Introducción
Cuando creamos universos fantásticos o de ciencia ficción, un componente imprescindible de estos es la antropología; pero antes de adentrarnos más en el tema y explicar la importancia de esta ciencia en la construcción de sociedades imaginarias, explicaré brevemente lo que entiendo por antropología.
La antropología es una ciencia que no solo se puede, sino que debe ser percibida a través de la cuarta dimensión; así que si creen que el estudio de un antropólogo se limita a leer papeles viejos y archivados, están muy equivocados. Para llegar a tener un entendimiento más profundo y completo de esta ciencia, se requiere mucho trabajo de campo, así como el dominar cuestiones tan obtusas como lo es el arte o el filosofar y campos del conocimiento más precisos y arbitrarios, como lo son la biología y la física; esto se debe a que la antropología en una ciencia muy vasta: de entrada, se divide en varias disciplinas, aunque yo, en esta ocasión, me atreveré a dividirla en dos tipos, la antropología física y la antropología social/cultural; en la primera encontramos temas mas orientados a las ciencias exactas, como la forense, la paleoantropología, patología o la genética; en la segunda, como su nombre lo indica, va mas relacionado con la psique de nuestra especie y su desarrollo como sociedad, y se estudian campos como la etnología, la lingüística, la arqueología (aunque esta y la anterior se consideran ramas aparte) o la antropología histórica.
Y es con la disciplina de historia con la que empezaré a adentrarme en el tema planteado al inicio de esta introducción.
La mayoría de las personas no profesionalizadas en la disciplina suelen hablar y estudiar a la historia como si fuera algo que ocurrió en el pasado... y, bueno, ahí no hay errata, pero el problema es el siguiente: que solo se plantea el hecho estudiado en el pasado, encapsulado en un punto determinado del tiempo y posicionado sobre un cronograma lineal; es decir, que conocen el tema, saben los datos, fechas y eventos, pero no hay una verdadera comprensión y análisis; el filosofar puede escasear, y esto es grave, ya que es la filosofía lo que nos plantea preguntas cuyas respuestas son imprescindibles para el entendimiento del ser humano y su entorno. La historia no debe verse como un simple hecho anecdótico que está archivado en una biblioteca, en un museo o en un ensayo escolar; no, la historia debe verse y estudiarse con la relevancia que, mas que merecer, necesita, ya que esta es más que una impresión en papel o una vasija de barro; es un acontecimiento de suma importancia y que tuvo un impacto cultural o social, por muy pequeño que este sea; y esto puede ser desde el relato de un sobreviviente de un terremoto en Japón, a un emperador romano que dirigió batallas y conquistas; esas acciones, esos hechos, repercutieron en la gran pirámide que conforma la civilización humana y sus consecuencias son tan tangibles como el que tomes tu celular con la mano o te estés comiendo una torta en este preciso momento (algo así como el efecto mariposa pero no tan exagerado).
Ahora bien; quizás muchos de los no profesionistas no analizamos y vemos la historia como deberíamos hacerlo, pero eso no significa que no sintamos una ferviente atracción por esta y varios de sus componentes; ¿Quién, por ejemplo, no siente fascinación por los guerreros espartanos y vikingos, la mitología japonesa, las guerras mundiales o los tiempos de la Baja Edad Media?; sin duda, hechos y conceptos asombrosos que han capturado la imaginación de muchas personas que han hecho un sinfín de obras que tratan de ensalzarlos. Varios somos los que hemos escrito sobre reyes, guerreros, imperios míticos, brujos y conquistas imaginarias; basamos las hazañas de nuestros héroes -y en ocasiones de nuestros villanos- en aquellas realizadas por sus iguales reales en tiempos antiguos, aquellos años que muchos hemos llegado a considerar como más interesantes, más gloriosos y bastamente superiores; pero esto es, sin duda, uno de las más grandes mentiras de todos los tiempos y, déjenme decirles, hemos sido más que engañados...
(Imagen de la serie Last kingdom; de las mejores qué hay en Netflix históricamente hablando -al menos mejor que Vikingos-)
Situémonos en la Baja Edad Media, un periodo que diversos mundos y universos ficticios usan como base; y no es de extrañar, porque este espacio de tiempo histórico es bastante interesante y tiene mucho, pero mucho que ofrecer; por eso vemos castillos majestuosos en The Witcher, a seres de leyenda propia de la época en El príncipe de los dragones, a poderosos caballeros con panoplias completas en Carta al rey y guerras civiles y cruentas en Juego de tronos (estas han sido las últimas series que vi con esas temáticas), solo por poner ejemplos.
A ver, que todo esto no tiene nada de malo -de hecho, es bastante interesante- pero el problema, además de lo repetitivo que puede llegar a ser (daría mucho por leer una obra que, en vez de castillos, tenga pirámides, en lugar de troles tenga tuniqs y que reemplace las armaduras de placas del siglo XV por una lamelar, propia mas bien de oriente), es el que siempre se muestran a los personajes, a sus aspiraciones, sus actos y su desarrollo como si se contara una epopeya al estilo homérico o saga vikinga; sí, es poético, muestra bastante grandeza pero también es poco creíble; así, tal cual. Muchos seguimos viendo a nuestro universo inventado y a sus participantes como vemos a la historia: plana, lineal, positivista y muy romantizada; y puede que creemos mapas magníficos o nombres extravagantes, pero si la gente que habita en ellos y porta sus nombres no es "realista", la historia jamás será creíble.
He de aclarar algo: no importa si nuestra historia sucede en la galaxia mas lejana, el mundo fantástico más anormal o el futuro más incierto de todos; los personajes y sociedades de estos deben ser realistas; y no hablo de un arco argumental individual por cada participante; no, yo hablo de la temática completa; es a esa a la que se le debe dar realismo, por más mágico que sea. Volvamos con la Baja Edad Media; muchos de los personajes que nos plantean (incluso los antagonistas) son bastante atractivos, con moral definida (sobre todo el protagonista), bien arreglados, habilidades asombrosas, facilidad para ir y venir de donde sea, cuando sea y como sea; viven cuales bosquimanos en la floresta, haciendo fogatas y cazando animales sin despeinarse; pero, a ver, que esto no pasaba ni en la Edad Media ni seguramente en cualquier otra época (quizás solo hasta ahorita).
Empecemos con el primer punto: la poca higiene de la época. Sí, se ha exagerado bastante el tema, pero aún así, la gente de la Antigüedad y el Medievo en Europa vivían en condiciones insalubres comparadas con las de hoy en día, y eso es algo que solemos olvidar; también olvidamos que esta poca higiene provocó grandes pandemias (véase ahora) y que la gente moría más por las pobres condiciones que por la guerra en sí. Otra cosa a mencionar es la falta de alimento y la repercusión de esta en el físico humano; ¿a quien no lo ha molestado su papá o mamá con eso de que, si no comes bien, no crecerás?, pues eso es bastante cierto y sucedió a lo largo de nuestra existencia; esto va de la mano con la pobreza y la poca comunicación entre sociedades: la pobreza es algo que ha existido desde que el hombre se hizo sedentario y se creó el concepto de propiedad privada (dejen a Adam Smith, por favor, que el no tiene la culpa); esta a limitado al humano de varias cosas, pero hay dos de las que voy a hablar, empezando con la que mencioné con poca anterioridad, que es la comida, la cual pocas veces sobraba en la mesa del pobre (que casi siempre ha sido más del 70% de la población o más si nos adentramos a épocas feudales) y cuando había era muy homogénea, ya que la constituían harinas básicas como la cebada, el trigo o la avena, y en ocasiones complementadas con alguno que otro animal de granja o fruta del bosque (lo cual era muy raro); todo esto ocasionaba malnutrición, por lo que el desarrollo físico de la persona promedio de la época no pasaba al de un hombre chaparro, cara escueta y probablemente calvo a ya corta edad; y si a esto le sumas la falta de calcio por la escasez de luz solar en el hemisferio norte, tienes a alguien chimuelo o con sonrisa deforme.
El otro punto respecto a la pobreza y su naturalidad es la poca comunicación y los pocos viajes; en esto seré directo, diciendo que la gente no tenia idea de nada, de prácticamente nada; la educación pública no apareció hasta hace poco, por lo que el conocimiento (el cual tampoco era mucho) lo poseían una pocas élites; es por ello que la mayoría de la información acerca de lo que estaba pasando en el mundo, el reino o la región, era esparcida por lo viajeros o mensajeros, que tardaban semanas e incluso meses en llegar a su destino; además, esta clase de personas escaseaba, pues un viaje significaba dos cosas: un gran gasto de tiempo y dinero solo en prepararlo (no es como ahora, que solo preparas maletas, guardas comida empaquetada para la travesía, checas el dinero de las casetas y la gasolina y ya), así como una muerte bastante segura (oye, no contaban con seguros de viajes), ya que podrían perecer a manos de bandidos, depredadores, un deslizamiento de tierra, tormentas, hambre o pestes; así que no, la gente no viajaba mucho y cuando lo hacían, eran travesías lentas, extenuantes y poco gratas; es por lo mismo por lo que grandes obras públicas como los caminos reales persas o de los virreinatos, así como las calzadas romanas, fueron una bendición para los pobladores de sus respectivas regiones.
---También, he de mencionar que la 90% del tiempo del 90% de la población durante casi toda nuestra existencia ha sido monótona, rutinaria y simplemente aburrida; no se embarcaban en aventuras emocionantes ni realizaban actividades divertidas fuera de lo común, ni si quiera las élites (tal vez leer, montar a caballo, salir de caza, jugar ajedrez o tener cinco o diez fiestas mas al año que los plebeyos)---
Otro punto que me suele hacer bastante ruido es la cuestión de la equidad y la tolerancia a la diversidad; pero antes, he de aclarar una cosa: NO SOY MISÓGINO, HOMÓFOBO, XENÓFOBO y otras más cosas que terminan en "fobo".
Bueno, pues, prosigo con mi punto.
Hoy en día, es fácil encontrar obras de ciencia ficción, ficcón histórica o fantasía en donde, al parecer, todas las personas son tratados como iguales (menos los malos malísimos) y no hay reproche en que hayan relaciones homosexuales abiertas y personas de minorías (africanos, asiáticos o indígenas) al frente de ejércitos o grupos que pertenecen a la mayoría contraria, así como mujeres haciendo y diciendo lo que quieran y paseándose como Juan por su casa aquí y allá.
A ver, todos deseamos un mundo equitativo y tolerante, donde cada uno no sea discriminado por su origen, orientación sexual, género o color de piel; es más, se debe luchar por ese mundo y esa misma lucha se puede reflejar en nuestros trabajos y nuestras obras; pero una cosa es que muestres los conflictos de una persona perteneciente en una minoría y otra que esta misma persona vivía en una utopía en la que todo es rosas y chocolates (en ese aspecto) y luego decir que es orgánica y realista; porque no, así no funciona la mente humana.
Empecemos con la misoginia: desafortunadamente el ser humano tiene arraigado el machismo; y ojo, que este no surgió a partir del patriarcado-occidental-blanco; no, este surgió en distintos puntos del globo a medida que las civilizaciones crecían y se desarrollaban; por ejemplo, en las culturas andinas, bantúes, hindúes, grecorromanas y sino-tibetanas. Pero esto es normal y se ha practicado por mucho tiempo (a ver, que normal y antiguo no significa que este bien, sino, caeríamos en la falacia ad antiquitatem); que sí, hay culturas en donde a la mujer se le tenía cierto respeto, como la fenicia, la etrusca o la celta, pero aún así, no mantenían ejes del poder en sus respectivas sociedades, y su participación era más bien simbólica (aunque aceptable); hay casos mas extremos en los que tanto hombres como mujeres eran iguales e incluso eran las féminas las que llevaban la batuta, como en el caso de los escitas de las estepas y los indios iroqueses, pero estos casos son excepción y son bastante aislados; y aún así, la "equidad" en ambas culturas se llevaba muy diferente a como lo hacemos hoy en día.
(Guerrera escita, siglos IV o III a.C.)
Me sigo con la homofobia: bueno, aquí no es tanto la homofobia, pues esta no se inculcó en la psique de la sociedad en general sino hasta la aparición del judeo-cristianismo y el islam; las relaciones homosexuales fueron bastante bien vistas en muchas sociedades del pasado, como la griega, la persa, la mexica, la andina, e incluso en la japonesa y entre los piratas del siglo XVIII; pero una vez más, estas relaciones y el concepto en si de la homosexualidad no es el mismo que tenemos hoy en pleno siglo XXI, pues de entrada, solo solía ser bien vista entre hombres (nótese el machismo universal) y su significado iba más allá de los sentimientos; a veces simbolizaba poder, hermandad o sabiduría. Además de esto, también habían ciertas reglas que cumplir, como en el caso de los griegos, donde solo las parejas homosexuales solían ser bien vistas cuando las conformaban un hombre mayor y uno mucho más joven (generalmente entre alumno y maestro), además de que era algo que solo las clases más altas y guerreras podían hacer; y esto también en otras culturas, como los mexicas y los japoneses (el denominado "shudo" de los samuráis).
(Aquiles y su amante Patroclo)
Y paso a la xenofobia: es común que todos nos sintamos incómodos cuando estamos con una persona que nunca hemos visto y cuyo rostro no reconocemos; no sabemos que va a hacer, que es lo que puede estar pensando ni cuales son sus verdaderas intenciones; bien, ahora, a esto súmenle que esa persona tiene un físico muy diferente al tuyo (el color de piel, los ojos o el tamaño de la nariz) y también posee un acento u idioma, así como costumbres, muy diferentes a las tuyas; también añádele que tu eres una persona ignorante, que no sabe mucho del mundo exterior y apenas y conoces un poco la región en donde habitas. Con todo esto, es entendible (más, nuevamente, no aceptable), el desprecio que la gente muestra hacia el extraño y extranjero; y esto no se limita a blancos y negros; no, sucede entre todo tipo de razas y religiones.
Todas estas antipatías y sus estigmas se han arraigado bien en nuestra psique colectiva y es bastante difícil erradicarlas, inclusive en un mundo globalizado y cosmopolita, por lo que eliminarlas de nuestras novelas así sin más, como si nunca existieran o hubieran existido se me hace irreal.
Resumiendo y considerando todo lo que he dicho, al final, el "héroe" medieval idealizado no sería muy guapo, estaría chimuelo, calvo y sería chaparro; también puede que golpee a su mujer una vez que regrese a casa solo porque tuvo un mal día; ah, y lo más probable es que muera por disentería o peste antes que por el fuego de un dragón.
Bueno; ya para concluir, tocaré el último tema: los bandos en los universos de las tramas.
En prácticamente todas las novelas con un desarrollo convencional, existen dos bandos: el de los buenos y el de los malos, a veces también llamados protagonistas y antagonistas, héroes y villanos. Estos bandos siempre aparecen en aquellas narrativas que tienen un mundo desarrollado, y, generalmente, al menos una posee sus sociedades bien planteadas (los protagonistas) y el contrario se encarga de intentar destruirlas (el antagonista); en fin, la ya conocida lucha del bien contra el mal; pero en el mundo real, esta lucha es mucho más complicada de lo que parece, pues todas las personas (o aquellos seres antropomorfizados, como enanos, hadas, elfos o vampiros), poseen una gama muy diversa de sentimientos, ambiciones e ideologías que serían demasiado complejas como para encajonarlas en el término malo y bueno.
Hablemos, por ejemplo, del guerra y el homicidio.
De entrada, no se va a la guerra por ideales, sino por intereses (o por una mezcla de ambos, pero realmente nunca se va solo por una ideología, aunque luego esto es lo que nos venden en las clases escolares y en las películas); tomemos, por ejemplo, el caso de la Segunda Guerra Mundial; sí, muchos de los causantes de este conflicto pertenecían a facciones radicales como lo es el fascismo, el totalitarismo japonés, el nazismo o el comunismo estalinista, pero la verdad es que los países del Eje no invadieron a sus vecinos solo porque eran los malos malísimos que querían acabar con la humanidad, sino porque sus lideres consideraban necesario el imperialismo y el expansionismo para obtener riquezas y crecer como nación (un claro ejemplo es el denominado "Lebensarum" o "Espacio vital" para los nazis)
Y siguiéndonos con la Segunda Guerra Mundial, otra cosa que hemos simplificado de manera errónea a los líderes y soldados que participaron en ella, nuevamente dividendo entre buenos y malos. No me malentiendan, Hitler no fue una gran persona; tampoco Mussolini y Tojo, pero no eran monstruos sedientos de sangre que solo pensaban en acabar con vidas y hacer todo el mal posible; empezando, ellos creían que hacían el bien, y como cualquier otra persona, reían, hacían bromas, mostraban afecto e incluso se preocupaban por aquellas personas cercanas a ellos; y quizás los victoriosos de la guerra veamos al Fuhrer como el antagonista que es, pero probablemente un ciudadano alemán promedio de 1939 lo veía como un héroe, un ejemplo a seguir, alguien que buscaba el bien de su país y sus habitantes (además, consideren que varias de las atrocidades ocurrieron por debajo del agua, así que muchos de los ciudadanos alemanas e incluso soldados rasos no tenían ni idea de estas acciones); por otro lado, se nos ha vendido la idea de que los líderes de los Aliados fueron hombres de bien que encabezaron la lucha final contra el totalitarismo; otra gran mentira. Winston Churchill podría considerarse como el único líder de la guerra que luchó guiado por sus ideales (o al menos estos tuvieron una gran participación), porque no pocas veces el Tercer Reich le ofreció al Imperio Británico un lugar a su lado si este se rendía y bajaba la cabeza; pero el Primer Ministro se mantuvo firme y rechazó todas las proporciones que le hacían los alemanes, continuando así la guerra, aún cuando no quedaba nadie que luchara junto a ellos (por ahí de 1940); no obstante, Churchill era famoso por su racismo y creencias similares a las propuestas por los nazis (aunque no tan radical); por otro lado tenemos a Roosevelt y los estadounidenses, quienes mas que defender la libertad y la democracia, se lanzaron contra el Eje por las ganancias económicas que les traería el conflicto (todos sabemos lo rentable que es la industria militar); de otra forma, ya le hubieran declarado la guerra a Japón cuando este invadió China en 1937 y cometió múltiples crímenes, como Nankín. Por último tenemos a Stalin; y bueno, de el no hay mucho que decir, solamente que se le considera como el segundo dictador al que mas muertes se le adjudican (solo después de Mao Zedong)
El diferenciar entre buenos y malos en las novelas también hace fácil lo siguiente: matar. En las películas y muchos libros, nos ponen el homicidio como algo fácil (ya saben, gente mutilando enemigos de aquí para allá sin el menor atisbo de remordimiento), sobre todo si es a los antagonistas a quienes se les asesina; y no habría tanto debate en esto si quienes cometen los homicidios fueran personas experimentadas y ya tuvieran inhibido cualquier sentimiento; pero no; quienes suelen hacer esto son personajes jóvenes y sin experiencia, que generalmente terminan siendo los protagonistas.
En un conflicto armado, terminar con la vida de alguien suele ser atroz y deja secuelas, llamadas neurosis de guerra (un tipo de trastorno de estrés postraumático), y fue esto lo que sucedía comúnmente entre las tropas durante la ya mencionada Segunda Guerra Mundial; por eso mismo se iniciaron campañas de deshumanización al contrincante por parte de ambos bandos; estas consistían en hacer creer a los soldados que luchaban contra seres inferiores o monstruos, por lo que asesinarlos no ocasionaría ningún problema.
La deshumanización del enemigo permitió que se cometieran atrocidades como la tortura, violación, experimentación y ejecución de prisioneros, así como la mutilación de cadáveres enemigos para la obtención de trofeos.
Desgraciadamente, esta deshumanización la seguimos viendo en los libros y películas, las cuales plasman a los ejércitos del Eje como asesinos insensibilizados; estos si existieron, como en el caso de los nazis adoctrinados pertenecientes a las SS, grupo militar de élite que se encargaba de llevar la ideología y hacer cumplir los principios de esta en cada rincón del imperio alemán; no bastante, la mayoría de los soldados pertenecientes al ejército convencional (o Wehrmacht) eran tan buenas personas como lo sería un soldado soviético o estadounidense.
Descartando a Juego de Tronos, donde perfectamente nos muestra la crueldad del humano sin importar los bandos y como, muchas veces, los intereses se sobreponen ante los ideales, resumí todo mi planteamiento y me puse a buscar ejemplos en la literatura y el cine que lo plasmen bien; no obstante, no encontré casi nada.
Y es que ni El Señor de los Anillos, ni Divergente, ni El Cristal Encantado, ni Star Trek, ni Narnia, ni Percy Jackson, ni Spiderwick, ni Las crónicas de Shannara, ni Cazadores de sombras o Star Wars (con excepción de la Guerra de los Clones, donde se puede apreciar que los separatistas eran algo más que un ejercito de droides y que la República no es del todo benigna) cumplen muy bien con mi tesis, con excepción de una sola: La leyenda de Aang.
Y es que piénsenlo; de entrada, los antagonistas son una nación entera que no busca la destrucción de la sociedad (bueno, al final si se radicaliza un poco el Señor del Fuego, jeje), sino sobreponerse ante las demás naciones porque ELLOS se consideraban superiores (pero creían que era lo correcto)
Pero también fueron a la guerra por las riquezas que obtendrían de sus conquistas, como carbón, madera y otros recursos, así como mano de obra.
El homicidio es algo que le pesa mucho a los protagonistas, sobre todo a Aang; inclusive, hay un capítulo entero en el que se debate este tema.
El bando de los protagonistas no siempre es del todo bueno; tienes, por ejemplo, al general Fong o al forajido Jet.
Otra cosa, es que los antagonistas de esta trama no siempre lo fueron, ya que en el pasado, hubo otras naciones imperialistas, como el Reino Tierra con Chin el conquistador.
también nos muestra la deshumanización del enemigo por la guerra, como el odio de Katara a cualquier persona perteneciente a la nación del fuego, el desprecio que sufren los prisioneros de guerra o Zuko cuando es descubierto por los aldeanos de un pueblo de la Nación de la Tierra.
y por último, vemos sentimientos y conceptos muy humanos en ambos bandos, como la amistad, el amor, la venganza, el orgullo, la envidia o el existencialismo.
Puede que sea una serie pensada para niños, pero es, sin duda, uno de los mejores reflejos de la antropología y mundo real.
Ahora, toda mi tesis la pueden echar abajo con un simple "es mi novela y mi universo y yo hago lo que quiera con ellos"; y ¿saben que? eso es perfecto y tienen toda la razón; al fin y al cabo, esta es solo mi opinión argumentada con conocimientos bastante limitados (y no es sarcasmo ni ironía)
Al final, con esto no quería hablar sobre como crear tus propias culturas y universos (que para eso hay muchos instructivos de worldbuilding por aquí que lo hacen perfectamente); mi intención solo es plantear mis observaciones y posibles "fallos" en lo que respecta a la construcción de sociedades y a la representación de la antropología en general en muchas novelas y películas (o series)
Sea como fuese, he concluido; ahora sí, me adentraré en la antropología de mi propia novela.
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