Sentimientos encontrados
Sentimientos encontrados
Hasta que escuchó una voz suave que reconoció en seguida y regresó a ser la misma Lucía de siempre.
—Lucía... Lucía —. Anderson llamaba a su hija con dificultad por culpa de la sangre que comenzó a fluir por su boca.
Lucía se acercó mirándolo con ternura y pena, y se arrodilló con cuidado en el suelo junto a él.
—Lucía, perdóname no quiero irme así por favor, hija —. Suplico Anderson con lágrimas en los ojos.
—No hables... Yo ya te perdone... Pa... Papá —. Lucía tartamudeo, acariciando el cabello de su padre con ternura, sus manos aún temblaban.
Mía los miraba atónita, no podía comprender lo que escuchaba, ¿Lucía hija de Anderson? ¿Como era posible eso?
Era como estar en una oscuridad sin salida, sin ningún rayo de luz. Entonces comprendió que estaba sola y que hiciera lo que hiciera siempre lo estaría.
—Tú también eres hija mía y te amo... a las dos las amo... cuídense mutuamente pues son hermanas —. Como leyendo su mente les pidió observando a las dos pelirosas y luego mirando a la nada dijo por último, —Catherine lo siento.
Esas fueron las últimas palabras de un hombre que siempre fue atormentado por las culpas del pasado. Murió con una sonrisa en el rostro imaginandose a su Catherine a su lado tomando su mano y aunque había sido Lucía, Anderson había muerto en Paz.
Mía miró a Lucía con asombró, se había equivocado pues ahora no estaba sola, tenía una hermana y un padre que aunque estaba muerto ya, pero tenía ya la certeza segura de tener una familia.
—Te amo papá —. Habló la menor de las hermanas.
—Ya basta de tonterías, estoy empezando aburrirme —. Aviso Elda con un tono amenazador.
Lucía volteó a verla, pero tras la pequeña, pudo observar a Kevin.
—Lárgate de aquí torpe —. Ordenó Melisa con verdadero odio. Kevin se dio cuenta de las lágrimas que había derramado e intentó acercarse.
Elda intento volarle la cabeza con los vidrios de la televisión que estaban esparcidos por el suelo. Sin embargo no llegaron a su destino pues quedaron suspendidos en el aire sin moverse.
"si lo salvas haré todo lo que tú quieras, ya no seré un estorbo para tí nunca más.
Eso suena mucho mejor, así será."
—Eres una niña mala —. Dijo Melisa moviendo su dedo de un lado a otro en negativa.
Melisa dejó caer los cristales al suelo provocando ruido en toda la casa.
—Nunca fuiste nada significativo para mí, solo una rata más como todos los de tu especie, — tomó una pausa y continuó esta vez observando a su hermana. —No creas que seré diferente solo porque eres mi... Familia, tú solo eres un estorbo, inservible que ni siquiera sirve para defender a nadie.
Esas últimas palabras fueron como varios clavos atravesandole su garganta, para Mía, eran duras palabras que la hicieron llorar aún más, y cayendo al suelo casi muerta por la pérdida de sangre que sin darse cuenta Lucía le había obstruido el paso dándole más tiempo, ahora ya fluía la sangre a borbotones.
Kevin al ver la escena casi por impulso corrió hacia ella no sabía qué hacer.
Entonces la mujer que acompañaba a la pequeña Elda, se le acercó con cuidado y le dijo:
—Nosotros podemos ayudarla no te preocupes, la llevaremos a un lugar donde la atenderán como es debido.
Sin más la mujer ordenó a sus hombres que estaban en la puerta que sacaran a Mía, y la llevarán a curarle. Lo cual los hombres obedecieron sin interrupciones.
Elda como Melisa, sabían perfecto donde la enviarían, de regreso al mismo infierno. Al laboratorio, con los doctores inhumanos.
Pero no hizo nada sólo quedarse viendo como se la llevaban.
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