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Capítulo XI.

La coneja aplastaba el piso de la acera a medida que se acercaba al departamento que compartía con Nick. Los recuerdos de lo que sus hermanos y sus padres habían hecho aún le rondaban por la cabeza. ¿Cómo es que pudieron hacer eso? ¿Acaso no han aprendido nada de lo que les enseñé?, se decía ese tipo de cosas a medida que llegaba. Se sentía tan molesta y a la vez triste y traicionada. Carl, su hermano menor, la había traicionado y eso, para ella, era algo casi imperdonable.

―Pensé que eras más inteligente, Carl. ―dijo cuando entró al edificio.

Al abrir la puerta del departamento, un aroma muy acogedor a chocolate caliente llenaba el lugar. Aquel olor tan dulce hizo que las preocupaciones de Judy desaparecieran por ese momento. Realmente olía bien. '

―¿Nick? ―llamó al estar en medio de la sala de estar.

El mencionado salió inmediatamente por la puerta de la habitación de los casos con una sonrisa y brillando con su uniforme de policía. ¿Por qué está vestido así? Se preguntó la coneja. El zorro, al estar a suficiente distancia, tomó a Judy entre sus patas y la alzó para darle un beso en la mejilla.

―¿Por qué estas vestido así? ―preguntó la coneja.

―Porque, mal no recuerdo, el jefe Bogo me pidió que vaya hoy a la comisaria ¿Lo olvidas? ―Judy se ruborizó avergonzada por su pregunta―. Además, no iba a estar en pantaloncillos y camisa corta teniendo visitas.

¿Visitas?

Miró detrás del zorro y vió al conejo de rayas salir por la misma puerta con una sonrisa que decía "Hola Judy." Nick la bajo para que pudiera saludar a Jack correctamente quien estaba igual vestido que su zorro comprometido.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―le preguntó con una sonrisa―. Pensé que estarías con Skye arreglando... ya sabes qué. ―el conejo tiró unas risas y luego miró al zorro.

―Eso ya quedó arreglado, Judy. Ahora, Skye y yo estamos saliendo. ―la conejo se llevó las patas a la boca mientras alzaba sus orejas muy sorprendida―. Sorprendente ¿No?

―¡No puedo creerlo! Tengo que llamar a Skye. ―antes de que la coneja pudiera sacar su teléfono del bolsillo, Nick la detuvo porque tenían algo más importante que hacer en aquel momento.

―Por ahora no, Zanahorias. ―dijo Nick―. Tenemos un nuevo caso y hay que ponerte al tanto.

―Luego le digo a Skye que te llame ¿Esta bien? Y estabamos tomando chocolate si es que te preguntas por el olor. ―el conejo le dedicó una tranquilizadora sonrisa.

Judy aceptó y siguió al dúo de hermanos hasta la habitación de casos la cual estaba repleta de imágenes, papeles, mapas y demás cosas para las investigaciones de Nick y Jack. La mayoría de archivos se habían salvado cuando las bombas cayeron, guardados en carpetas, cajones y estantes que rellenaban la habitación. Vaya, pensó Judy con sorpresa, ¿En seis años se pueden cerrar tantos casos? La sorpresa de Judy era grande ya que, a pesar de estar viviendo con él ya un tiempo, no habia entrado en esa habitación.

―Por si te preguntas, Pelusa. ―comentó Nick buscando una carpeta―. Los archivos de los casos cerrados están en la comisaria. Aquí solo está la información y las pistas que hemos tenido de cada uno. Pero la mayoría se encuentran algo... Calientes.

―Son bastantes de todos modos. ―dijo ella.

―¿De todos modos? ―interrumpió Jack―. La mayoría habian sido pistas sin valor alguno, engaños por parte de los criminales entre otras cosas que nos han molestado en los casos más difíciles.

Era verdad. De algunas carpetas amontonadas sobre los estantes sobresalían algunos papeles rellenando estas hasta el tope de su capacidad, algunas hojas con los bordes en negro, dándole a entender a Judy lo que Jack quería decir con "pistas sin valor alguno".

Cuando Nick encontró la carpeta del caso al cual se les había encargado, se la pasó a Judy para que pudiera inspeccionarla. Los dos mamíferos se pusieron a los lados de Judy para poder admirar también la carpeta. En esta se mostraban los varios puntos e información sobre el criminal al que se le había encargado.

Testigos:

Dc. McGucekt.

Jerry Tiger.

Anna Swan.

Pistas: El criminal es un coyote de una edad madura. Se presume que está vinculado con una mafia rusa. Ha robado todos los bancos desde California hasta Texas. Su ojo izquierdo está parcialmente dañado por una cicatriz que no le permite ver bien. Deja notas en las escenas del crimen avisando cuanto ha robado. Arrestado con anterioridad, liberado condicionalmente por cumplir condena de seis años bajo los mismos cargos.

Recursos: Todos los disponibles a excepción de Equipos Especiales (S.W.A.T.)

Judy quedó impresionada al ver la foto del coyote anteriormente descrito en las pistas. Su ojo izquierdo era gris en gran parte gracias a la cicatriz que dañaba parte superior del parpado y su ceja. La cara que tenía era de pocos amigos pero algo que notó la coneja que no había descrito la carpeta era que uno de sus dientes era de plata. Seguramente una moda criminal, dijo Judy en bajo.

―De hecho, es algo más que eso Judy. ―dijo Jack. Al parecer sí la había escuchado―. Ese diente puede ser algo más que una moda. De la mayoría de criminales que hemos atrapado Nick y yo, solo cinco habían tenido un diente de un material metálico o de un material valioso como oro o hasta un rubí. E, irónicamente, nos llevaron a los lugares más pobres de Zootopia, arrestando a los criminales mayores.

―Este debe ser una especie de fuerza letal. Una cicatriz de esa magnitud no se hace con cualquier cuchillo. ―inconscientemente, Judy recordó el día de su infancia cuando Gideon le lanzó su pata con las tres garras afuera. Una marca que había curado pero que de todos modos se sentía hasta ese momento.

Se llevó una pata a la mejilla por la sensación de querer volver a sentir esa marca.

―Podríamos ponernos a trabajar en unas dos horas más. ―sugirió Jack―. No tenemos mucho con lo que podemos trabajar a menos de que quieran ir a cada banco del Este hasta el sur. ―los otros dos asintieron y, como un trencito, los tres salieron de la habitación.

Nick fue el último en salir por lo cual la cerró con seguro con una llave. Esta tenía un hilo resistente que hacía de collar para poder ponérselo al cuello. Eso hizo que la curiosidad de preguntar picara a Judy.

―¿Por qué cierras la habitación con seguro? ―preguntó cuándo Nick llegó a lado de ella.

―Algunos de esos archivos son muy importantes como para dejarlos sin seguridad. Como los estantes bloquean las ventanas no hay problema pero tengo que dejarlo con llave ya que he tenido intrusos que han querido llevarse algunas cosas de ahí dentro. ―Deben ser muy importantes como para entrar a la casa del mejor policía, pensó la coneja aun con incertidumbre―. Pero dejando eso de lado. ¿Cómo te fue con tus padres?

***

El general echaba uno que otro suspiro mientras caminaba por aquel silencioso barrio que le recordaba a sus tiempos antes de ser parte del Ejercito de Emergencia de Zootopia. Aún recuerda el último día que estuvo con su familia.

»Norman se había despertado muy temprano esa mañana de verano. Su único hijo, Nick, seguía enrollado en la cola de su madre que lo abrazaba con gran ternura. Esa imagen le enterneció el corazón al joven Norman que, a pesar de ser un estafador callejero, hacia todo lo posible para mantener a su familia a flote. Aunque eso significaba ser un lacayo de la sociedad.

»Mientras vendía sus popsipatitas a los roedores del banco de los Hermanos Lemings, ―como siempre ya que a ellos les encantaban sus paletas― un lobo muy serio se le apareció por detrás del puesto de venta. Aunque los roedores le seguían comprando sin importarles la presencia del desconocido animal detrás del vendedor. Cuando vendió la última paleta, este le tocó el hombro al zorro. "Lo siento amigo" fue lo que le dijo "La ultima paleta se vendió hace unos segundos" pero no sabía a quién le hablaba.

» ―No vengo por la paleta amigo. ―fue lo único que le dijo el lobo. Norman, al darse vuelta se paralizó. Pensó inmediatamente en que era un ladrón armado. Mala suposición. El lobo desconocido se aclaró la garganta para presentarse. Sonny Lunar era el nombre. Minutos después de haberse conocido, el zorro estaba bebiendo junto al lobo en un bar cercano a donde él vendía las popsipatitas. Habían estado conversando tranquilamente hasta que Sonny llegó a un tema específico.

» ―Quiero que trabajes para nosotros. ―fue la propuesta. Norman la había rechazado al principio con la excusa de que tenía que volver con su familia. ―Oh, ¿Pero no quieres que tu hijo se sienta orgulloso de ti? La vida de estafador no es un buen ejemplo para un cachorro. ―esas palabras habían congelado a Norman en una expresión seria. Las condiciones eran simples por parte del lobo. Él trabajaría como una especie de infiltrado en un ejército en desarrollo que Zootopia estaba creando. ―Seguro que a tu hijo le encantará que estés en un ejército y no en las calles haciendo cosas indebidas. ¿No, Norman?

Una lágrima le recorrió en rostro. No sabía que ese día sería la última vez que vería a su familia en mucho tiempo. ¿Por qué acepté su propuesta? Siempre se preguntaba aquello. Había estado tan ocupado en sus memorias que no se dio cuenta en donde había parado. Ahora se encontraba en el puente que conectaba a la gran ciudad con la ciudadela de la Pequeña Rodencia.

―Tal vez será mejor volver. ―se dijo.

Al darse vuelta para emprender el camino de vuelta a su hogar, una comadreja, un lobo blanco y un rinoceronte se acercaban a él. Reconoció a la comadreja al instante.

―Señor Furllon. ―dijo sorprendido―. Que sorpresa encontrarlo por aquí.

―Buenas tardes general Wilde. ―saludó Jimmy.

―Por favor, dime Norman. General me hace sentir más viejo. ―los cuatro rieron―. ¿Qué lo trae por aquí?

―Usted. ―respondió el lobo―. Le tenemos un proyecto. ¿Quisiera escucharlo?

―Claro, no hay problema pero primero, vamos a un lugar donde sentarnos. He estado caminando mucho desde hace un rato y ya me duelen las patas.

―Seguro. ―contesto otra vez la comadreja―. Hay una cafetería cerca de aquí.

***

―Voy a matar a mis hermanos. Enserio que los mataré. ―la coneja rezongaba y maldecía cuando podía al recordar lo que habían hecho sus hermanos.

―Querida, tranquila. Ya te dije que nos encargaremos de ellos cuando volvamos allá. Y sin tener que matarlos, además, mira. ―Nick alzó su teléfono mostrando un mensaje―. Tu hermano Kyle me envió un mensaje.

Nick volvió a ver el teléfono para recitar el mensaje reciente:

"Nick, ven con Judy mañana. Hay un trio de conejos que quiere decirte algo que seguramente ya sabes.

Nos vemos.

Kyle."

―Lo ves, tu hermano ya debió hablar con ellos.

―Sí, pero no con papá. Eso es lo malo. Creo que debemos adelantar la boda. A este paso no podremos... ―antes de que la coneja pudiera seguir hablando, la puerta sonó con tres golpes del otro lado de esta.

Los dos se levantaron alarmados. Nick, por precaución, tomó el arma de tranquilizantes que siempre tenía guardada en su bolsillo. Nick fue primero. Abrió la puerta y se encontró con...

―¿Furllon? ―la comadreja saludó nervioso al zorro mientras veía el arma de tranquilizantes―. ¿Qué haces aquí?

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