Capítulo 30. Te Necesito.
Cuando volvemos al Comando Enobaria y yo, estoy hecha un desastre. Mis ojos deben estar hinchados y rojos de tanto llorar, mi nariz moquea como una loca. Y no puedo dejar de gimotear pequeños suspiros y sollozos.
Beetee y Johanna se nos quedan viendo, no sé que vaya a pasar con Peeta y conmigo a partir de hoy. Creo que esto fue mi culpa, yo lo provoque al darle celos con Johnson.
—¿Qué paso? —pregunta Beetee acercándose despacio hasta mi lugar donde estoy sentada junto a Enobaria.
—Peeta tuvo un episodio. —responde Enobaria. Johanna se acerca a nosotros.
— ¿Te hizo daño?
—No, no la hirió, Johnson estaba cerca y pudo evitar la tragedia.
Suelto un fuerte gimoteo nada más de pensar en que Peeta hubiera podido atacarme si Johnson no hubiera podido detenerlo.
—¿Dónde está Peeta? —pregunta la Mason.
—Haymitch y Johnson lo llevaron a su habitación, Haymitch se quedará con él hasta que reaccione. —responde mi nueva amiga mirando severamente a Johanna, la cual se encoge de hombros.
—Lo mejor será que continuemos nosotros con lo planeado. El ataque podré hacerlo sólo, Katniss ¿puedes seguir? O ¿quieres irte? —me pregunta Beetee de manera atenta. Tomo una larga bocanada de aire por la boca y le respondo.
—Puedo hacerlo.
—Bien, acabamos de recibir la indicación de que se ha comprado el suero vitamínico y antibiótico para Menny, Johanna ¿puedes enviar el paracaídas?
—Sí Voltios, ya me pongo a eso. —refunfuña la chica que le teme al agua. Y se va a su lugar.
Beetee camina despacio detrás de ella para ir a su lugar también.
—¿Quieres que me quedé aquí contigo chica en llamas?
—Estaré bien Enobaria, ve a tu lugar.
Trato de serenarme, yo nunca he sido de las que pierden los nervios pero supongo que es una de las tantas cosas que Peeta provoca en mí. Tomo varias respiraciones hasta que por fin me calmo.
Veo las pantallas a mí alrededor, puedo ver a nuestros tributos resguardándose de la lluvia que ha vuelto a aumentar de intensidad, veo que Benny le está administrando los medicamentos a su hermano con mucha desesperación.
Todo en la Arena continúa su curso como si nada más pasara, cuando yo estoy deshecha por dentro. Primero por la reunión con mi madre y ahora con Peeta intentando matarme de nuevo.
Siento una solitaria lágrima bajar por mi mejilla, rápidamente la limpio con el dorso de mi mano. Debo ser fuerte, nunca he sido débil y este no va a ser el momento en el que empiece a serlo. Se lo debo a Prim.
El par de horas hasta la comida me la pasé pensando en Peeta, ¿ya habrá reaccionado? ¿Haymitch y Johnson están con él? ¿Por qué James no ha vuelto? ¿Cómo se sentirá Peeta? ¿Se culpará o me culpara de este episodio? Estoy muy ansiosa y triste, no sé qué pasará con nosotros ahora, además de que no podrá ir conmigo mañana a ver a mi madre y no me siento lista para enfrentar esa situación sola.
He pensado en pedirle a Enobaria que me acompañe pero no le tengo la suficiente confianza como para hacerlo, una cosa es que nuestra relación haya mejorado, pero no podemos dejar de lado el sentimiento de que ambas intentamos matarnos y ella no precisamente porque la hayan obligado como a mí, ella se ofreció para el Vasallaje, aunque parece que ha cambiado, mi confianza no está del todo con ella.
—Deberíamos ir a comer. Pondré en marcha el ataque en un par de horas. —me saca de mis pensamientos la voz de Beetee, yo no tengo hambre, de hecho siento como si mi estómago se hubiese cerrado. Pero sé que debo hacerlo si quiero que me dejen de ver con la lastima con la que me miran. Debo mostrarme fuerte.
Me encamino a salir de la Sala para ir al comedor, Johanna va enfrente de mí, ella sólo escucha la palabra comida y corre. Entramos al comedor, los Avox ya nos esperaban con los platos de faisán con arroz y ensalada de mini verduras, como la he llamado yo.
Comemos en silencio, ninguno de los cuatro comenta nada, yo dirijo varias veces mi mirada a donde Peeta y James forcejearon hace unas horas, estoy por comenzar el postre cuando la puerta se abre y entra Johnson.
—Buen provecho, lamento la demora. —nos dice mientras se sienta junto a mí y un Avox se acerca a servirle un plato de faisán.
Todos estamos mirando a James, quiero saber si estaba con Peeta y Haymitch ¿y qué paso? Parece que siente nuestras miradas por que levanta la mirada de su plato y nos mira a todos que hemos dejado de comer, todos menos Johanna que lo mira y come de su pudín al mismo tiempo.
—Peeta ya reaccionó. Es todo lo que sé. —nos dice después de dar un largo suspiro, necesito más detalles pero sé que no me dirá nada hasta que los demás no nos escuchen.
Volvemos a retomar nuestra comida, yo hago tiempo comiendo mi pudín para esperar a Johnson, Beetee parece darse cuenta de mi plan porque se lleva a Enobaria y Johanna que ya han acabado su postre.
—Enobaria, Johanna, ¿me acompañan a revisar que esté todo listo para cuando Plutarch regrese?
—Claro, vamos Johanna. —le dice Enobaria jalando del brazo a la Masón que me mira ceñuda.
Cuando por fin Johnson y yo nos quedamos solos lo escucho dar otro suspiro largo. —Supongo que tienes muchas preguntas ¿no? —me dice mientras juega con su cuchara en el pudín.
—De hecho no, sólo quiero que me cuentes qué pasó con Peeta. Y ¿por qué volviste apenas?
—Bien. —da un bufido y suelta su cuchara en el pudín sin acabar. —me quede con Haymitch y con Mellark porque Abernathy así me lo pidió, hasta que despertó me estuvo haciendo todo un interrogatorio.
— ¿Interrogatorio? ¿Sobre qué? —no puedo evitar preguntarle, no me gustó eso de ser interrogado por Haymitch.
—Me hizo de mil maneras la misma pregunta en realidad.—suelta otro suspiro acompañado de una pequeña risa —¿Qué pretendo contigo?
— ¡¿Qué?!
— Sí, parece que creyó que estoy enamorado de ti. —siento que mis mejillas se ponen rojas, lo sé por el calor que siento. —pero le dije que por muy linda que seas nunca me metería entre Peeta y tú.
Si antes mis mejillas estaban rojas, ahora toda mi cara es un tómate rojo y brilloso. ¿Cómo fue capaz de decir eso?
— ¿Y... des... después? —tartamudeo yo para que me siga contando.
—Pues esperamos a que Peeta reaccionara para que le dijera ¿qué hacía en el suelo abrazado a ti? –deja de jugar con su cuchara y su pudin al igual que yo. –Cuando despertó lo primero que preguntó fue ¿Katniss está bien? Haymitch le dijo que sí, que estabas en el Comando y que estabas bien, después fue mi turno explicarle que estabas mal por problemas con tu madre y que me abrazaste porque fui quien estaba más cerca. Creo que me creyó. Después de eso me retiré de su habitación y regresé aquí.
—Gracias.
—No fue nada.
— ¿Puedo pedirte otro favor James?
—Dime.
— ¿Podrías acompañarme mañana a ver a mi madre?
— ¿Yo?
—Sí, tu. Se lo iba a pedir a Peeta pero con lo que pasó dudo mucho que quiera acercarse a mí en los próximos días.
—Te propongo algo.
— ¿Qué? —el tono que uso no me gusto mucho, aunque casi toda la vida he sido buena negociando no sé qué podría querer Johnson.
—Si Peeta dice que no, por las razones que sean, te acompañaré pero me quedaré a la distancia, debes aprovechar esta oportunidad para reconciliarte con tu madre o por lo menos tratar de mejorar su relación ¿de acuerdo?
—De acuerdo. Y si ya no te vas a comer eso, mejor vayamos a la Sala porque querrás ver lo que Beetee va a hacer.
Da una última cucharada a su pudín y salimos para el Comando. Cada uno se sienta en su lugar. —Plutarch, debe estar por llegar. Nuestro objetivo serán Mily, Michi y Cherry. —en automático las busco en las pantallas y las veo a las tres platicando mientras mastican hojas de menta, Cherry se ve más repuesta después de la muerte de su hermano, ya veremos cuánto le dura eso.
Finalmente Plutarch aparece, no parece sorprenderse de que Haymitch y Peeta no están y que Beetee se quedó a cargo, lo que me lleva a pensar que ya le han avisado.
—Bien, perdonen la demora. Beetee ¿está todo listo para el ataque?
—Por supuesto Plutarch.
—Perfecto, adelante.
Miro la pantalla principal que es la que muestra lo que todo Panem ve y donde se verá en primer plano el ataque a las tres chicas. Las veo siguen platicando, parece que de sus familias, Cherry es la que está de espaldas a la entrada del refugio, Beetee hace aparecer al muto entre los árboles a unos 50 metros del refugio, el animal las huele enseguida, además sus risas no son muy discretas, ¿qué no saben que están en riesgo y deben ser cuidadosas? El perro camina sigilosamente hacia el lugar de donde provienen las risas, ellas están muy distraídas riéndose, el muto parece debatirse en si entrar por la ventana rota o por la destartalada puerta, finalmente opta por la puerta, ellas solo están armadas con palos y un cuchillo. El animal brinca sobre sus patas traseras y entra en el refugio haciendo un ruido atroz, ya que tira la destartalada puerta, las tres se levantan de prisa, Cherry instintivamente coloca a las dos niñas detrás de ella para protegerlas de semejante bestia, el perro les gruñe y muestra sus afilados colmillos pero no ataca, la morena toma dos palos que están junto a su pie derecho y les ordena a las niñas que salgan deprisa por la ventana, con otro palo, Mily termina de romper la ventana y empieza a salir con Michi detrás de ella, el muto al percatarse de que se le escapan dos presa, corre hacia ellas, pero Cherry lo detiene con un acertado golpe en el hocico, que hace retroceder al muto un poco, le gruñe furioso y se abalanza sobre ella, pero la chica es rápida y se quita de su camino, las niñas ya han salido por la ventana y corren a los arboles y empiezan a escalarlos pero se les dificulta por la intensa lluvia que cae, un par de veces está por caer al suelo Mily, finalmente logran ponerse a salvo a unos diez metros del suelo en las ramas de los densos pinos. Mientras tanto dentro de la “casa” Cherry sigue escabulléndose del perro y le ha dado un par de buenos golpes en el lomo del perro que lo han hecho chillar, si que tiene fuerza esa chica, pero sabe que debe matar a esa cosa o ese muto la matara a ella e irá tras las niñas, el problema es ¿con qué?
—Beetee, recibimos el dinero y la solicitud de un paracaídas con un hacha para Cherry. —comenta Enobaria, la miro y después miro a Plutarch.
—Envíalo a fuera de la casa Enobaria. —responde el Vigilante en Jefe sin despegar los ojos de la pantalla, veo a Enobaria presionar varios botones y después escucho el inconfundible sonido de un paracaídas, la chica también lo escucha, y cae justo fuera de la ventana, lo ve, corre hacia la ventana y salta por ella pero el muto alcanza a rasguñar su pantorrilla izquierda, de inmediato la sangre empieza a escurrir por su tobillo, siente el dolor pero sigue cojeando hasta donde está el paracaídas, el muto intenta salir por la ventana pero no cabe, se ha quedado atorado, lo que le da tiempo a Swan para sacar el regalo del paracaídas cuando finalmente lo abre con dedos temblorosos saca una cerbatana ¿una cerbatana? ¿No debía ser un hacha? Miro a Enobaria y veo que sus orejas están rojas.
—Enobaria ¿qué paso? —pregunta Plutarch molesto y mirando ceñudo a la chica del dos que revisa cosas en su consola.
—Yo… yo… no lo sé, aquí está la indicación, yo ingrese un código 0027 al paracaídas. —dice confundida Enobaria, veo que Johanna se está riendo pero trata de disimularlo. ¿Qué hizo?
Plutarch camina hacia su consola e ingresa en ella, mientras ellos revisan ¿qué paso? Miro que Cherry está preparando la cerbatana y tal y como lo hizo en los entrenamientos dispara hacia el muto que sigue forcejeando por salir del hueco de la ventana, falla pero por poco, el perro está por salir del marco de la ventana, pero se ha hecho daño con algunos vidrios que están en el marco de la ventana rota, no sangra pero se le ven rasguños en su piel, Swan vuelve a cargar la cerbatana con otro dardo justo cuando el muto está saliendo del marco de la ventana ella le dispara y acierta en la pata delantera derecha del gigantesco animal, pero parece que el veneno de ese dardo no es suficiente para matar al muto, porque aunque atontado y débil sale por donde entro al refugio, Cherry está sentada en el suelo, la lluvia no ayuda a su puntería y el temblor de sus manos tampoco ayuda a preparar la siguiente carga, la sangre de la herida sale y se va por un camino junto con el agua, ha perdido significativamente sangre, se empieza a ver un poco pálida, el muto se acerca lentamente a ella, la huele y por ese instinto es que se guía, pues el veneno está haciendo efecto muy lentamente, tiene el tercer dardo preparado y con la poca visibilidad aun así le acierta en el hocico, el perro aúlla y finalmente cae al suelo muerto, Cherry se deja caer hacia atrás sin soltar la cerbatana y los dardos deja que la lluvia la empape, escucha ruido de pisadas, se incorpora y empieza a preparar otro dardo, cuando la voz de Mily le llega y le dice que se calme, que deben curar su herida, las dos niñas que estuvieron observando todo desde sus escondites en los árboles van hacia la morena y le ayudan a entrar en el refugio de nuevo donde le ayudan a hacer un torniquete en su pierna y a vendar la herida con la camiseta de Mily. Y así finaliza el nuevo asalto de otro muto.
Dejo de mirar la pantalla y veo a Plutarch que sigue presionando botones en la consola, Enobaria tiene los codos sobre la consola y se cubre el rostro con ambas manos.
—Así que esto es lo que hacen. —su voz me desconcierta en un inicio pero volteo a verlo y le respondo.
—Sí, básicamente es lo que hacemos. No sé qué fue lo que paso, pero tuvimos suerte de que ese asalto salió bien, el error del paracaídas pudo costarnos la vida de un tributo y por ende un gran regaño por parte de Plutarch y alguna otra consecuencia por parte de Coin. —le respondo sinceramente, el me mira muy atento, tanto que empieza a incomodarme, aún no supero lo que dijo en el comedor y mirándome así no me ayuda.
— ¿Cuál crees que sería el castigo de mi tía? —Aguarda dijo ¿tía? Parece que se da cuenta de lo que dijo porque deja de verme y sus mejillas se ponen rosadas.
— ¿Tu tía? ¿Coin es tu tía? —suelta un gran suspiro y vuelve a mirarme.
—Sí, no le digas que lo sabes, no le gusta que sepan que somos familia, mi madre y ella eran hermanas. Alma cambió mucho después de la epidemia, se volvió fría, controladora y distante, y bueno ya sabes cómo fue mi relación con mi padre, así que básicamente crecí sólo, refugiándome en los entrenamientos y así fue como ascendí rápido hasta convertirme en el Comandante de Seguridad del Distrito 13 y ahora un vigilante de los Juegos del Hambre. —Demasiada información, creo que tengo la boca abierta porque el acerca su mano a mi mandíbula y la cierra con delicadeza y se ríe.
— ¡Johanna! —me sobresalto al escuchar el tono de voz de Plutarch, pocas veces lo he visto molesto y esta es una de esas ocasiones. —Podrías explicarme ¿por qué cancelaste el paracaídas que envió la señorita Prince y enviaste otro con solo una cerbatana?
Mi mirada va directo a la Mason y veo que su cara se está tornando roja, ¿en serio creyó que no la descubrirían?
—Yo… solo quería hacerle una broma a Enobaria. —qué excusa tan más tonta, es obvio que quería perjudicar a Enobaria.
— ¿Y no cree señorita Mason que hay otras ocasiones para hacer sus “bromitas”? ¿Qué hubiera pasado si el asalto hubiera acabado con un tributo menos? Dígame señorita Mason, espero una buena respuesta, sino quiere ser enviada al pabellón psiquiátrico junto con Hawthorne. — ¡Vaya! Nunca había escuchado a Plutarch tan molesto, pero si su cara lo dice todo, está tan roja como un tomate por el coraje, Johanna mira su consola, parece pensar qué decir, Enobaria la mira ceñuda, Beetee mira las pantallas y James me mira a mí, ¡¿Qué?! ¿Por qué me mira a mí? Vuelvo a mirar a la del distrito 7 que da un largo suspiro.
—No lo sé Plutarch, hubiera admitido que fue mi error y hubiera asumido las consecuencias que ameritara mi acción. Y si crees que merezco volver al pabellón de los loquitos, pues bien, adelante. —Responde desafiante Johanna.
—Bien, pensaré en cuál será la consecuencia de semejante acción, por hoy hemos acabado con esto, sólo hay que revisar la evolución de nuestros heridos, Johnson y Enobaria harán la guardia de hoy, mañana hablaremos de varios puntos importantes por la tarde. El resto puede retirarse a descansar. —El vigilante en jefe sale de la Sala.
—Bueno, pues nos vemos mañana. Que tengas una guardia tranquila. —le digo a James y el asiente y me regala una sonrisa, voy hasta Enobaria. —Bueno, te quedarás bien acompañada. Lamento lo que Johanna te hizo, estoy segura que lo hizo por mí.
—No te preocupes chica en llamas, ya me las pagará Johanna. Y trataré de hablarle bien a Johnson de ti. —Ambas reímos, me da un abrazo y después de dudar si devolvérselo o no se lo devuelvo y me voy a mi habitación.
Cuando estoy por entrar a mi habitación me detengo, no puedo entrar ahí, ahí está Peeta y no sé en qué condiciones esté, ¿a qué habitación voy? ¿Izquierda o derecha? ¿Dará igual? Estoy sopesando las opciones cuando la puerta de mi habitación se abre y me encuentro con mi gruñón mentor.
— ¿Qué tal preciosa?
—¿Cómo está Peeta? —da un largo suspiro y se cubre los ojos con la mano.
—Aurelius se fue al Distrito 4, por lo que Peeta quiere irse al 4 para una nueva terapia. —todos los cabellos de mi nuca se erizan ¿se quiere ir? ¿Al 4? ¿Por qué todos se van al distrito 4? Pero me molesta mucho que quiera irse, quiero hablar con él.
—Quiero hablar con él.
—No, no es buena idea Katniss.
—Dije que quiero hablar con él, no te estoy preguntando Haymitch. —respondo molesta, y tratando de esquivar a Haymitch para entrar y hablar con el idiota de Peeta, pero Haymitch no me deja. —Haymitch, no quiero lastimarte, así que ¡muévete!
— ¿Por qué siempre tienes que complicar las cosas Katniss? —sigue sin dejarme entrar pero la puerta vuelve a abrirse sola y aparece un descompuesto Peeta, está pálido y sus ojos están rojos e irritados.
—Haymitch, déjala entrar. Pero quédate cerca por favor. —le dice mi novio a nuestro mentor, el cual suelta un bufido y se quita de en medio.
—Bien chico, estaré en la habitación de al lado. Y Katniss, no lo presiones.
—Sí, ya como digas. —le contesto sin si quiera mirarlo, mis uñas me parecen más interesantes, sé que no debería portarme así y menos con Haymitch pero mi humor no es el mejor, después de saber que Peeta se quiere alejar de mí. —Adiós Haymitch, por cierto deberías ir a aconsejar a Johanna, hoy hizo algo que podría hacerla volver al lugar de los loquitos.
— ¡¿Qué carajos?! ¿No pueden estar un día sin darme problemas? —y empieza a caminar por el pasillo mientras maneja su agenda. Peeta ya ha entrado en la habitación, entro y cierro la puerta, voy a ponerle el pestillo y su voz me detiene.
—No le pongas el pestillo, no quiero correr riesgos. —le hago caso, yo tampoco quiero correr riesgos.
—Peeta, me puedes decir ¿por qué quieres abandonarme? —y contra todo pronóstico empiezo a llorar. En este año he llorado más que en toda mi vida junta.
—No, no llores Katniss, es por tu bien, hable con el doctor Aurelius y hay una nueva terapia que podría funcionar, pero el doctor se ha ido al Distrito 4, así que tendré que irme allá durante el tiempo que dure la terapia.
— ¡No, no, no, no Peeta, no puedes hacer esto. Por favor no me dejes!
—Katniss no te voy a dejar, es por el bien de los dos. No soportaría hacerte daño, no me lo perdonaría.
—Pero nos necesitamos, te necesito. Peeta, por favor, no te vayas. ¡Te amo! —de acuerdo me he vuelto una cursi, llorona, pero no soporto la idea de quedarme sola, así que me acerco a Peeta y lo beso, no tiernamente como el acostumbra hacerlo, lo beso duro, necesito demostrarle cuanto lo amo y por eso no puede dejarme.
En un inicio se sorprende pero se deja llevar, el beso incrementa su intensidad, lo necesito, lo necesito mucho. Mi vida sin él no existe.
—Peeta te necesito, por favor no me dejes.
—También te amo Katniss, y también te necesito.
Volvemos a besarnos, pero empiezo a sentir que la ropa nos estorba, empiezo a quitarle la camisa a Peeta, no me detiene, el pasa sus manos por mi cintura y mi cadera, nos necesitamos y mucho. Mi necesidad por Peeta es mayor que cualquier otra cosa, así que nos dejamos llevar por la necesidad que tenemos el uno del otro y por nuestro amor y nos hacemos uno, Peeta me hace el amor.
Por fin metieron el pan 🥖 al horno 🔥
Tal vez es lo que necesitaban, ¿no creen?
Karly 🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro