- Los grandes Estados: reinos, imperios y repúblicas
Como mencioné en el preámbulo, para los acontecimientos de Nueva sangre hay una diversidad de pueblos y civilizaciones que prosperan en el planeta, pero no de una forma uniforme, ya que hay ciertas regiones o sociedades cuyo desarrollo tecnológico o social es mayor que en otras. Esto es algo que ha sucedido y sucede hoy en día, por lo que en el futuro no sería una excepción; sin embargo, dentro de setenta mil años habrá otro factor clave para este desarrollo: el Pasado mismo; sí, con mayúscula. Procederé a explicarme:
Hoy en día, miramos al pasado como un hobby; algo con lo que curiosear y sacar alguna que otra información útil, siendo por lo demás algo que se puede meter dentro del saco de "cultura general" y nada más (esto a grandes rasgos); por otro lado, el progreso y la evolución están en el futuro, y es ahí donde se anclan esas ideas. No obstante, para los ariosemitas, latinos o pacíficos de Nueva sangre, el progreso se sitúa entre el pasado y el futuro, entremezclándose; y es que no olvidemos que ellos viven en un mundo donde, antes que ellos, habitó una sociedad cosmopolita con altos niveles de tecnología (o sea nosotros), lo que, sin lugar a dudas, les pesará; al menos a sus clases sociales más intelectuales y poderosas.
Con esto no quiero decir que todo el progreso que se obtenga en estas sociedades este determinado y limitado por aquellas tecnologías y conocimientos de milenios pasados; de hecho, muchos de los artefactos e ideas de este nuevo periodo de la historia de la humanidad fueron formulados o creados sin la necesidad de una "inspiración" proveniente de antaño. Sin embargo, el Pasado tiene una fuerte presencia entre las ideologías de muchas culturas avanzadas, lo que las estimula a seguir progresando para emular a aquellas que las precedieron miles de años atrás.
Pero este estímulo es bastante reciente y aún no del todo claro, ya que apenas se está relacionando la política con la ciencia, y esta a su vez con la guerra y la industria; por lo tanto, las sociedades estilo feudales imperan, llevándose acabo las primeras (y alguna que otra segunda) revoluciones industriales y dejando poco espacio para un verdadero progreso exponencial, similar a los de los siglos XIX, XX y XXI.
En esta nueva carrera antropológica, son los grandes Estados quienes encabezan el marcador. Ellos ya dejaron muy atrás la vida paleolítica post-apocalíptica; no obstante, el mundo en el que se desenvuelven no deja de ser peligroso y violento, pues la guerra, la corrupción, la injusticia y otras decadencias sociales se asoman con regularidad, como una sombra amenazante, un síntoma mortal de la enfermiza competitividad humana por la supremacía.
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