Capítulo XX (Final)
[Advertencia: Este capítulo será uno de los más largos que haya hecho en mi vida así que... que lo disfruten]
El día había llegado. Los preparativos estaban completos. Todo estaba e iba a estar en el orden exacto y correcto en el que debía estar. Nada, estadísticamente hablando, podía salir mal en aquella, la boda más esperada por toda Zootopia y, a decir verdad, del mundo (de no haber sido por la comadreja y su exitoso último show). A Furllon le estaba costando trabajo ir de un lado a otro con las cámaras y sus acompañantes teniendo en cuenta que quería grabarlo todo para no perder nada de vista y, si era posible, hacer una recopilación completa de toda la boda.
Pero el día no había comenzado tan bien para la pareja como el despertar de la comadreja. Tanto Nick como Judy, no pudieron encontrarse el uno con el otro si quiera un segundo. Kyle había ido con el zorro adormilado mientras que Rosa iba con la gris coneja que, al parecer, no había podido conciliar el sueño horas atrás. Según ella eran los nervios pero también tenía algo que la preocupaba por dentro, era una sensación algo rara pero fuerte a la vez. No se lo contó a Rosa, desde luego, porque le repetiría lo mismo con lo que ella se excusó pero aun así, siguió sintiéndolo.
El zorro, mientras tanto, se había despertado, bañado, cambiado con ropa normal y preparado para salir tan rápidamente que no supo en que momento pero se dio cuenta de que ya estaba nuevamente en el asiento del copiloto en el auto de Kyle de camino a un lugar donde arreglarían a Nick para la boda. Pero el zorro se preguntaba, ¿Qué había de preparar en él? Solo había tenido que darse la ducha, esperar hasta la tarde cuando seria la boda y pasar toda una mañana sin poder ver a Judy quién Sí necesitaba arreglarse.
―No solo es darte una ducha y salir así nomás. ―le espetó Kyle mientras apretaba con fuerza el volante para concentrarse en el camino―. Tanto macho como hembra deben estar lo más impecable para el día más feliz de sus vidas. Y yo sé a dónde vamos, todo lo relacionado con belleza lo sabe la hija de un viejo amigo de mamá, Sophie Ferbuson, que es una experta en ello solo que nadie, fuera de las Madrigueras, lo reconoce así. ―un aire de tristeza salió de las últimas palabras del conejo.
―Tu padre sí que tiene muchos conocidos y amigos en todas partes. ―dijo Nick sacándolo de su expresión tristona―. Sastres, expertas en belleza. ¿Qué sigue? ¿Maestros de construcción y compañeros de plantaciones?
―Te sorprendería lo influyente que es papá en este lugar, Nick. ―comentó Kyle con orgullo―. Mira, llegamos.
El lugar era una simple y pequeña casa de no más de un piso con una altura de, seguramente, seis a diez metros de alto. Y si algo lo había sorprendido mas era quien se encontraba en el interior de aquel lugar. Una oveja de color blanco nieve, con ojos marrón claro y un parecido bastante impresionante a...
― ¿Bellwheather? ―susurró Nick sorprendido, hubiera pensado que era ella de no ser porque no tenía lentes esta oveja y se veía más joven que la malvada a la que había tenido que enfrentar años, muchos años atrás junto a Jack.
― ¿Qué? No, no. ―replicó Kyle burlón―. Ella es su hija pero no mantuvo el apellido de esa oveja. Solo se quedó con el de su padre, Ferbuson. ―explicó tranquilo.
Nick bajó del auto, rodeó este hasta llegar a lado del conejo que había bajado del lado del conductor y ambos se dirigieron a la puerta de entrada de la casa que al verla de más cerca, era en realidad un salón de belleza con todo lo característico de uno. Pero también se veían algunos cambios más actuales a lo que se esperaría, pantallas planas, tabletas y hasta un reproductor de música táctil pegado a la pared detrás del mostrador.
Una tintineante campana sonó cuando ambos entraron por la puerta, llamando la atención de la oveja casi exacta a la malvada Bellwheather. Esta sonrió con amabilidad al ver pasar a Kyle pero es sonrisa tembló un segundo cuando vió entrar también a Nick que tenía una expresión tan relajada como indiferente, como era habitual en él. No dudó ni un segundo y la pequeña y joven oveja habló:
―Hola Kyle. ―saludó ella―. Y buenas tardes oficial Wilde.
Este hizo un ademan de saludo, muy flojo, por lo que ella sintió que podía estar tranquila. No podría recriminarla por los problemas de su madre en años anteriores.
― ¿Qué es lo que los trae por aquí?
―Este caballemamífero. ―exclamó Kyle dándole una fuerte palmada en la espalda al zorro―. Necesita de tu ayuda, en unas pocas horas se va a casar y necesita una reparación de pelaje urgente.
―Así que mis clases de belleza si te ayudaron ¿Eh? ―se burló Sophie, el conejo la fulminó con la mirada pero ella no hizo caso. Se acercó al zorro que estaba revisando el local con la vista cuando ella tomó su pata izquierda, que hizo que saltara del susto, y pasó sus pezuñas por el dorso y el antebrazo de Nick haciendo gruñidos y negaciones con la cabeza―. No serán más que dos horas de reparación de pelaje. ―dijo finalmente soltando la pata de Nick―. Pero hubiera sido bueno que lo trajeras antes, Hopps. ―le regañó con severidad.
―Eso no importa ahora. ―replicó el conejo―. Solo has lo que tengas que hacer.
Nick ahora no estaba indiferente a lo que sucedía. A pesar de no ser igual a su madre, a Nick no le quedaban dudas de que fuera la hija de la oveja malvada porque hizo la misma mirada casi diabólica que Bellwheather había hecho cuando los tenía acorralados en el museo. Eso no le dio muy buena espina a Nick pero se reusó a preguntar sobre el tratamiento porque no sabía que era peor. Si la mirada, o lo que le esperaba.
***
Como quien no quiere la cosa, la coneja de ojos lila también se estaba preparando para su más feliz día solo que estaba un poco más... atareada. Según su madre y hermana, lo que ella tenía que hacer para quedar perfecta era casi tan largo de hacer como leer los protocolos de seguridad de la Comisaria y de ahí pasarse a revisar cada uno de los casos del cuarto de archivos del segundo piso. Pero nada de eso aquejumbró a Judy, que solamente, desde que la habían ido a buscar, aceptó con todo gusto y hasta ahora no había terminado con aquel ritual de idas y vueltas que ya hacían perder la paciencia a Judy.
Cuando ya se encontraban en el séptimo paso para terminar, la coneja dio nuevamente un respingo de confusión y la misma sensación que la había despertado volvió a aparecer pero con más fuerza. Extrañamente, al zorro también le sucedió en el salón. Pero ninguno de los dos entendió el porqué de ese sentimiento tan preocupante.
La madre de Judy, Bonnie, la llamó para que finalizara su masaje de patas y revisara el maquillaje. Algo que hizo bufar de desesperación a la coneja pero de todos modos lo terminó aceptando.
Pasadas ya unas horas, en el lugar donde se celebraría la boda ya estaban ahí unos cuantos invitados. Algunos como Garraza, Lobato y Francine habían llegado para presenciar el evento, también el fenec amigo de Nick que parecía frustrado de haber ido allí. Y, por si eso pareciera poco, la segunda pareja favorita de Zootopia había llegado a velocidad luz al lugar de la boda. Jack estaba vestido con su típico traje de smoking que lo hacía ver presentable para la ocasión mientras que Skye vestía un largo y azulado vestido de gala que brillaba por lentejuelas.
Aunque los dos estaban allí aparentando estar felices, no era en realidad para ver felizmente la boda, como ellos hubieran esperado realmente. Si no, era para resguardar el pellejo de Nick y su padre. El ladrón y asesino debía estar por ahí, vigilando todo pero... ¿Por qué no había atacado hasta ese momento? Jack no quiso hacerse esa pregunta hasta después de que lo atraparan porque iba a aparecer.
***
Fuera de la casa, pensativo y hasta indeciso de sus acciones, Norman parecía ya contrariado de haber hecho lo que hizo. Tanto él como el conejo lo estaban. Después de todo, haber conocido al otro no fue tan mala idea después de todo pero lo que habían planeado ya estaba preparado y no había marcha atrás. A menos de que actuaran en ese momento pero era una idea que no se les pasaba por la cabeza.
―Norman. ―dijo Stu algo pesaroso―. ¿Me recuerdas porque decidimos hacer eso?
―Se suponía que nos llevábamos mal. ―respondió el militar a regañadientes―. Pero... después de haber estado aquí, no sé. Estoy pensando que fue mala idea.
―Yo también. ―opinó el conejo entristecido―. Tal vez y tengamos suerte. Puede que se lo tomen como una broma.
Ambos se miraron durante un rato y luego, dando una sonrisa sarcástica dijeron "No" al mismo tiempo. Ni en un millón de años se lo tomarían como una broma. Vaya que habían sido estúpidos para hacer eso.
Ahora solo faltaban dos horas para la boda.
Dos horas, para que él se preparara para atacar.
***
Gran parte de los invitados ya estaban sentados, algunos aun buscaban un asiento o solamente deseaban estar parados. Entre ellos, estaban, discretamente, el equipo de grabación de Jimmy Furllon que se había puesto manos a la obra desde la mañana. Se filmaba todo, desde la zona del pastel de bodas, hasta el altar. Hasta había una cámara que se dirigía totalmente y solamente hacia los invitados. Todo estaba saliendo a la perfección. Nick ya se encontraba parado en el altar a lado de Norman que se mostraba tan sereno como una lechuga pero por dentro lo comía la culpa de lo que había hecho. Siendo este su padrino de bodas, le puso una pata en el hombro para darle ánimos a Nick. El grupo musical se preparó y comenzó a tocar la típica marcha nupcial de las bodas mientras la novia, la coneja de ojos lila, Judith Laverne Hopps entraba enlazada del brazo de su padre, Stu Hopps. Según lo veía ella, todo era hermoso, perfecto, no había fallo alguno que pudiera arruinarlo.
Se sentía como la reina de todo el mundo, sus ojos brillaban con cada detalle que veía al pasar. Los invitados, los arreglos del altar al final de la pasarela, el Sacerdote y ahí, a lado de este, estaba de pie el ser con quien ella jamás habría esperado casarse. El ser que le hacía sacar la paciencia y la hacía reír al momento. La hacía sentir tan segura y protegida, con sus abrazos de cariño y sus miradas de amor. Él le dedicaba una sonrisa tan sincera de estar ahí que la hizo olvidar cualquier problema que tenía en la cabeza.
Ese momento era de ellos y solamente era de ellos.
El Sacerdote comenzó con la ceremonia. Las cámaras enfocaban completamente a la pareja inter-especie desde los asientos, y estaba saliendo a la perfección. Eso era algo que Furllon no se esperaba para nada. Pasaron unos cuantos minutos más, y finalmente llegó el momento que todos estaban esperando. Los anillos de boda y sus compromisos nupciales.
―Los anillos, por favor. ―pidió el Sacerdote, una musaraña parecida a Mr.Big.
Un pequeño conejito apareció de uno de los lados del altar llevando los anillos de oro que Nick había mandado a preparar desde hace mucho. Todos exclamaron un "Aww" de ternura al verlo pasar y darles los anillos a la pareja. Consiguiente, el Sacerdote continuó con la ceremonia:
―Repita después de mí. ―dijo―. Yo, Nicholas Piberius Wilde...
―Yo, Nicholas Piberius Wilde. ―repitió el zorro con orgullo.
―Te acepto a ti, Judith Laverne Hopps... ―continuó.
―Te acepto a ti, Judith Laverne Hopps. ―repitió nuevamente.
―Como mi waffleable esposa... ―todos callaron pero en vez de producirse un incómodo silencio, todos estaban tratando de aguantar la risa pero casi nadie pudo y principalmente, la coneja no pudo hacerlo.
Comenzó a reírse de a poco por la broma al igual que Nick.
―Y un pastelillo también. ―dijo Nick burlón pero también nervioso mientras también se reía por lo bajo.
Judy rió mas fuerte todavía haciendo que todos ya no pudieran aguantar más y se rieran junto a ella. Nick, mientras tanto, seguía esperando con la sonrisa burlona y nerviosa que se le había formado en los labios. Judy seguía y seguía riéndose hasta lanzar un grito en vez de una carcajada que hizo que los invitados explotaran también en risa, hasta Jack y Skye que estaba serios, se habían puesto a reír con los demás invitados. Norman y Stu se vieron al mismo tiempo con alegría. Su "perfecto plan" para separarlos realmente había sido tomado como una broma.
―Solo denle un segundo. ―habló otra vez Nick viendo que Judy no iba a parar de reír un segundo.
Finalmente, Judy pudo tranquilizarse para poder seguir con la ceremonia. Ahora el ambiente era más animado por la broma y parecía aún mejor que los momentos de tranquilidad. Solo que esos momentos, ese ánimo se perdió gracias a un disparo de un arma de fuego al aire.
Todos agacharon la cabeza y vieron el lugar de donde provenía el disparo. Al comienzo de la pasarela, estaba parado el coyote que tantos problemas les había dado a Jack y Skye. El arma que había disparado aun expulsaba un pequeño hilo de humo que salía del cañón y subía al cielo. La cicatriz del mamífero no era nada comparado con sus ojos completamente abiertos. Blancos, sin pupila ni iris pero, a pesar de brillar tanto por el sol, no había ni un solo rastro de vida en esos ojos de blancura completa.
Lori, la tigresa enviada por Sonny, había visto esto y sin demorar en sus acciones, salió de su escondite para poder evitar una catástrofe pero no contó con que el coyote había sido más rápido. Le disparó en pleno hombro haciendo que cayera de bruces contra el suelo y un segundo disparo en su pierna, imposibilitándola de hacer algo para impedir el atentado del coyote.
―Vaya. Vaya, vaya. ―dijo suavemente el coyote haciendo que todos lo escucharan―. Pero si es una gran sorpresa que me encuentre aquí a la pareja más conocida de Zootopia, también a sus fieles compañeros. ―"miró" al punto donde estaban agachados Jack y Skye―. Oficiales, buenas tardes. Y, ¡Oh, que sorpresa! También está a quien he estado buscando desde hace mucho tiempo. Buenas tarde, general Wilde. ¿Se la ha pasado bien en su estadía en las Madrigueras? ―la ironía y el sarcasmo que se escuchaban en sus palabras provocaban tanto terror como odio. Y quien más quería matarlo era el zorro mencionado por el coyote. Norman.
Este se puso frente a Judy y Nick para evitar que les disparara pero ellos no eran el objetivo del coyote. Con seriedad y odio puro, habló al coyote.
―Elías. ―dijo con seriedad―. La última vez que te vi pensé que...
―¿... Me habías encerrado en una celda? ―lo interrumpió el coyote―. Sí, así fue. Pero esos crímenes menores no fueron nada. He estado buscándote, Norman.
Los cuatro animales policías, Nick, Judy, Jack y Skye veían y escuchaban todo con confusión. ¿Cómo Norman conocía al asesino? Norman dijo que lo había encerrado pero por casos menores, ¿Entonces ha hecho algo mucho más grande? Todo se hacía mucho más confuso a medida que cada uno se hacia esas preguntas. Pero salieron de sus pensamientos al escuchar de nuevo al coyote llamado Elías, hablar.
― ¿Pensabas que olvidaría lo que hiciste en esa, mi fatídica noche? ―preguntó acercándose un poco, Jack y Skye llevaron sus patas a las fundas de sus armas pero no las sacaron por el peligro de que les disparara también―. No, no. Ese fue el comienzo de algo que no tu esperabas que pasara, mi venganza contra ti. Admítelo Wilde, de yo haberte hecho lo mismo, hubieras venido a mí a buscar venganza. ¿No?
Eso era aún más confuso. ¿Por qué ese tipo buscaba venganza contra Norman? ¿Qué había sucedido entre ellos para que diera eso? Norman no respondió, solo siguió mirando a Elías con mucha más ira que antes. Por lo visto lo había insultado muy fuertemente.
―Pero está bien. ―volvió a hablar―. No hay que mantener rencores. ―metió una pata en uno de los bolsillos de su chaqueta―. Porque, como sabemos, es malo. Muy malo, eso nos vuelve... salvajes. ―y en un movimiento rápido sacó la pistola de presión y disparó contra Norman. La bolita venenosa salió disparada tan rápido que no vieron cuando chocó contra la frente del zorro general y este caía al piso de espaldas.
El coyote huyó en ese momento, dejando la escena más horrible que cualquiera pudiera presenciar. El transformamiento de un ciudadano a un animal salvaje. Norman luchaba con todas sus fuerzas para evitar hacerlo. Pero era casi imposible, el veneno se extendía tan rápido que la mayoría de sus neuronas razonantes se apagaban rápidamente. Sus ojos cambiaron a unos muy desorbitados. Con grandes pupilas negras y casi nada de iris. Su hocico comenzaba a tirar babas de hambre. Todo esto mientras adoptaba una postura animal y los invitados echaban a correr despavoridos para evitar ser atrapados por el salvaje Norman que ya estaba a punto de dejar de ser racional.
― ¡Vayan tras Elías! ―gritó Nick a Jack y Skye que lo hicieron sin dudar. Se dirigió a Judy rápidamente antes de que Norman terminara de transformarse―. Vete, no quiero que te haga daño. ¡Vete!
Ella iba a protestar pero su padre, Stu, la tomó por el antebrazo y la jaló, alejándola de Nick junto con la estampida de animales que salían despavoridos. Lo vió perderse a lo lejos hasta que un giro brusco hizo que dejara de verlo.
***
El corazón le latía a mil a Nick. Su padre finalmente se había convertido en un salvaje y peligroso animal que pasaba sus ojos por el destruido lugar mientras echaba gruñidos de cacería y buscaba alguna presa para poder atacarla con sus filosos dientes. Únicamente encontró a otro zorro, Nick, que estaba preparado para lo que sea que hiciera su padre. Ya se había enfrentado a un puma salvaje antes, un zorro no podía ser nada del otro mundo.
El salvaje Norman empezó a acercarse amenazadoramente a Nick en sus cuatro patas, en señal de que lo atacaría en cualquier momento. Y así lo hizo, se lanzó contra el zorro de ojos verde esmeralda pero este se protegió con los brazos de una mortal mordida al cuello. Atrapó a Norman de las patas delanteras evitando que le diera zarpazos o que le lanzara una mordida al rostro. Forcejeó y forcejeó con el salvaje zorro hasta que lo lanzó hacia un lado, haciendo que rodara unos cuantos metros y chocara contra las sillas de los invitados.
Nick se levantó rápidamente y buscó algo con lo que defenderse pero no veía nada más que el atril del Sacerdote ratón que también había escapado. Sin más opción, tomó el atril y con este golpeó a Norman que se había vuelto a lanzar contra Nick. Un golpe duró y contundente al pecho, haciéndole el suficiente daño para que no se levantara durante unos minutos pero el salvaje animal seguiría con su pelea. Necesitaba algo con lo que noquearlo, algo lo suficientemente fuerte.
Una idea se le vino a la mente, sus puños. Un fuerte puñetazo en el rostro de Norman lo dejaría inconsciente para poder llamar a Bogo y que le llevaran un antídoto. El zorro salvaje se había vuelto a parar y ahora estaba listo para volver a atacar a Nick pero no saltó contra él. Si no, atacó la pierna del zorro provocándole una profunda herida por sus dientes. Ahogando un grito y aguantando el dolor, alzó su puño y con todas las fuerzas que le quedaban, le dio uno de los golpes más fuertes que haya dado en su vida. El Norman salvaje cayó inconsciente al suelo y Nick también, gracias a la herida que empezaba a sangrar en gran cantidad.
Sentía que le faltaban las fuerzas, pero aun podía mantenerse consciente. Se levantó con dificultad del suelo y se empezó a acercarse a las sillas para poder sentarse y revisarse la herida. Estaba mal pero nada peor que lo que había sucedido. Sacó su teléfono y llamó a Bogo. Le explicó vagamente la situación ya que le faltaban las fuerzas y pidió el antídoto.
***
Norman despertó con una jaqueca demasiado fuerte y sentía dolores como si le hubiera golpeado con algún fierro. Lo que más le dolía era la frente en la que se sintió una gran herida hinchada. Pasó su visión por la habitación al mejorarse, era su habitación de huéspedes y lo que más le sorprendió es que se encontró con varios pares de ojos que lo miraban de manera preocupada y atenta. Solo recordaba haber visto a Elías estar y la boda y de repente se encontraba ahí. ¿Qué había sucedido?
―Qué bueno que al fin despiertas. ―dijo Nick aliviado―. Pensábamos que estarías inconsciente por más tiempo. ―él tenía su típica ropa informal y un yeso en la pata y apoyado en una muleta―. ¿Cómo te sientes?
― ¿Qué te...? ¿Qué te sucedió? ―preguntó débil y asustado.
―Oh, no te preocupes por eso. ―respondió relajado―. Estaré bien.
Ahora lo recordaba, ese maldito lo había infectado con los Aulladores. ¿Enserio había causado tanto daño? Se sentía mal y muy culpable. Era una tristeza intensa que se disipó con las palabras dichas por su hijo.
―Mira, no fue tu culpa. ―comenzó―. Ese maldito se apareció de la nada y te disparó. Aún no sabemos cómo consiguió el arma y el veneno de Aulladores pero lo que sí es que no lo volveremos a ver nunca. Tu amigo, Sonny, vino para llevárselo hace unas horas. Y papá... ―era la primera vez que le decía así desde hace mucho―. Yo siento todo lo que te he hecho. Debí preguntártelo antes pero estaba tan furioso por lo de niño que no sabía cómo desahogarme. Y lo hice contigo.
―Ay, no te preocupes. ―respondió Norman―. Tu madre era igual a ti y estoy seguro de que está orgullosa del macho en el que te has convertido.
Los dos se sonrieron y se hubieran podido abrazar de no ser por las vendas en ambos que imposibilitaban sus movimientos. Judy lo veía enternecida al igual que Bonnie. Su vista terminó encima de quien más quería ver. Stu Hopps. Norman se volvió a sentirse culpable por su ataque salvaje. Había arruinado la boda de su hija y eso, seguro, no se lo perdonaría. Pero Stu no estaba con una mirada de odio ni de tristeza, al igual que los demás, estaba preocupado por él.
―Vaya, al parecer nuestra broma llamó mucho la atención. ―bromeó Stu nerviosamente.
Norman rió. Rió y rió hasta que los demás se le unieron finalmente.
############################################
Y hemos llegado al final de esta maravillosa historia (spin-off innecesario) que me ha estado teniendo con algo que hacer durante un tiempo el cual más lo necesitaba. Espero que les haya gustado y que tambien les haya gustado "Esto es la Guerra" ya que es el comienzo el cual no es necesario leerlo. Ahora, ¿Qué pasó con el "Preguntas y respuestas"? Pues he de hacerlo como algo a parte ya que ya es demasiado que he escrito hoy pero les prometo que lo tendré pronto.
Nos vemos en cualquiera de mis siguientes historias y muchas gracias a todos por haberla apoyado desde el principio. En serio no sabia si hacer esta secuela ya que no me habia funcionado demasiado en otras ocasiones. Bueno, eso es todo. ¡Nos vemos mis queridos lectores!
PD: Me pueden seguir haciendo las preguntas aquí y como dato curioso, son ocho páginas de escribir sin parar desde la mañana. (He estado saliendo algunas veces por lo que me demoré en seguirla continuamente).
Nos vemos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro