Kevin

Lucí comenzaba a despertarse, sentía un fuerte dolor de cabeza y en su hombro herido, sus pequeñas orejas puntiagudas se movieron ligeramente al escuchar sonidos de pasos y gente reír.

<<No puede ser estaré de regreso en ese lugar de donde escape>> pensó la joven abriendo los ojos poco a poco para acostumbrarse a la luz.

En el momento que sus ojos se abrieron completamente se fijó en que su hombro estaba vendado, y ella se encontraba sola en un callejón, ahí escondida entre las bolsas de basura y botes.

La joven no recordaba nada de cómo había llegado a ese lugar, ni lo que ella había hecho, estaba desorientada, confundida, perdida que sin sentirlo ya habían transcurrido dos días de inconsciencia.

Lucí se preguntaba cómo había logrado llegar hasta ahí, parecía estar en otra parte lleno de personas caminando de un lado a otro.

Al intentar incorporarse rápido sintió un mareo que la hizo tambalearse pero alcanzó a sostenerse de la pared con ambas manos para no caer al suelo.

Estaba pálida y si su piel era blanca ahora se veía como un fantasma casi desaparectenía hambre, sed, pero sabía que era él precio por su libertad.

Lucí pudo seguir su andar. Observando los edificios y las personas la miraban con rareza por las dos orejas puntiagudas pero sobre todo por su aspecto andrajosa.

Lucí no pudo evitar sentir escalofríos por aquellas miradas de desaprobación. Soledad ese sentimiento que siempre estuvo con ella lo sintió ahora más fuerte que nunca, su mirada bajó al suelo y se enojó con ella misma por dejarse afectar por aquellas personas.

Qué le importaría a ella no ser aceptada pero para Lucí, muy en el fondo deseaba serlo, hubiese querido haber conocido a sus padres.

Distraída Lucí cruzaba la calle en el momento justo cuando el semáforo cambió al color verde y los carros aceleraban. Uno de los conductores frenó bruscamente al ver a la joven pasar frente a él…

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—Adios Kevin —. Se despidió la joven moviendo su mano.

—Adios Maria nos vemos luego —. Mientras Kevin, caminaba hasta su volkswagen sedan color rojo colgaba su suéter en la mochila y varias personas rozaban sus codos en él.

Todo era un caos al salir de la universidad  <<Claro muy maduros>>.

Kevin era del tipo divertido cuando tenía que serlo pero también serio cuando debía. Cuando murió su hermana menor él cambió muchas cosas en su vida, no era amiguero eso era seguro aunque si tenía unos tres y por el momento para él era suficiente.

En un largo tiempo Kevin tuvo que ir al psicólogo para salir de su estado de depresión, se había decaído su ánimo, sus deseos de vivir, no le importaba nada, ni la escuela, amigos, familia.

Ahora poco a poco el joven socializaba con los demás, estaba animoso de vivir una vida en la que su querida hermana se le había apagado pero a quien recordaba con amor.

Kevin abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto, metió la llave encendiendo el motor, luego dio primera y acelero, pasó cinco semáforos en verde, al tocarle el sexto semáforo en rojo freno. Mientras esperaba vio a un joven, parecía pensativa, miedosa.

<<¿Que le pasara, estará bien dejarla así?>> se preguntó viéndola, estaba delgada, flaca, pálida, su ropa desgastada aunque solo tenía puesto un short de tela ligera y una playera transparente color blanca. Tenía vendado su hombro y lo más extraño era el color de su cabello y sus orejas puntiagudas que sobresalían de su larga cabellera rosa más pálido/oscuro.

Kevin se volvió a fijar en él semáforo y aceleró. Se detuvo a tiempo para no matar la chica que cruzaba la calle sin importarle los autos en movimiento, ella cayó al suelo y el con cuidado salió de su escarabajo para auxiliar a la joven pelirosa.

Kevin le ayudó a ponerse de pie pero ella no quería ser ayudada por él, pero era necio así que la llevó a su coche casi arrastra. La joven no tenía fuerza para zafarse y correr así que solo se dejó llevar.

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Bueno aquí tienen otro capítulo espero les guste. Les agradezco su apoyo y sus comentarios en esta su historia, gracias.  Que tengan feliz lectura.