necesito salir y ser libre de nuevo, quiero ir a cazar cuando volvamos.
– De acuerdo, Bully y Lambie deben estar ansiosas por tu regreso, querrán ir contigo a cazar. –me dice sentándose a mi lado.
– Recuérdame comprarles cosas antes de irnos. –le digo y el asiente. –le prometí a Lambie que les llevaría obsequios del Capitolio.
– Debe estar ilusionada con la idea. – acaricia mi cabello y cierro los ojos. –Deberías dormir un rato, te despertaré cuando sea hora de irnos.
– De acuerdo. –dejo que el sueño se apodere de mí y me sumerjo en la oscuridad.
James me despierta poco antes de las cinco, yo solo lavo mi cara y tomo un bolso para meter la agenda que he ignorado desde el día que Sydney resultó Vencedora. Salimos de la habitación tomados de la mano y vamos hacia el estacionamiento, donde nos está esperando una camioneta negra con los vidrios entintados, hacemos el camino hacia la Torre de Tributos en silencio, cada uno mirando por su ventanilla las calles bulliciosas del Capitolio, llenas de gente que va de un lado a otro, vestidas con sus coloridas ropas. Al llegar al Edificio de Tributos me recibe Fulvia.
– ¡Katniss! Llegas justo a tiempo, primero tendremos una pequeña junta donde Plutarch nos dirá el orden del programa y después lo ensayaremos, sin Flickerman, obviamente, ella saldrá hasta mañana directo del hospital hacia acá. – la vivaracha mujer nos guía hacia el lugar para su junta. –Mañana verás lo fabulosa que han dejado a Sydney, hasta parece que no le hubiese pasado nada a la chica.
– Salvo por su desequilibrio mental –comenta James.
– Todos los Vencedores pasan por ese shock al salir de la Arena, pero se les pasa después de la Coronación, ¿no es verdad Katniss? –me dice y me ofende la manera en la que habla de nosotros, de los Vencedores, porque lo que vivimos ahí no es algo que se olvide con solo tener una corona en nuestras cabezas.
– Pues yo sigo siendo declarada Mentalmente Desorientada, y ya tiene dos años que fui Coronada. –le contesto a Fulvia y ella parece que hubiese mordido un limón por la cara que puso.
Nos detenemos en una puerta negra, y Fulvia revisa su sujetapapeles que llevaba pegado a su pecho.
– Es aquí, déjame ingresar la clave. – la Capitolina ingresa unos números en un pequeño panel junto a la puerta negra.
La puerta se abre y dentro es un caos de gente que va de un lugar a otro cargando cables y cámaras, todas las paredes están tapizadas de pantallas que muestran diferentes ángulos de un escenario.
– Por aquí. –seguimos a Fulvia hacia el fondo de la habitación de cristal donde hay una mesa larga con varias personas sentadas a su alrededor, distingo la cabellera rubia de Plutarch en la cabecera de la mesa.
– Hola. – digo al llegar hasta la mesa, todas las miradas se posan en nosotros.
– Bienvenidos, tomen asiento, solo hacen falta la señorita Prince y Haymitch. –nos dice Plutarch indicándonos unas sillas junto a él.
Todos nos mantenemos en silencio mientras esperamos a Haymitch y Enobaria.
Los dos llegan juntos y la mujer nativa del 2 va con una enorme sonrisa en el rostro.
–¡Todo está listo para mañana! –anuncia la mujer apenas sentándose en la mesa.
–Bien, muy bien. –Responde Plutarch distraído mientras mira su agenda por enésima vez. –Bien, comencemos. –deja el dichoso aparato sobre la mesa y nos da su atención. – El orden del programa será el siguiente.
Presiona algunos botones sobre la mesa y varias imágenes a lápiz surgen sobre la mesa de cristal.
–Es el storyboard –nos dice como si supiéramos qué es. –Es un boceto de lo planeado para mañana, primero Fulvia presentará al equipo de preparación de Sydney, después a Tigris, su hermano que fue su mentor y al final a La Vencedora, ya con Sydney en el escenario Effie saldrá por la derecha y se encontrará con ella en medio del escenario, la saludará, la tranquilizará sutilmente y la llevará hasta la pequeña sala en el extremo derecho. ¿Hasta ahí vamos bien? –pregunta y es muy fácil entenderlo porque las primeras imágenes a lápiz representan lo anteriormente explicado por El Vigilante en Jefe.
–¿Dónde quedarán ubicados después su equipo? –pregunto, tratando de parecer implicada en el tema.
–En la primera fila al pie del escenario. –contesta Fulvia.
–¿Habrá más gente en el foro? –pregunto.
–Solo la presidenta y su gabinete, además de los alcaldes de los trece distritos. –contesta el rubio. Yo asiento y el continúa. –Después Effie intentará bromear un poco con ella y presentará el video de resumen de Los Juegos. Beetee, ¿el video ya está listo?
–Sí, Plutarch. Dura una hora y veinte minutos. –contesta Beetee.
–Bien, muy bien. Después de ver el video, Effie realzará algunos momentos cruciales para Sydney en la Arena, como el emotivo reencuentro entre ella y Dewey cuando lo despetrificó, etcétera, etcétera. ¿Hasta ahí vamos bien? –todos asentimos y el parece satisfecho. –Bueno después de eso Effie le indicará que la acompañe al centro del escenario donde elevaremos la vieja silla presidencial, y entrarás tú, Katniss, por la izquierda con la corona sobre tu cabeza, te colocaras frente a ella y quitarás la corona de tu cabeza y la colocaras sobre la de ella, te harás a un lado y pondremos el himno de Panem. Y presentaras a la nueva Vencedora de Los Juegos del Hambre. Y Effie anunciará el programa especial del día siguiente.
–¿Qué programa? – pregunta Haymitch.
–Es una sorpresa, querido amigo. –le dice Plutarch sonriendo. –Bueno, necesito hablar en privado con Katniss y Johnson, ¿Nos permiten? Los veré en el escenario.
Todos se levantan y empiezan a salir hasta que estamos solos en la oficina de cristal es que Plutarch rompe el silencio.
–Sé que el acuerdo era que se haría su anuncio en la ceremonia de Coronación, pero la presidenta consideró que era una noticia que merecía la atención completa, así que el anuncio se hará al día siguiente a La Coronación, será el programa especial. –nos anuncia, yo volteo a ver a James y lo noto tan incómodo como yo. –Será muy fácil, tranquilícense solo harás la pedida y darán una pequeña entrevista con Effie. Y eso será todo.
–Es decir que Effie ya lo sabe. –afirmo más que preguntar.
–Sí, así es, solo un grupo pequeño lo sabe, están obligados a guardar silencio hasta ese día. –nos responde el Vigilante en Jefe.
De antemano sabemos que no podemos resistirnos, así que qué caso tiene exponer que no me agrada la idea, así que lo haré y ya.
–Bien, como digan. –contesto y siento la mano de James tomar la mía por debajo de la mesa.
–Bueno, pues manos a la obra.
Un par de horas estuvimos ensayando y modificando algunas cosas para la ceremonia, de manera que el show sea increíble y del agrado de Coin.
Para cuando terminamos y somos enviados a descansar estoy agotada e irritable por las miradas de reproche de Effie y Haymitch. En el camino de regreso en la camioneta me quedo dormida.
Despierto a la mañana siguiente, abrazada a James.
–Buenos días. –me dice besando mi cabeza.
–Buenos días –noto que traigo un pijama puesto –¿Quién me metió en la cama?
–Tu madre, estabas exhausta y te quedaste dormida en la camioneta, te traje en brazos y tu mamá te ayudo a ponerte cómoda para dormir.
–Gracias. –me levanto de la cama y entro al baño.
Después de hacer mis necesidades y de un baño salgo envuelta en una gruesa bata de algodón. James pasa a mi lado y besa mi frente de camino al baño, me dirijo al armario y tomo unos pantalones de lycra negros ya que los jeans empiezan a apretarme y una blusa larga suelta de color verde pasto, zapatos negros de piso con correa en el tobillo. Estoy terminando de ajustar mis zapatos cuando llaman a la puerta. Me dirijo a la puerta y abro.
–Buenos días, preciosa. –bufo y ruedo los ojos.
–¿Qué haces aquí Haymitch?
–Creo que tenemos una conversación pendiente. –me dice y entra en mi habitación sin ser invitado, empujándome ligeramente en el proceso.
–No te invité a pasar. –le digo azotando la puerta.
–¿Sí? Pues fingiremos que lo hiciste. Ahora cállate y escucha. –voy a empezar a soltar improperios cuando la puerta del baño se abre y Johnson sale solo en jeans, con el torso desnudo y el cabello mojado.
–Señor Abernathy, le solicitaré que le hable de un modo adecuado a Katniss o tendré que verme obligado a sacarlo de aquí. –se dirige al armario y toma una playera del mismo tono de verde que la mía y se acerca a mí, y pasa un brazo por mis hombros, acercándome a él.
–Bien, como quieran. –contesta Haymitch. –Solo quiero saber de qué va todo ese secretismo con Plutarch, creí que confiabas más en mí que en él.
–Eso no tiene nada que ver. Plutarch es el Vigilante en Jefe, él debe saberlo todo. –contesto y él se ríe.
–Sí, claro. Pero eso sigue sin explicar ¿Por qué demonios estás haciendo lo que estás haciendo? Ya Effie me dijo de tu increíble idea de negar a tu hijo como hijo de Peeta y presentarlo como hijo de Johnson. ¿De verdad que no has aprendido nada en estos años?
–¿Aprender? ¿De verdad crees que todo lo que he pasado es para aprender algo? Creí que eras más listo. –me mira ceñudo y yo no puedo evitar reírme –Haber ilústrame con tu sabiduría, según tú, ¿qué debería haber aprendido?
– ¿Alguna vez dejaras de actuar como una niña?
–Mira Haymitch, al grano, ya expusiste tu punto y yo no he cambiado de decisión, tú tomas tus decisiones, yo tomo las mías. ¡Así de fácil! Así que deja de molestarme.
–Realmente sigues siendo una niña malcriada y egoísta. Yo sólo espero que no te arrepientas de esta decisión y si de verdad estas cortando toda relación conmigo, pues bien. ¡Adelante! ¡Ve y que te coman los lobos! –me grita y me hace perder los nervios, así que me suelto de Johnson y camino hasta el inmenso armario y empiezo a arrojarle todos los zapatos que hay dentro.
— ¡LARGATE! ¡MALDITO BORRACHO! ¡NUNCA HAS HECHO NADA DE TU VIDA Y QUIERES VENIR A DECIRME CÓMO VIVIR LA MÍA! –Arrojo un zapato tras otro, sin mirar si le estoy dando o no –¡EL TOMÓ SU DECISIÓN Y NO TE VI MOLESTANDOLO COMO ME MOLESTAS A MÍ! ¡SI TANTO TE PREOCUPA ÉL, VE Y ENCUENTRALO! ¡A MI DEJAME EN PAZ!
Escucho la puerta de la habitación y me dejo caer en el piso alfombrado sosteniendo un zapato de tacón en mi mano y empiezo a llorar con mucha desesperación. Siento unos brazos rodearme y me abrazo a él.
–Tranquila, respira, ya se ha ido, creo que entendió el mensaje. –me consuela James y yo entierro mi cara en su pecho mientras sigo llorando y sollozando ¡malditas hormonas! –Llora todo lo que necesites, respira. Aquí estoy contigo.
Estoy llorando un poco más, hasta que mis sollozos empiezan a disminuir, siento mi cara llena de lágrimas y mocos, ¡qué asco! Trato de separarme de James, pero él no me deja, sigue abrazándome fuerte contra él.
–Soy un desastre y te he manchado todo de mis mocos. –le digo y él se ríe, siento su risa retumbar su pecho y lo siento contra mi mejilla.
–No importa, iré por algo para que te limpies la cara.
Me suelta y se dirige al baño mientras yo trato de quitar los restos de lágrimas de mis mejillas, el ojiverde regresa con una toalla húmeda y algo de papel higiénico, con el que limpio mis asquerosos mocos y el resto de las lágrimas, y paso la toalla húmeda por mi cara y mi cuello para terminar de calmarme.
–Gracias.
–Es un gusto ayudarte. No te preocupes. –Me ayuda a levantarme del suelo y toma mi cara entre sus manos. –Si vuelve a molestar con lo mismo, no me contendré y patearé su trasero. Odio que te haga daño y te lastime. —yo lo miro atenta y asiento. –Hoy me costó una barbaridad contenerme.
–Lo sé, y gracias por apoyarme y dejarme hacerle frente yo. No me dejaría en paz hasta que yo lo enfrentara. Lo conozco y es tan terco como yo. —él besa mi cabeza y suelta mi rostro.
–Debemos irnos ya o todo se retrasará y nos meteremos en problemas.
–Tienes razón, debemos irnos.
Así que el busca entre todos los zapatos que arroje un par para él y yo trato de disminuir la hinchazón y el enrojecimiento en mis ojos, y salimos juntos de la habitación hacia el estacionamiento de la mansión donde ya están el resto de los vencedores y Gale.
–Sólo faltaban ustedes. —nos dice Enobaria acercándose a saludar. Me toma de un brazo y empieza a dirigirme hacia una de las camionetas que aguardan por nosotros. –Tienes que decirme qué hiciste para cabrear a Haymitch a tal grado. –me susurra la mujer al oído.
–Creo que tendrás que esperar hasta mañana para saber el motivo. —le contesto cuando estamos llegando a la camioneta donde el chófer nos espera abriendo la puerta, yo subo y Enobaria detrás de mí, James se sube en el asiento del acompañante.
–Eres muy mala, no me dirás nada, ¿verdad?
Hago un movimiento de extremo a extremo de mi boca como si la estuviera cerrando con un zipper y ella se ríe.
–¿Ahora también eres graciosa? –me cuestiona divertida mientras la camioneta ya va recorriendo las calles del Capitolio. Yo golpeo su brazo a modo de juego.
–Oye, yo siempre he sido graciosa. –le digo en un falso tono de ofendida.
–Sí claro y yo siempre he sido toda dulzura y paz.
–Sobre todo con esos hermosos dientes. –le contesto en broma y ambas nos reímos.
Así nos vamos todo el camino hasta la torre de Tributos, bromeando la una con la otra. Es reconfortante tener a alguien con quien bromear, me hace recordar a Lambie y Bully, las he echado de menos. Por fin nos dejan en el Edificio de Tributos y somos llevados hasta los camerinos.
En mi camerino me esperaba mi viejo equipo de preparación, siempre entusiastas, demasiado, a decir verdad. De nuevo se empiezan a deshacer de todo el pelo en mi cuerpo Flavius y Octavia, mientras Venia hace mis uñas de las manos y los pies. Octavia maquilla mi cara y Flavius empieza a peinar mi cabello mientras Venia sigue con las uñas, ya que les está haciendo un diseño muy complicado que implica dibujar en cada uña una pequeña corona en color oro sobre un fondo azul marino. Cuando finalmente los tres han terminado de arreglarme me ayudan a entrar en un vestido suelto de color azul marino con dos tirantes delgados y un escote demasiado bajo en la espalda que es cruzado por varias tiras finas, el vestido llega poco más arriba de mis tobillos y solo tiene una tira de brillantes dorados justo debajo de mis senos, me ponen unos zapatos de tacón de tiras dorados, aunque he de decir que han sido los zapatos de tacón más bajo que me han puesto en un evento de Los Juegos del Hambre. Me paran frente a un espejo y me veo bastante bien, sin duda tengo que destacar, pero no mucho, ya que yo soy la que coronará a Sydney. Ellos dan los últimos retoques a mi vestido y zapatos mientras adulan el buen trabajo que hicieron, cuando llaman a la puerta.
–Pasen –le digo al que sea que se encuentre detrás de la puerta.
La puerta es abierta y entra James que va vestido con un esmoquin negro con una fajilla y corbatín azul marino. ¡Qué necedad de siempre vestirme a juego con alguien!
–Plutarch me envía por ti, estamos por empezar. –mi equipo de preparación empieza a aplaudir emocionados y me ayudan a bajar del pequeño pedestal donde me tenían, Johnson se apresura a tomar mi mano y deja un beso en el dorso de mi mano. –Te ves hermosa.
Me sonrojo de sobremanera mientras los capitolinos suspiran y nos miran embelesados, exactamente las mismas caras que hacían cuando nos veían a Peeta y a mí juntos durante La Gira de La Victoria.
–Gracias, tú también te ves muy guapo. –mi sonrojo aumenta y él sonríe. Algo que hace muy poco.
Coloca mi mano sobre su brazo y salimos de mi camerino hacia la parte de atrás del escenario donde hay una pantalla proyectando todo en vivo. Se ve el sello del Capitolio y después la pantalla se pone negra y se escucha la voz de Fulvia dando la bienvenida a todo Panem y procede a hacer las presentaciones como en el ensayo de ayer, hasta que sale Sydney que parece algo sorprendida, pero se recompone y da una enorme sonrisa fingida, lo sé porque las conozco bien. Effie sale para encontrarse con ella y la saluda muy efusivamente, toman asiento en unos sofás de terciopelo azul muy bonitos y Effie trata de tranquilizarla y presenta el video de los Juegos.
Una hora y veinte minutos después veo a Sydney un tanto alterada, parece que Effie también porque empieza a hacerla reír a base de algunas bromas del nuevo Capitolio. Flickerman parece recordar dónde está y por qué está ahí y vuelve a sonreír. Pasan otros cuarenta minutos platicando de los Juegos, Sydney pierde el control en uno que otro momento emotivo, pero se ve bien. Nos dan una imagen menos bélica gracias a los atinados consuelos de Effie, Fulvia me hace señas para que me acerque al extremo del escenario donde hay un avox con la corona del vencedor dentro de una caja de cristal con un cojín rojo de terciopelo dentro, la capitolina saca la corona de la urna de cristal y me la coloca sobre la cabeza.
–Te queda maravillosa, y te ves hermosa. –me dice Fulvia y yo trato de ignorarla. Esta corona me trae malos recuerdos. Pero entraré al escenario en menos de un minuto, así que mi cara de cámara lista, erguida y con la cabeza bien en alto. Fulvia me da la indicación y camino con la sonrisa falsa más grande que puedo dar hacia donde esta Sydney de pie, nuestras miradas se encuentran y noto odio en su mirada, y no me merezco menos de ella, yo le hice un daño enorme, tan enorme como el que Snow me causó a mí.
Ella se sienta en el trono de oro y yo me pongo frente a ella, su sonrisa ha desaparecido, así que por la comisura de la boca y casi sin despegar los labios le murmuro. –Sonríe– Ella me hace caso y vuelve a sonreír mientras quito la corona de mi cabeza y la pongo sobre la de ella. Me coloco junto a ella y ella se pone de pie de nuevo, tomo su mano izquierda y la levanto en alto, mientras se escucha de nuevo la voz de Fulvia.
–¡Señoras y señores, la vencedora de Los Juegos del Hambre, Sydney Flickerman!
La gente en el foro empieza aplaudir y nosotras seguimos con nuestras manos entrelazadas y nuestras sonrisas fingidas mientras suena él himno de Panem. Hasta que la cámara se apaga y alguien grita ¡Corte! Suelto la mano de la chica junto a mí y la miro.
–Lo siento –le digo y me doy la vuelta lejos de ella, la dejo de pie sola hasta que su hermano se acerca a ella. James se encuentra conmigo y besa mis labios rápidamente.
–¿Estás bien? –me pregunta estrechándome entre sus brazos, yo asiento con la cabeza y él se separa de mi para ver mi cara y confirmarlo. –Bien, tenemos que ir al banquete en la Mansión, solo estaremos durante la comida y podremos irnos a nuestra habitación.
–Está bien. Vamos.
Me toma de la mano y caminamos hacia los elevadores para bajar al estacionamiento e ir de regreso a La Mansión Presidencial.
El camino de regreso es lento, hay mucha gente en la calle celebrando que ya han acabado los juegos y algunos otros celebrando que ha ganado Sydney. Llegamos a la mansión y el chófer nos deja en la entrada principal para que toda la gente nos vea llegar, durante la recepción todo son fotos y sonrisas fingidas, mi vida vuelta un circo. Finalmente avisan que el banquete está por comenzar y tomamos asiento en nuestros lugares, una voz presenta a la Presidenta y aparece por una entrada a un costado del enorme salón vestida en color blanco, con su estricta mirada y una medio sonrisa en los labios, todos aplaudimos protocolariamente hasta que ella se detiene en la mesa donde estamos los Vencedores, Gale y James.
–Bienvenidos sean todos al banquete en celebración de la Vencedora de los 76° Juegos del Hambre. Es un placer para mí y mi equipo tenerlos hoy aquí.
Volvemos a aplaudir y ella toma asiento junto a Plutarch y James, la tengo a escasamente un asiento de distancia, unas trompetas suenan y anuncian la llegada de la Vencedora y su mentor, los cuales entran del brazo por la puerta principal. Son sentados en una mesa junto a nosotros y ella me dedica algunas miradas. El banquete es servido mientras el salón es amenizado por una orquesta de músicos acomodados en un balcón sobre nosotros. Sirven platillo tras platillo y yo como todo lo que me ofrecen, mientras más pasa el tiempo más hambre me va dando. Mi madre se acerca a mí, va vestida con un hermoso vestido rosa pálido y me murmura al oído.
–Ya no comas tanta grasa o puedes enfermar. Está bien que comas bien, pero no te sobrepases. –yo asiento y ella besa mi mejilla y se aleja de nosotros.
El banquete finaliza, James le pide permiso a su tía permiso para retirarnos y ella asiente, toma mi mano y salimos del abochornante salón. A lo lejos veo a Paylor del Distrito de Ocho en medio de una mesa llena de gente, un joven de barba y cabello castaño junto a ella llama mi atención, Paylor me descubre mirando hacia su mesa y yo levanto una mano a modo de saludo y ella hace lo mismo. James y yo terminamos de salir del salón y caminamos lejos del bullicio hacia la privacidad de nuestra habitación.
Y aquí nuestra nueva Vencedora.
Karly 🖤
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