La historia de Anderson segunda parte:

Aquella noche el aire soplaba con fuerza, todos dormían cómodos en sus camas.

Entonces se oyó un quejido de la boca de Katherine, pequeñas gotas de sudor empezaban a salir de su jovial rostro. Anderson sobresaltado despertó desorientado apenas oyó un pequeño grito.

Vio en el buró la hora de un pequeño reloj rectangular que se encontraba arriba de este; eran las tres de la madrugada. Volvió la mirada a su Katherine que ya estaba empapada en sudor, sus pequeñas y delicadas manos se aferraban con fuerza a las sabanas blancas.

Como pudo Anderson se levanto tan rápido que casi tropieza con algo que no puedo ver por la falta de luz. Llego al otro extremo de la cama y prendió la lampara ubicado en el otro mueble.

Era tarde para llamar a la ambulancia pues Katherine ya se encontraba en labor de parto.
Entonces la cargo como pudo, tomando las llaves del auto y partieron rumbo al hospital mas cercano.

Esa madrugada nació en la camilla de un hospital una niña de ojos negros, un tanto extraña pero aun así la mirada de su madre era de puro amor incondicional.

Mientras que la mirada de Anderson no parecía en nada al de un padre que acababa de tener a su hija en brazos. Era una mirada extraña como si supiera que llegarían puros desastres con aquel ser.

Katherine llamo a la pequeña Lucia pues era el nombre de su querida abuela quien falleció hacia unos meses antes.

Pasó un mes cuando la pequeña Lucia comenzó hacer cosas extrañas, solo su padre se había percatado de aquellos hechos pero Lucia enfermo y fue ahí donde su padre decidió un acto tan cruel e inhumano.

Separó a Katherine de su hija alegando que esta había muerto.

Este fue el primer pecado que le costaría una vida de dolor, sufrimiento y soledad.

Pasaría unos años después para que otra niña volviera a nacer.

Aquella niña fue llamada Mía y cometería el mismo acto vil e inhumano que cometió con la primera; su segundo pecado, que le costaría la muerte de su amada Katherine por un suicidio cometida sin vacilación.

Fue entonces que Anderson decidió pagar su pecados cuidando a sus hijas como un simple doctor, aunque ni aún así llegaría a pagar todo el daño y sufrimiento.