Los ojos de Aro se abrieron como platos, un brillo de avaricia se encendió en ellos al contemplar la posibilidad de poder aprovecharse de mi don.

–No hay excepciones–recordó Marco, el vampiro cuyo don era identificar los lazos emocionales entre los individuos.

–Lo sé, lo sé hermano pero... ¡imagina las posibilidades!– exclamó Aro entusiasmado.

Marco y Cayo se miraron entre sí, admitiendo silenciosamente su derrota frente a Aro. Sin duda, él era quien tenía más poder de los tres hermanos, y a pesar de fingir contar con la opinión de los otros dos, la decisión final sobre los conflictos recaía únicamente sobre sus hombros.

Aro no había soltado mis manos, levantó una de ellas y me hizo dar una vuelta sobre mí misma.

–Lo pensaremos mi querida Bella– cantó lleno de júbilo– y mañana te daremos una contestación.

–Esta bien, ahora necesito si es posible, que respondáis alguna de mis preguntas sobre nuestra naturaleza.

–Por supuesto mi querida amiga, cuéntanos que te aflige. 

No sabía por donde empezar, y tener que contar mis sentimientos a tres vampiros que habían intentado acabar conmigo en numerosas ocasiones, no hacía el proceso más fácil, así que tomé aire, cuadré los hombros y sin titubear pregunte:

–¿Es posible el enamoramiento de un vampiro hacia un humano?

La estancia se inundó de macabras carcajadas. Los tres hermanos se burlaron de mi pregunta y esto me enfureció de tal forma que me di la vuelta dispuesta a marcharme de ahí. No pensaba tolerar que nuevamente un vampiro, me tratara como una niña pequeña, por muy guarda vampírica que fueran.

–Espera Bella– suplicó Aro intentando reprimir las risas–, perdona nuestra grosería, a sido un acto reflejo, pero por supuesto responderemos tu pregunta. La respuesta rápida es: NO

La fuerza se escapó de mis músculos con la negación de esa respuesta. Era algo que venía sospechando, algo que yo misma estaba descubriendo que no era posible, sin embargo verlo materializado en las palabras de los vampiros más antiguos que exisitan, hizo que todo mi mundo se derrumbara.

–¿Hay una respuesta larga?– pregunté desesperanzada. 

Me invitaron a salir a un balcón para charlar, desde él se podía ver toda la inmensidad de la ciudad de Volterra. Al asomarse a esa balconada se podía apreciar la preciosa inmensidad de la ciudad. Tomé asiento junto a los tres hermanos en un bonito y antiguo banco ribeteado de oro puro.

Aro se levantó dándonos la espalda, y como si estuviera hablándole a la ciudad comenzó a relatar:

El romance entre razas ha sido una invención humana, en su interminable intento de humanizar todo cuanto conocen, atribuyendo sus cualidades emocionales a todo ser que interactue con ellos. En el caso de los vampiros, siempre ha habido un halo de misterio lujurioso que los envuelve, incitando a lo más oscuro, los más prohibido, lo más salvajemente carnal ¡El ser humano es tan morboso!

Con el paso de los años, el mito del vampiro a sufrido varias modificaciones, todas ellas erróneas. Los vampiros somos seres de la noche, depredadores sin alma. Todo en nosotros atrae a la presa, así como las flores emanan un dulce aroma para que las abejas las polonizen. ¿Qué sería de nosotros de no ser así?

Todo en ti, mi querida Bella, está diseñado para atraerlos, embrujarlos, para crear una imperiosa necesidad de ti. Todo en ellos está diseñado para alimentarte, única y exclusivamente. ¿Puede un humano enamorarse de un trozo de pan?

Pero ¡Ah! Si existe algo que se puede llegar a confundir con el amor; "La tua cantante", cuando la sangre de un humano canta para ti, puedes llegar a confundirlo con amor. Sientes la necesidad de protegerlo, incluso en algún momento puedes llegar a pensar que podrías dar la vida por ese humano, pero lo único que te atrae de él es su sangre.

A su vez, el humano cuya sangre es tu objeto de delirio , siente una enfermiza obsesión por ti, se percibe de tu pertenencia, y sufre lentamente cuando estás ausente llegando incluso a tener alucinaciones con tu aroma, tu imagen, incluso tu voz. ¿No es maravilloso? El humano se entrega libremente a ti, sin objeciones, y entonces la toma de sangre es sublime, extasiante, embriagadora.

Pocos vampiros encuentran la voluntad de parar, normalmente terminan matando a su "cantante" y pasan el resto de su vida buscando un humano que les provoque el mismo éxtasis.  Pero aquellos que son capaces de racionar ese divino elixir, aquellos que dejan con vida a su cantante para poder seguir disfrutando de su aroma, su sabor... tienen que pagar un precio.

Si el vampiro prueba esa sangre y no mata o convierte a su víctima, cada vez que ese humano se aleje de él, sentirá un dolor descontrolodado que lo debilitará hasta la muerte. Por lo tanto, las opciones son o matarlo y renunciar para siempre a volver a tomar esa ambrosía, o engañar a ese humano con su embrujo para que nunca se separe de él.

El aliento salió de mis pulmones de una forma brusca que no pasó desapercibida para Aro.

–Querida, creía que una vez entraste en nuestro mundo te habían informado de todo esto– dijo con una sonrisa ponzoñosa, estaba jocoso con mi dolor, sin duda alguna.

–No te creo– balbuceé tímidamente.

–No tienes porqué creerme a mí,  pero ¿Tampoco crees a tu amigo Fredd?– la confusión se hizo latente en mi rostro– acompáñame, quizá cuando él te cuente lo que está sintiendo podrás entender más que sucedió contigo y Edward.

Sin ganas seguí sus pasos por los largos pasillos hasta llegar a una habitación amplia y luminosa. En un sillón orejero se encontraba mi amigo Freed sosteniendo un libro entre sus manos.

–Os dejaré solos para que charléis– dijo Aro– por cierto Bella, esta noche nos deleitaremos con una cena en celebración de la union de Freed a la guarda vampírica, por supuesto estas invitada.

Cerró la puerta tras de sí mientras Freed hacía lo propio con su libro y se levantaba a saludarme.

–Bella, ¡Esto es maravilloso! sangre por doquier, esta enorme habitación para mí, ¡Y solo tengo que tener activo mi don!

–Eso es fantástico Freed.

–¿No vienes solo a visitarme, verdad?– preguntó bajando la intensidad de su euforia.

–En realidad no. Me gustaría que me contarás qué has estado sintiendo después de probar la sangre de esa bibliotecaria– dije recordando su relato.

–Dolor, mucho dolor. De hecho Bella, me estoy debilitando por momentos– pude atisbar como sus ojeras eran más pronunciadas de lo normal– los Vulturis están intentado encontrarla, dicen que si la convierto, el dolor desaparecerá, pero tendré que estar con ella de por vida. Me asusta el compromiso, ni siquiera he tenido una relación jamás.

–¿Matarla no es una opción?

–Ya no, debí hacerlo aquel día, después de haber tomado su sangre el sentimiento de protección me impide hacerlo, no soy lo suficientemente fuerte para luchar contra él.

No necesitaba escuchar más. Edward tomó de mi sangre cuando James me mordió, para extraer toda la ponzoña de mi cuerpo antes de que la trasformación comenzara. Fue reacio a convertirme durante mucho tiempo, posponiendo siempre la fecha en que prometía hacerlo y no cumplió su promesa hasta que mi vida estuvo en verdadero peligro. Ahora entendía todo.  El deseo de venganza se fue abriendo paso apaciguando todo dolor en mí.